Dirigida por el siempre interesante Agustí Villaronga, nos
cuenta la historia de Klaus, un médico nazi que
torturó y abusó de niños durante la guerra. Después de un accidente, queda
inútil dentro de un pulmón de acero que le mantiene vivo. En consecuencia, su
mujer y su hija acaban hasta la pepitilla de el, y deciden contratar a una
enfermera. Cuando viene un joven a ofrecerse como enfermero, Klaus insistirá en
que este se quede a su cargo, a pesar de no tener la formación suficiente para
ocuparse de él. Esta insistencia es debida, a que este joven es una de sus víctimas durante la guerra, que al muy
sádico le trae un muy grato recuerdo. Sin embargo, el muchacho, planea el devolverle punto por punto, todas y
cada unas de las torturas sexuales y físicas a las que fue sometido por este
hombre.
Efectivamente, la pelí es cruel con la infancia (de hecho,
advierte en los títulos de crédito finales, que todas las escenas de crueldad y
sexualidad con los niños, han sido rodadas respetando con ellos, escrupulosamente,
toda ética posible), es visualmente fascinante (con todo ese predominio de los
tonos azulados y ese rollo “giallesco”), y de argumento impactante y cruel. De
hecho, actualmente, con la cantidad de películas provocadoras (valga como
muestra “A Serbian film”) y extremas que tenemos vistas, imágenes como las de
el niño degollado, o el niño al que le inyectan líquido del pulmón de acero en
el pecho, ya no resultan demasiado escandalizadoras, pero entiendo,
perfectamente, que en la época en que se estrenó, 1987, si que fueran algo
difíciles de digerir.
Es una película de tempo lento, porque lo que cuenta
necesita de ese tempo.
Osada y valiente, por tratar, con muy poco tacto e incluso
mala idea, un tema tan delicado como el del abuso infantil.
Una película que no esconde su sádica historia de amor entre
un adolescente y el cabrón que le violó y le torturó – el chaval aparece ahí
para consumar su venganza, pero es obvio que siente algo muy fuerte por su
agresor, y este por el- , y sobrepasa lo políticamente correcto con creces.
La dirección es excelente, así como la planificación y la
escenografía, y sería un referente en el fantástico español, muy a tener en cuenta. PERO, esta película se ve
truncada por unas interpretaciones de vergüenza ajena por parte del personal
infantil, que por momentos convierten una historia tan dura, en una comedia
involuntaria, y es una absoluta pena.
Digamos que esta película está a un paso de rozar lo
magistral, pero que se queda en el cubo de la basura por culpa del actor David
Sust, que da vida al joven Angelo, el enfermerito que lía, en la casa del nazi,
la marimorena (literalmente) porque parece imposible hacerlo peor. No ya que de
vergüenza ajena verle actuar, es que da autentico asco, máxime cuando apenas
entendemos una o dos palabras de su texto. Directamente balbucea.
Entonces, no es que estemos ya ante un error de casting, es
que estamos ante un delito, porque CUALQUIER otra opción, era mejor que esta
para interpretar a Angelo. No entiendo como Villaronga dejó caer el peso de
esta potente película sobre los hombros de este inútil y quedarse tan pancho.
De hecho, la carrera actoral del tal Sust, no sobrevivió a la siguiente década,
y gracias a dios, no se le ha vuelto a ver por ahí, porque es el único culpable
de que esta película no llegue a ser la gran película, audaz, provocadora,
sórdida e impactante que pretende ser. Una auténtica pena.
Por lo demás, muy bien, tanto que he sentido curiosidad por
ver que nos ofrece la ultima obra de su director “Pa Negre”, que tantas buenas
críticas y premios arrastra.
Además, es una muestra de que en el cine español, se
hicieron buenas películas hasta 1990, dónde se convirtió en eso que es ahora.