Una de las películas más populares del fenómeno “S”, dirigida por Julio Pérez Tabernero, que para la ocasión firmó con el estúpido seudónimo de T.A. Bernero.
Teniendo en cuenta lo aburridos que son estos productos, este, sin dejar de ser un bodrio infumable, al menos tiene un poco más de gracejo que muchos otros de la misma índole, a pesar de no tener ni una sola estridencia. Resulta curioso que una película que solo cuenta con un par de exteriores y escenas de cama, sea más solvente que otra película “S” con trama fantástica y efectismos como pueda ser la horripilante “Neumonía erótica y pasota” en la que incluso sale una sosias de Hulka.
Lo curioso de esta película, es que, siendo un soft en el que nadie tiene que ponerse a follar, Emilio Linder, que rodó muchos de estos productos, se pone las botas con prácticamente todo el reparto. La cámara, obviamente, esquiva penetraciones, pero Linder no se corta en metérsela a una de las actrices cuando la pone a cuatro patas (además se ve claramente), ni en exagerar un terrible orgasmo cuando otra, le practica una brutal felatio que también vemos. Y como no sea un doble de cuerpo, que pudiera ser, vemos en primer plano el erecto falo de Emilio Linder.
La peli cuenta la historia de un matrimonio que no funciona sexualmente (a pesar de que la primera escena de la película es un polvo todo cerdo entre ese matrimonio), a el no se le pone dura, pero aconsejado por unas amigas, este se pone a follar con todo lo que se mueve. Incluso tiene que lidiar con una zorrupia que se enamora de el. Tras una asquerosa orgía llena de espuma y líquidos varios a la que el prota lleva a su mujer, estos se arreglan, por lo que el macho follador parte peras con todas sus amiguitas. Despechada, la puerca que se a enamorado de el, avisa a un colega suyo y secuestran y violan a la mujer de nuestro amigo. Fin.
Cine sórdido, marginal y desagradable para pajilleros de cine de sesión continua, sin más ínfulas artísticas que conseguir el toqueteo del respetable, intuyo que en muchos casos sin conseguirlo. Esta peli es lo menos sugerente que existe.
Resulta curioso el comprobar in situ, la famosa leyenda que dice que las actrices de estas películas no tenían ni que saber actuar, ya que en sus textos, al ser incapaces de memorizar, los directores les pedían que contaran o dijeran el abecedario, que ya introducirían sus diálogos en el doblaje. En algunas escenas de “Con las bragas en la mano”, efectivamente, se ve que las actrices están contando en voz alta, mientras la dobladora suelta su texto.
También decían que con estar buenas bastaba… aquí, se pasaron esa norma por el forro de los cojones, pues lo cierto es, que lejos de ser guapas o dar morbo, las actrices son de lo más feitas, desgarbadas e incluso desagradables. Claro que a Emilio Linder eso le debía dar igual, pues lo cierto es que se infla a lamer coño peludo en cuanto se le brinda la ocasión. Y no era mal actor el tío…
Curiosa, sin más.