Sin embargo, a título personal, no se que tendrá dicho subgénero que independientemente de la calidad y/o el tamaño de los ya de por sí baratos productos, siempre me funciona, a todos los niveles, en formas y maneras. Pero, sobretodo, es de lo poquito del terror actual que consigue ponerme los pelos de punta.
Y el fandom habla y habla de este “V/H/S”. No paro de leer tanto opiniones entusiastas, como totalmente destructivas. A mí, siendo fan incondicional del “found footage”, pues me ha gustado. Moderadamente, no me despierta pasiones como la saga creada por Oren Peli, pero lo suficiente como para tenerla muy en cuenta. Y es que estamos ante una especie de “Creepshow” del “found footage”, con su hilo conductor y episodios que se van desarrollando a lo largo de este. La película le pasa factura a cámaras espía, las típicas mini-dv, teléfonos móviles, y lo más efectivo de todo, la webcam.
Unos individuos a los cuales contratan para grabar salvajadas en vídeo, acuden a una casa dispuestos a robar una cinta VHS. Allí, descubren a un señor muerto delante de unas televisiones con niebla, y montones de cintas a su alrededor. Los vándalos deciden verlas. Cada una de ellas contiene grabaciones caseras que recogen desde asesinatos (en plan “slasher” o en plan “serial killer”), pasando por una especie de vampira hambrienta, hasta a una fiesta de Halloween en la que unos tipos son testigos de un aquelarre satánico y sus consecuencias.
Bien, está muy acertado el homenaje que se le da a las distintas tendencias narrativas del cine de terror. Me parece muy original y divertido, así como que se utilice para ello todos los formatos de vídeo casero disponibles en la actualidad. Aunque también se les puede dar una colleja a los artífices por tirar de nostalgia, y hacer que las cintas en las que somos testigos de todas estas grabaciones, sean VHS… aunque claro, para el negocio, quizás se trate de la mejor opción.
El caso es que me quedo a gusto con todos los capítulos, aunque, como siempre suele ocurrir, unos sean mejores que otros. Absolutamente con todos permanezco en tensión, y no solo disfruto de los momentos aterradores, que los hay y muchos, si no también del paliqueo y representación del vídeo casero, que es la parte que menos suele gustar a los fans, pero a mí me parece súper importante para disfrutar del terror que se nos ofrece después, pues son estas escenas y no los golpes de efecto los que contribuyen a que te lo creas.
Los capítulos se los reparten la flor y nata del cine de terror (independiente) actual, encargándose del que sirve de hilo conductor el colectivo “Radio Silence” y del resto, directores como Ti West, David Bruckner, Glen McQuaid (que dedica su particular homenaje “found footage” a la saga de “Viernes 13” cuyo segmento titula “Tuesday the 17th”), Joe Swanberg y Adam Wingard. Así, apúntese un tanto la peli, al tratarse, también, de una de amigotes para grupos de amigotes.
Curiosamente, Joe Swanberg interviene en el mejor capítulo de la película, y también en el peor. Como director es responsable de aquel contado a través de una webcam -el mejor-, y como actor, protagoniza el más flojo, dirigido por un cineasta normalmente más inspirado como es Ti West.
Pero en general está muy bien la cosa, oigan.