Hace un tiempo comentaba aquí las bondades de “Mis quejas hacia Dios”, película amateur perpetrada por gitanos evangélicos de la que, dentro del debido contexto, me deshacía en halagos. Hasta el momento me pareció lo más puro que había visto en cuanto a cine. Hasta ahora, que, consecuencia de aquella, y fruto de la investigación del incansable Enrique A. Peñas, descubro este “El Tormento de la separación”, también llevada a cabo por gitanos evangélicos, y que a niveles caseros, hace parecer a “Mis quejas hacia Dios” una súper producción de Hollywood; Si aquellos no tenían medios, estos no tienen ni cámara de vídeo –es un decir-.
Con el entusiasmo que caracteriza a los gitanitos a la hora de ponerse a hacer películas, “El Tormento de la separación”, rodada a base de planos secuencia, sin un solo plano de recurso ni nada por el estilo (Vamos, que tenían una secuencia en la cabeza y la grababan del tirón, hablando en plata), por el vestuario de los actores, intuyo que de los años 90 y grabado con algo pestoso que podría ser una HI-8, como podía ser la famosa vídeo-cámara Amstrad que no tenía zoom, sin casi verse, ni oirse, nos cuenta la historia de un joven de veinte años que se ha criado bajo las ordenanzas del Evangelio, con una recta moral y sin descuidar el culto a Dios. Un buen día, es tentado por los gitanos que pasan droga, que le dicen que es joven y que como se atreve a estar entre cuatro paredes predicando el evangelio sin haber vivido la vida, probado la coca, los porros… la buena vida. Total, que los macarras le convencen y se da a ese estilo de vida tan pernicioso.
Su padre desesperado, recurre a un pastor de su iglesia, para ver si le encaminan al muchacho, sin éxito. Hasta que un buen día, el mismísimo Dios, planea su escarmiento sobre este joven, haciendo un acto sobrenatural, que no desvelaré por supuesto…
A nivel artístico, las sobreactuaciones estás muy, muy elevadas, imposible no quedarse mirando a la pantalla embobado con ese muchacho que tras vivir un par de días la vida, intuye que algo malo pasa, o con esos “dealers” que le dicen que el evangelio es un fanatismo, y que con dinero en la calle y una rayita, así si que va a gozar.
Y luego ese don que tienen los gitanos evangélicos para, sin saber que existe un ritmo, dar ritmo a sus historias, para entretener de esa manera…oye, ¡que me la he visto del tirón y con interés!.
Y esa humildad de la que hacen gala; en “Mis quejas hacia Dios”, el equipo se acreditaba con tan solo el nombre de pila, pero es que en “El tormento de la separación”, no hay créditos para los miembros del equipo. Directamente, utilizan sus tituladoras, para poner pasajes de la Biblia.
Amén, valga la redundancia, de todas esas escenas maravillosas del culto evangelico, que graban en directo con total impunidad.
¡Ah! Y la separación del título, no se refiere a una separación matrimonial… tendréis que ver la película para comprenderlo. Háganlo… está en Youtube.
Una cinematografía marginal y exótica, que no hay que irse muy lejos para encontrarla.
Sencillamente, delicioso.