En esta ocasión, este “Pastel de Sangre”, sería una película
de episodios que supondría la incursión en el cine de terror de directores que,
posteriormente, se cagarían en el cine de terror, como es el caso de Emilio
Martinez – Lázaro (“8 Apellidos Vascos”, “El otro lado de la cama”), que
prefiere las películas de, con y para paletos, “antes que una de vampiros”
(pero debuta con una de Frankenstein) u otros tan poco afines al género como
son Francesc Bellmunt (“La quinta del porro”, “La radio folla”), el prestigioso
Jaime Chávarri (“El desencanto”, “Las bicicletas
son para el verano”) cuya relación con el terror posteriormente, sería el escribir el guión de “Las Vampiras”
para Jess Franco, y José María Vallés, quien nunca llegaría a rodar nada más que un cortometraje.
Se trataría de una película en la que, prácticamente,
debutarían en la dirección estos cuatro directores, y que se ganaría la fama de
maldita, váyase usted a saber por qué motivos.
El primer capítulo sería el dirigido por Vallés, y que, titulado
“Tarota”, nos vendría a mostrar una historia contemplativa en la que un
caballero andante se topa con un enano que le acompañará en su travesía y en la
que acabará reencontrándose con un viejo amor fallecido. El segundo, “Victor
Frankenstein”, sería una revisión “Sui
géneris” del mito por parte Martínez-
Lázaro, cuya pretenciosidad provoca vergüenza ajena. El tercer capítulo, el
mejor de la película, sería el de Bellmunt, que nos cuenta una historia de
vampiros en tiempos anteriores a Cristo en “Terror entre Cristianos” y por
ultimo, Chavarri propone una extraña ida
de olla en “La danza o las supervivencias afectivas”.
El resultado de la película entera es bochornoso, pedante y
lejano al cine de terror, una cosa aburridísima, anti- atmósfera, que hace
pensar los caprichosas que resultan ser las “Película malditas” que llegan a
ese estatus sin motivo, y que, si en su momento pasaron inadvertidas, sería por
algo. Mala es decir poco.
Antes de sacarme los ojos, por lo menos me recreé con la
presencia de una jovencita Charo López que estaba muy guapa, un Eusebio Poncela
que todavía estaba verde y que interpreta a una especie de mono salido, José
Lifante en una de género (sin novedad, ergo), Marisa Paredes con sus pellejos
en su sitio y Martí Galindo, enano actor que luchaba por hacer papeles
secundarios, y que ya de mayor se convirtió en súper estrella televisiva de la
mano de Javier Sardá en su programa “Crónicas Marcianas” y cuya popularidad,
moriría con el programa.
Por lo demás, una basura infecta del cine español,
horriblemente sobre valorada por los aficionados al “fanta-terror”, que se
basan, únicamente, en lo mucho que les ha costado verla.
Eso si, desconozco si el cartel dibujado a mano de su
edición videográfica sería el mismo con
el que se estrenó en cines, pero me chifla. Es totalmente fanzinero.
¿La peli? Patata hervida.