Fue un amigo el que un día me preguntó si las novelas de Brian Garfield que habían inspirado la creación de la saga "Death Wish" existían en edición española. Nunca me lo había planteado, entre otras cosas porque aunque me encanta leer, no me gusta la novela, la ficción escrita, yo soy más de ensayos, artículos y biografías de gente interesante (que la hay!). Sin embargo, el tema era lo suficientemente atractivo como para investigar, y tras un viaje por Google, descubrí que en castellano no, o al menos no recientemente (recordemos que las obras de Garfield son setenteras), pero en catalán, sí. De hecho, "Death Wish" (que inspiró "El justiciero de la ciudad") y "Death Sentence" (secuela de aquella, pero no adaptada hasta la llegada de James Wan), conocieron versión catalana a inicios de los 90 en una colección que fue muy popular en mi tierra dedicada íntegramente a la novela policiaca. Animado, busqué por bibliotecas y, sí, di con ambas. Decidí superar mi inicial aversión por la literatura narrativa y leerlas (a lo que ayudaba mucho que no fueran un tocho), así de paso tal vez curaría mi incapacidad de concentración ante una página repleta de ficción escrita.
Naturalmente, una de las más notables motivaciones consistía en comparar las novelas con sus versiones cinematográficas. Especialmente la primera de ellas. Era ya un dato conocido (en parte gracias al estupendo libro "Bronson´s Loose!", que releí nada más acabar con las novelicas) que Brian Garfield no era nada amigo de lo que Michael Winner hiciera con Charles Bronson... y necesitaba conocer las razones. Bien, ahora ya puedo entender a ambas partes. "Death Wish", novela (aquí traducida literalmente como "Deseo de muerte" / "Desig de mort"), cuenta básicamente lo mismo que la peli, pero con algunas alteraciones, entre ellas el nombre del personaje, que mientras en la pantalla se llama Paul Kersey, en las novelas es Paul Benjamin.
Un tipo la mar de normal y pacífico se convierte en una máquina de aniquilar delincuentes callejeros cuando algunos de estos atacan a su mujer e hija, matando a la primera y dejando catatónica de por vida a la segunda, tras violarla brutalmente. Bien, en la novela el justiciero no es arquitecto, sino contable, y además, uno bastante bajito y fondón. La gran diferencia es que toda ella se desarrolla desde el interior de la cabeza del personaje, con un gran poso psicológico e introspectivo. Vivimos el miedo y la paranoia a través de los pensamientos de Paul Benjamin y, realmente, no comienza su cruzada hasta pasada la mitad de la historia. Otro aspecto bien diferenciado de su versión cinematográfica (y uno de los que más detesta Brian Garfield) es que en el libro no se nos narra el ataque a la mujer y la hija, cuando comienzas la lectura, estos sucesos YA han acaecido. Tiene sentido, puesto que todo lo que ocurre en "Deseo de muerte" es a través de la mirada de su protagonista, y es un hecho que él no fue testigo del asalto, ergo, únicamente le llegan la noticia y los datos a través de la policía. En la peli, Paul Kersey tampoco está ahí para ver cómo su mujer muere en manos de los malvados pinches, por lo que mostrarla con todo crudo detalle únicamente tiene un fin: influenciar en el espectador para que sienta simpatía por el justiciero, que no dude de sus violentos actos. Pues sí, algo de razón tiene el escritor, como también la tiene al opinar que Charles Bronson NO era el actor ideal para encarnar a Paul Benjamin. Caray, si el propio Bronson opinó lo mismo tras leer el guión y, muy inteligentemente, recomendó a Dustin Hoffman.
Y es que el fin del "Death Wish" novelesco es ver cómo un tipo de lo más corriente, mundando y mediocre, incapaz de matar una mosca, se convierte en todo lo contrario cuando se deja llevar por sus deseos de venganza... de muerte. En ese sentido, un actor especializado en personajes grises hubiese sido más adecuado y efectivo (en un primer intento, el film lo iba a protagonizar Jack Lemmon bajo la batuta de Sidney Lumet... ¡interesante!), porque Charles Bronson tiene pinta de todo menos de contable pacífico. Aún así, que nadie se equivoque, soy un gran fan de la franquicia "Death Wish". Pero una cosa no quita la otra... comprendo las quejas de Brian Garfield y, sí, hubiese sido muy guapo ver un "Death Wish" más introspectivo y realista, solo por curiosidad. Con todo, la novela no es gran cosa, se hace algo monótona y no despierta ninguna clase de emoción.
Otras diferencias curiosas: La famosa escena del metro en la que Kersey se carga a unos quinquis, en la novela el tipo está a punto de hacerlo, pero finalmente les deja marchar. En la peli, Kersey viaja a Arizona donde le regalan una pistola que usará en su cacería callejera. En el libro, la pistola la compra y al menos aquí sí nos cuentan cómo esta logra pasar por el aeropuerto sin ser detectada. De hecho, lo que de verdad hace Benjamin cuando va allí, es follar. El policía Frank Ochoa en la peli tiene un papel muy destacado, en cambio, en el libro aparece solo de pasada. Benjamin es un poco más hijo de puta eligiendo sus blancos, entre los que encontramos chavales que únicamente roban televisores o tiran piedras al metro, en la peli Kersey únicamente dispara a aquellos que intentan atracarle usando también armas.
Como bien sabéis, "El justiciero de la ciudad" fue un super-hit, un auténtico fenómeno social, la gente iba en piña a las salas y coreaba al justiciero cada vez que mataba a un delincuente. La mayoría de las críticas atacaban al film por su "mensaje" y acusaban de irresponsables a sus autores. Brian Garfield, molesto y escandalizado por la locura desatada, decidió escribir su propia secuela desmitificadora... "Sentencia de muerte", pero de eso hablaré en una futura y no muy lejana reseña.