sábado, 11 de febrero de 2017

BEYOND THE GATES

Con la bendita nostalgia hemos topado, amiguitos. "Beyond the gates" es un homenaje a.... ¡sí!, los años 80. ¡Qué novedad!.
Entre las muchas cosas tributadas, tenemos las famosas -y muy añoradas en USA- "mom and pop stores", es decir, tiendas cuyos propietarios eran humildes familias que se destacaban por disponer en sus estantes de, entre otras cosas, materia prima para inadaptados, incluyendo, sobre todo, roñosas cintas de vídeo con fines alquilables. Eran la alternativa a las grandes cadenas de video-clubs y, por ende, refugio de subproductos y, muy especialmente, videoastas que grababan con una cámara vhs al hombro pelis de terror en el patio trasero de su puta casa. De hecho, la acción del film arranca en una de estas tiendas, cuyo propietario ha desaparecido y sus hijos, dos jovenzuelos muy distintos y que, de entrada, no se llevan muy bien, acuden con el fin de hacer limpieza. Es hurgando entre la mierda cuando encuentran lo que será el segundo tributado de la velada, los juegos de mesa, especialmente aquellos de temática terrorífica que iban acompañados de un vídeo en el que un "host" guiaba a los jugadores. Como "Atmosfear", el más popular -¿o el único?- que llegó a estos lares. Y aquí entra en escena el tercer guiño ochentero, Barbara Crampton, la preciosa rubia que protagonizó clásicos horroríficos de la década como "Re-Animator" o "Re-Sonator".
El caso es que, a lo tonto, los hermanos y la novia de uno de ellos terminan jugando al juego. Se dan cuenta y asumen que conlleva algo sobrenatural y tiran millas porque la rubia del vídeo les ha dicho que si ganan, salvarán el alma de su padre que, obvio, desapareció cuando se vició con el pasatiempo. Y ahí tenemos la trama de base, ir superando pruebas para agenciarse llaves, abrir puertas y llegar de una pieza hasta el final. Evidentemente todo se desarrolla en una casa, no en mundos paralelos ni nada que se le parezca, se limitan a colar cuatro luces de colores, algo de niebla y ¡alehop!, ya tenemos una dimensión desconocida. Y ahí está uno de los puntos flacos más sonoros de "Beyond the gates". Si no tienes recursos económicos, procura no aspirar a cotas demasiado altas. Y mientras a nivel generalista la peli es mitad guiño al horror truculento de hace 30 años (lo que conlleva algunos escasos e inspirados momentos de gore bien espectacular), la otra mitad huele a homenaje al cine de fantasía Spielbergiana. Es en este apartado cuando la cosa comienza a cantar peligrosamente. Mezclar ambas tendencias parece una idea algo indigesta, y lo es, claro que igual en otras manos hubiese funcionado mejor. Aquí el resultado se parece más a un cocktail entre el intimismo "indie" de un Ti West / Larry Fessenden y el Charles Band de cuando la "Empire" dominaba los video-clubs. Y los créditos de "Beyond the gates" ayudan a semejante impresión. Encima aliñados por un tema musical que parece compuesto por todo un Chuck Cirino.
El resultado es una peli desigual. Con sus buenos momentos, su gracejo y tal, pero que no encuentra un equilibrio. La trama fantasiosa es demasiado tontuna y casa mal con los destellos serios, hasta el extremo de aproximarse a la comedia involuntaria. Sí, los guiños ochenteros molan y despiertan entrañables memorys en este anciano (cito dos más: cuando localizan un viejo "slasher" en VHS y comentan entusiasmados el crimen más llamativo del mismo, o el tipo que entra en un anticuario y, directamente, pide "Algo de los 80") pero, como ya he dicho otras veces, a mi no se me compra tan fácilmente.
Protagoniza el entuerto Graham Skipper, salido de las películas de Joe Begos (y con una curiosa carrera paralela como director de pelis casi amateurs facturadas en vídeo).