sábado, 18 de noviembre de 2023

TERMINAL FORCE

Nick Tyree es un policía alcohólico de gatillo fácil. Y no un gatillo cualquiera, hablamos de toda una magnum 44, nada menos, el revólver más potente del mundo, capaz de vo.... bueno, ya se saben el resto. En cualquier caso, el hombre es suspendido por cargarse a un maleante que quería atracar una licorería. Justo entonces, un mafioso de lo más temible, Johnny Ventura, secuestra a la hija de un camionero dispuesto a testificar en su contra. Así las cosas, deciden devolverle la placa a Nick para que vaya al rescate. Él, muy a regañadientes, acepta.
"Terminal Force" vendría a ser uno de los títulos menores, y más prescindibles, en la "etapa dorada" (o la menos marrón) de la carrera de Fred Olen Ray. Ya, ya, suena a chiste usar las palabras "menores" y "prescindibles" en este contexto, pero sí, tiene sentido. Fue todo un precedente de aquello en lo que, superados los 90, devendría la filmografía completa de su director, productos sosos, aburridos, desalmados y sin chispa de vida, ni ninguna otra clase. No obstante, incluso así, "Terminal Force" es... mmmmh, usar la palabra "mejor" sería excesivo, lo dejaremos en más entrañable que todos aquellos. No por la sobadísima trama. Ni por la habitual ejecución directiva de Ray, tan inimaginativa y perezosa, a base de planos fijos de gente hablando y hablando sin parar. Es una cosa bárbara, en serio. Creo que en toda la película hay un 15% de acción. 20 si me apuran. Y el resto es verborrea desatada, incluso para contar las mayores chuminadas. U otras tan evidentes que no lo necesitaban. Pero son esos 35 milímetros maravillosos con los que fue rodada (en cinco días), esos actores -sobre todo secundarios- más acartonados que un pack de tetrabriks y, sobre todo, la interminable ristra de rostros simpáticos, mucho habitual del subproducto e, inevitable, un montonaco de los integrantes de la secta Olen Ray, lo que "salvan" la papeleta. Bueno, y sus escasos 83 minutos de duración, por supuesto.
Richard Harrison no necesita presentación en este blog pero, vamos, el papel le va que ni pintado. Troy Donahue aparece como segundo de cartel (de hecho, su rostro se come más de la mitad de la caratula del VHS patrio), aunque lo cierto es que su papel es tan insignificante como irrelevante. Siendo un jovenzuelo de lo más guapete tuvo un arranque prometedor, asomando en "Invitación a la vida" de Douglas Sirk. Sin embargo, y conociendo a Olen Ray, sus gustos y manías, apuesto a que lo fichó únicamente porque en 1958 actuó en "Monster in the campus", considerada uno de los momentos menos inspirados de Jack Arnold. En cualquier caso, poco a poco la carrera del joven Donahue se fue desinflando, lo que, inevitablemente, le llevó al abuso de toda suerte de sustancias, especialmente bebercio (anda que... entre él y Harrison, menudo plantel). James R. Sweeney era ya todo un veterano del subproducto, había aparecido en la "sex comedy" "Esta chica es mía" y, seguidamente, prestó sus servicios para gentuza como David DeCoteau, Richard Gabai o Rick Sloane (quien, by the way, se encarga de diseñar los feos títulos de crédito de "Terminal Force"). No mucho después, Sweeney repitió con Olen Ray en "Bad Girls from Mars". Y hablando de girls, mencionar al bombón que interpreta a la secuestrada, Angela Porcell, una actriz que, seguramente, iba para "scream queen" pero se cansó de enseñar ese par de tremendos melonazos que gastaba, retirándose cuando apenas había sumado seis títulos en su filmografía. Claro que, menudos son. Localizamos otra vez a Rick Sloane con "Academia antivicio", "Deadly Reactor" del infamemente famoso David Heavener, "Chance" con el ínclito Joseph Merhi metido de por medio y la que todo lo empezó, "Glitch!", "sex comedy" firmada Nico Mastorakis. Impresionante. Tanto como las ubres de la muchacha, que en "Terminal Force" Olen Ray filma con gratuitosa delectación. Es que incluso le dedica primeros planos sin venir a cuento. Puro "exploitation" para ojos perversos como los míos y los suyos, por supuesto. De ahí que decidiera sacar este hermoso par -nunca mejor expresado- de instantáneas....


Otro que merece ser mencionado es Cleve Hall. De hecho, daría para un artículo entero. En "Terminal Force" interpreta a un asesino demente con pinta de rockero gótico -ya que pertenecía de forma genuina al gremio- y la cara de Pablo Carbonell. Es un actor pésimo, pero resulta muy gracioso. Se le puede ver en "El amo del calabozo", "La gran aventura de Pee-Wee", "Sueños Tortuosos", "Roller Blade Warriors: Taken by Force" de Donald G. Jackson, alguna de DeCoteau y otras tantas de Olen Ray. Aunque, realmente, lo suyo eran los efectos especiales, iniciándose nada menos que en "Pesadillas de una mente enferma" para, luego, pasar a currar con "Empire" en un montón de sus subclásicos (entiendo que asistiendo a John Carl Buechler) y clásicos. Una de sus últimas aportaciones fue fabricar al bicho protagonista de "El ataque del tiburón de dos cabezas", dirigida por Chris Ray, el hijo de Fred Olen Ray quien, ya puestos, tiene cameo en la misma "Terminal Force" como repartidor de periódicos. ¿No es encantador?. Al parecer, en 2012 Hall protagonizó un "reality" para "Syfy Channel" dedicado a su labor en el campo del látex titulado "Monster Man", lo que le otorgó cierta fama. Según la secretaria, colaboró en la confección del libro "It Came from the 80s!". Habría molado entrevistarle a fondo, pero por desgracia murió hace dos años. ¡Ah! olvidaba un último dato que aclara y contextualiza muchísimo de lo comentado hasta ahora, Cleve era hermano de Kenneth J. Hall.
Cerrando ya el apartado dedicado a los intérpretes "no Rayanos", queda Vincent Barbi, el típico superviviente de la era dorada del "exploitation" que Olen Ray fichaba por puro fanatismo. En sus años mozos, Barbi curró en el "The Blob / La masa devoradora" original de 1958. Luego, se prestó a salir en un puñado de los subproductos vomitados por Ted V. Mikels, en la serie y la película del "Batman" de Adam West, en la hoy reputada "Dolemite" y... a partir de aquí ya comienza a tantear terreno Rayano, coincidiendo con James R. Sweeney en "Capone", dirigida por el habitual colega/socio de Fred, Steve Carver (quien aparece en los agradecimientos de "Terminal Force") o haciendo de víctima en "El día después del juicio final" para entrar a formar parte de la mafia Olen Ray. Justo antes de palmar, Barbi tiene papelito en una cosa rarísima de naturaleza "indie" titulada "Suture". La vi en el Festival de Sitges, y se suponía el gran nuevo descubrimiento del palo, rollo "Reservoir Dogs", "El Mariachi" o "Clerks" (al fin y al cabo, estábamos en 1993), pero no coló. Incluía cierto elemento absurdo en su trama que provocó el rechazo de crítica y público.
Y, ahora sí, nos metemos de cabeza en el puro Fredolenrayismo... o esta reseña no terminará nunca. Los habituales que le acompañaban a todas partes durante los 80 y 90. Comenzando por su ex-mujer, Dawn Wildsmith, siguiendo con el gran gran Jay Richardson poniendo fondo y forma al mafioso jefe, un personaje detestable que el actor hace simpático. La inevitable Michelle Bauer, mostrando sus operadas ubres, claro. Ralph Lucas, que en "Beverly Hills Vamp" hacía del criado de las vampiras, esas que se papeaban a los amigos "nerds" del protagonista, uno de los cuales, Tom Shell, también asoma en "Terminal Force", solo que cambiando totalmente de registro. Aquí es el baranda que casi -casi- se tira al personaje de Angela Porcell. Hoy día, Shell se ha reciclado a director de productos desangelados, pero dispone de una filmografía como actor que es... verla para creerla. No pueden faltar tampoco el bueno de Joseph Pilato (acreditado Josef Piato) o el subdirector de subcine Dan Golden.
Pasemos directos a detrás de las cámaras. El fuerte de Ernest D. Farino han sido siempre los efectos especiales (y no solo de subproductos, también algunas películas de primer orden) pero, inquieto él (de joven editaba un fanzine dedicado íntegramente a Ray Harryhausen), en ocasiones lo ha intentado con la dirección y, como es el caso, la escritura de guion. Concretamente tres veces. Sorprende que de una mente tan imaginativa salga algo tan soso como lo reseñado, pero, en fin, ya se sabe. Sus otras dos aportaciones han sido igualmente para Fred Olen Ray, "Wizard of the demon sword" y la ya muy mencionada -y genuinamente divertida- "Beverly Hills Vamp".
Produce (entre otras cosas) Grant Austin Waldman, otro de los creyentes en la causa Ray. Pones la filmografía de uno al lado de la del otro, y casi van a la par. Waldman también lo ha intentado como director de sus propias cacotas, destacando entre las pocas "Teenage Exorcist".
A la hora de ilustrar esta interminable reseña, he echado mano de la sosa caratula del VHS español, básicamente porque así es como la alquilé en su día (y mira que me jode el pegote de todocoleccion, pero no hay otra). Sin embargo, me ha sido imposible resistirme a sumarle la exageradísima y graciosa ilustración que corretea por ahí como cubierta de alguna edición extranjera. Más que nada porque es puro y duro "exploitation". Pilla los cuatro elementos atractivos, desmádralos, y añade alguna mentirijilla piadosa (ese Harrison hiper-musculado!!). Aaaaay (suspiro) los buenos viejos tiempos.