Cuentan que Mallorca, no es una isla con mucha tradición de
hacer cine, así que a la hora de ponerse manos a la obra con el rodaje,
Garrido, tuvo que contratar personal peninsular para poder rodarla, concretamente
de Barcelona, ya que en toda la isla no había ni una sola persona que hubiera
trabajado en un rodaje.
Y si vemos la película detenidamente, comprobaremos que
Garrido, tampoco es que tuviera mucha idea de dirigir. La película entera se
sustenta a base de planos generales, lo cual, y viendo el resultado, no es un
defecto, si no una virtud, porque no hay película con más personalidad que
esta.
El poco presupuesto (seis millones de las antiguas pesetas),
la presencia de actores prácticamente no profesionales (con la excepción de
Xecs Forteza, mítico cómico Mallorquín), y en definitiva, el aire sórdido y
amateur que se gasta la película, hacen de ella, sin embargo, una obra a tener
en cuenta. El resultado es la cosa más sórdida, apestosa, lúgubre,
desconcertante y cochambrosa que se puede encontrar dentro del cine español,
con todos esos interiores rodados en pisos sucios y diminutos. A eso hay que
añadirle la total ausencia de argumento y un sentido de la comedia basado en la
escatología y la repugnancia.
La gracia está, en que intentando Martín Garrido parir una
comedia de corte intelectual, algo inteligente y con una visión artística, la
galería de guarrerías que vemos durante el metraje hace que, inevitablemente,
la peli nos recuerde a “Pink Flamingos”, y estoy completamente seguro de que
esa no era la intención del director. Le
sale algo underground, cuando la intención era hacer algo comercial. De hecho,
como la producción fue tan barata, no costó demasiado triplicar los beneficios
de su explotación; así que incluso fue un negocio redondo.
La película no cuenta nada. Básicamente, se limita a mostrarnos
a los miembros de una familia haciendo
cosas extrañas, presentados con unos rótulos que nos dicen quienes son, y que
están haciendo. Sin ir más lejos, la primera escena de la película nos presenta a un miembro de esa familia,
cagando en la taza del váter. Acto seguido, se lava el culo, no en un bidé, ya
que en el cuarto de baño que vemos en pantalla, seguramente perteneciente a
algún miembro del equipo, no hay ningún bidé, si no que lo hace en el lavabo.
Más tarde vemos a la hermana de este, en estado catatónico, metida dentro de un
palomar. También vemos al “tío” una especie de patriarca, que no hace más que
fumar porros y maltratar a los miembros de su familia postrado en una cama.
La película entera son escenas inconexas, que no siguen un
hilo conductor, que nos perturban y nos confunden, que en algunos momentos nos
divierten, pero el tono general de la película es aburrido y antipático.
Cómo muchos de los actores hacen varios papeles, el
espectador, que ya de por sí está confundido por lo que está viendo, se
confunde aún más, al ver a los mismos actores, haciendo distintas cosas, sin
que en ningún momento se nos advierta, de ningún modo, que es que están
haciendo varios papeles distintos. Nos enteramos de esto en los créditos del
final.
Incomprensible resulta, por lo tanto, un personaje, un
exhibicionista que, no solo va mostrando por ahí sus partes pudendas, si no que
mata a puñetazos y viola a sus víctimas, independientemente de la sexualidad de
estas. Todas las secuencias de este personaje, que no sabemos que pinta en la
película, resultan cuando menos, turbadoras.
Hay otro personaje, un homosexual, que tras una ruptura
sentimental, decide reconvertirse buscando una mujer con la que acostarse en
los contactos del periódico. Cuando consigue una y va a meterle mano, se da
cuenta de que es un travestí, hecho este que lo traumatizará y lo llevará al
suicidio al final de la película .Pero antes de esto, un individuo que le está
reprochando su condición sexual, apelando a Franco y a los tiempos en los que
este vivía, en un momento de la película, se saca la chorra y se mea encima de
él, a grito de “¡Yo te bautizo, mariconazo, yo te bautizo!”. Lo que vemos en
pantalla es real, o sea, que el actor se mea encima del otro de verdad… algo
repugnante, que efectivamente, resulta gracioso. Y eso debió pensar Martín
Garrido a la hora de rodarlo, solo que, manda cojones la voluntad del actor que se deja mear
encima.
Garrido, que también es actor, se reserva uno de los
personajes con más chicha, el del “primo”, que de un día para otro, no consigue
tener un orgasmo durante el acto sexual. Por ello se masturba compulsivamente
sin lograrlo, hecho este que le obliga a tomar cartas en el asunto de la mejor
manera: cortándose la polla.
“Qué puñetera familia” es la película más extraña e insana
que he visto jamás, al menos dentro del cine español, justo el tipo de película
que me gusta descubrir y visionar, y si ya de por sí me gustaba el cine de los
Garrido (recordemos que el hijo de Martín Garrido Ramis, Martin Garrido Barón,
director de la muy maja “H6, diario de un asesino”) ahora ya, con esta obra
maestra del “What the fuck!”, no me cabe duda alguna de que Martín Garrido es uno de mis directores
outsider favoritos, muy por encima, incluso, de alguno de los americanos.
Por otro lado diré, que su presencia como actor, siempre
está llena de carisma, como demostró en “Mordiendo la vida”, dando vida a aquél
policía mugriento e implacable para el que daba muy bien el tipo. Aquí, además, le vemos interpretándose a si
mismo al comienzo de la película, haciendo un gag surrealista tremendamente
gracioso… pero solo es apto para surrealistas como él. Una delicia.
Lo dicho, todo un descubrimiento, y una obra rara e ignota,
que el propio Garrido ha puesto a disposición de los usuarios en Youtube. Estupendo,
porque se trata de una película del todo olvidada.