Hacía tiempo que andaba yo detrás de ver esta película, y cual ha sido mi sorpresa al ver que salió en dvd hace un tiempo.
Eso si, para la escueta edición, le han quitado del título el “la” con lo que se queda en TERROR EN EL TREN DE MEDIANOCHE. Claro, es que si no, parece que se hace referencia a los bollos “las medianoches”. De hecho, mi mujer me preguntó que película iba a ver, y al contestarle se echó a reír, puesto que pensaba que el título hacía referencia a dicho bollo. Pensó que era una comedia. Y no es una comedia, pero os juro que me he reído más que si me hubiera puesto lo último de Adam Sandler, por ejemplo.
Un jefe de estación de pueblo, ve pasar de vez en cuando un extraño tren, que no está en el itinerario, a las 12 de la noche. Eso le motiva a ir también de vez en cuando al cementerio a profanar tumbas, siguiendo sus instintos. Por otro lado, le cuenta el fenómeno al cura, que le aclarará que ese tren pasa solo cuando alguien muere en el pueblo, y le advierte que con el mundo de los muertos no se juega. Investigan sin éxito este caso, mientras intercede el cura, para que el jefe de estación se case con la zorra del pueblo, que no puede dejar su coño quieto.
Increíble. Lo que he sentido viendo esta película, es justo la sensación que quiero sentir cuando me pongo una peli soberanamente chunga.
Hay muy poquitos actores; los clásicos Rafael Hernández y José Riesgo…, si, el Julián de BARRIO SESAMO. Hernández el jefe de estación y Riesgo el cura.
Rafael Hernández, un tipo calvo, siempre viejo, feo y un pelín grimoso, además es el galán de la función… ¿Cómo osan? Hay una escena en la que el cura, intentando llevar por buen camino a la zorra, le pregunta que con que joven del pueblo le gustaría casarse, a lo que responde que con el jefe de estación. – “Muy buena elección”- contesta el cura. Ella no es que sea el mega-pivón, pero ¿Quién coño se puede creer que una moza de más o menos buen ver, beba los vientos por Rafael Hernández? Hilarante.
De 1980, lo bueno de esta peli, es que trata de ser una de terror realista, que se estampa violentamente contra un muro y no consigue ninguno de sus propósitos: es mas lenta que un día sin pan (en serio, no he visto película mas eterna), los pocos efectos especiales de los que se dispone, son tan malos, que siempre aparecen en pantalla, bien con la cámara desenfocada, o en planos de menos de un segundo, para evitar lo pobre del asunto (como ejemplo, la escena en la que Hernández desentierra a una difunta y vemos muy de pasadillo el cadáver, verde, porque el muñeco debía ser de vergüenza ajena).
Se introducen en el guión, gags cómicos propios del vaudeville de la época, que en absoluto vienen a cuento en una trama tan rural y tan seria, como por ejemplo, las varias confusiones del prota, que cree ver fantasmas cuando son vecinos, o uno muy celebrado: el tren, cuando hace acto de presencia, viene acompañado de una música de órgano totalmente crispante. En una conversación telefónica con el cura, el prota asegura oírla, y pronto viene el estúpido gag, cuando el cura le dice que en realidad está escuchando una cinta de música de iglesia… ¡¡QUE ESTUPIDEZ TAN GRANDE!! La sola idea de meter ahí ese gag, se convierte en una genialidad.
¿Y da miedo la peli? En absoluto. Pero consigue crear una atmósfera agobiante, pero agobiantísima, acelera el corazón incluso (¡en serio!) gracias a la banda sonora, a base de ¿theremin? y órgano de iglesia, tocado fatal, como si le hubieran dejado los instrumentos a un retrasado mental. Y resulta ser lo mas efectivo de la película, pues, sin los artífices saberlo, consigue poner al espectador realmente nervioso… y suena mucho esa música.
En definitiva, que me ha encantado lo que he visto. Una peli española genuinamente de terror, tan, tan mala y tan, tan divertida (sin pretenderlo tampoco), que desde ya forma parte de mis chungadas favoritas. Una autentica joya, vaya.
Dirige Manuel Iglesias, director que no se ha prodigado mucho, pero que a parte de esta obra maestra dirigió títulos como JÓVENES VICIOSAS o LA ZORRA Y EL ESCORPIÓN.
Eso si, para la escueta edición, le han quitado del título el “la” con lo que se queda en TERROR EN EL TREN DE MEDIANOCHE. Claro, es que si no, parece que se hace referencia a los bollos “las medianoches”. De hecho, mi mujer me preguntó que película iba a ver, y al contestarle se echó a reír, puesto que pensaba que el título hacía referencia a dicho bollo. Pensó que era una comedia. Y no es una comedia, pero os juro que me he reído más que si me hubiera puesto lo último de Adam Sandler, por ejemplo.
Un jefe de estación de pueblo, ve pasar de vez en cuando un extraño tren, que no está en el itinerario, a las 12 de la noche. Eso le motiva a ir también de vez en cuando al cementerio a profanar tumbas, siguiendo sus instintos. Por otro lado, le cuenta el fenómeno al cura, que le aclarará que ese tren pasa solo cuando alguien muere en el pueblo, y le advierte que con el mundo de los muertos no se juega. Investigan sin éxito este caso, mientras intercede el cura, para que el jefe de estación se case con la zorra del pueblo, que no puede dejar su coño quieto.
Increíble. Lo que he sentido viendo esta película, es justo la sensación que quiero sentir cuando me pongo una peli soberanamente chunga.
Hay muy poquitos actores; los clásicos Rafael Hernández y José Riesgo…, si, el Julián de BARRIO SESAMO. Hernández el jefe de estación y Riesgo el cura.
Rafael Hernández, un tipo calvo, siempre viejo, feo y un pelín grimoso, además es el galán de la función… ¿Cómo osan? Hay una escena en la que el cura, intentando llevar por buen camino a la zorra, le pregunta que con que joven del pueblo le gustaría casarse, a lo que responde que con el jefe de estación. – “Muy buena elección”- contesta el cura. Ella no es que sea el mega-pivón, pero ¿Quién coño se puede creer que una moza de más o menos buen ver, beba los vientos por Rafael Hernández? Hilarante.
De 1980, lo bueno de esta peli, es que trata de ser una de terror realista, que se estampa violentamente contra un muro y no consigue ninguno de sus propósitos: es mas lenta que un día sin pan (en serio, no he visto película mas eterna), los pocos efectos especiales de los que se dispone, son tan malos, que siempre aparecen en pantalla, bien con la cámara desenfocada, o en planos de menos de un segundo, para evitar lo pobre del asunto (como ejemplo, la escena en la que Hernández desentierra a una difunta y vemos muy de pasadillo el cadáver, verde, porque el muñeco debía ser de vergüenza ajena).
Se introducen en el guión, gags cómicos propios del vaudeville de la época, que en absoluto vienen a cuento en una trama tan rural y tan seria, como por ejemplo, las varias confusiones del prota, que cree ver fantasmas cuando son vecinos, o uno muy celebrado: el tren, cuando hace acto de presencia, viene acompañado de una música de órgano totalmente crispante. En una conversación telefónica con el cura, el prota asegura oírla, y pronto viene el estúpido gag, cuando el cura le dice que en realidad está escuchando una cinta de música de iglesia… ¡¡QUE ESTUPIDEZ TAN GRANDE!! La sola idea de meter ahí ese gag, se convierte en una genialidad.
¿Y da miedo la peli? En absoluto. Pero consigue crear una atmósfera agobiante, pero agobiantísima, acelera el corazón incluso (¡en serio!) gracias a la banda sonora, a base de ¿theremin? y órgano de iglesia, tocado fatal, como si le hubieran dejado los instrumentos a un retrasado mental. Y resulta ser lo mas efectivo de la película, pues, sin los artífices saberlo, consigue poner al espectador realmente nervioso… y suena mucho esa música.
En definitiva, que me ha encantado lo que he visto. Una peli española genuinamente de terror, tan, tan mala y tan, tan divertida (sin pretenderlo tampoco), que desde ya forma parte de mis chungadas favoritas. Una autentica joya, vaya.
Dirige Manuel Iglesias, director que no se ha prodigado mucho, pero que a parte de esta obra maestra dirigió títulos como JÓVENES VICIOSAS o LA ZORRA Y EL ESCORPIÓN.