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lunes, 21 de noviembre de 2022

LITTLE LOST SEA SERPENT

El director Donald G. Jackson, al que la afición le vino de manera temprana cuando filmaba eventos deportivos de instituto con su Bolex de 16 mm, es un realizador peculiar donde los haya, que quizás encaminó su carrera por el lado más elemental a causa de la falta de trabajo o, en un segundo término, quizás, por la de talento. Al margen de eso, detestaba las películas en las que Satán es mostrado de manera ostentosa porque era un cristiano redomado, mientras que por otro lado fue “La matanza de Texas” la película que le llevó a querer dirigir cine.
Paradójicamente y traicionando a sus creencias, debuta en el mundo del cine, precisamente, con una película de contenido satánico como era “The Demon Lover” —estrenada en nuestro país en vídeo, espantosamente editada, bajo el título de “Ceremonia Satánica”. Conoció otra edición que, erróneamente, le otorgaba la dirección a Fred Olen Ray —, mientras que el culto y seguimiento a posteriori se lo debe a un par de películas de "serie B" no muy hábiles pero simpáticas, que son “El infierno vuelve a Frogtown”, con Roddy Pipper (terminada de rodar por otro mindundi) y “Roller Blade” de la que posteriormente rodaría remake y secuelas. Estas serían sus tres películas más populares y a las que ineludiblemente se les rinde el culto merecido dentro de los parámetros de la "serie B" más desacomplejada.
Sin embargo llegados los 90, y navegando en un mar de mediocridad en el que, por abaratar costes, si quería seguir rodando debía hacerlo en vídeo costroso de la época, llega a su vida otro peculiar director, experto en artes marciales y aún más costroso que el propio Jackson, que responde al nombre de Scott Shaw y cuya escasa popularidad se la debe a títulos como “Atomic Samurai” entre otras mil mierdas que tiene en su filmografía, ya sea en calidad de productor o de director. Shaw alaba la filmografía ochentera de Jackson y le propone que se asocie con él en su pequeña productora, para que forme parte de una nueva corriente cinematográfica artística de su invención a la que llama Zen filmaking. Y Jackson se enreda con él en ese tinglado. ¿Y en qué consiste el Zen filmaking? Pues nada más y nada menos que en rodar películas con el mínimo dinero posible, en el menor espacio de tiempo y sobre la marcha, sin un guion, improvisando y construyendo la película según van grabando. Lo que viene siendo una película amateur de toda la puta vida, y además, de las malas. Insufribles. De esta manera, juntos, se lían a rodar películas amateur a cholón, expoliando, en la medida de lo posible, los éxitos pasados en celuloide del señor Donald G. Jackson, por lo que la mayoría de esa producción la componen secuelas de “Roller Blade” y, sobre todo, de “El infierno vuelve a Frogtown”, pero con una pobreza de medios —y artística— similar a cualquier película facturada en el tercer mundo. También tienen especial predilección por hacer películas de terror protagonizadas por El Chupacabra. Pero les va bien y se hartan de vender VHSs para el mercado del alquiler, por lo que en cierto modo resultan ser un antecedente para productoras como The Asylum, Tomcat Films y similares.
En una de estas, Shaw se da cuenta que el mercado infantil está caliente en los Estados Unidos, que las copias de Disney provenientes de exóticos países tercermundistas se alquilan como churros y que, en definitiva, los niños suelen ser un público agradecido. De este modo, y siempre cumpliendo los dogmas de Zen filmaking, propondrá a su socio rodar una serie de películas de corte infantil (de las que daré buena cuenta por aquí empezando con la de hoy) que cuentan como principal reclamo con el protagonismo de Joe Estevez —el tío menos famoso de Emilio Estevez y Charlie Sheen y, por ende, hermano de Martin Sheen—, que debe ser uno de los peores sobreactuadores de la historia, y de Conrad Brooks, actor clásico de la serie B/Z de los años 50 que se haría popular por salir en las películas de Ed Wood y que en plenos 90 respiraba sus últimos estertores.
Fascinado me quedé al saber sobre el Zen filmaking (aunque en su día ya tratáramos el asunto en formato audio), pero más todavía cuando supe de esta rama del movimiento pensada para los niños. Así, llego a esta infamia titulada “Little lost sea serpent”.
Cuenta la historia de una pareja de niños que, en la orilla del mar, se encuentran un bebé de serpiente marina gigante, con sus aletitas y todo. Por supuesto, se la llevarán a casa. Cerca del lugar les espían un par de periodistas que al darse cuenta de la magnificencia de lo que se han encontrado ahí, les perseguirán con la idea de hacerle fotos al bebé serpiente para publicarlas en los diarios.
En casa los críos jugarán con la serpiente, la criarán y conseguirán que sus padres, que no sabían nada, lleguen a encariñarse de un bicho que, al ser marino, necesita estar en el mar o se muere. Así que pronto decidirán regresarla a su hábitat para que esté con sus papis. Los periodistas por el camino comprenderán también que devolverla al mar es lo mejor. Así que de vuelta al mar, la mamá de la serpiente vendrá a recibirla con sus 10 metros de tamaño, mientras la serpiente pequeñita ¡habla y dice que quiere volver a casa! Y fin.
“Little lost sea serpent” ¡es el enésimo exploit de “E.T. El extraterrestre”!
Básicamente, Shaw y Jackson copian la estructura narrativa de la película de Spielberg, la adaptan a sus escasos medios y rellenan metraje a base de improvisaciones y conversaciones interminables. Todo ello rodado fatal, sin ningún cuidado y como si en realidad todo importase un bledo. Además, la pequeña serpiente, que bien podría ser semi animatrónica, es un tarugo. No se mueve, nada, un muñecajo inerte medio marionetesco, que hace que cada vez que un actor interactúe con él parezca completamente estúpido —máxime si quien interactúa con él es Joe Estevez—. Es como hacer una película con el peluche de la feria como protagonista. Pero cuando aparece la madre de la serpiente, un ser que entendemos que ha de medir más de 10 metros… mi madre… mejor buscan la peli y la ven, porque es inenarrable.
En definitiva, una película/estafa que directamente no se puede ver. Hay que ser muy valiente para enfrentarse a un visionado completo. O muy estúpido. Y yo me la he comido de cabo a rabo.
Sin embargo, me alegra haberme adentrado en el Zen filmaking de Shaw y Jackson, porque, créanme, si hay un cine pobre, chabacano, sin vida, triste, sin duda es este. Podría competir con el “Yo quiero ser torero” de Miliki y con el dúo Sacapuntas, y ganaría de largo la española. Ver para creer.
Vamos a por otra…

lunes, 28 de noviembre de 2022

ROLLERGATOR

Probablemente esta sea la más popular de las películas del tamdem G.Jackson/Shaw, gracias a la gente de RiffTrax, que 20 años después de su lanzamiento en vídeo le dedicó un programa mofándose de ella. Motivo suficiente para que las hordas fanáticas del cine chungo le rindan una pleitesía, que por mala que sea la puta peli, no se merece. Y probablemente también sea el título más soporífero dentro de este ciclo dedicado al Zen filmaking infantil con Joe Estevez y Conrad Brooks en el reparto.
La cosa carece de todo sentido. Tenemos por un lado a una chavalita rubia sobre patines, que en bikini está bastante buena, y que se encuentra un bebé de cocodrilo de color morado (una puta marioneta de goma para meter la mano desde abajo) que habla sin parar, hace chistes y hasta incluso rapea.
Por otro lado, tenemos al gerente de una feria itinerante que trata de capturar al cocodrilo. También hay un ninja en monopatín (¿?) que persigue —muy despacito— a la chavalita rubia de los patines. Y finalmente una especie de explorador que busca al cocodrilo para… ¿devolverlo a su hábitat? Y claro, como la chica que porta al animal durante toda la película va en patines, se justifica así el título que esta lleva: “Rollergator”, es decir, lagarto patinador o algo parecido. Y no hay más.
Por supuesto, el gerente malvado está interpretado por Estevez mientras que Brooks hace las veces de explorador bueno, se reparten sus escasas intervenciones a lo largo de la película de manera espaciada para que parezca que salen más de lo que lo hacen. El resto de los actores, que improvisan sobre la marcha, no sabemos quienes son y tampoco nos importa.
Por lo demás, lo de siempre, pero esta vez quizás un poco más coñazo, en parte porque el efecto sorpresa tras haber visto previamente otras dos cosas de estas desaparece, así que tenemos infinidad de conversaciones estúpidas entre los actores, destacando las que mantienen la chavalita con el irritante lagarto. Al final también aparece un señor disfrazado de reptil que mantiene una conversación con el personaje de Joe Estevez. La barrera idiomática en esta secuencia ha sido un problema porque no me he enterado de nada de lo que hacía ahí ese señor, aunque da igual porque aparece de golpe  y luego no se vuelve a saber más del tema. Y que en el fondo da igual la película entera.
En definitiva, un desastre desastroso. No comprendo como estos señores, Scott Shaw y sobre todo Donald G. Jackson, que aunque fuera una mierda había hecho cine de verdad en los 80, consiguieron generar negocio, por ínfimo que este fuese, a costa de facturar estas películas caseras sin ganas, ni ilusión, ni garbo. El Zen filmaking ¡Es lo peor de lo peor!
Por ahí tienen los DVDs a la venta, si es que alguien quiere coleccionar estas cosas. Yo por lo pronto, y tras esta trilogía, me despido para siempre, no solo de este cine Zen, sino también de cualquier cosa que vaya firmada por G. Jackson o Shaw.

sábado, 7 de mayo de 2022

CYCLONE, AL FILO DE LA MUERTE

Suelo lamentarme de que, desde hace ya demasiados años, la carrera del otrora rey del zetismo Fred Olen Ray ande medio muerta, con el tipo dedicándose a la facturación de productos desalmados, sin frescura, ni pizca de las simpáticas extravagancias que eran habituales en su etapa ochentera, cuando más volcado andaba en el fantastique y el terror, géneros estos prácticamente desaparecidos de su filmografía. Pero, siendo justos, es cierto que en aquellos añorados entonces Ray también dirigió alguna película afín al material actual. Meros encargos huérfanos de amor en sus fotogramas (aunque puede, solo puede, que un pelo mejor presupuestados y distribuidos) Eran los años en los que el filmmaker soñaba con integrarse en el sistema de los grandes estudios. Creía firmemente seguir la senda correcta, aspirando a convertirse en un mero pero feliz artesano. Para bien o para mal, nunca lo consiguió.
Siendo entonces yo super-fan suyo, detestaba esas películas. Me aburrían mortalmente (es decir, más de lo habitual en su cine) Eran las etiquetables de "acción y/o thriller", como "Commando para matar", "Terminal Force", "El poder de las armas" o la que me dispongo a comentar hoy, "Cyclone, al filo de la muerte" (puede que las otras caigan también en el futuro -salvo "El poder de las armas", que ya está reseñada-, dependerá de lo que logren mis conseguidores personales. ¡Gracias pishas!) Ya saben que, últimamente, ando en plan "zen", intentando deglutir las películas que en el pasado me atormentaron -por malas pero, sobre todo, palizas- invirtiendo toda mi atención y esforzándome al máximo en busca de impresiones positivas.
Un tipo ha inventado una moto mega-futurista y "chanin" que se alimenta, principalmente, de una batería la mar de duradera y beneficiosa para el medio ambiente. Una corporación malvada hará lo que sea por agenciarse el juguete, así que, simplemente, se cepillan al científico. Lo que no saben es que, a partir de ahí, será su novia la que se encargue de proteger el invento y, de paso, vengar la muerte del pocholo.
A pesar de contar con más medios de lo habitual, "Cyclone, al filo de la muerte" sigue teniendo un presupuesto ajustado, de ahí que el señor director -haciendo honor a su "modus operandi"- continúe abusando de diálogos. Aunque al menos no son tan excesivos, ni tan tontos, como solía ser habitual. La peli cuenta con su accion-cilla. Sus "stunts" espectaculares (hay uno, con un coche que sale disparado por un puente, francamente llamativo) Explosiones generosas. Y todos aquellos elementos tan de la década (está fechada en 1987) que contribuyen a distraerte el ojo y la mente, como la banda sonora a base de sintetizador y un poco de repelente AOR. Así pues, como pasatiempo dominguero, la cosa tiene un pase. Sí, se puede ver.
Quizás la escena más maja -y más Ray_ante, dicho de modo positivo- sea cuando la prota y el novio acuden a un local "punk" para ver un concierto (con el mismo Fred Olen Ray interpretando al portero) En seguida pensé aquello de "Ay dios, a ver qué concepto tiene este hombre de lo que es punk... seguro que nada bueno" Y, vale, es verdad que las pintas del público son más propias de unos "New Romantics", sin embargo, y por esta vez, el grupo está a la altura. Hablo de "Haunted Garage", que se curran una canción un rato guapa y, además, cuentan como cantante con Michael Sonye, auténtico devoto del cine de terror y el "trash", hasta el punto de meter mano en "la industria" apareciendo en toda suerte de títulos. Lo has visto en muchas otras "obras maestras" del mismo Olen Ray, pero también de David DeCoteau o Donald G. Jackson. Ejercía como Mengele (!!!) en "Los surfistas nazis deben morir" Y se prestó a participar en los desvaríos primero underground, pornográficos después, de Eric Brummer. Como guionista, Sonye tampoco es manco, y entre sus libretos más notorios localizamos la falsa cuarta entrega de "El Exterminador" , "Commando para matar" del mismo Ray y, sobre todo, el clásico videoclubero "Fonda Sangrienta". Vamos, que el tío es toda una leyenda y merecería muchas más atenciones (justo al ladito de William Butler).
Ya que estamos con el personal que colabora o aparece en "Cyclone, al filo de la muerte", siempre tan interesante como entonces era norma en el cine de su director, sigamos indagando. Pal caso destacan Heather Thomas, la típica "bimbo" californiana supuestamente sexy que, a mi, me echa patrás. El colega Jeffrey Combs, aún caliente de su paso por "Re-Animator" y que repetiría con Fred Olen Ray en subsiguientes películas, como "Los Dreggs" (de la que siempre se arrepintió) o "Bandidos Americanos" (un western coñazo que ni pude terminar) El actor y especialista Dar Robinson, que moriría poco después de "Cyclone..." rodando otra peli (estrelló la moto contra un árbol, quedando empalado por una rama, nada menos) y al que se hace una dedicatoria antes de los créditos finales. La ex-"chica Bond" y ex-chica "Hammer Films" Martine Beswick. Un Martin Landau en pleno naufragio por los contornos del cine barato. Huntz Hall de los "Bowery Boys" como mecánico salido (este y la Beswick seguramente sean elecciones del Olen Ray más fan) Troy Donahue (repetiría con el director en "Terminal Force") Tim Conway Jr. (volveríamos a verle en una de las mejores Ray-adas, "Beverly Hills Vamp") Dawn Wildsmith (la por entonces pareja del cineasta) Y un par más de los habituales de la casa, Robert "Conde Yorga" Quarry y una Michelle Bauer vista y no vista ejerciendo de stripper, cómo no. Tanta fidelidad se prolonga al personal tras las cámaras, como un Donald G. Jackson en función de asistente, Bret Mixon a los efectos especiales + visuales y T.L.Lankford retocando el guion de Paul Garson, quien poco después escribiría también el de "Alienator".

A modo "frikoso", les dejamos una captura del film donde, muy de refilón, se cuela el estupendo póster de una no menos estupenda película recién estrenada entonces... ¿la reconocen? Más les vale porque, esta vez, no pienso desvelar de cual se trata.


Aprovechando que estamos generosos, también les dejamos con la caratula del VHS patrio completita, cortesía del gran Enorm.

viernes, 25 de noviembre de 2022

BABY GHOST

Más que por completismo, el hecho de enfrentarme a una nueva película de Zen filmaking — ¡vaya cara dura la del inútil de Scott Shaw!— dirigida por Donald G. Jackson y protagonizada por Joe Estevez y Conrad Brooks, es ya una cuestión de masoquismo. O de cabezonería. Y es que pasados cinco minutos de visionado, y pasada la gracia inicial del ponerte una mierda de estas, es mucho más entretenido, satisfactorio y enriquecedor ponerse en la tele un acuario digital, o incluso las imágenes que acompañan a unas de esas músicas neutras para coger el sueño o estudiar. Desde luego, están realizadas con mucho más cariño que una película de estas.
Sin embargo el interés por estas películas infantiles radica en que, con toda seguridad, se trata de las peores de la historia, máxime, si tenemos en cuenta que vienen facturadas por gente que venía de hacer cine “de verdad”. Nada es peor que esto. En serio. Y por eso quiero verlo aunque sea de pasada y modo "móvil en la mano".
En esta ocasión tenemos a Joe Estevez dando vida (o muerte) a un fotógrafo, de los que hacen fotos a niños, que tiene el estudio situado en el interior de un edificio de oficinas. Una noche, tanto él como el bedel, el guardia de seguridad e incluso dos ladrones que han entrado en el lugar no se sabe muy bien a robar qué, se quedan encerrados sin posibilidad de salir. El fotógrafo llama por teléfono a una vidente que le advierte que se ha quedado encerrado por culpa del fantasma de un bebé que fue asesinado en el pasado dentro del edificio. Su espíritu quedó confinado en el interior de una caja y se ha escapado de ella.
Después de muchas conversaciones improvisadas entre unos y otros, por fin hace acto de presencia el bebé fantasma — un muñecajo estático tratado a partir de los efectos digitales de alguna computadora Amiga 2000 de la época— para hacer la vida imposible a nuestros protagonistas, así que, se mofará de ellos, recortará con tijeras las fotografías de nuestro amigo fotógrafo y se comerá toda suerte de pasteles sorteando las trampas que los protagonistas le van dejando con el fin de capturarle.
Por supuesto, esta película rodada en ¡un día! fue puesta en los video-clubs americanos poco después del estreno de “Casper” y así aprovecharse del tirón, pero el fantasmita que sirve de reclamo es una suerte de Slimer de “Los cazafantasmas” en cutre. Tiene su misma actitud juerguista, aunque el aspecto recuerda vagamente a un Critter de rostro infantilizado. En cualquier caso, este muñecajo es, al igual que todos los de las películas infantiles Zen filmaking, una putísima mierda.
En definitiva, completar el visionado (seis sesiones me ha costado hacerlo y eso que dura hora y poco…) es un auténtico suplicio.
Por supuesto, no falta el grupo de señores con ganas de pitorreo que, junto a otros jóvenes posmodernos con un afán de protagonismo atroz y, como suele ser habitual, tratando de quedar por encima de una película de la que es muy fácil reírse, han cogido todas estas Zen movies y las han desollado en un programa deudor del clásico “Mystery Science Theater 3000” en el que, previo pago por visión, podemos ser testigos de lo irritantes que llagan a ser los responsables de algo genuino como fue “MST3” cuando ya hay una conciencia comercial de lo que se está haciendo. Se trata de Rifftrax. Supongo que a un advenedizo le pueden hacer gracia los chistes en torno a una película subnormal como esta, pero, al margen de que no tiene puta gracia, de lo que debería darse cuenta toda esta escoria es que una cosa como “Baby Ghost” no necesita de bromas externas, porque ya la película en sí misma es una broma. Y de mal gusto. Sería más ingenioso -y original- hacerlo con una película menos fácil y evidente. Pero pedirle eso a cierto fandom es pedir un imposible.
Sin más, el próximo día vendré con un nuevo Zen filmaking infantil… ya en plan fin de fiesta. Tengo paciencia, pero no tanta…

viernes, 31 de marzo de 2023

F.A.R.T: THE MOVIE

Casi parece una broma  siniestra, un mal chiste que contarle a un deficiente mental, pero no, “F.A.R.T: The Movie” (traducido sería “P.E.D.O. La película”) existe, y es peor de lo que uno puede llegar a imaginarse. Es una estupidez supina. Se puede tender a pensar que esto es una tomadura de pelo, pero no lo es. Es una comedia legítima con la ventosidad como máximo exponente del humor. De hecho, su director Ray Etheridge lleva años ganándose la vida con esta tipo de películas indescriptibles y baratas —que se asemejan mucho al Zen filmaking— cuyo principal punto de venta son tiendas locales de productos tirados de precio, y su equivalencia la encontraríamos en nuestros bazares de todo a 100 regentados por chinos.
“F.A.R.T: The Movie” costó tan solo 43.000 dólares que se recuperarían a lo largo de su vida comercial en VHS y DVD, y se ha seguido vendiendo hasta hace relativamente poco en la página web oficial de la película.
Cuenta la historia de un individuo al que le encanta tirarse pedos. Se los tira además provocando, en la parada del autobús, en el taxi o en el ascensor, lo que causará el enfado y repulsa de quienes están a su alrededor y reciben una de esas ventosidades. Además el tipo siempre expele los aires de la misma manera: Hace un pequeño esfuerzo, suelta el pedo y después pone cara de alivio.
Todo bien, pero en casa continúa con la serenata. Ve la tele, come pizza y se tira pedos, muchos, motivo este por el que su mujer entra en cólera y discuten, pero nuestro protagonista no parece entender a su esposa y continúa tirando pedos y haciendo muecas. Y eso es todo, ese es el argumento de “F.A.R.T: The Movie”.
Para llegar a la duración estándar de una película, como el tipo está todo el rato viendo la televisión, llegados a la mitad de metraje, “F.A.R.T: The Movie” se convertirá en una suerte de film de segmentos en el que el espectador visionará la misma programación que está viendo el protagonista, así, desfilarán  por pantalla monólogos de desangelados cómicos que hablan de pedos, spots que anuncian productos para tapar el olor de los pedos o concursos de televisión cuya ristra de preguntas gira en torno a los pedos. La infamia más absoluta hecha película.
Yo soy amigo del humor de caca-culo-pedo-pis, por lo que he de reconocer que los cinco primeros minutos me hicieron cierta gracia. Incluso la primera discusión con la mujer fue motivo de algarabía con esta película, pero cuando esa misma discusión se eterniza minutos y minutos, y la película entra en un bucle de pedos, ya queda una sensación agridulce, rancia, ocre y lo único que pide el cuerpo es quitar esa mierda que estás viendo. Por suerte, no llega a la hora y media de duración.
Poco más…
Ray Etheridge dirige esto, se trata de una de sus primeras películas y uno tiende a pensar que quizá hay algo de impostación o posmodernismo en algo tan malo. Da peor espina cuando dentro del reparto, al igual que las películas Zen de Donald G. Jackson, tenemos a un ajado Conrad Brooks, pero se trata de una producción de 1991 y el actor todavía no había sido descubierto para el mundo por Tim Burton en el biopic homónimo sobre Ed Wood. Si consultamos la filmografía de Etheridge y su modus operandi a la hora de distribuir sus películas, nos daremos cuenta de que nos encontramos ante un director genuino, un deficiente mental, un outsider que ha encontrado una pequeña vía en la que se siente a gusto, y en la que, si no gana dinero al menos no lo pierde y que le permite continuar haciendo sus películas.
Consultar su IMDB da escalofríos, ya que seremos testigos de las carátulas más cutres y con peor pinta, en títulos como “Mosquitos, alligators and bullets”, “Zombie drug Lord” o “Bigfoot and other adventures”. Asimismo, uno de los ¡tres guionistas que tiene esto! Ray Atherton, no deja de ser un personaje curioso ya que cuenta con una filmografía de lo más pintoresca, de hecho, suyo es el libreto de “Masacre en la Universidad” —la cual igualmente produce así como toda suerte de documentales e incluso mondos. — y también aparecía en un pequeño papel en “Henry: retrato de un asesino”. Los otros dos, Drew McWeeny y Scott Swan, se suponen responsables de un par de capítulos de la posterior "Masters of Horror" (además, uno de ellos considerado el mejor, "Cigarette Burns" de John Carpenter) lo que no deja de ser llamativo, salvo por el hecho de que, según donde mires, figuran o no... ¿error o ellos mismos intentando desvincularse de esto?.
En cuanto al anecdotario, cuentan que Conrad Brooks, cuando vio el festival de pedos en el que se había metido, se acercó a Ray Etheridge y le dijo que a partir de ahora iba a ser conocido por haber trabajado en las dos peores películas de la historia, una “Plan 9 From Outer Space” y otra “F.A.R.T: The Movie”. También dicen que, en las agencias de casting y demás lugares donde se estaba buscando personal, había un gran número de individuos que no ponían objeción al mal gusto de la cinta, y no solo eso, sino que también pedían trabajar en ella particularmente, eso sí, siempre y cuando aparecieran acreditados en la misma bajo pseudónimo. De hecho, aparecen acreditados bajo pseudónimo… como si los fueran a reconocer de algún modo.
“F.A.R.T: The Movie”, de largo, es una de las peores películas que he visto nunca, con toda seguridad una de las más incapaces de provocar la risa del espectador cuando está totalmente concebida para lograrlo, es cutre, chabacana, estúpida, insultante… pero no deja de hacerme gracia el hecho de que exista un film cuyo argumento gira en torno a un tío al que le gusta peerse en lugares públicos.
No obstante no es tan raro, y podemos hablar de un subgénero marginal en esto de tirarse pedos, porque anterior y posteriormente han salido películas igual de baratas que esta que van exactamente de lo mismo; por un lado tenemos la rarísima (hasta que la compró la Troma) “Silent But Deadly”, que quizás argumentalmente tiene un poco más de enjundia que esta ya que en ella una presidenta de los Estados Unidos judía construye una poderosa arma de destrucción masiva a base de ventosidades, y otras dos películas que se titulan exactamente igual que esta: “F.A.R.T: The Movie”, una de ellas de origen malayo y otra a la que también se la conoce bajo el título de “Artie” y que tiene una pinta bastante parecida a la reseñada. Por supuesto, son jodidas de encontrar. Igual algún día caen por aquí.

miércoles, 3 de marzo de 2021

PROMO DE "SELECT VIDEO"

Damos un paso atrás en el tiempo y recuperamos los añorados años del vídeo-clubismo. ¿Cómo? Pues mostrándoles esta pedazo de publicidad del sello "Select Video", donde podrán gozar de las impagables carátulas de algunos de sus lanzamientos, entre ellos títulos que han pasado por este blog (como "Pesadilla Interminable"), grandes cagadas (atribuir a Fred Olen Ray la paternidad de "Ceremonia Satánica" -"The Demon Lover"-, cuando sus directores reales fueron Donald G. Jackson y Jerry Younkins) y grandes hostiazos de mi juventud. Aún recuerdo cuando alquilé "El carnicero", empujado por esa prometedora caratula, sediento de sangre y emociones extremas, para encontrarme un coñazo de órdago dispuesto a joderme la noche entera (que acabara formando parte del catálogo de Troma puede darles una pista).
Disfruten... (CTRL + botón izquierdo del ratón para ampliar las imágenes)


sábado, 18 de noviembre de 2023

TERMINAL FORCE

Nick Tyree es un policía alcohólico de gatillo fácil. Y no un gatillo cualquiera, hablamos de toda una magnum 44, nada menos, el revólver más potente del mundo, capaz de vo.... bueno, ya se saben el resto. En cualquier caso, el hombre es suspendido por cargarse a un maleante que quería atracar una licorería. Justo entonces, un mafioso de lo más temible, Johnny Ventura, secuestra a la hija de un camionero dispuesto a testificar en su contra. Así las cosas, deciden devolverle la placa a Nick para que vaya al rescate. Él, muy a regañadientes, acepta.
"Terminal Force" vendría a ser uno de los títulos menores, y más prescindibles, en la "etapa dorada" (o la menos marrón) de la carrera de Fred Olen Ray. Ya, ya, suena a chiste usar las palabras "menores" y "prescindibles" en este contexto, pero sí, tiene sentido. Fue todo un precedente de aquello en lo que, superados los 90, devendría la filmografía completa de su director, productos sosos, aburridos, desalmados y sin chispa de vida, ni ninguna otra clase. No obstante, incluso así, "Terminal Force" es... mmmmh, usar la palabra "mejor" sería excesivo, lo dejaremos en más entrañable que todos aquellos. No por la sobadísima trama. Ni por la habitual ejecución directiva de Ray, tan inimaginativa y perezosa, a base de planos fijos de gente hablando y hablando sin parar. Es una cosa bárbara, en serio. Creo que en toda la película hay un 15% de acción. 20 si me apuran. Y el resto es verborrea desatada, incluso para contar las mayores chuminadas. U otras tan evidentes que no lo necesitaban. Pero son esos 35 milímetros maravillosos con los que fue rodada (en cinco días), esos actores -sobre todo secundarios- más acartonados que un pack de tetrabriks y, sobre todo, la interminable ristra de rostros simpáticos, mucho habitual del subproducto e, inevitable, un montonaco de los integrantes de la secta Olen Ray, lo que "salvan" la papeleta. Bueno, y sus escasos 83 minutos de duración, por supuesto.
Richard Harrison no necesita presentación en este blog pero, vamos, el papel le va que ni pintado. Troy Donahue aparece como segundo de cartel (de hecho, su rostro se come más de la mitad de la caratula del VHS patrio), aunque lo cierto es que su papel es tan insignificante como irrelevante. Siendo un jovenzuelo de lo más guapete tuvo un arranque prometedor, asomando en "Invitación a la vida" de Douglas Sirk. Sin embargo, y conociendo a Olen Ray, sus gustos y manías, apuesto a que lo fichó únicamente porque en 1958 actuó en "Monster in the campus", considerada uno de los momentos menos inspirados de Jack Arnold. En cualquier caso, poco a poco la carrera del joven Donahue se fue desinflando, lo que, inevitablemente, le llevó al abuso de toda suerte de sustancias, especialmente bebercio (anda que... entre él y Harrison, menudo plantel). James R. Sweeney era ya todo un veterano del subproducto, había aparecido en la "sex comedy" "Esta chica es mía" y, seguidamente, prestó sus servicios para gentuza como David DeCoteau, Richard Gabai o Rick Sloane (quien, by the way, se encarga de diseñar los feos títulos de crédito de "Terminal Force"). No mucho después, Sweeney repitió con Olen Ray en "Bad Girls from Mars". Y hablando de girls, mencionar al bombón que interpreta a la secuestrada, Angela Porcell, una actriz que, seguramente, iba para "scream queen" pero se cansó de enseñar ese par de tremendos melonazos que gastaba, retirándose cuando apenas había sumado seis títulos en su filmografía. Claro que, menudos son. Localizamos otra vez a Rick Sloane con "Academia antivicio", "Deadly Reactor" del infamemente famoso David Heavener, "Chance" con el ínclito Joseph Merhi metido de por medio y la que todo lo empezó, "Glitch!", "sex comedy" firmada Nico Mastorakis. Impresionante. Tanto como las ubres de la muchacha, que en "Terminal Force" Olen Ray filma con gratuitosa delectación. Es que incluso le dedica primeros planos sin venir a cuento. Puro "exploitation" para ojos perversos como los míos y los suyos, por supuesto. De ahí que decidiera sacar este hermoso par -nunca mejor expresado- de instantáneas....


Otro que merece ser mencionado es Cleve Hall. De hecho, daría para un artículo entero. En "Terminal Force" interpreta a un asesino demente con pinta de rockero gótico -ya que pertenecía de forma genuina al gremio- y la cara de Pablo Carbonell. Es un actor pésimo, pero resulta muy gracioso. Se le puede ver en "El amo del calabozo", "La gran aventura de Pee-Wee", "Sueños Tortuosos", "Roller Blade Warriors: Taken by Force" de Donald G. Jackson, alguna de DeCoteau y otras tantas de Olen Ray. Aunque, realmente, lo suyo eran los efectos especiales, iniciándose nada menos que en "Pesadillas de una mente enferma" para, luego, pasar a currar con "Empire" en un montón de sus subclásicos (entiendo que asistiendo a John Carl Buechler) y clásicos. Una de sus últimas aportaciones fue fabricar al bicho protagonista de "El ataque del tiburón de dos cabezas", dirigida por Chris Ray, el hijo de Fred Olen Ray quien, ya puestos, tiene cameo en la misma "Terminal Force" como repartidor de periódicos. ¿No es encantador?. Al parecer, en 2012 Hall protagonizó un "reality" para "Syfy Channel" dedicado a su labor en el campo del látex titulado "Monster Man", lo que le otorgó cierta fama. Según la secretaria, colaboró en la confección del libro "It Came from the 80s!". Habría molado entrevistarle a fondo, pero por desgracia murió hace dos años. ¡Ah! olvidaba un último dato que aclara y contextualiza muchísimo de lo comentado hasta ahora, Cleve era hermano de Kenneth J. Hall.
Cerrando ya el apartado dedicado a los intérpretes "no Rayanos", queda Vincent Barbi, el típico superviviente de la era dorada del "exploitation" que Olen Ray fichaba por puro fanatismo. En sus años mozos, Barbi curró en el "The Blob / La masa devoradora" original de 1958. Luego, se prestó a salir en un puñado de los subproductos vomitados por Ted V. Mikels, en la serie y la película del "Batman" de Adam West, en la hoy reputada "Dolemite" y... a partir de aquí ya comienza a tantear terreno Rayano, coincidiendo con James R. Sweeney en "Capone", dirigida por el habitual colega/socio de Fred, Steve Carver (quien aparece en los agradecimientos de "Terminal Force") o haciendo de víctima en "El día después del juicio final" para entrar a formar parte de la mafia Olen Ray. Justo antes de palmar, Barbi tiene papelito en una cosa rarísima de naturaleza "indie" titulada "Suture". La vi en el Festival de Sitges, y se suponía el gran nuevo descubrimiento del palo, rollo "Reservoir Dogs", "El Mariachi" o "Clerks" (al fin y al cabo, estábamos en 1993), pero no coló. Incluía cierto elemento absurdo en su trama que provocó el rechazo de crítica y público.
Y, ahora sí, nos metemos de cabeza en el puro Fredolenrayismo... o esta reseña no terminará nunca. Los habituales que le acompañaban a todas partes durante los 80 y 90. Comenzando por su ex-mujer, Dawn Wildsmith, siguiendo con el gran gran Jay Richardson poniendo fondo y forma al mafioso jefe, un personaje detestable que el actor hace simpático. La inevitable Michelle Bauer, mostrando sus operadas ubres, claro. Ralph Lucas, que en "Beverly Hills Vamp" hacía del criado de las vampiras, esas que se papeaban a los amigos "nerds" del protagonista, uno de los cuales, Tom Shell, también asoma en "Terminal Force", solo que cambiando totalmente de registro. Aquí es el baranda que casi -casi- se tira al personaje de Angela Porcell. Hoy día, Shell se ha reciclado a director de productos desangelados, pero dispone de una filmografía como actor que es... verla para creerla. No pueden faltar tampoco el bueno de Joseph Pilato (acreditado Josef Piato) o el subdirector de subcine Dan Golden.
Pasemos directos a detrás de las cámaras. El fuerte de Ernest D. Farino han sido siempre los efectos especiales (y no solo de subproductos, también algunas películas de primer orden) pero, inquieto él (de joven editaba un fanzine dedicado íntegramente a Ray Harryhausen), en ocasiones lo ha intentado con la dirección y, como es el caso, la escritura de guion. Concretamente tres veces. Sorprende que de una mente tan imaginativa salga algo tan soso como lo reseñado, pero, en fin, ya se sabe. Sus otras dos aportaciones han sido igualmente para Fred Olen Ray, "Wizard of the demon sword" y la ya muy mencionada -y genuinamente divertida- "Beverly Hills Vamp".
Produce (entre otras cosas) Grant Austin Waldman, otro de los creyentes en la causa Ray. Pones la filmografía de uno al lado de la del otro, y casi van a la par. Waldman también lo ha intentado como director de sus propias cacotas, destacando entre las pocas "Teenage Exorcist".
A la hora de ilustrar esta interminable reseña, he echado mano de la sosa caratula del VHS español, básicamente porque así es como la alquilé en su día. Sin embargo, me ha sido imposible resistirme a sumarle la exageradísima y graciosa ilustración que corretea por ahí como cubierta de alguna edición extranjera. Más que nada porque es puro y duro "exploitation". Pilla los cuatro elementos atractivos, desmádralos, y añade alguna mentirijilla piadosa (ese Harrison hiper-musculado!!). Aaaaay (suspiro) los buenos viejos tiempos.

domingo, 14 de julio de 2013

VIOLADA

Cuando te sientas en el sofá dispuesto a ver esta película del año 1984 ("Violated" en versión original), la verdad es que lo que esperas encontrarte es uno de esos "rape & revenge", tipo "La violencia del sexo" o "Venganza desnuda", sobre mujeres violentadas que se toman una cruda revancha (algo a lo que contribuye su muy engañosa caratula y su no menos trolante eslogan ). Y no, no van por ahí los tiros (ni las violaciones), de hecho aquí no hay tiros hasta el minuto 78, pocos y ejecutados por un macho. En realidad se trata de un especie de drama con un sutil trasfondo de thriller criminal que te deja bastante dolor de culo al terminar (si es que logras hacerlo, yo me quedé frito y tuve que retomarlo al día siguiente). Dicho de otro modo, ¡¡anda que no se pueden hacer chistes con esta peli!!, que si el violado eres tu, que si el violado es tu cerebelo, que al terminar de verla te sientes sucia y quieres vengarte de sus perpetradores, bla, bla. Demasiado fácil. 
Un grupo de gangsters, encabezado por el todopoderoso Jack Diamond (sí, tiene un nombre muy de gangster), al que teme incluso el apuntador, se dedican a organizar partys con jovencitas a las que terminan liando, primero, y violando, después. Una de estas denuncia al agresor, lo que complicará mucho la papeleta. Un poli, en principio algo descreído, decidirá ayudarla, y tirársela, con el fin de detener de una vez por todas al maldito hampón y sus compinches.
"Violada" es una peli altamente hipócrita (como lo era, por ejemplo, "Holocausto Caníbal"), porque en realidad se trata de puro "exploitation" camuflado, digamos que denuncian aquello que ellos mismos explotan gustosamente... y encima, mal. Se nota que sus artífices intentan parir un drama serio, como los que hacía Meryl Streep de joven, pero no llegan. Evitaré cometer el error de mucha gente (incluido el fallecido crítico y hermafrodita Roger Ebert) y basar mis impresiones en cuestiones morales, éticas y espirituales. En eso sentido, también resulta fácil despellejar esta película. Sencillamente me limitaré a decir que es bastante aburrida y anodina, casi podría pasar por un telefilm de tarde del Domingo si no fuera por las escenas de destete y su look grasiento. Todo en ella hace tufo a culebrón de tirada cutre, aunque en el proceso se ponen algunas medallas dignas de rememorar. Por ejemplo: en las violaciones, mientras la chica posa totalmente desnuda, el agresor siempre lleva los pantalones, y bien abrochados (casi como en las de Pajares y Esteso). A los pocos días de ser crudamente violentada, la protagonista no tiene reparos en enamorarse de y liarse con el poli. Si eso ya es un tanto bizarro, empeora cuando tenemos en cuenta la diferencia de edad (ella 18, él más de 40) y, sobre todo, el aspecto y las maneras del hombre de la ley, genuinamente desagradables (ese flequillo siempre sudoroso!!). Nada más verlo aparecer, crees que será uno de los malos, un corrupto, con eso se lo digo tó. Tampoco tiene desperdicio la secuencia en la que la primera agredida va a la comisaría a denunciar la movida, y se encuentra que la policía, además de tratarla rudamente, le dice que no se moleste, que no va a servir para nada y que se vaya a casa a descansar, cosa que ella hace sin tomárselo demasiado malamente. 
Aunque para momentos bizarros, el que sigue: La prota se prepara para asistir a la fiesta donde será violentada. Está de pie ante el espejo, en top-less. Se abre la puerta y entra su hermano menor, que le aconseja qué ponerse esa noche, no sin antes marcarse una escueta charla sobre los pechos de la interfecta, cómo estos le ponen nervioso y lo atractiva que resulta toda ella. El hermanito se le abalanza y la agarra por la cintura exclamando: "¡Si no fueras mi hermana!". La chica ríe y le dice "¿Qué sabrás tú del sexo?, ¿has comenzado ya a masturbarte?". ¿Inquietante, no?.
Sin embargo, y a pesar de atributos tan curiosos y llamativos para el aficionado medio al cine chungo, el resto es bla, bla y mucho aburrimiento. Tal vez con ingerir algún estimulante pre-visionado puedan encontrarle algo divertido pero, no se engañen, esto es un coñazo.
En el reparto destacan Elizabeth Kaitan, atractiva ex-scream queen de la serie B/Z de los 80, que has podido ver en películas como la séptima "Viernes 13", "Noche de paz, noche de muerte 2", "Esclavas del espacio", "Necromancer", "Roller Blade Warriors: Taken by Force" (del temible Donald G. Jackson), "Dr.Alien" (del no menos temible David DeCoteau), "Monstruos en la noche" o la interminable saga "Vice Academy" (al ser "Violada" una de sus primeras pelis, aparece como dios la trajo al mundo... ¡y bien que lo hizo el cabrón!), Samantha Fox... pero no, no se trata de la cantante inglesa de pantagruélicos pechotes que tantas noches de auto-amor propició en su época a los de mi quinta, esta Fox es la actriz porno de los 70 y 80 que, puntualmente, se liaba en productos no-exclusivamente-gorrinos, destacando entre todos ellos su protagonismo en el super-clásico del "trash" "Una noche para descuartizar" de Doris Wishman, sobre el que pueden leer -y alucinar- en nuestro "pest-seller". Y finalmente John Heard en un papel minúsculo de misógino desatado, lo has visto en títulos de renombre como "Big", "Solo en casa" o "En la línea de fuego". Últimamente las cosas no le deben ir muy bien, porque su más reciente lanzamiento es un delirio de "Asylum" titulado "Sharknado" (de tiburón + tornado me temo).
El director y guionista de "Violated" se llama Richard Cannistraro (sí, su nombre está mal escrito en la caratula), y esta es la única peli que hizo a lo largo de su mísera vida. ¿Sorprendidos?.

lunes, 17 de junio de 2013

BIOHAZARD

"Biohazard" tiene el honor de ser la primera película rodada en 35mm (y dentro de ciertos sistemas de producción tirando a profesionales) por el inefable Fred Olen Ray, un personaje de lo más habitual en este blog. Anteriormente, se había movido en los parámetros del amateurismo y los 16mm, como bien demuestran la entrañable "Alien Dead" y la soporífera "Scalps".
Estamos a mediados de los 80, y por entonces Fred Olen Ray mola. Y molará durante años, llegando a convertirse en el absoluto rey de la serie B/Z en su tierra. Desafortunadamente, a partir de los 90 comenzaría a desinflarse y hoy por hoy, aunque no para de currar como un cabrito, lo que hace dista mucho de tener ni tan siquiera un sutil encanto (ya que la mayoría son productos de lo más desangelados destinados a la tele por cable). Y es que "Biohazard" tiene encanto. Es un truñón de órdago, desde luego, pero con cierto gracejo. Veamos por qué.
En España se la conoce con más de un título (como "Experimento secreto"), aunque mi favorito es aquel con el que la alquilé siendo adolescente, ya fascinado por su director, "Alien 3"!!. O mejor, "Alien 3 llega a la tierra", lo que hace que me pregunte si el distribuidor no tendría la intención de hacernos creer que seguía al famoso (y nada desdeñable) "Alien 2 sobre la tierra" de Ciro Ippolito. Suena descabellado pero, a estas alturas ya sabemos que en aquellos tiempos en los video-clubs de España podía pasar cualquier cosa.
La historia que nos cuenta es todo lo trillada que cabría esperar, aunque partiendo de una idea interesante muy poco explotada por su realizador. Una tipa tiene un poder mental que le permite introducirse en dimensiones paralelas, agarrar objetos y traerlos de vuelta. Guay!. Lástima que esto se reduzca a lo anecdótico y sirva de mera excusa para, una vez efectuado el experimento de marras, internarnos en terrenos más que conocidos (incluso ya para su época). La malvada criatura oculta en un sarcófago interdimensional se escapa de las manos del -escueto- ejército y comienza a matar indiscriminadamente. El prota y la chica de los poderes unirán fuerzas para cazarlo. That´s all folks!.
Todo ello rodado a lo Ray, pero un poco más chungamente, que a fin de cuentas era aún novatillo. Largos planos generales, diálogos interminables y, en su mayoría, absolutamente estúpidos (del tipo "rellenametrajes"), una ausencia total de ritmo de ninguna clase y los inevitables elementos "exploitation", aunque a nivel torpón y light. Como era de esperar, "Biohazard" acaba convertida en una auténtica comedia involuntaria con cierto tono inocente que la hace simpática (es especialmente hilarante el momento en que asistimos a un ataque del marciano y, automáticamente, sin salirnos del mismo espacio temporal durante la noche donde se desarrolla todo, vemos como otro personaje comenta ese mismo crimen, demostrando la eficacia de los servicios informativos por aquellos lares), a pesar de que Ray cuele elementos humorísticos paridos de modo expreso, algo que terminaría siendo uno de sus sellos inconfundibles. El más sonado (si exceptuamos el final, que luego comentaré) es aquel en el que el marciano hace trizas y pisotea de modo encolerizado un póster de "E.T. El extraterrestre" (por entonces aún muy reciente). Me pregunto cómo le sentaría la coña a su hijo de cinco años Christopher, que es quien se oculta dentro del disfraz del monstruo, diseñado por Kenneth J. Hall, detalle este justificado de antemano por un científico que asegura que el invasor tendrá una corta estatura. Christopher terminaría convertido en director de ponzoñas para "The Asylum", la mayoría de ellas, y siguiendo la estela paterna, sobre monstruos de dos cabezas, tres ojos y diez anos. Por su parte, Hall sumaría a sus actividades las de guionista oficial de la serie B/Z (escribiría para David DeCoteau) y director. Su primer largometraje venía auspiciado por el mismo Fred, la mítica "Engendro Satánico" (o "Evil Spawn"), sobre la que pueden leer en nuestro libro.
Fiel al que durante años fue su método de trabajo, Olen Ray se agenció decorados ajenos para rodar, destacando el laboratorio donde realizan el experimento y que, si no me falla la memoria, pertenece a Roger Corman, es más, podría ser el mismo sitio donde se rodó "Galaxia Prohibida". Resulta muy regocijante reconocer en la banda sonora algunos efectos extraídos del famoso archivo de la BBC. En España estos iban empaquetados en dos discos o cintas de cassette que cualquier artífice de cortometrajes caseros tenía en su poder. El más explotado es el del grito masculino, aunque también suena por ahí un perro rabioso que, pal caso, pone "voz" a un extraterrestre. Más datos fricazos: la cabeza cercenada que aparece al final en realidad es un préstamo de Steve Johnson, técnico de efectos especiales cuyo trabajo has podido disfrutar en montañas de títulos bien reconocibles (visita Imdb, pinfloi!) y que anduvo casado con una de las musas de Ray, Linnea Quigley. El ya fallecido cineasta zetoso Donald G. Jackson, culpable de "El infierno vuelve a Frogtwon" (también presente en nuestro libro) o la infame "The Demon Lover" (en España atribuida erróneamente al mismo Fred Olen Ray en una de sus ediciones en vhs), asiste al director y se marca junto a él un cameo como paramédico.
Pero hablar de "Biohazard" significa hacerlo de su ya legendario final. De otro modo, nos estaríamos perdiendo lo que, al fin y al cabo, es lo mejor de la película. Imaginaos el percal: Estás viendo el tenso y aterrador desenlace, en el que la chica con poderes mentales confiesa al protagonista que ella también es una extraterrestre de aviesas intenciones. Se produce el silencio, el prota mira asombrado la mutación de la moza que unas horas atrás quería follarse... de pronto su expresión cambia y, a la par que cruza la mano por su cuello simulando una degollación, exclama medio sonriente: "¡Cortad esto ya!". Suena una alegre y dicharachera canción rockandrollera estilo años 50 y comienzan a sucederse los créditos compuestos no sólo de letras, también de numerosas y curiosas tomas falsas. Así como lo leen. En ellas podemos ver errores técnicos, el método express con el que Ray dirige al reparto, risas, cómo un actor escupe sangre falsa al objetivo de la cámara, al hijo del director moviéndose torpemente dentro de su disfraz o a este mismo posando picaronamente con la actriz protagonista justo al final de un rollo. Fascinante. Naturalmente el fin de tan chocante táctica es alargar el escueto metraje de la película, que a duras penas alcanza los 80 minutos (lo que la hace más disfrutable, of course), sin embargo, también es verdad que, aunque puede que inapropiado y cutre para muchos, estas son las cositas que hicieron de Fred Olen Ray alguien "grande" y diferente. Ningún realizador de Z-movies, cuadriculado y con miedo a que su película no disimulara lo suficientemente bien su espíritu zopenco y cafre, osaría mostrar todo ese material. Tomárselo tan a cachondeo. Fred Olen Ray sí, y por eso se salía de la norma, por eso destacó y por eso me fascinaba. Estas chorradas (o los títulos de crédito del inicio de "El misterio de la pirámide") era lo que yo denominaba con afecto "el toque Ray" y lo que convirtió a "Biohazard" en algo más que un simple refrito cutre de las monster movies clásicas. Al menos para mi.
Merece la pena que dediquemos unas líneas a la mentada "alegre y dicharachera canción rockandrollera estilo años 50". Se titula "Rockabilly Rumble" y sus artífices responden al nombre de "Johnny Legend and The Skullcaps". Johnny Legend no es un cualquiera, se trata de un hombre orquesta de reconocible aspecto (es delgado, altísimo y luce una larguísima barba blanca) que si nos interesa es porque, entre muchas de sus actividades, dedicó tiempo a adorar, estudiar y promocionar las veleidades del cine "trash". O del de terror, simplemente. Le has visto como actor en "La novia de Re-Animator" o "2001 Maníacos". Durante los 80 produjo una serie de vídeos en los que se recopilaban trailers de clásicos del "trash" conocidos como "Sleazemania!". Justamente, Fred Olen Ray firmó un par. También ha sido director, su obra más famosa es "My Breakfast with Blassie", protagonizado por el mismísimo Andy Kaufman. Todo un personaje.
En el reparto de "Biohazard" aparecen algunas caras curiosas, destacando la de un acabadísimo Aldo Ray, ya en lo más bajo de su descendente carrera, o la neumática y morbosa Angelique Pettyjohn, conocida a nivel "cult" por su intervención en un capítulo de la serie original de "Star Trek" (en el que William Shatner caía rendido a sus tetas... er digo, pies) o la mítica -y filipina- "Mad doctor of blood island". Otros nombres que repetirían con el realizador son William Fair (volvimos a ver su faz de héroe de tebeo en "Del espacio profundo"), Richard Hench (este incluso estuvo en "Scalps", también en "Del espacio profundo" y en "El misterio de la pirámide", "Mob Boss" o "Prison Ship", en la que repetía Aldo Ray), aunque el más reconocible es David O´Hara, prota de la siguiente peli de Ray, la mentada "El misterio de la pirámide" que también anduvo en "El poder de las armas" o en Z-movies tan míticas como "Hard Rock Zombies" (en nuestro puto libro!!) o "Ángel de la venganza", del legendario Ted V. Mikels. Igualmente, en el apartado técnico encontramos nombres que volveremos a ver, como los de Bart y Bret Mixon (el primero había realizado los créditos animados de "Alien Dead" y ambos terminarían metidos en películas de lo más mainstream) o T.L.Lankford, director y productor que solía currar como guionista para Fred Olen Ray. En este caso no es que se luzca mucho, ya que su función en "Biohazard" es la de escribir diálogos adicionales... y visto lo visto, mejor que se hubiera dedicado a recoger flores o pasear canes meones.
Por sorprendente que suene (¡¿más?!), en 1995 Fred Olen Ray produce "Biohazard: the alien force", dirigida por Steve Latshaw, una especie de remake/secuela que, básicamente, cuenta lo mismo que la original menos por lo de la tía con poderes mentales. ¡Para una idea buena que tienen!. Aquí el bicho surge de un experimento genético... pero el resto, lo mismo. De siempre.
Buena Mierda.

sábado, 9 de agosto de 2025

LA PRISIÓN DE LOS CHIFLADOS

El marco durante el que en su día consumí "La prisión de los chiflados" no puede ser más "retro-cool". Les hablo de una sesión doble del desaparecido cine "Texas" en Barcelona, repleto hasta la bandera, compartiendo pantalla nada menos que con una copia troceada de "Delta Force". Desde entonces andaba loco por revisarla y, sobre todo, reseñarla. No es que le reservase un afecto especial ni nada de eso. En realidad solo se trataba de pura y dura curiosidad, porque lo cierto es que en mi archivo mental únicamente conservaba un gag de todo el largometraje, así que, hasta cierto punto, el resto me iba a resultar medianamente novedoso. Costó localizarla, pero al final fue el compañero Enorm quien, una vez más, obró el milagro.
"La prisión de los chiflados", título significativamente patrio -propio de su época- para el "Doin´Time" original (traducible a un muy carcelario "Cumpliendo condena", pero también como "Pasando el tiempo", que pal caso sería un rato adecuado), viene fechada en 1985 y, permítanme recurrir a un cliché que nos viene a huevo: No podría ser más ochentera en su género. Se ajusta como un guante a lo que era la comedia populachera yanki entonces. Con inevitables ecos a otras de su misma calaña como las "Loca academia de policía" o los "Porky´s". Digamos que, espiritualmente, son casi hermanas, con todas las salidas narrativas y los estereotipos que demandaba el personal dispuesto a amoquinar por verlas. Un humor tirando a golfo, con altas dosis de enredo y ciertas licencias de puro "spoof" que no casan demasiado bien, aunque molan. Mogollón de chistes picantes, machismo por un tubo, además de tantas otras zarandajas políticamente incorrectas (incluidos unos pocos chistes de drogas). El protagonista es el típico caradura simpático que se tira a la cachonda esposa del gobernador quien, lógicamente rabioso, le manda encarcelar en un centro penitenciario con un alcaide demasiado laxo y de ideas progresistas al que detesta. En cuanto puede, lo echa y enchufa a su cuñado, todo un cabronazo de tendencias paramilitares dispuesto a hacer la vida imposible a los reclusos. Estos, que vendrían a ser los buenos de la historia (por supuesto en ningún momento se habla de los motivos por los que están entre rejas), deciden darle su merecido recurriendo a una salida muy propia de las comedias de entonces, convencen a una golfa para que se lo tire mientras retransmiten el "espectáculo" tele mediante a nivel nacional. La clásica lucha de poderes entre los inadaptados y la autoridad, también muy de las de risa del periodo. Ello se desarrollará a la par que un previsible combate de boxeo en la cárcel, dando pie a unas cuantas coñetas a costa de "Rocky" y el cameo del mismísimo Muhammad Ali (razón por la que, a día de hoy, la película sobresale unos centímetros de la media).
En realidad la trama de "La prisión de los chiflados" es más fina y menos consistente que el cordel de un támpax, una mera excusa para acumular gags y más gags, de esos con "remate final" que, luego, guardan cero lógica con el desarrollo de lo que se supone están contando. Claro que poco importa porque, como digo, prima la gilipollez, una buscada y aceptada sin remordimiento alguno. No te partes de risa, con suerte sonríes a ratos y, en general, la sensación es más de estar escuchando los malos chistes vomitados por el borracho de la cantina. Suerte que todo el pifostio no llega a los 80 minutos, así que, entre una cosa y otra, y la inevitable dosis de nostalgia aplicada, pues termina resultando medio-entretenida... por los pelos.
Dirige, co-escribe y co-produce George Mendeluk, nacido en Alemania y emigrado para hacer las américas, en su filmografía localizamos otras de esas que habíamos visto en los estantes de nuestros vídeo-clubs mil veces pero rara vez alquilábamos, como "Flash Mortal" o "Albóndigas 3: Los chicos están calientes" y luego muchísima televisión, pero muchísima, hasta nuestros días.
Y, como siempre, es identificando, numerando y catalogando al floridísimo reparto donde realmente está la diversión. Abróchense los cinturones porque la cosa es generosa. Tal vez, paradójicamente, el menos llamativo sea su protagonista, Jeff Altman. Venía de hacer mucha tele y alguna cosa curiosa (como "Wacko" o "Quien tiene una suegra tiene un tesoro") y, tras "La prisión de los chiflados" el panorama tampoco cambiaría demasiado, con más curiosidades ("Harvard: Movida americana", "Los inmortales 2", bastante doblaje de dibujos animados, destacando "The Real Ghostbusters" o "Bee Movie") y más televisión. Como ocurría con muchas de las comedias de aquellos entonces, se le busca una historia de amor "seria" en las clásicas escenas donde se rebaja el tono desmadrado. Su "partenaire" pal caso es Dey Young, quien debutaría en "Rock N´Roll High School" y se marcaría un insignificante rol de camarera en "Spaceballs, la loca historia de las galaxias" (menos insignificante que el posterior de "mujer con perro" para "Ant-Man y la Avispa: Quantumanía"), decorado donde coincidió con otra de las actrices de "La prisión de los chiflados", Rhonda Shear, futura carne de cañón del universo Donald G. Jackson.
Aunque en cuestiones femeninas la parte más tocha del pastel es para Colleen Camp y sus tetazas, esas mismas que viste en otras del palo como "El juego de la sospecha (Cluedo)", "Gran lío en la universidad", "La loca academia de los albóndigas" y, por supuesto, "Loca academia de policía 2 y 4". Ubres -muuuuuuy- destacables son igualmente las de Kitten Natividad, marcándose una aparición al fondo del plano, literalmente, y Judy Landers, quien anduvo posteriormente por "Armados y Peligrosos", "Escuela de Azafatas" pero, sobre todo, el "Dr. Alien" de David DeCoteau. Rematan el asunto femenino Melanie Chartoff (la directora encabritada del insti en "Parker Lewis nunca pierde") y Dona Speir (futura musa de Andy Sidaris).
Retomando el plantel masculino, tenemos a todo un John Vernon como recluso veterano y listillo. En la época me recordaba mucho al George Peppard de "El Equipo A". Cosa que cuadraba muy bien con el "Mr.T" albino que le acompaña a todas partes encarnado por Nicholas Worth, el eterno villano del cine de bajo (y eventualmente alto) presupuesto. Otros de sus socios son el cajatontista Ron Palillo (el tipo al que "Jason Voorhees" le arranca el corazón en la sexta de sus aventuras o el pirómano perseguido por "Snake Eater") y Mike Mazurki, de rostro nacido para interpretar a gángsters y/o matones de toda condición, cosa que hizo nada menos que en "Con faldas y a lo loco", "De espaldas a la justicia", "Dick Tracy" -la de los 40 y la de los 90- y su última aparición en pantalla dos meses previos a palmar, "Mob Boss" de Fred Olen Ray. Ya que hablamos del ínclito, también él dirigió a Pat McCormick -el alcaide bueno de "La prisión de los chiflados"- en "Beverly Hills Vamp".
Como villano principal todo un clásico en los suyo, Richard Mulligan, tan histriónico como nos tenía acostumbrados. Solía dejarse ver en películas de Blake Edwards: "S.O.B. (Sois honrados bandidos)", interpretando al "director de cine en crisis", "Tras la pista de la pantera rosa", ejerciendo de padre del "Inspector Clouseau" y "El gran enredo", que debería recuperar. Igualmente se prestaba a otra clase de comedias, ahí están "Los albóndigas atacan de nuevo", "Profesores de hoy" o "Chico Celestial" como prueba.
Del resto del reparto me quedo con el comediante negro Jimmie 'JJ' Walker (ni que sea por su papel en "Aterriza como puedas", de donde "La prisión de los chiflados" toma prestados esos comentarios graciosos vía megafonía) y Ron Zwang, así mismo co-guionista del film reseñado y cuya escueta carrera "actoril" incorpora dos marcianadas del calibre de "El ejército de las tinieblas" y ¡¡¿"Robot Ninja"?!!. ¿¿Nos lo creemos o estamos ante una mala di/gestión de "la secre"??.
En un momento dado, asistimos a un plano general de la cárcel idéntico a otro de "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas!!)" (al fin y al cabo, ambas películas vienen fechadas el mismo año). Ahí va una comparativa visual y la duda de si una recicló de la otra o, simplemente, compartieron escenario...