Un poquito de "Saw", otro de "Cube" e incluso un chorrito de "Destino Final". Añade a la mezcla un buen puñado de guita, consecuencia de ir apadrinado por una "major", y obtendrás "Escape Room", intento desesperado por arrastrar a las butacas de los cines los culos milenials echando mano de la nueva tonterida de moda, las mentadas escape rooms.
A una que se anuncia como el copón bendito son invitados un puñado de personajes ultra estereotipados. Los tenemos todos: el yuppie desalmado, el nerd adicto a los vídeo juegos, la chica tímida, el don nadie de mediana edad, etc, etc. El vencedor se llevará un fajo de billetes a casa. Pronto descubren que el juego es más mortal de lo previsto, lo que les obligará a entenderse y unir fuerzas si quieren sobrevivir. Ni falta hace mentar los traumas que todos ellos arrastran, perfectamente aprovechados por los creadores del pasatiempo asesino. Estos últimos son el punto más flojo. Los guionistas no saben cómo terminar la peli y pierden un poco el pedal liando la troca en busca del gran "Cáspita!" final, lo que induce a la aparición de un villano propio del James Bond más "camp".
No es la primera vez que veo una peli en la que se explota el rollo de las escape rooms (¿escaperoomxploitation?), la diferencia es que la otra era una cosa de bajo presupuesto destinada a la tele por cable. La reseñada es más lujosa, y hace gala de un diseño de producción espectacular e imaginativo, además de unos trucajes convincentes. Pero en realidad, ambas cuentan exactamente lo mismo. Solo que "Escape Room" gana en lo que respecta al factor entretenimiento. De Domingo por la tarde, vamos.
El único rostro del reparto que he reconocido es el de Deborah Ann Woll, la "Karen Page" del "Daredevil" según Marvel/Netflix.
El director, Adam Robitel, venía de rodar el pasable found footage "The Taking of Deborah Logan" y la bastante horrible "Insidious : La última llave". Tiene un futuro prometedor en el que asoman una segunda parte de "Escape Room" y un thriller sobrenatural producido por Sam Raimi.