¿En qué momento Hollywood perdió el miedo a la comedia de sal gruesa -gruesísima-? cuando se demostró que podía llenarle las arcas de billetes verdes. Por supuesto, no podía ser de otro modo. Lo mismo ocurrió a finales de los sesenta con la violencia sangrante o el realismo sucio. Y finales de los setenta con el terror truculento. En el caso que nos ocupa, podríamos señalar a "Algo pasa con Mary", "South Park" y "American Pie" como las catalizadoras del fenómeno. De pronto, aunque -curiosamente- mostrar desnudos seguía siendo en parte tabú, regodearse en chistes escatológicos ya no era algo de lo que avergonzarse, muy al contrario. Como consecuencia, "sufrimos" -depende de tus gustos- títulos posteriores como "Scary Movie", el fenómeno "Jackass", "Padre de familia" o la que toca reseñar hoy, "Freddy el colgao". Cada una de ellas intentando llevarlo más hacia los extremos... tanto, tanto como para terminar normalizándolo y destruyéndolo... pero no del todo. A día de hoy aún notamos las consecuencias en productos como, por ejemplo, la exitosa -y disfrutosa- serie "The Boys".
Y Tom Green, comediante de origen canadiense, fue un poco la víctima de semejantes excesos. Alguien tenía que pagar el pato, y le tocó a él. Tal vez por ser uno de los primeros en intentar ese más allá, propasarse tres pueblos enteros. Siempre buscando llamar la atención a través del shock (algo de lo que le acusó, abiertamente, la antes mentada "Padre de familia") Y lo consiguió. Solo que no tuvo en consideración el lado malo de tal estratagema, sus posibles consecuencias. Que cuando las aguas se calman, y Hollywood recupera la compostura, lo primero que hace es quitarse de encima a los moscardones. Y lo que ayer te encumbró, hoy te hunde en la miseria. Por eso, tras su momento de gloria -incluso anduvo liado sentimentalmente, aunque brevemente, con la estrella de moda entonces, Drew Barrymore-, Tom Green desapareció del firmamento mainstream. Viví convencido durante años de que algo sórdido había ocurrido (a lo que contribuyó verle encarnar un personaje secundario en "Bethany", horripilante película del limitadísimo James Cullen Bressack) Y sí, Green protagonizó sendos escándalos menores... pero nada tan jodido como para terminar en alguna lista negra. De hecho, ha seguido muy activo hasta hoy y no le ha ido tan mal. Simplemente ya no deambula bajo los focos más luminosos y flasheantes, los de Hollywood, los del mainstream, pero sigue ahí. Supongo que pasó de moda. Solo que, siendo esta veloz como un rayo, ni siquiera dio tiempo a percatarnos de ello.
Y, justo, cuando más arriba estaba, el actor fue requerido por los grandes estudios para formar parte de algunas comedias del momento, comenzando por "Road Trip (Viaje de pirados)", pasando por "Los ángeles de Charlie" junto a su querida Drew y terminando con su "opus", un film que, además de protagonizar, escribió y dirigió en 2001, libre como un pájaro y con la confianza ciega del imperio que le respaldó, "20th Century Fox", hablo de "Freddy el colgao" o, en su versión original, "Freddy Got Fingered".
Nunca tuve ninguna intención de verla cuando se estrenó. Y una vez en los estantes de los pocos video-clubs disponibles entonces, la evitaba como la peste. No era muy amigo de esa clase de comedia y, además, un colega me la puso a parir, destacando especialmente un gag sobre crueldad animal -o eso parecía según sus palabras- que, básicamente, frenó en seco la poca curiosidad que pudiera tener. Así, a lo largo de los años, cada vez que leía sobre ella, era para machacarla, confirmándose su mala prensa. Sin embargo, hace unas noches caí en la cuenta de que, tal vez, no le había prestado genuina atención, dejándome confundir por la opinión ajena. Seguramente, deduje yo, la pésima fama se debería más a su capacidad de ofender que a una supuesta baja calidad. Había llegado pues el momento de plantar cara.
La primera de mis ideas preconcebidas totalmente destruidas fue su título. "Freddy el colgao" apesta a intento de franquicia, la creación de un nuevo personaje loco y gracioso destinado a protagonizar muchas películas. Pues no. Lo paradójico es que a Freddy no lo interpreta Tom Green. En realidad vendría a ser un personaje secundario. Si traducimos el título literalmente se parecería a "Le metieron los dedos a Freddy". Y, justo, de ESO trata uno de los muchos gags del film. Es decir, el título hace referencia a un chiste específico, pero para nada es algo central en la trama. ¡Bien! diferente y original. Es más, ni siquiera podemos decir que ese tal Freddy sea un colgao, es un tipo recto y estirado que curra en la banca y hermano del personaje de Tom Green, para más señas. Entonces, ¿acaso los distribuidores de este país de inútiles ni siquiera vieron la peli antes de bautizarla, dando por hecho mis mismas ideas preconcebidas? ¿o es que no sabían cómo cojones titularla y, directamente, pasaron a engañar a la audiencia con tal de llevarla a los cines? Sabemos perfectamente lo mucho que ello se estila en España. Algunos lo llaman picaresca para hacerlo más aceptable y entrañable, pero yo prefiero llamarlo por su nombre: la estafa. La jeta. La engañifa. El acto de un mangante. ¡¡¡Viva la piel de toro!!!
Tom Green es Gord, un aspirante a animador (de dibujos) que quiere triunfar. Para ello acude a Hollywood en busca de una oportunidad. El problema es que está muy zumbado y, en fin, no consigue gran cosa. Así que, para mayor desesperación de su padre, regresa al hogar familiar, donde seguirá haciendo barrabasadas sin descanso y, sobre todo, intentando lograr su sueño de ser animador y, ya puestos, la aceptación de su progenitor (sí, supongo que el film toca otro palo de la comedia muy de entonces, el "adulto niño", el aspirante a inmaduro, pero no me apetece meterme ahí. Otro día quizás)
En fin, esto es lo mejor que he podido sacar de un trama sujeta por cuatro hilos donde lo realmente importante es la inmensa, extensa, interminable y larguísima ristra de gags, que van desde lo sumamente ingenioso, a lo sumamente idiota, pasando por mucha materia desagradable a base de violencia, escatología y algunas escenas genuinamente chocantes para tratarse de un producto mainstream, culpables de esa mala prensa que arrastra. Para no hacer spoiler lo resumiré en que asistimos sin decoro a cierta... mmmmh.... ¿semi-zoofilia? ¿cómo llamarían ustedes a la manipulación -sin truco- de unos genuinos genitales animales -al menos los primeros que aparecen, porque hay más de uno-?
No tan llamativos, pero tampoco menos impactantes, son los sketches donde predomina cierta truculencia, cierto gore, con bebés zarandeados desde sus cordones umbilicales, hasta animales muertos destripados, pasando por heridas sangrantes. Tampoco tienen parangón las escenas donde Tom Green atiza sin descanso las insensibles piernas de su novia paralítica, una que se pirra por hacerle mamadas. En ocasiones el humor es más propio del "spoof", con tintes surrealistas, como ese centro para niños sexualmente abusados donde pasan el rato mirando "La matanza de Texas" por la tele....
¿Les he puesto los dientes largos?
¿Tan mala, tan terrible es "Freddy el colago"? Pues no. La verdad es que últimamente comienza a ser medianamente reivindicada, así que, en cierto modo, me estoy uniendo a la manada hipster y posmoderna. Pero tengo un perdón, ya he dicho que no la había visto hasta ayer. Lo mío queda lejos de ser un oportuno cambio de opinión, es genuino. No me descojoné, pero sí me reí. A veces simplemente por lo absurdamente excesivo de todo, lo increíblemente estúpido y ridículo. Me entretuvo (en parte gracias a su escueta duración de 87 minutos), me pilló con la guardia baja en más de una ocasión... en fin, me gustó.
¿Entonces, a qué viene tanta mandanga? Pues, va a sonar trillado, pero creo que "Freddy el colgao" se adelantó a su tiempo. Fue incomprendida. Hoy sería más aceptada. Ganó todos los "Razzies" habidos y por haber. Parte del público huía horrorizado en plena proyección. Algunos actores (entre ellos Gene Wilder) se negaron a participar por considerar el guion de tremendo mal gusto. Y Tom Green asistía frustrado a los pases de prueba donde nadie parecía pillar su intención, justamente reírse de esa nueva "comedia gruesa" a base de rizar el rizo, llevándola a extremos tan absurdos que superaban toda verosimilitud. Sí, es lo de siempre, el humorista con un estilo muy peculiar, muy suyo -el de Green consistía en descontrolarse a base de soltar chascarrillos tontos sin parar, hasta convertirlos en un ataque sónico a los sentidos- cuyo éxito depende completamente de cómo la plebe lo acepte. Le funcionó a Jim Carrey. Le funcionó a Andy Kaufman (aunque no fue fácil). Pero no tanto a Green, o a alguien como Pauly Shore. Muchas malas críticas basan su bilis, precisamente, en las maneras del Canadiense. Es lo que hay.
Por lo visto, tras la figura del "salvaje" Tom Green se ocultaba un tipo la mar de tranquilo, reposado y, seguramente, respetuoso. Una mente creativa condicionada por esa búsqueda del escándalo. De hecho, en una de las tomas falsas de los créditos finales le vemos en pleno gag truculento, embadurnado de sangre, comentar, no sin aparente frustración, un "¿Pero qué cojones estamos haciendo?" Sabía ande se metía, vamos.
En el reparto, un puñado de curiosos rostros reconocibles. Muy significativa es la presencia de Julie "Aterriza como puedas" Hagerty. Complementan la jugada Anthony Michael Hall y los cameos de Shaquille O'Neal o, en este caso inevitable, Drew Barrymore. Sin embargo, he dejado para el final -a pesar de ser coprotagonista- al más desconcertante: Rip Torn. ¿Qué hace un actor de carácter veterano y semejante porte prestándose a tal desquicie? ¿más cuando, en cierto momento, se queda con el culo el aire ejecutando una especie de baile ridículo? alucinante. A-lu-ci-nan-te. Toda una demostración de talento y profesionalidad. Un diez por semejante valentía.
Para mayor gustirrinín, la banda sonora viene trufada de punk rock variado: "Sex Pistols", "Ramones", "Agent Orange", "Green Day", Iggy Pop, "New York Dolls", "The Adolescents" o "Dead Kennedys" versioneando a "The Clash". Hay quien usaría la palabra coherente. Bueno, sería caer en un cliché facilón pero... aceptamos octópodo.