“Drácula Mascafierro” es, a todas luces, una de las peores
películas que he visto en mi vida. En consecuencia, eso es bueno, porque como
con cualquier película mala en condiciones, estas todavía tienen la capacidad
de sorprenderme. Además desde principio a fín. Porque mientras la veía, y
conociendo un poco los “modus operandis” del género, “Drácula Mascafierro”
parece una película de los ochenta. Entonces, como estos “Video Homes”, siempre
van como una década por detrás, pensé para mí mismo que la película de marras
debió ser grabada en los noventa, a juzgar por la textura del vídeo utilizado,
como de peli porno de Fracoise Papillón. Pero cuan fue mi sorpresa al ver el
rodillo final de créditos al comprobar que está rodada en ¡¡2002!! Y mi
sorpresa viene dada porque a esas alturas, solo en un país como México se
puede rodar una película para su explotación en vídeo como “Drácula
Mascafierro”; un porno soft como los de finales de los setenta, pero con look
de los 90, cuyo cutrerío es tan sobresaliente, que no solo este se limita a los
saltos de eje o de continuidad, sino que, en un alarde de dejadez total, se
llegan a mezclar dos temas musicales en una sola pista, sin hallar un motivo para desvelar el porqué de la
ejecución de ese acto. O el montaje: es el más desastroso e incompetente que he
visto jamás. Eso por no hablar de uno de los protagonistas, que mientras rodaba
esto debería rodar más cosas, y como al principio tiene bigote, y luego deja de
tenerlo por exigencias de cualquier otro guión, para justificar su ausencia
posterior, graban una escena en la que le vemos afeitandose el bigote y
diciendo que “Está del bigotito hasta la chingada”.
Pero lo mejor de todo es que, además del look de peli porno,
la película tiene estructura de peli porno, solo que no llegan a follar. Amén
de contener las señoras rollizas menos apetecibles de la historia del cine
erótico (o debería decir “la Señora”, porque siempre sale la misma tipa, que
las otras que aparecen lo hacen de pasada). Así pues, tenemos ahí a unos
señores que dicen ordinarieces, y después un numerito erótico muy rancio y poco
sugerente, un mirón que dice guarrerías mientras espía a la parejita de turno,
más señores diciendo ordinarieces, otro numerito erótico… y así durante la hora
y cuarto que dura la película, amén de las escenas de relleno, esto es, si una
mujer va a follar en un yate, antes del numerito erótico, graban toda la
travesía que debe durar como cinco o seis minutos. Y así.
No hay historia, pero para justificar el título de la
película, han de meter un Drácula, así que entre chiste obsceno y chiste
obsceno, dejan claro al espectador que Roberto “El Flaco Guzmán”, la estrella, es Drácula, que está vivo en la actualidad, que tiene 2000 años, y
que ya no se le pone dura. Y así tenemos justificado todo el coqueteo que tiene
esta cinta con el género fantástico. Por lo demás, la producción es tan frugal,
que cuando Drácula va a morder a alguna de las chicas (siempre a la misma) no
se molestan ni en ponerle colmillos. Vamos, que muerde así, con los dientes al
natural.
El desarrollo de la misma película me hace intuir a mí la
siguiente cuestión; quizás esta película esté fraguada desde alguna productora
porno. Porque si bien la estructura, como ya he dicho, es similar a cualquier
muestra del género, hay un par de detallitos que lo delatan. Por un lado, uno
de los actores, lleva una camiseta en la que pone “Golden Vídeo XXX”, lo que
significa que algo de ello hay. Por otro lado, en una de las habitaciones
donde graban, aparecen pósters de películas porno. Vuelven a justificarse
preguntando los actores si eso es una casa o un burdel, en referencia a los
pósters. Yo creo que blanco y en botella, lo que me lleva a pensar otra
cuestión… ¿No será esta la versión cortada de una peli porno del montón? Para
que me entiendan, una peli porno a la que le han amputado el porno, como pasaba
con el “GoreX” de Ángel Mora, en su versión light.
En cualquier caso, no hay información en Internet que
corrobore esta teoría.
Como fuere, de lo mala, mala, malísima que es, y con esos
diálogos tan soeces que se gasta, lo cierto es que me la tragué del
tirón, sin pestañear, y riéndome mucho… porque efectivamente, tenemos ante
nuestras narices una genuina “Mala pero divertida”, independientemente de si
nació, o no, como película porno. Muy divertida. Para ver con los amigotes,
funciona.