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viernes, 30 de octubre de 2020

EL HALLOWEEN DE HUBIE

Lo que me encanta de Adam Sandler es que, un año, hace una película dramática en la que el tío ejecuta un papel tremendo de aquellos que sirven para que le den premios y consigue poner a toda la crítica a sus pies, y, al año siguiente, hace una película de Adam Sandler para fans de Adam Sandler, dando lo que se espera de Adam Sandler (por lo general, roles en los que interpreta a un individuo con ligero retraso mental) y consigue poner en su contra a toda esa misma crítica que el año anterior le laureó.
Además, cuando la crítica se ceba con Adam Sandler, suele ser especialmente cruel —de hecho, creo que fue con “Desmadre de padre”, un crítico británico, incluso llegó a desearle la muerte—. Pero Sandler no da puntadas sin hilo y sabe perfectamente la reacción que va a generar con cada película que hace. ¿Afecta esto a su modus operandi? En absoluto. Tiene a crítica y a público en donde quiere tenerlos en cada momento. Y por el camino, aumenta los ceros se su cuenta bancaria. ¿Stanley Kubrick? Me río yo de Kubrick. Adam Sandler sí que tiene absoluto poder creativo sobre lo que hace. Quizás por eso es la niña bonita de Netflix que le tiene en nómina desde el día cero. Por otro lado, fue Adam Sandler uno de los primeros hombres de negocios de Hollywood que se dio cuenta de que el futuro del cine estaba en las plataformas digitales y no en las salas. Y en ese negocio anda, intuyo, que por mucho tiempo.
Dentro de esa tesitura, “El Halloween de Hubie” es su última película para Netflix y en menos de un mes de vida en la plataforma la crítica ya le ha dicho de todo a Sandler menos bonito —esta tiene especial mérito, pues no solo ha puesto en su contra a la crítica convencional, sino también al público generalista, aquel que no es fan de Adam Sandler y que ven el film porque está disponible en Netflix, jamás pagaría por ir a ver una película de Sandler al cine, pero no tiene reparo en ensañarse con ella cuando el poder verla sólo es cuestión de darle a un botón. Bueno, en cualquier caso, hablar, opinar,hasta ahora es gratis—. No es para menos porque, en una reivindicación de sus papeles más irritantes, el Hubie de esta película es el típico personaje bobalicón y retraído que tan bien se le da hacer a Sandler y que puede sacar de quicio a neófitos y haters del cómico, pero que hará las delicias de sus fans, entre los que me incluyo. “El Halloween de Hubie” da exactamente lo que se puede esperar de una película de Adam Sandler. Esperar algo distinto es una absoluta necedad. Y lo que hoy se le critíca, ya lo había dado en películas como "Zoham". Así que, cuanto más se le critica, mas Sandler es, y cuanta más facilidad tiene para ofender a esos obvios plumillas y blogeros, mucho mejor.
La película viene que ni al pelo para estas fechas (Mañana se celebra Halloween, festividad esta que afortunadamente, y exportada de los USA, cada vez se celebra más aquí y a mí me encanta) y por eso la reseño este finde (mañana viene otra), porque no se me ocurre mejor cinta que esta para visionar durante la noche de las brujas, que es, por otra parte, para lo que ha sido concebida esta “El Halloween de Hubie”.  Así, tenemos una comedia de lo más tontorrona e inofensiva a la que se le ha dado un toquecito chiquitín de terror, para disfrute de toda la familia. Una película para Halloween y ambientada en Halloween. Y es una maravilla ver todo lo que sucede en el pueblo en el que situamos la historia (nada menos que Salem), debidamente acondicionado con toda la parafernalia propia de esa festividad y, además, muy a la americana, con lo cual es un placer para los sentidos. Entre esqueletos, calabazas y Adam Sandler, va la cosa. Por ponerle alguna pega, hay que decir que, la trama, me ha parecido un tanto confusa, así como vaga, pero como al final no es más que una chorrada y se resuelve con facilidad, nos da un poco lo mismo. La trama, no es más que una excusa para que veamos a Sandler y a su equipo para arriba y para abajo en la noche de Halloween.
Hubie lleva toda su vida viviendo en Salem y toda su vida ha sido víctima del buying al que le ha sometido casi la totalidad del pueblo. Durante la festividad de Halloween, él se ofrece como voluntario para hacer las veces de monitor de los jóvenes, por lo que patrullará toda la noche por el pueblo para garantizar la seguridad de todos durante la fiesta. Sin embargo, la presencia en el pueblo de un extraño nuevo vecino, y las desapariciones misteriosas (y medio paranormales) de unos cuantos habitantes, llevarán a nuestro protagonista a contactar con la policía (que pasa de él) para que investigue… y poco más. Y ni falta que le hace.
En realidad es un film muy del montón de Adam Sandler, los tiene mejores y también peores, pero, su ambientación en Halloween con tanto monstruito, tanto adorno, tanta calabaza, lo convierten sin duda en uno de los más simpáticos y agradables. Vemos la película, nos echamos unas risas, nos vamos a dormir, y al despertar al día siguiente ya no nos acordamos de ella. Pues maravilloso.
Por ahí tenemos, haciendo gracietas, a Ben Stiller, Steve Buscemi, Rob Schneider, Kevin Hart, Maya Rudolph, Ray Liotta… El director, que en una película de Adam Sandler es lo de menos, es Steve Brill, que ya lo dirigió en “Mr. Deeds” o “Sandy Wexler” y cuya película más gorda fuera de la órbita Sandler sería “De perdidos al río”. Ahí, es nada.

sábado, 23 de enero de 2016

BLANK CITY

De todo el paripé cinematográfico acaecido durante las escenas punk, post-punk y no wave del Nueva York de finales de los 70 ya hablé largo y tendido cuando escribí sobre esta película, y esta otra. Así que no voy a extenderme más, basta decir que llevaba mucho tiempo deseando ver “Blank City” (si finalmente pude desquitarme fue gracias a la generosidad del amigo José Manuel Romero Moreno) siendo como es un documental dedicado a ese curioso momento de la historia del séptimo arte, el nacimiento del cine “indie” norteamericano, tal y como lo conocemos hoy previa desnaturalización y exterminio por parte de "Miramax" y "Sundance". Naturalmente sus más primigenias raíces estarían en el “underground” de los 60, con la diferencia que, salvo casos específicos, aquel era un cine menos accesible por su espíritu abiertamente experimental, mientras este del que hablamos ahora apostaba por un rollo más urbano y realista.
Así pues el docu arranca entrevistando a aquellos que con sus películas de súper 8 y 16mm dieron inicio al pseudo-movimiento, destacando Amos Poe como auténtico padre fundador, Eric Mitchell, actor y director, el músico John Lurie, que improvisaba sus propios cortos en casa una aburrida tarde de Domingo, y, claro está, el único de todos ellos que alcanzó fama y prestigio, Jim Jarmusch (acompañado de cerca por los otros famosos que rulan por el docu, Deborah Harry, Steve Buscemi y el inevitable John Waters, que no entiendo que siempre lo asocien a cualquier movida etiquetable de "underground" cuando él no lo era, ni lo fue, y todo su mérito estuvo en el hurto de ideas y estéticas ajenas).
Esta es la parte más interesante de “Blank City”, básicamente porque retrata el pifostio cuando más honesto, crudo, espontáneo y libre era, cuando sus implicados rodaban de forma visceral, renegando de academicismos y profesionalidad, o se colaban en edificios antiguos para currarse peplums semi-urbanos, caso del curioso James Nares y su “Rome 78”.
Pero como pasa con absolutamente todo, la escena comenzó a desintegrarse en el instante en que el “media” se hizo eco de ella. Cuando algunos de sus integrantes demostraron mayor capacidad y ambición que la mayoría y a los críticos sesudos y los festivales respetables les dio por tomárselos en serio. Ello empujó al resto, cegados por la atención prestada, a depurar más sus respectivos estilos y maneras.
Aquí el documento se vuelve aburrido, centrándose en películas carentes de garra y actitud, preocupadas todas por lucir bien, según los cánones establecidos, tocar temas políticos o implicarse socialmente en cuestiones preocupantes como el racismo o el feminismo. Buf!. El clavo en el ataúd lo puso la recién llegada Susan Seidelman, cuya aportación tardía, “Smithereens/La chica de Nueva York” (en la que intervienen astros del mundillo como Richard Hell o el mismo Amos Poe) le abrió las puertas del cine comercial nada menos que con “Buscando a Susan desesperadamente”.
Para entonces la escena ya estaba agonizando. Se hacía necesario un relevo que apostara por un tipo de cine más radical… y ahí es donde entra el “Cinema of Transgression”, encabezado por Nick Zedd (cuyo nombre, haciendo honor a su condición, no sale en el cartel, cuando es uno de los integrantes de la movida que más habla), Richard Kern o Lydia Lunch. También a alguno de ellos les acabó devorando el "media", pero de otra manera. El problema del “Cinema of Transgression” es que vendría a ser como una repetición del nacimiento de la escena en sí misma, solo que sin la frescura original, de un modo más premeditado, sensacionalista y, este es un dato importante, buscando la atención a base de escándalo y provocación por la vía bestia, cosa que los primigenios ni tan siquiera se plantearon.
Finalmente “Blank City” termina siendo una peli curiosa, interesante, cuya mejor baza se encuentra en sus primeros 30 o 40 minutos, luego uno no puede evitar comenzar a pensar en la compra del día siguiente.
Los créditos finales cuentan con imágenes de los entrevistados, solo que mostrándolos cuando eran jóvenes en plena efervescencia creativa, y no como los cansados y algo hastiados adultos en los que el paso de los años los ha acabado convirtiendo. Dato este bastante significativo.

sábado, 30 de noviembre de 2019

LOS MUERTOS NO MUEREN

Que Jim Jarmusch hiciera una peli de vampiros melodramáticos ("Sólo los amantes sobreviven") tenía cierto sentido. Pero que se apuntara, aunque tardíamente, a la moda del cine de zombies o, si lo prefieren, la comedia zombie, fue algo que, cuando me enteré, no me podía creer. Daba la sensación de que el cineasta, auténtico estandarte de lo que algunos consideran discutiblemente cine "independiente", había tirado la toalla. ¿Estaba Jarmusch deseando meterse en terrenos más comerciales?. ¿Buscaba alguna clase de éxito "mainstream"?. Era todo muy raro. Y más cuando al repasar el reparto encontrabas una ristra de nombres realmente impresionantes, muchos de los cuales llevaban colaborando con el cineasta desde hacía lustros: Bill Murray, Adam Driver, Tom Waits, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover, RZA, Rosie Perez, Carol Kane, Tilda Swinton, Sara Driver, Iggy Pop, Selena Gomez y Larry Fessenden (que de alguna manera vendría a ser "el Jim Jarmusch del cine de terror"). ¿Y qué me dicen de su público?. Jarmusch lleva haciendo el mismo tipo de película desde que destacó en sus tiempos con "Extraños en el paraíso" y recuerdo perfectamente, en los 90, una revista super-pedante -"Kinos"- con unos "diez mandamientos cinéfilos" donde encontrabas uno que decía "Adorarás a Jarmusch, Hartley y los Coen". ¿Qué pensarían esos gilipollas de semejante proyecto? Me habría encantado conocer la respuesta.
Aquí la gran incógnita consistía en saber si "Los muertos no mueren" iba a ser una peli muy Jarmuschiana o no. Con sus habituales ritmos reposados, su estética elemental pero elegante y esos diálogos a medio gas tan característicos. ¿Habría gore, habrían imágenes de zombies devorando entrañas?. El trailer no aclaraba mucho la situación y echaba más leña al fuego, especialmente viendo a una Tilda Swinton vestida de samurai dispuesta a recortar extremidades de muertos vivientes. Todo muy muy loco. Me moría de ganas de saciar mi curiosidad.
"Los muertos no mueren" cuenta la historia de un pueblecito asediado por una horda de cadáveres resurrectos. Se han levantado de sus tumbas porque el eje de la tierra se ha desplazado. Veremos como los diferentes y peculiares habitantes, desde el sheriff al racista de turno, pasando por un "fricazo" fan del cine de terror, afrontan tan apocalíptica situación.
¿Por dónde empezar? Sí, Jim Jarmusch se mantiene fiel a sus preceptos. Aunque de un modo más ligero, no tan extremo. Tal y como he leído por ahí, puede que sea su película más accesible. Y es cierto. Pero también que sigue habiendo mucho del cineasta en ella. En esencia es una comedia, rara, como lo eran algunas de sus pelis precedentes, solo que en este caso el humor es increíblemente tonto. Chorra incluso. Con gags elementales, casi infantiles. Completan la tarta unas pocas coñas de metacine y gotitas de ciencia-ficción.
Pero la verdad es que todo ello mola. Funciona. No aburre, lo que en una obra Jarmuschiana ya es mucho. Y dispone de algunos momentos muy inspirados, y divertidos, como la secuencia en la que los policías descubren unos cadáveres en la cafetería. Puro Jarmusch. O los pasajes truculentos, que los hay y no son moco de pavo, aunque cuando los zombies mueren no sueltan sangre, sino polvos negros.
Sorprenden también los guiños "friquis". Desde posters en paredes, a citas directas. La más llamativa es que Adam Driver tenga como llavero una nave imperial de "Star Wars". Más propia de Kevin Smith que de Jarmusch. Aparece Selena Gomez interpretando a lo que uno de los personajes tilda de "hipster", irónico "palo" viniendo de un cineasta que en su época era un "hipster" puro cuyo cine atraía, esencialmente, a los "hipsters" del momento.
Tal vez lo peor sea el extremadamente evidente, básico y previsible elemento crítico contra la sociedad consumista. No sabemos si es parte de la guasa como guiño al cine zombie de George A. Romero o algo genuino que Jarmusch pretende expresar. Pero se perdona, porque, al final, resulta que "Los muertos no mueren" está un rato bien. Te entretiene, te hace reír, goza de un excelente desenlace y, en definitiva, disfrutas semejante marcianada que, no por saciada la curiosidad, deja de ser un perro verde en la filmografía de su director. 

miércoles, 5 de noviembre de 2008

COSAS QUE HACER EN DENVER CUANDO ESTAS MUERTO

Este film del 95 es pura consecuencia del boom que supuso para el cine descubrir a Quentin Tarantino con "Reservoir Dogs" y, sobre todo, la irritante "Pulp Fiction". Es decir, diálogos chanantes, personajes carismáticos (un grupo de ex convictos), trama propia de cine negro con mafias y asesinos, humor negro y, claro está, su dosis de tiros y violencia. Sin contar dos actores tan ligados al universo Tarantiniano como son Steve Buscemi y Christopher Walken (quienes, junto a Andy Garcia, Christopher Lloyd, William Forsythe, Bill Nunn, Treat williams y otros tantos, conforman un reparto cojonudo).
Dicha deuda Tarantiniana no es, ni por asomo, un problema o una desventaja. Está bien entendida y perfectamente readaptada. Los diálogos de "Cosas que hacer en Denver..." son tremendamente buenos, un pelín artificiales si cabe, pero poco. Las situaciones están resueltas con brío y gracia. Y lo que uno agradece de verdad es su descenso a los infiernos. Dicho de otro modo, que la peli arranca muy positivamente y, poco a poco, se va tornando trágica y cruel, a la par que el pulcro aspecto del dandy de Andy (chiste fácil, pero necesario) va empeorando.
Jimmy el Santo es un ex convicto de buen corazón que no quiere meterse en más problemas. Sin embargo, un mafioso postrado en silla de ruedas le encarga un trabajo que consiste, únicamente, en asustar al nuevo novio de la ex pareja de su hijo (por otro lado, medio retrasado y pedófilo). Jimmy contrata a viejos colegas, todos ellos un tanto tocados por los infortunios de la vida y, claro, el trabajo sale mal. Muy mal. A partir de ese instante, el mafioso se hace con los servicios de un mortal y frío asesino cuyo fin es eliminar a la pandilla. El prota luchará contra reloj con la esperanza de salvar la vida a sus viejos camaradas.
Todo ello mezclado con una bonita y triste historia de amor (algo empalagosa de entrada, aunque luego funciona)... que, de hecho, son dos, si contamos al tierno personaje de la prostituta adolescente (gran momento el de Jimmy machacando a uno de sus clientes).
"Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto" es una de esas pelis que no llaman mucho la atención y pasan algo desapercibidas. Sin embargo, un día la descubres y te percatas de que estás ante una pequeña joyita en bruto que merecía más suerte. Igual que su realizador, Gary Fleder, quien acabó refugiado en la caja tonta. Claro que, para ser justos, quizás el mérito debería llevárselo el guionista, Scott Rosenberg, posteriormente autor de los libretos de "Beautiful Girls", "Con Air", "Alta Fidelidad" y..... ¡"Canguro Jack"! (para acabar con sus huesos en la tele).

lunes, 27 de abril de 2020

BEASTIE BOYS STORY

“Beastie Boys Story”, dentro de lo que cabe, es uno de los esperados productos audiovisuales que se han visto afectados comercialmente por el coronavirus de los cojones que, mientras escribo esto, ahí sigue dando por el culo en este perro mundo.
Tras la muerte de Adam Yauch y la disolución de la banda, los otros dos componentes de Beastie Boys, AD Rock y Mike D, no paran quietos, si bien no haciendo música, sí haciendo actividades retrospectivas en torno a su grupo y, sobre todo, al malogrado Yauch. Hay que tener en cuenta que Adam Yauch falleció justo en un momento dulce para los Bestie en el que encabezaban los festivales más importantes del mundo y se habían trabajado un respeto en el mundo del rap en particular y de la música en general, siendo uno de los grupos más queridos de la historia. Y siempre pesumieron de, sobre todo, ser estupendos amigos durante los 40 años de vigencia del grupo. Nunca se separaron, nunca tuvieron redencillas serias. Y tras la muerte de Yauch, esa parece ser la principal actividad que Rock y D desempeñan en escenarios, el hacer ver al mundo lo amigos que eran, esta vez desde la experiencia de unos cincuentones que se preparan para la  tranquila recta final de sus vidas.
Así, lanzaron al mercado la autobiografía del grupo en un magnífico libro muy recomendable que pueden ver reseñado aquí. Más tarde, y con producción de Jonah Hill y dirección de Spike Jonze, se van de gira por varios teatros de la ciudad de Nueva York para, subidos a un escenario, prácticamente, hacer en directo un resumen del libro haciéndose acompañar de una gran pantalla por la que desfilarán toda suerte de imágenes y vídeos caseros que ilustrarán las vivencias narradas, con la ayuda del teleprócter, por Mike D y AD Rock. Entonces, “Beastie Boys Story” es la filmación del espectáculo rodada y montada de una forma muy cinematográfica y dinámica por Spike Jonze con la idea de lanzarlo el pasado Marzo en cines de todo el mundo. Primero estaba programado su estreno en el festival South By Southwest para el 16 de Marzo de 2020, pero para entonces el mundo se confinó debido a la pandemia por Covid -19 y, lógicamente, tuvieron que suspender el evento. No obstante, la película se iba a estrenar a lo grande en IMAX a partir del 3 de Abril… pero el mundo seguía confinado, por lo que se suspendió el estreno en Imax. Solo pudieron estrenarlo el pasado Viernes 24 de Abril, en streaming, dentro de la programación de la plataforma digital Apple TV.  Y ahí sí, ya se lo pudieron mostrar al mundo. De hecho, por obra y magia de los hackers informáticos, se estrenó al mismo tiempo en la plataforma digital que en las páginas de descargas ilegales, con lo que los fans, suscritos o no a esa plataforma, pudieron, verlo el mismo día del estreno.
Ver “Beastie Boys Storie” de primeras, debe ser una pasada para el fan, ya que cuenta de una manera muy fluida todo lo que es la historia de los Beastie Boys… pero se queda bastante corto. Si han leído el libro se darán cuenta de que esto no es más que un apresurado resumen de este, contado a toda velocidad, porque en dos horas no cabe más. Se podría recurrir al manido, obvio y clichoso “Era mejor el libro” porque es infinitamente mejor. Sin embargo, hay que disfrutar de todos los formatos en su justa medida, ya que “Beastie Boys Story”  cuenta con cameos de Ben Stiller o Steve Buscemi de los que no disfrutamos en el libro; vemos una serie de vídeos caseros que no podemos ver en papel y, sobre todo, somos testigos de cómo AD Rock se emociona hablando se su compañero AMC, sin poder contener las lágrimas y cediendo el testigo a su compañero Mike D, ya que él no puede continuar de la pena que tiene encima. Esas emociones, tampoco están en el libro.
Con todo, es un complemento. Habiendo consumido todos estos excelentes productos post Beastie Boys (que me han ayudado a comprender, admirar y disfrutar de una  banda de la que no era fan en absoluto), no puedo disociar el libro de la peli, ni la peli del libro. Es más, hay que leer el libro y después ver la peli. Si no, la experiencia no será completa. Lástima no poder haber visto el show en directo…
Como sea, cualquier cosa de Beastie Boys, es siempre muy recomendable.

sábado, 1 de abril de 2023

2013: RESCATE EN L.A.

Fui a ver la famosa/infame secuela de "1997: Rescate en Nueva York" cuando se estrenó en una sala medio vacía. Al salir, la sensación no era demasiado entusiasta. Aún así, cegado por mi fanatismo juvenil hacia su director, corrí a escribir una reseña muy positiva para un fanzine de naturaleza punk/radikal llamado "Sancocho Metálico", donde me centré en el notable lado subversivo del film, demostrando de esta manera que, ocasionalmente, las películas más comerciales y aparentemente tontunas son las más críticas con el "establishment", las más transgresoras, sin necesidad de dárselas de cine de autor y/o intelectual. No obstante, en mi fuero interno sabía que John Carpenter y su troupe (Debra Hill y el mismo Kurt Russell, los tres autores del guion. Me los puedo imaginar embriagados de nostalgia y echándose unas escandalosas risas entre tecleo y tecleo) me habían fallado. Pero ya saben como es esto del paso del tiempo y la perspectiva. Ayer, aprovechando que la daban por la tele, me animé a verla, sin el peso de todo el trajín emocional.
La hija del presidente de los USA se ha liado con un revolucionario y huido hasta la ciudad de Los Ángeles, convertida ahora en una isla donde deportan a todos los ciudadanos indeseables (que roban, violan, asesinan y estafan, pero también van los que fuman, comen carne roja, beben, dicen tacos y son ateos) En su huida se llevó un aparato capaz de dejar sin electricidad al planeta entero y temen que lo utilice. Una vez más, engañan a Serpiente Plissken -y mira que es lerdo- para que acuda y, en tiempo límite -antes de que le mate un virus inoculado en su sangre-, recupere el trasto y elimine a la niña, al revolucionario y a todo aquel que se ponga a tiro.
Entramos de lleno en la etapa "flojucha" de la filmografía de Carpenter. Dejadas atrás sus aportaciones más o menos dignas de finales de los ochenta ("El príncipe de las tinieblas", "Están Vivos" o "Memorias de un hombre invisible") en los 90 vivió años no demasiado inspirados. Todo lo parido entonces era más bien desangelado y patosillo (salvo "En la boca del miedo", pero por los pelos) Y "2013: Rescate en L.A." le va a la zaga. Lo que ocurre es que es la secuela directa (o más bien remake encubierto) de una peli muy querida. Y un personaje igual de apreciado. Y eso pesa. En una no muy antigua convención visitada por John Carpenter, hubo quien se atrevió a esputar una pregunta mal intencionada sobre el film reseñado, ¿y qué hizo nuestro querido filmmaker? -en una época en la que ya se había vuelto la mar de gruñón-, responderle con un seco y significativo "Fuck you!"
Aceptémoslo, "2013: Rescate en L.A." es malilla. Muy tonta. Además, gasta unos efectos visuales dolorosamente malos. El CGI aún andaba en pañales, sí. Pero es que también los "mate paintings" dejan mucho que desear. A pesar de ello, vista ayer, y consciente de que no podía esperar gran cosa, la disfruté. Me entretuvo. Tanto por sus momentos buenos (el duelo con la oxidada lata de por medio), como patéticos (el famoso surfeo en la cresta de un tsunami. De verdad, ¿qué se habrían fumado Carpenter, Russell y Hill en ese momento?). Y, como decía al principio, por todo ese saludable espíritu crítico -y premonitorio- hacia los Estados Unidos y sus poderes fácticos (con un presidente cobarde que solo sabe rezar, el parafascismo ultra-moral, etc), así como las ideas delirantes (el grupo de deformes adictos a los retoques de cirugía estética. El gang compuesto de niños altamente violentos armados hasta la sobaquera), la aniquilación de algunas convenciones narrativas (evitar cualquier subtrama amorosa acribillando a la chica de la peli cuando menos te lo esperas) y el brutal desenlace. Decir que "2013: Rescate en L.A." es una película mala pero divertida sería excesivo, pero sí es cierto que gasta un sutil tufo a "placer culpable" del todo entrañable.
Estaremos de acuerdo en que su verdadero fuerte es la tremenda galería de rostros que van asomando a lo largo de la función, casi todos habituales "personalidades cult", y acaparan desde el protagonista hasta, casi, los extras. Ahí va el listado completo (Kurt Russell aparte): Stacy Keach, Cliff Robertson, Valeria Golino, Steve Buscemi, George Corraface, Bruce Campbell, Robert Carradine, Peter Fonda, Pam Grier, Paul Bartel, Peter Jason, Leland Orser, Al Leong, Thomas Rosales Jr. y, aunque no aparezca acreditado en ninguna parte, un fugaz Marco Rodríguez (el psycho del supermercado en "Cobra"). Tremendo ¿verdad?, es un auténtico regalo para el aficionado. No obstante, este no respondió con mucho entusiasmo y la peli se estrelló en taquilla. Otro palo gordo para un Carpenter que veía como, poco a poco, su llama se apagaba sin remisión. Desde entonces, el único medio por el que Serpiente Plissken se ha movido ha sido el noveno arte. En lo referente al audiovisual, ha habido rumores de series, secuelas y remakes... pero, hasta ahora, na de na. Si algo de todo eso prospera, seguramente será ya sin un Kurt Russell que anda pensando en retirarse. Francamente, mejor así. Es este uno de esos personajes que solo funcionan con un rostro y unas maneras, las del actor que le dio vida desde buen principio. ¿Se imaginan otro tipo haciendo de "Harry Callahan", "John Rambo", "Indiana Jones" o "John Matrix"? No, no molaría nada.

martes, 29 de abril de 2025

REBELIÓN ADOLESCENTE

Miguel Arteta, uno de los directores latinos más importantes del cine independiente, tiene como puntos álgidos en su carrera el poner a tener sexo en una película a la inmaculada Jennifer Aniston en “The Good Girl” o una descacharrante comedia de alta alcurnia, “Convención en Cedar Rapids”, con la que el espectador de cualquier tipo de cine, por fuerza, tiene que reírse a mandíbula batiente. Sucumbió al mainstream rodando la impersonal y de imposible título “Alexander y el día terrible, horrible, espantoso, horroroso”, nada menos que para Disney. En el transcurso, y basándose en la novela del mismo título de C.D. Payne, Arteta nos ofrece su particular visión del adolescente virgen, "nerd" y buscando continuamente sexo (y amor) en una película de corte indie, con todos los clichés que eso conlleva (contando con habituales del nivel de Steve Buscemi y Michael Cera, casi parece una parodia), sus tempos y formulas, para un argumento muy propio, por otro lado, de las "teen movies" estudiantiles.  
Lejos de ofrecernos una cinta mínimamente original, Arteta se agarra a su condición independiente y, en su afán por ser visualmente interesante, prácticamente resulta un calco del Wes Anderson de la etapa intermedia. Y sus personajes, lejos de comportarse como adolescentes medios norteamericanos de clase media/baja, se comportan como esnobs cuyos intereses se centran en la cultura francesa con Jean Paul Belmondo y Serge Gainsbourg como estandartes. Sin embargo (y desconozco la intención), la película comienza con el joven protagonista haciéndose un pajote.
Al contrario que otras propuestas independientes que ahondan en la virginidad de los individuos, como la estupenda “Sex Ed”, “Rebelión adolescente” aboga por el cine de corte artístico para un público más de Sundance —o del Festival Internacional de Cine de Toronto, donde se estrenó— que de multisalas y, como tal, roza el aburrimiento en pro de la estética, convirtiéndose, hablando en plata, en un soberano y pretencioso coñazo. Y aunque le pese al director (si es que le pesa), “Rebelión adolescente” no deja de ser una "sex comedy" con ínfulas.
Durante unas vacaciones en caravana junto a su madre y el vago del novio de esta, Nick, un joven de 16 años con las hormonas a flor de piel, conoce a una chavala de su edad, amante de la cultura francesa, enamorándose perdidamente de ella. La moza comienza un jueguecito erótico con Nick que jamás culmina, dejándole acongojado por ello. Para vencer su timidez, el chaval se inventa un alter ego, Françoise, un individuo francés con bigotillo que le ayudará a ser más decidido a la hora de tomar decisiones. Mientras tiene que lidiar con sus problemas cotidianos y familiares, Françoise ayudará a Nick en su carrera hacia la pérdida de la virginidad.
Michael Cera se convirtió en estrella con “Supersalidos”, pero rápidamente pasó a ser una cara reconocible del cine independiente al ser fichado por Jason Reitman para "Juno", motivo por el cual le vemos en esta “Rebelión adolescente”, en la que, con 21 años, interpreta a un adolescente. Su carrera posterior deambula entre el mainstream y el indie con regularidad.
Junto a él, nombres reconocibles como los de Zach Galifianakis, Ray Liotta,  Fred Willard o Justing Long. Que haya salido tan coñazo, desde luego, no es culpa de ninguno de ellos.
Con estrenos reducidos en las salas estadounidenses, a nuestro país llegó directamente en DVD en tiempos en los que es más sencillo que una película como esta pase inadvertida a convertirse en un éxito.

sábado, 31 de agosto de 2024

EL GRAN SALTO

Ando leyendo un libro sobre el cine de Joel y Ethan Coen, escrito por Ian Nathan, que le da mil patadas a aquella cosa pretenciosa editada en su día bajo el funesto sello "Cátedra". Consecuentemente, me ha dado por revisar algunas de sus películas. Hurgando, me topé con "La balada de Buster Scruggs" y aluciné pepinillos al comprobar que seguía siendo inédita para mis cansados ojos. Lo solucioné esa misma noche y, créanme, disfruté como un cochinillo. Muy buena, muy sorprendente e imprevisible. Se nota que "Netflix", sedienta por contar en sus filas con cineastas de prestigio, dio un cheque en blanco a los hermanos para que hiciesen lo que les saliera del coño. Y joder si lo aprovecharon.
No era la primera vez que la gentuza de los dineros confiaba plenamente en ellos. Ocurrió ya en los noventa, cuando, estando ambos de moda, el mega productor de "actioners" tan míticos como "Commando", "Arma Letal" o "Jungla de cristal", Joel Silver, les apadrinó para que dieran su (gran) salto al cine más "comercial". Y el proyecto elegido nos retrotrae a otra historia de la que ya he hablado antes, la fascinante amistad humana y colaborativa de los Coen con Sam Raimi.
Según el libro de Ian Nathan, esas supuestas deudas de "Arizona Baby" con "Posesión Infernal", a las que aludía en mi reseña, no son delirios de un anormal -que diría Ze-. Existen. Motivado por el éxito de su debut, Raimi se instaló un tiempo en Los Ángeles, a la búsqueda de fama y fortuna. En eso que los Coen pasaron por allí, esperando dar con un distribuidor para la entonces recién terminada "Sangre Fácil". Decidieron acampar en el cuchitril de su amigo y, por aquello de combatir el aburrimiento, juntos y revueltos se sentaban frente a la máquina de escribir, pariendo de este modo un guion a pachas. Uno basado, hasta cierto punto, en la misma aventura angelina de Raimi. El paletillo "de pueblo" que va a la gran ciudad en busca de una oportunidad. Con este metido en el ajo, les salio una cosa muy ambiciosa, difícil de producir en aquel momento, siendo novatillos desconocidos. Pero ahí quedó, en el congelador, a la espera de que algún día alguien soltara el montante. Por supuesto, estamos hablando de la futura "El gran salto", título españolo algo absurdo para "The Hudsucker Proxy" y "Hudsucker" era un gag recurrente en el universo Coenraiminiano. Lo habíamos oído en la mentada "Arizona Baby" y también en "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas)" cuyo libreto, les recuerdo, iba igualmente firmado a seis manos por los chavales.
Es un dato bien conocido que aquel intento de Joel & Ethan por integrarse en el mainstream se saldó con un hostiaco de los gordos. Fracasó estrepitosamente en su paso por salas, de ahí que el libro que ando leyendo le dedique cuatro únicas páginas (y, muy extrañamente, apenas mente la citada "Crimewave"). Pero no fue en balde. De rebote, los brothers regresaron a su terreno natural, pariendo el film que les acabó de catapultar, funcionó de mil maravillas en todos los aspectos y les valió un Oscar (como guionistas) Además, resultaría ser su mayor logro y una de las dos que poseo en formato doméstico, "Fargo" (por si les pica la curiosidad, la otra es "Arizona Baby").
Pero centrémonos en "El gran salto", fechada el año 1994. Como decía, cuenta la historia de un pobre diablo, más tonto que una almeja (interpretado por un muy adecuado Tim Robbins, sacándole máximo rendimiento a esa cara de bobo. Según el libro, primeramente se pensó en Tom Cruise), al que una gran corporación comandada por un malvado gerifalte (un genial Paul Newman. Según el libro, de entrada se pensó en Clint Eastwood... joder, ¡habría molado!) utiliza a su antojo. La compañía pretende devaluar sus acciones, para poder comprarlas después a precio irrisorio, y necesitan un tonto que pague el pato. Solo que este sorprenderá a propios y extraños pariendo un producto de éxito -el Hula-Hoop-. En medio, como no, habrá una chavala con la que nacerá el amor (Jennifer Jason Leigh. Según el libro, papel destinado a Winona Ryder) y al tonto se le subirán los humos, ascendiendo a cretino. Luego caerá hacia lo más bajo, aprendiendo una lección en el camino.
Acompañan a los tres astros mencionados rostros tan familiares -y agradables de ver- como los de Charles Durning, Bill Cobbs, Joe Grifasi, Roy Brocksmith, Peter Gallagher, Steve Buscemi o Jon Polito. Por ahí anda John Goodman en plan cameo. Y la neumática y malograda Anna Nicole Smith (ese mismo año interpretó a una grotesca mujer fatal en el tercer "Agárralo como puedas") La gran sorpresa viene dada por la presencia, bastante destacada, de Bruce Campbell, demostrando más que nunca sus limitaciones interpretativas. Recordemos que había intervenido en el pre-trailer de "Sangre Fácil", parido para engatusar a posibles inversores, y volvería a tener escasas y muy breves apariciones en "Fargo", "Crueldad Intolerable", "¡Ave, César!" o la entretenidísima "Ladykillers", sin embargo, me sorprende que, dadas las amistades comunes, los Coen no hayan contado con él para nada más sucoso. Obviamente, Sam Raimi también se marca un papelillo, pero esta vez mediante sombras chinescas. Le acompaña en tal función John Cameron, otro de los integrantes del clan Raimi que abandonaría el barco para quedarse exclusivamente con los hermanos.
Vi "El gran salto" en una sala considerada "de arte y ensayo", lugar de peregrinaje para los fracasados escarceos con el mainstream de cineastas, hasta entonces, considerados minoritarios (ocurrió también con Kevin Smith y su "Mallrats"). Lo comento por el par de anécdotas conjuntas. El "tío de la puerta" resultó ser un viejo compañero de EGB. Así que me dejó entrar gratis. Mientras charlaba con él, apareció un ya entonces reputado crítico de cine,"gurú" de la cultura popular, habitual de las páginas de "Fotogramas". Le conocía personalmente por senda ocasión pasada y creyó que andaba camelando al responsable del cine para entrar por la pati. Terminado el film, volvimos a encontrarnos (digo el crítico y yo). Preguntó que qué me había parecido. "Psé" esputé yo. "A ti es que no te gusta nada" contestó. Entonces me escaseó el ingenio, pero lo suyo habría sido contraatacar con: "Pues a tenor de tu trabajo, ¡a ti te gusta todo!".
Sí, "El gran salto" no me convenció en su momento. La encontré demasiado convencional, dentro de lo que es, y medianamente previsible, considerando lo poco que eso suele darse en el cine Coeaniano (una de sus mayores virtudes, añado con admiración). Son las secuencias a base de pura narrativa visual, dinamismo e inventiva chorreante, las que se quedan grabadas en la retina. Me vienen a la mente la del "ataque de risa conjunto" y, sobre todo, la del hula-hoop. Decir que -nuevamente según el libro- fue Sam Raimi quien se encargó de dirigir esta última, en plan segunda unidad.
Consumida hace escasos días, "El gran salto" me resultó muy buenrollera y agradable
, aunque sí es cierto que, a ratos, su estultismo deliberado cargaba un poco las tintas en plan "no, no es tan gracioso". Pero, ¡ei!, tampoco diré nada malo. Si buscas evasión saludable, sobra y basta.
Epílogo: Gracias al libro, me he reconciliado con algunas de mis menos favoritas películas de los hermanos, caso de "Crueldad Intolerable" (de "imposible de terminar" ha pasado a amena y dinámica) o "Quemar después de leer", y también ha sido útil para
 redescubrir tantas otras ("El hombre que nunca estuvo allí", "A propósito de Llewyn Davis"...). Por todo ello, Joel y Ethan han ascendido unos cuantos puestos en mi actual lista de cineastas favoritos.

lunes, 5 de mayo de 2014

VIVIR RODANDO

Todos sabemos que durante los abominables años 90 el cine alcanzó cotas de mierdismo nunca vistas. Y siempre solemos recurrir a la coletilla de que el más sufriente fue el género de mis amores, el terror. Descarao... pero hubo más. La otra cinematografía que se fue al gerete de forma definitoria durante tan diabólica década fue el absurdamente llamado cine independiente. Hasta la llegada del puto Tarantino, su "Reservoir Dogs" y la repugnante gentuza de "Miramax", el cine "indie" no solo no se llamaba así, sino que lo conformaban películas genuinamente libres rodadas con poca pasta y en las que, ciñéndonos  a la rama más "artística", cualquier atisbo de "cine de género" puro y duro quedaba bien lejos de los intereses y las intenciones de sus creadores. Gracias al éxito de Tarantonto, y Robert Rodriguez aprés, el cine “indie" se convirtió en un género en si mismo, una etiqueta a la que los estudios y demás corporaciones podían recurrir para atraer a un tipo de audiencia no exprimida hasta entonces (aquella que se cree más inteligente y mejor porque ve películas independientes… cuando, solo por ello, está demostrando ser más retrasada que un cholo poligonero). También comenzó a llenarse de pistolas y ultra-violencia (algo muy efectivo de cara a la posible taquilla) y adquirió un lenguaje más propio del "exploitation", solo que disfrazado de "cool". La oleada de películas independientes que se aferraban a esos esquemas fueron legión, dando pie al nacimiento y expansión de auteurs tan oportunos y oportunistas como el insufrible Gregg Araki, por decir uno.
La prueba del grado de auto-consciencia del mal llamado cine “indie", de su condición de nuevo género con sus propias reglas, la tenemos en "Vivir Rodando" ("Living in Oblivion" en v.o.) que, para más inri, viene protagonizada por un rostro de lo más habitual en ese gueto, Steve Buscemi (uno de los "Reservoir Dogs", ¡ups!) y dirigida por la versión "fácil" de Jim Jarmusch, Tom Di Cillo, cuyo film de debut era, pues eso, una peli de Jarmusch (con especial fijación en "Vacaciones permanentes") destinada a escolapios y espectadores habituados a las multi-salas y con protagonismo de todo un guaperas que acabaría petándolo, Brad Pitt, "Johnny Suede". No es casual, Di Cillo fue director de fotografía en los primeros films del cineasta del pelo blanco.
Todo esto que digo no es necesariamente malo... pero tampoco creo que sea cine "indie". Otra evidencia la tenemos en lo poco que DiCillo tardó en confeccionar su primer título pretendidamente "mainstream" y la notoria hostia que se metió ("Una rubia auténtica"). Entre medias facturó algunas comedias dramáticas más (repasando su filmografía he recordado "Box of moonlight", que mi cerebro había relegado a un rincón desde que la consumí en el cine... por algo será) para, finalmente, verse condenado a dirigir de modo exclusivo series de televisión a troche y moche como "Monk", "Ley y orden: acción criminal" o "Chicago fire". Resumiendo, Tom DiCillo representa el "bluff" del cine mal llamado "indie" de los 90. Es su viva materialización en carne y pelo.
"Vivir rodando" narra las trifulcas del rodaje de una película "indie" de bajo presupuesto, con sus problemas técnicos y humanos. Todo ello enfocado de modo esencialmente humorístico y levemente dramático. That´s it.
Lo que decía, cine "indie" hablando de las entrañas del cine "indie", de sus miserias y dificultades. Todo muy acorde a la mentalidad que predominaba en los 90 en los pasillos de "Sundance": Hollywood es el gran malo de la función. Es decir, todos aspiramos a llegar allí, pero hasta que lo consigamos, es el malo. "Vivir rodando" se divide en unos pocos segmentos que, por aquello de ser un mínimo arty, se suponen sueños y terminan/enlazan con metafóricas puertas que se abren y cierran. Bien, uno de esos segmentos narra cómo un guaperas de Hollywood, actor de éxito que ha accedido a salir en una peli modesta en busca de prestigio, es la fuente de los conflictos a base de divismo y de querer interferir creativamente (¿puya de DiCillo a Pitt?). Muy de manual. Al repollo en cuestión lo interpreta un adecuado James Le Gros (protagonista de "Phantasma: el regreso") y en un momento dado confiesa que si se metió en ese berenjenal fue porque se pensaba que el director era como Quentin Tarantino. Fijaos hasta qué punto el "indiesmo" era ya algo establecido y digerido, que se recurre a sus "nombres de peso" para marcarse una coñeta.
Por esa misma regla de tres, otro de los cineastas del gremio parodiados, muy de moda en los 90, es David Lynch. Sin embargo, el momento en cuestión proporciona una de las mejores... er.... no, la mejor escena de toda la película. Se supone que nuestros protagonistas están rodando un sueño. Una chica vestida de novia en una habitación pintada de ¿naranja? dice "Estoy tan hambrienta…". Entonces se abre una puertecita de marco torcido y sale un enano con smoking que sujeta una manzana y da vueltas alrededor de la chavala. Gracioso, pero no tanto como cuando la "persona pequeña" (el hoy reputado actor Peter Dinklage gracias a "Juego de tronos" y su papel en la esperada "X-Men: días del futuro pasado") se cabrea y le echa al aspirante a gran director, Buscemi, una bronca, una de lo más inspirada en la que se ríe de la manía de cierto sector del cine artístico por incluir enanos en sus escenas oníricas para dárselas de raro y que termina con una brillante frase: "¡Nadie sueña con enanos, ni tan siquiera yo sueño con enanos!". Solo por los 2 o 3 minutos que dura este discurso, merece la pena ver "Vivir rodando". Yo me partí de risa cuando la consumí en un mini-cine con cuatro gatos más y el otro día, revisándola en dvd.
¿El resto?, bueno, pasable. La mayoría de salidas humorísticas o gags son muy facilones, algo infantiles y previsibles. DiCillo se esfuerza en crear personajes carismáticos que dejen huella, como el cámara "Lobo", pero no lo consigue. Por aquello de que quede clara su condición de película "indie", entremezcla color con blanco y negro. En los sueños las imágenes de la vida real son blanco y negro, y la peli que están rodando es color. Luego, ocurre justamente lo opuesto. Imagino que hay alguna intención metafórica y metafísica en todo ello... o no, tal vez solo sea una pijadilla estética muy propia de la superficialidad y la artificiosidad de este cine "indie" de mentirijillas. Junto al gag del enano, lo mejor de toda la puta peli es su -se supone que- moraleja final, en la que, tras miles de problemas y dificultades, logran rodar entera una escena gracias a la espontaneidad, a la improvisación y a la creación pura “in situ”, tirando guión y preparativos por la borda. Estoy muy a favor de eso... claro que, una vez más, todo es fachada ya que para hacer su película, Tom DiCillo se aferró al guión como un pajillero se aferra a su castigado micro-pene. Y quien lo ponga en duda, que se agencie de la biblioteca del barrio el dvd editado por el "Fnac" y se mire los extras, donde encontrará una curiosa proyección festivalera en la que, posteriormente, actor y director comentan cosillas de la película.
Aunque tal vez lo más clarificador sea escuchar las palabras del responsable de organizar el evento, que trata a "Vivir rodando" casi de obra de arte minoritaria comparándola con uno de los clásicos de Fellini, por aquello de que también son artísticos y minoritarios. Ta claro, también las películas de Fred Olen Ray las ve poca gente y no por eso se parecen a "8 y medio". Eso sí, termina soltando la puya a la película de Hollywood de rigor, que no es otra que "El proyecto de la bruja de Blair" que entonces lo estaba petando en las taquillas del planeta. Bien, es una comparación un poco injusta, ¿no créeis?. De hecho, me parece a mi que es fruto de la pura, dura y vil envidia. "Blair" era una película parida con menos medios que "Vivir rodando" y mucho más arriesgada, revolucionaria y poco complaciente en su estética. Cámara en mano, vídeo y ni una gota de gore. ¿Qué culpa tuvo ella de conectar con las audiencias masivas y cosechar tanto éxito?, ¿de que a sus creadores se les ocurriera una ingeniosa táctica promocional (o la copiaran -mejorándola- a "The last Broadcast")?, ¿hay que condenarla por eso?, ¿es porque pertenece al terror, el género "maldito" por excelencia?. Pues oigan, no sé yo qué decirles, porque al fin y al cabo la peli de Tom DiCillo no es más que una comedieta amable y muy simplona perfectamente digerible por un público poco exigente. Ni es rompedora, ni es diferente, ni es artística, tampoco es que sea una mierda, entretiene lo justo y te hace sonreír (salvo la escena del enano, que ahí te ríes a gusto). Una peli muy acomodaticia que te deja igual, se olvida con facilidad y no supera la barrera del tiempo (es muy de su época).... cosas estas impropias de lo que debería ser un cine genuinamente libre y personal.