Para comenzar a hablar de esta película, primero hay que hacerlo de su predecesora, del clásico. A mi me costó lo mío pillarle el gusto a "La matanza de Texas" original, me la tuve que ver unas cuantas veces. Y es que tiene sentido, sitúense: yo era un adolescente que, a mediados de los años 80, se había desvirgado con un buen puñado de títulos imperecederos como "El Exorcista", "La cosa", "Pesadilla en Elm Street" y, cómo no, la intocable, "Posesión Infernal". Claro, con semejante material metido por la vena, ¿qué clase de peli podía yo esperar de "La matanza de Texas"?, pues todo aquello que no era. El clásico de Tobe Hooper iba muy escaso de gore y truculencia (es decir, efectos especiales), y hacía gala de una estética hiper-realista propia de su década. Todo aquello no casaba con los terrores modernos a los que yo estaba acostumbrado por lo que, obvio, de entrada no le veía la gracia. "La matanza de Texas" es una peli de atmósfera, de texturas, de olores, de ambientes pútridos, y para sentirlo, hace falta algo más que un cerebro joven e impresionable mal acostumbrado al cine-espectáculo de los 80. Yo creía que iba a consumir gore colorista y llamativo rociado de látex, sierras mecánicas para dar y tomar, que para algo era el emblema de la película, un asesino enmascarado "cool", supongo que algo de humor negro, rock and roll en la banda sonora y un "look" característico para lo que era el cine de mi época. Curiosamente, TODO eso SÍ estaba en la segunda parte (y en el apartado musical incluyo a los mismísimos "The Cramps"!!). ¿Estoy diciendo con esto que me gusta más la dos?... tal vez, no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es de que tengo buen concepto de "The Texas Chainsaw Massacre part 2", al revés de lo habitual... sobre todo, en el momento de su estreno.
Tobe Hooper se había ya integrado del todo en el "mainstream" gracias a Steven Spielberg, que lo fichó como director en "Poltergeist" (acarreando toda la mítica polémica según la cual Hooper ejerció más bien de ayudante del rey midas de Hollywood). De ahí pasó a las arcas de la entonces poderosa "Cannon" para quienes rodó la hoy cult-movie "Fuerza Vital/Lifeforce" y el remake de "Invasores de Marte". Ambas sonoros fracasos. La lógica se imponía: ¿qué podía hacer para asegurarse el tiro?, pues la secuela de la peli que le había hecho inmortal. En realidad llevaba tiempo pensando en ello, e incluso contaba con una sinopsis completa. Pero a la hora de enfrentarse al nuevo proyecto decidió comenzar de cero, para lo que contrató como guionista nada menos que a L.M.Kit Carson, responsable del libreto de la venerada "Paris, Texas" y que se moría de ganas de quitarse de encima la etiqueta de "prestigioso".
Y ahí entramos en el tema polémico, el giro ya no estético, ni narrativo, más bien de tono. Mientras la primera era un film de horror en el sentido estricto del término, escalofriantemente serio, gélido, mal rollero, dramático y angustioso, la segunda parte se enfocó casi casi como una comedia. O una comedia de terror, si quieren, aunque revisionada hace escasos días puedo decir que las palabras "miedo" y "terror" no tienen mucha presencia en "Masacre en Texas 2"... y no parece que sea por incapacidad de Hooper, para nada, pienso que es algo buscado totalmente a conciencia. ¿Fue una decisión acertada?. Pues yo creo que sí. Veamos, ¿hubiese sido mejor intentar repetir las formas de la original en una década tan frívola y superficial como fueron los 80?, ¿habría funcionado recuperar la tremebunda seriedad?, más después de tantas imitaciones y copias, de que el terror se había hecho adulto o de "Viernes 13" y sus múltiples secuelas, con un público totalmente acostumbrado a la violencia más gráfica y explícita (detalle este al que se alude en un diálogo cuando uno de los psicópatas menciona a "Rambo"). Yo creo que no. A mi me parece que fue muy inteligente por parte de Tobe Hooper y Kit Carson tomar ese desvío tan llamativo, dirigiendo su mala uva al colectivo "yuppie" y pijo-guay, tan de moda y tan bien visto en la era Reagan. Ya de entrada, nada más arrancar la peli, son justamente eso, un par de "yuppies/pijos" gamberros, los primeros en morir, en pagar por sus fechorías, por su actitud arrogante y mal educada. Aunque hay algo más significativo si cabe, el póster. El más popular de la peli, aquel que adornaba la caratula del VHS español, arriba expuesto, no es otra cosa que una parodia del cartel de "El club de los cinco", título estandarte del cine adolescente/generacional de los años 80. Ahí es nada. De hecho, hay una secuencia extirpada del montaje final (aunque presente en los extras del dvd americano) en la que la familia de psicópatas sale a la caza de seres humanos y se fija en una pandilla de pijillos estridentes y chillones que terminan troceados de un modo indiscutiblemente cómico, bufo, con sus extremidades volando por los aires (mencionar que otra de las víctimas nocturnas es el popular especialista en cine "trash" Joe Bob Briggs). Lo curioso del asunto es que en los 80 el ingrediente humorístico solía estar bastante bien visto cuando se mezclaba con el terror y, a día de hoy, hay quien vive -equivocadamente- convencido de que era la tónica general. ¿Por qué, entonces, sentó tan mal este cambio?, indudablemente por el prestigio del film precedente.
Así pues, tenemos a los dos pijis-yuppies masacrados por los chicos de la sierra mecánica. Afortunadamente, o desafortunadamente, todo el incidente ha sido grabado en vivo y en directo por la DJ de una radio a la que las víctimas habían llamado. Justo entonces entra en la ecuación un ranger de Texas, de nombre "Lefty", que resulta ser el tio del impedido que moría aserrado en la primera parte. El hombre busca venganza y sabe que los asesinos andan sueltos, aunque nadie le crea. Nadie salvo la DJ, que se ofrece a ayudarle. El hombre la convence para que ponga la grabación del crimen por la radio a la espera de alguna reacción de los implicados... y vaya si la hay. La familia de la sierra mecánica acude a la emisora, mata al técnico de la chica y someten a esta a un nivel diez de angustia. Sin embargo, el bueno de "Leatherface" se enamora de ella, y finge que se la ha cargado, largándose. La muchacha decide seguirles hasta su guarida, donde se encontrará con "Lefty" y donde, obvio, se desarrollará todo el climax final, a base de sierras humeantes, gritos y mucha demencia.
Bien, hablemos de los auténticos héroes de la función, la familia de matarifes de apellido Swayer. El primero en destacar es, lógicamente, "Leatherface" cuyo nombre real es Bubba. Sin desmerecer de Gunnar Hansen y su aterrador "Cara de cuero" primigenio, debo confesar que, para el caso, mi "Leatherface" favorito es el de esta secuela. No únicamente por cómo lo interpreta el actor tras la máscara, Bill Johnson, cual niño grande la mar de inocente y "buencha", también por su look. Me gusta creer que el personaje se vio salpicado por lo que ya comenzaba a ser costumbre en aquellos tiempos, convertir al monstruo en un icono de reconocible aspecto, con coloristas señas de identidad, y "Leatherface" en esta peli luce un uniforme la mar de chanante compuesto de un traje negro, una horrible corbata bien hortera, un clavel rojo en la solapa, un par de guantes también negros, una máscara algo menos realista y, claro está, una enorme y pantagruélica sierra mecánica (existe un popular póster de la época en el que posa junto a unos Jason, Freddy y Michael Myers perfectamente convertidos en estrellas). Adorable. Encima, como comentaba, es la peli en la que se enamora de una chica a la que medio-protege (según L.M.Kit Carson, otra puya al cine "teen" de los 80) y a la que, como muchos recordarán, sueña en hacer el amor usando su sierra como significativo sustitutivo del pene. Luego tenemos al hermano mediano. Durante años dudé de si se suponía que era el mismo de la primera, a pesar de que fuese atropellado por un camión al final de aquella. De hecho, creía que la placa que luce en la cabeza era consecuencia de eso. Pero no, ahora ya sé que aquel murió y es conservado por la familia en estado de momificación, de hecho, es el muñecote que llevan a todas partes y que posa en el póster Sí, ese. El nuevo personaje es en realidad otro integrante de la peculiar prole. ¿Y dónde andaba durante los hechos acontecidos en "La matanza de Texas"?, pues, según he leído, en Vietnam y fue ahí donde se ganó la mentada placa. Curioso. No hace falta decir que este fue el personaje que lanzó al pseudo-estrellato a Bill Moseley, hoy perfectamente integrado como actor recurrente del cine de horror tirando más a zetoso. El único de la peli original que regresa es Jim Siedow, el hermano mayor. Y cerramos el repaso con un clásico, el abuelo. Sorprende que aún siga vivo a estas alturas de la historia, sin embargo, se mueve más que en "La matanza de Texas" y se reserva algunos planos francamente divertidos y enfermizos, como cuando babea casi encima de la cámara o lame desesperadamente la percha que Bill Moseley utiliza para rascarse la herida de la cabeza y, así, arrancarse pequeños trocitos de carne que devora con delectación. Idea retorcida y desagradable donde las haya, pero también absolutamente brillante.
En orden descendente de estrellato, tenemos al gran Tom Savini. ¿Qué decir de él?, pues nada, que una vez más se luce con su dominio para el látex y la truculencia... o se luce todo lo que la censura le deja, claro, porque entre eso y los cortes que dio el propio Tobe Hooper para animar el ritmo, la verdad es que la cosa se reduce un cacho. Aún así, y a diferencia de la peli del 1974, aquí sí tenemos gore, sí tenemos chorrazos de sangre, sí tenemos cuerpos mutilados por las cortantes sierras mecánicas, todo ello muy bien parido, muy gran guiñolesco y abiertamente disfrutable.
Luego encontramos al resto del reparto, en el que destacan Caroline Williams como la guapa DJ "Stretch" (y que, curiosamente, se podría decir que es prácticamente EL ÚNICO personaje femenino de toda la peli), un Dennis Hopper totalmente desatado, armado con tres sierras (dos de ellas pequeñas y a modo de revólveres) y que no para de berrear (en una entrevista dijo algo parecido a esto: "La peli era mala... yo estaba fatal.... pero fue la mar de divertido hacerla!") y Lou Perryman como el entrañable "L.G.", un tipo que no para de echar lapos, incluso mientras le están matando (Perryman, amigo íntimo de Tobe Hooper, había ejercido de ayudante de cámara en la peli original. También le podemos ver en "Granujas a todo ritmo", "Poltergeist" o "El sótano prohibido". Desafortunadamente fue asesinado el año 2009 en su propia casa. RIP.). Y finalmente está al señor director, pariendo la que sería su última película realmente digna, marcándose un divertido cameo como el cornudo que recibe un baño de latas vacías y compartiendo la creación de la música incidental junto a Jerry Lambert, tal como el horripilante pero resultón tema inicial a base de sintetizador y con aires a lo "Psicosis". El siguiente largo que hizo resultaría ser la temible "Combustión espontánea" y, después de eso, todo fue cuesta abajo (salvo algún desliz majete).
Y tras todos los implicados, no podemos olvidarnos de la sierra mecánica que, como ya he dicho, en esta ocasión gana un total y absoluto protagonismo. Ya no es simplemente la herramienta de los asesinos, es mucho más. Las hay para dar y regalar. Todas grandes, brillantes, humeantes y ruidosas. Las vemos destrozar cuerpos humanos, las vemos chocar entre ellas (el famoso duelo de "Leatherface" y "Lefty"), las vemos reposando a decenas en estanterías. Aquí es donde Jim Siedow suelta aquello de "La sierra es la familia" que acabaría estampado en el cartel y la sierra de la tercera entrega.
Cabe decir que hay un interesante dato paralelo que acompaña a "The Texas Chainsaw Massacre Part 2" y es la fuerte influencia que ha tenido en Rob Zombie como cineasta, en muchas de sus pelis o sus decisiones de casting. Por ejemplo, dejando de lado que "La casa de los 1.000 cadáveres" al completo apesta a "La matanza de Texas", es su exceso estético y, sobre todo, el recurrente ambiente ferial lo que retrotrae a la obra de Hooper. Tampoco podemos ignorar la recuperación de Bill Moseley que, hasta la aparición de Zombie, muy pocos le recordaban y situaban. Incluso Caroline Williams tiene un papel en el "Halloween 2" Zombiano después de mucho tiempo alejada del género. Y en "Lords of Salem" hay un momento en que la prota llama a su perro "Big Bubba". Cuadra, ¿no?.
Llegados a este punto, dejemos de friquear y centrémonos en lo que realmente importa, ¿¿pero la peli, mola o no mola??. Bien, a mí sí me mola. Me parece divertida, sanamente descerebrada, con un montón de atributos narrativos y estéticos (no había dicho nada aún del estupendo diseño de producción) y, que sí, que está guay. Ahora bien, no es perfecta. Arranca muy estupendamente, con mucho brío, y ahí se mantiene hasta la secuencia del ataque en la radio. A partir de aquí, la cosa pierde un poco de fuelle. En parte porque, por un momento, y durante la secuencia de la cena, parece que pretenden repetir los logros de la original y no lo consiguen. No porque lo hagan peor, sino porque ello no casa con el "nuevo tono". Tampoco es que sea algo insoportable, ni mucho menos. Además, ya en el clímax la cosa se recupera mucho y muy bien. No creo que a estas alturas "espoilee" nada si resaltamos el hecho de que todos los miembros de la familia mueren, y sin medias tintas, aquí lo vemos claramente. Podríamos decir que la cosa termina con un nuevo principio, con la prota, "Stretch", totalmente desquiciada y berreando, sierra mecánica en ristre. ¿Cómo hubiera continuado la franquicia de haber seguido dónde la dejó Tobe Hooper?. A saber.
No me consta que fuera un fracaso en su tierra, no uno muy desastroso al menos, sin embargo, como sabéis, a España llegó directamente en vídeo y con esa estrambótica mutación del título, cosa probablemente debida a derechos legales y demás mandangas de copyrights (vamos, que lo de "La matanza de Texas" pertenecería a la compañía que lanzó la original).
Hay que verla y hay que tenerla.