Lo verdaderamente interesante, más que lo que
acabo de contar, es el hecho de que es una película muy extraña, que hasta hace
poco que un particular la colgó en la red, no había copias de la misma, no tan
siquiera en los archivos del ministerio de cultura. Menos mal que los
coleccionistas hacen sus ripios de estas películas y se preservan, que si fuera
por nuestro ministerio… se acababa con la cultura.
Por otro lado, se trata de la segunda película como director
de Antonio Fraguas “Forges” –la primera fue “País S.A”-, que si bien lleva toda
una vida dedicada al humor gráfico desempeñando una tarea encomiable y por la
que, sin duda, ha recibido el reconocimiento que le corresponde, como director
de cine, lo cierto es que dejaba bastante que desear, incapaz de darle una
coherencia y un tempo al material previamente filmado.
Sin embargo, el surrealismo/absurdismo de la película, sería un
referente para todo un tipo de humor que se ha desarrollado dentro del cine
Español a posteriori, siendo la sobrevalorada “Amanece que no es poco” su
máximo exponente, y que le debe gran parte de su estilo a este “El Bengador
Gusticiero y su pastelera madre”. Eso si, esta es infinitamente peor.
Y es que, intentando ser fiel a su universo propio, Forges
nos cuenta la historia de un muchacho que es abandonado en la inclusa, con las
monjas, se convierte asimismo en monja,
y cuando cumple los 30 años y se vuelve todo un mocetón –con trazas de
Groucho Marx-, abandona el convento con el fin de averiguar quién demonios
es su madre. Esto le llevará al pueblo donde nació que, gobernado por una especie de dictador que planea una extrañas elecciones, se enamorará de una muchacha local, y
emprenderá, vestido de bizarro súper héroe, la búsqueda de su madre y el
impartimiento de justicia.
Todo esto explicado a trompicones y con muy mal dominio de
la narración.
Entonces, además, el presupuesto, que debía ser ínfimo, no
alcanzaba para lo que Forges (y Jaime de Armiñan que co-escribe el guión)
quería contar, y si el pueblo en el que transcurre la acción es una especie de
recreación del universo Forges (con esos señores con cascos de
conquistadores…), la cosa se queda a medio camino, y entre contrachapado y
papel maché, se ambienta la cosa, todo muy cutre en su afán por
hacernos ver que es un pueblo que, incluso en el vestir, anda anclado
en la edad media.
Pero, por otro lado, es que no es ni tan siquiera divertida.
Un espanto.
Poco más, pero como siempre digo en estos casos, tenía una
gran curiosidad por ver esta película; ya he quedado saciado. Y eso
es lo grande del séptimo arte más ignoto ¡coño!