jueves, 27 de diciembre de 2012

CALLES SALVAJES

Verano en Torredembarra. Solía ir cada año a pasar quince días en casa de mi amigo Dani. Nada más llegar al pueblo, el coche se detuvo delante del cine para ver qué daban y, si se prestaba, acudir ese mismo fin de semana. "Dan una que se llama "Calles Salvajes"". "Guau", pensé, "Esa ha de ser muy heavy". Poco tiempo tuve de fantasear. La madre de Dani corrió a soltar la sentencia: "No, esa no la veréis, estas películas son muy violentas". El coche arrancó y nos alejamos de allí. Tuve que esperar unos años para poder comerme "Calles Salvajes", en formato VHS, claro, el mismo con el que la revisé ayer por la noche.
Todo comienza con el encontronazo, algo tonto, entre una panda de macarras punkis que llevan emblemas de "The Damned" en sus chupas y un grupito de golfas deslenguadas, pero de buen corazón, capitaneadas por una Linda Blair luciendo, a través de una prenda fina y bien ceñida, sus imponentes pechotes (papel este inicialmente previsto para la frontman del grupo "The Runaways"). La acompaña una jovencita Linnea Quigley pre-Scream Queen en el papel de sordomuda empalagosamente inocente y monjil. El caso es que el mentado encontronazo empeora mucho cuando los macarras violan a la virginal muchacha. Y se dispara del todo cuando se cargan a una de las chicas de la pandilla, nada menos la que estaba en estado y lista para contraer matrimonio (que sí, que muy chulonas y callejeras ellas, pero cuando se trata de casarse, por la iglesia y con el vestido más blanco de todos). Como no podía ser de otro modo, la ex-niña exorcisada pillará una ballesta (incómoda cuando se trata de vengarse, aunque muy "cool") e irá a por los malotes.
Probablemente la madre de mi amigo tenía razón, "Calles Salvajes" nos hubiera impactado mucho en 1984 por sus elementos crudos y ultra-violentos. Era todo muy "joputa", como se estilaba entonces. El problema es que los años no pasan en balde y la pobre ha envejecido mal. Ahora es casi ridícula. Por lo menos, la que sí da un poco de pena/risa es la amiga Linda luciendo esa pose de chuloputas y ese vestuario pretendidamente golfo (aunque lo compensa dándose un baño en pelota picada y mostrándonos esas tetazas que, de tan grandes, flotan en el agua). Tampoco pasan examen los típicos diálogos "supuestamente juveniles y pasotistas" de los macarras, así como su actitud exagerada de continuo cachondeito y descerebre. Y como ocurre en casi todas las pelis de la época que intentaban retratar un ambiente alternativo entre punkero y nuevaolero, las canciones "rockeras"  de la banda sonora son horriblemente pastelosas, así como la banda que aparece tocando en un escenario... algo que desde que tengo uso de razón, me lleva siempre a la misma pregunta: "¿Pero cómo pueden todos bailar con tanta entrega y diversión una música tan aburrida y monótona?". Misterios del cine juvenil de los ochens.
Pero no seamos tan duros con "Calles Salvajes", dejando de lado todas esas apreciaciones (y una fotografía ultra-oscura, aunque tal vez sea cosa de la edición VHS), la peli se deja ver y entretiene razonablemente, a pesar de que el clímax final se eternice innecesariamente. Digamos que es un compendio entre varios de los temas recurrentes del "exploit" de la década: aulas turbulentas, bandas callejeras en conflicto y un poco de  "rape and revenge". Muy completa, y pasable para un visionado casual.
Junto a Linda Blair y la Quigley, encontramos al carismático John Vernon y a la neumática (y muy atractiva) Rebecca Perle, que volvería a mostrar sus encantos en "En la cuerda floja" y "Vampiro del espacio". Como dato curioso, señalar que en un principio "Calles Salvajes" iba a dirigirla Tom DeSimone, responsable de "Hell Night", de nuevo con Linda Blair, pero por alguna razón desconocida fue sustituido. Con todo, su hermano Bob sí aparece en la peli, en un rol segundón de profe, y haría tan buenas migas con el sustituto que actuaría también en su siguiente peli, la muy recuperable "Viernes 13 - 5ª parte", haciendo de ambulanciero farlopero. Les hablo del malogrado Danny Steinman.
Danny Steinman, que curiosamente falleció hace escasos días (el 18 del mes en curso), es un personaje muy interesante. Venía del porno (¡como Tom DeSimone!, por lo visto era lo normal entonces) y se metió en el cine más o menos "standard" con el aburrido pseudo-slasher "Gemidos en la oscuridad" (que firmó con seudónimo). De ahí pasó a la peli hoy comentada y la quinta entrega de las aventuras de "Jason Voorhees". Esta última, aunque funcionó bien en taquilla, fue muy mal recibida por todo el mundo. De hecho, se la considera la peor... y no por su acabado, sino por sus intenciones. Se dice de ella que tiene una estructura totalmente de peli pornográfica, que es la que más crímenes ofrece (al menos hasta entonces) y la más amoral (recordemos que una de las chicas moría de un machetazo en el coño, cosa esta luego censurada). Yo opino que era la más honesta de las secuelas del clásico de Sean S. Cunningham, por ser la que se dejaba de monsergas y daba a los fans de la franquicia lo que queríamos ver, un tío con una máscara matando con saña a todo quisqui (aunque luego resultara que ese tío no era quien debía ser). Sin embargo, los incontables problemas que hubieron durante el rodaje, así como todo lo narrado, hundieron la carrera de Steinman, que nunca más volvería a dirigir. Dicen que también influyó un grave accidente de bicicleta, y que estuvo en la lista de posibles directores para un primer remake de "La última casa a la izquierda" finalmente pospuesto... y es una pena, porque una revisión de ese clásico del cine chungo en manos de este señor seguro que hubiera sido mucho más cabrona y retorcida que lo que finalmente se estrenó. RIP.