lunes, 3 de agosto de 2009

BRONSON

Extraño y apestosamente “Kubrickiano” film que narra las peripecias del preso más conocido de Reino Unido, Charles Bronson. Ustedes dirán ¿cómo que Charles Bronson?, y yo les diré que el tipo se llamaba de otra manera, pero tal era su ego que decidió cambiarse el nombre por el de una estrella de cine. Al principio pensó en Charlton Heston, aunque su devoción por la saga "Death Wish" le hizo cambiar de idea.
Estamos ante una película de "arte y ensayo y hostias", que además homenajea el cine de género y que, encima, es un biopic. Una rara avis de factura Inglesa en co-producción con otros países, entre ellos Dinamarca, de donde sale el director, Nicolas Winding Refn, y protagonismo de Tom Hardy.
Un buen día, un tipo entra a robar en una oficina de correos y se lía a puñetazos con todo el mundo. Le detienen -llevándose los respectivos policías una somanta de palos en el trasiego- y termina en la cárcel. Allí se siente como en casa. De hecho, considera su celda una suite de hotel, y se pasa el día apalizando a funcionarios y carceleros. Es constantemente cambiado de prisión hasta que, por su inclinación hacia la violencia extrema y sin razón, le dan por loco y es ingresado en el manicomio. Una vez en libertad, decide ganarse un dinero con peleas ilegales, en las que incluso lucha contra perros de presa. Será aquí cuando decida cambiarse el nombre a Charles Bronson e, inevitablemente, regrese a prisión, donde es feliz hostiando a todo el mundo. Más o menos, y sin orden ni concierto, esto es lo que nos cuenta la peli. Añádanle que el prota narra sus hazañas vestido de ¿clown? subido al escenario de un teatro.
El director se recrea artísticamente, dotando a la película de imágenes súper complicadas, filmándolo todo de manera “marcapaquete” intentando imitar a Kubrick, lográndolo ligeramente, pero quedándose a medio camino, y es justo ese el motivo por el que la peli, aunque consumible y visualmente espectacular, no logra engancharnos, porque es mayor su afán por "Kubrickear" que mostrarnos la interesante historia de este skinhead violento y de enormes bigotes. Más “mira que buen director soy y que bien lo hago” que “mira que peli más buena he hecho”.
Con todo, si obviamos los momentos aburridos, que son muchos, y nos centramos en las hostias, que también las hay a pares, podemos pasarlo hasta bien. Pero hay que estar ya muy curtido.