Este comic de Marc Guggenheim, guionizado a pachas con su
esposa, Tara Butters, es según las palabras del propio creador una especie de
secuela de Watchmen, aunque ambientada en otro universo y con otros
protagonistas. Es decir, que ocurriría con los superhéroes en el caso de que
estos ya no fueran necesarios por una repentina paz mundial.
El mundo que nos muestra Halcyon es un mundo lleno de
superhéroes como tanto otros hemos visto en los comics, solo que en poco más de
dos meses toda forma de violencia, incluyendo desde guerras hasta la violencia
domestica, desciende hasta desaparecer. La población del planeta, y los
superhéroes en particular, saben que esto no es natural, que algo o alguien ha
tenido que provocarlo. Algunos hablan de milagro, pero los milagros no existen.
Uno de los superhéroes, en este caso el vigilante hiperviolento Sabre, está
dispuesto a dar con el origen del fenómeno. Otros héroes aceptan la situación
sin rechistar, están felices ya que por fin son libres de vivir su vida sin
ningún atadura, otros no soportan la idea de volverse inútiles para la sociedad
y se suicidan. Los supervillanos se entregan a la justicia para pagar por sus crímenes,
ya que no tienen interés en conquistar el mundo, ni en esclavizar, matar o
mutilar, todo una bicoca. Los científicos humanos que investigan el suceso
manifiestan síntomas extraños, primero no tienen ninguna ansia o curiosidad por
encontrar la respuesta, y segundo, si se empeñan en ello, las migrañas se hacen
tan dolorosas que llegan a sangran por nariz y ojos. Así que nadie tiene ninguna
intención de continuar con la investigación.
El problema que tiene la historia es que su desenlace es
predecible desde la pagina 5 o 6. Estoy más que seguro que muchos de los que estáis
leyendo estas líneas ya os estáis formando una idea de por dónde van a ir los
tiros, y sí, eso es lo que ocurrirá. Lo dicho, se ve venir de lejos. Pero no
por ello el comic deja de ser entretenido o un placer para la vista, ya que los
dibujos de Ryan Bodenheim, con el coloreado de Mark Englert, son magníficos. La
única pega que se le puede poner es la dirección artística, y es que siempre se
cae en los mismos tópicos, el héroe rebelde y violento siempre va de negro
(Punisher, Batman, Midnighter…) y el buenazo de turno de colores claros o
directamente de blanco y nunca, nunca de negro. Además los protagonistas de la
historia Zenith y Sabre son la contrapartida a Apollo y Midnighter, que a su
vez lo son de Superman y Batman. Vamos que no se rompieron la cabeza por crear
nuevos arquetipos. Y con todo es un tomo que se lee rápido, que aunque
predecible es disfrutable y que incluso ese final que ya el lector conoce de
antemano sigue siendo un muy buen final. La verdad es que una segunda parte seria
muy interesante, aunque no parece que esto vaya a ocurrir.