viernes, 17 de diciembre de 2010

PROTEUS

Sigue la racha griposa. Otra peli más y mi reseña casi automática. Uno de los beneficios de internet, oiga. Esta peli la conocía porque hace años, haciendo zapping, pillé su desenlace en la tele, con el monstruo de turno en todo su esplendor. Y ya entonces no me desagradó. Seguidamente busqué la correspondiente info y descubrí que se trataba de una monster movie de procedencia british (en 1995, un año en el que el fantástico de esas tierras no vivía su mejor momento, precisamente) dirigida nada menos que por Bob Keen, británico más conocido por su faceta como responsable de efectos especiales. Verás su nombre asociado a los trucajes de títulos tan representativos como "Lifeforce", "Hellraiser", "Waxwork", "Yo compré una moto vampiro", "Hardware, programado para matar", "Horizonte Final", "Candyman" o, más reciente, "Dog Soldiers". Buen currículum.
"Proteus" es como una peli del Syfy Channel (o de Nu Image... o Asylum...) pero en BUENA. Vamos, es que de hecho se adelantó a lo que estas productoras nos ofrecen hoy día directamente en formato televisivo o dvdoso. Un grupo de traficantes (luego resultará que el menos malo de ellos es un poli) naufragan tras ver como su yate estalla. En plena noche neblinosa localizan una plataforma petrolífera que, aparentemente, está abandonada. En realidad se trata de un laboratorio genético secreto cuyo experimento, seeeeh!, ha salido mal. Los recién llegados tendrán que enfrentarse a el.
La deuda con "Alien" y "La Cosa" está ahí (olvídense de "Deep Rising", que es posterior). Es incluso lógica. Pero "Proteus" se salva de la mediocridad por varios motivos: sus actores solventes (entre ellos Doug Bradley, más conocido como "Pinhead", marcándose una aparición especial caracterizado de anciano), su ritmo potable, su buen acabado y, eso sí, unos efectos especiales muy muy notables. Ya os digo que el monstruo del final mola, pero todo lo que le precede, las mutaciones mil, las pringosidades y el gore (aunque mutilaciones humanas casi no las hay), molan más.
Al final uno ha pasado 90 minutos bien entretenidos y se ha regalado los ojos con algunos momentos sustancialmente inspirados. Sí, se puede disfrutar y todo.