martes, 2 de marzo de 2010

PRISIONERAS DEL TERROR

Un grupo de chicas deciden pasar el fin de semana en el campo. Allí, entre juegos lésbicos y conversaciones opacas, les pasan extrañas movidas con los vecinos. Y digo “extrañas movidas” porque todo en esta película es tan confuso que en ningún momento sabemos qué es lo que ocurre, aunque a juzgar por un cartelito que sale al principio de los créditos finales, todo es cosa del diablo. ¡Que alivio!.
La mayor peste de entre las pestes. Hay que verla para creerla. Lo mejor que nos vamos a encontrar son los títulos de crédito, hechos con algo muy parecido a un “Atari” sobre una imagen costrosa de vídeo de la peor calaña, unos encuadres siempre torcidos y una especie de loca, con grandes pechos y vello púbico que empieza en los tobillos y termina en el ombligo, 
masturbándose con un muñeco que representa a un bebé. En lugar de "Prisioneras del terror" debería llamarse “Prisioneras del aburrimiento”.
Y no se dejen engañar, aunque por la textura del vídeo y el cómo empieza (el plano de una casa en un croma de fondo negro (???)), dan a entender que veremos algo parecido a "Agresión en la casa del terror", no piquen, porque aquella es mil veces mejor. "Prisioneras del terror" se asemeja más a un teatrillo de “Estudio 1”, mezclado con lo más granado del culebrón "sudaca" y vomitado por un engendro del mismísimo Satanás.
Y aunque se diría facturada en los 80, en realidad esta basura es de 1992. Y Argentina…
En serio, ni quieran saber cómo 
algo es tan jodidamente insoportable, podría dejarles secuelas en el cerebro. Por supuesto, no me hago responsable de lo que les pueda ocurrir.
Dirige un tal Ricardo Suñez, del que no he podido localizar más información en ningún lado.