No conocía yo este pequeño clásico del cine homosexual de más baja alcurnia. Resulta que, a pesar de tenerlo todo en su contra, posteriormente a su estreno consiguió un culto más o menos considerable, no ya entre su público natural (el gay), sino entre el público de cine malo. Por supuesto, se encuentra en la dichosa lista de peores películas de la historia. En cierto modo no es justo, ya que, más que una de las peores películas, “Ben y Arthur” es, en todo su esplendor, una película amateur.
Un joven con sueños Hollywoodienses llamado Sam Mraovich decide poner todos sus esfuerzos en triunfar en la meca del cine. No lo consigue, pero cae en la cuenta que existe algo llamado cine independiente que, para su ópera prima, decide que quiere probar. Así, toma su cámara de vídeo, su trípode y sus ahorros para escribir (en seis meses) dirigir, producir, protagonizar y musicar, lo que en el papel es una dramática historia con un desenlace desgarrador. Paga sueldos a los actores que ha de utilizar y durante el rodaje se da cuenta que, igual, hacer una película no es tan fácil, pero, lejos de tirar la toalla, la lleva a buen puerto, montándola en un ordenador vulgar y corriente con la ayuda de su hermano, Chris Mraovich, que se desenvuelve bastante bien con las computadoras. El siguiente paso es enviar su película a los distintos distribuidores sin que, naturalmente, ninguno de estos le haga caso.
Ni corto ni perezoso, Mraovich juntó más dinero, a pesar de todo lo que había gastado, con el fin de alquilar una sala de cine, de este modo proyectaría su película para mostrársela a otra decena de productores a los que invitaría a la "premiere", y al público que quisiera verla.
Y no le salió mal la cosa porque, una pequeña distribuidora especializada en cine gay, "Ariztical Entertainment", decidió moverla y editarla posteriormente en dvd. ¿Por qué?, probablemente no sea por el raccord asesino que posee la película, ni por el audio sin solapar en un solo "frame", ni por la absoluta negación para la dirección (e interpretación) que se gasta Mraovich, sino porque en aquella proyección hubo risas en todas las latitudes. Y es que no es para menos; Cuenta la historia de dos pizpiretos homosexuales que, entusiasmados, planean un viaje a Hawaii con el fin de celebrar allí su boda tras recibir la noticia de que, en ese estado, por fin es legal que dos hombres se unan en matrimonio. Su gozo cae en un pozo cuando, tras sacar los billetes de avión, el gobierno decide recular en la decisión de legalizar el matrimonio homosexual, quedándose ambos chavalotes para vestir santos. Aprovecharán que no viajan a Hawaii para que uno de ellos pida el divorcio a su esposa a la que hace tres años que no ve (!). Finalmente se van a Vermont, lugar donde la boda gay sí es legal, y se casan.
El Arthur del título decide ir a visitar a su hermano, un tipo con el pelo oxigenado que parece homosexual y redomado, pero no; resulta ser un fanático religioso heterosexual decidido a sacar el demonio del cuerpo a Arthur y Ben por las vías más elementales: agua bendita y exorcismos. No lo consigue.
En una de estas, el padre de la iglesia que frecuenta el fanático religioso decide echar a su feligrés por miedo a que, al ser hermano de un homosexual, se le llene la parroquia de demonios. Y como este muchacho no quiere que le repudien, le dice al párroco que está dispuesto a lo que sea con tal de quedarse. Y con lo que sea, se refiere a asesinar a su hermano. La cosa acabará como el mismísimo rosario de la aurora.
Desde que se estrenó, “Ben & Arthur” ha sido motivo de ira y mofa, pero Mraovich agradece el que su película haya engrosado las filas del cine malo porque, de otra manera, jamás habría recibido la atención, incluso internacional, que esta ha recibido.
Como digo, es una película amateur y como tal yo creo que merecía otro tratamiento, pero al margen de eso, lo delirante del argumento, la paja mental que supone una trama en torno a la homosexualidad, fanáticos religiosos, demonios y todo ello aderezado con unos toquecitos de thriller, no me ha dejado indiferente en ningún momento, máxime cuando el único personaje heterosexual, un beato, villano que, como todos los buenos villanos, engrandece la película, es en realidad un homosexual con más pluma que un pavo real; el actor de cine porno gay Michael Hashboush, incapaz de convencer como heterosexual ultra religioso. Los americanos esto lo ven como un gran motivo de mofa, cómo no. Mraovich se defiende diciendo que buscaba que el público lo identificase con un homosexual que odia su propia condición.
Por otro lado, destaca el gran ego de Mraovich, que no solo no sale de plano en la película, sino que su nombre aparece 20 veces en total durante los créditos. No está mal. Asimismo, resulta desconcertante la carátula de la película, con el co-protagonista (no Mraovich) en primer término, mientras al fondo, difuminado, vemos al actor/director sosteniendo una pistola… Y bueno, alguna vez vi en algún lugar esta carátula, no llamándome en absoluto la atención al suponer que se trataba de una vulgar película indie de la era Wenstein. Mi madre, lo que me perdí.
Uno ya ha visto de todo, y no voy a decir que esta película, a la que en USA llaman el “The Room” de los gays (esto es mucho peor que la de Wiseau), me haya fascinado como tantas otras películas de factura similar, aunque “Ben & Arthur” es genuina e ingenua, cine malo en todo su esplendor. Pero sí la he visto sin pestañear, me he echado unas muy buenas risas y, lo más importante, contiene momentos, situaciones e interpretaciones que, todavía hoy, me han sorprendido. Y solo por eso, merece ser tenida en cuenta, pero sin rasgarme las vestiduras en absoluto.
“Ben & Arthur” es de 2002; Mraovich tardaría 18 años en rodar su segunda película que, si mal no me equivoco, todavía no tiene distribución. En fin.
martes, 10 de diciembre de 2024
sábado, 7 de diciembre de 2024
ANTROPOPHAGUS II
La premisa de esta película es sumamente ridícula: Un grupo de estudiantas, todas chicas jóvenes atractivas luciendo palmito, y su profesora (MILF, por supuesto), se adentran en las entrañas de un tétrico y viejo bunker / museo, dispuestas a confinarse todo un fin de semana. Las guía un tipo de siniestrísimo aspecto y actitudes. Ya de noche, y encerradas a cal y canto, una de ellas comenta lo perfecta que sería la situación para una historia de terror, con mozas siendo atacadas por alguna clase de demente oculto en los túneles. Tu lo has dicho, querida. Eso es justamente lo que veremos los siguientes minutos (afortunadamente no excesivos, la cosa queda en 87). El susodicho empiezan siendo dos, luego es uno, y al final son ¿tres? No importa, la cuestión aquí es que se trata de un caníbal, y uno muy glotón. Cada vez que caza a una chica, y la somete a toda suerte de gráficas y detalladas mutilaciones, devora alguna parte de su cuerpo con ansia y delectación, lo que empuja a que nos preguntemos de dónde saca tanta hambre (y cómo logra conservar la delgadez). ¡¡Pero si hace cinco minutos ya te has papeado el cerebro de otra, muchacho!! contrólate o al final tendrás diarreas.
Y sí, estamos ante la supuesta secuela oficial -y tardía- de "Gomia, terror en el mar Egeo". Obviamente, no cuentan aquí aquella especie de seudo-segunda parte firmada en su momento por Arsitide Massaccesi himself bajo el alias -según donde- de Peter Newton, "Terror sin límite / Absurd", ni tampoco el espantoso remake del espantoso Andreas Schnaas, afortunadamente retirado desde hace años, "Antropophagus 2000". ¿Y cuela esta nueva secuela como genuina continuación? Hombre, pues no mucho. Lo cierto es que "Antropophagus II" es un slasher bastante rutinario que no guarda ninguna clase de vínculo, ni narrativo, ni estético, "ninada" con el film de 1980. Lo único, pues la extracción de un feto por la vía bestia, pero incluso ello se muestra de modo menos bruto e imaginativo que como procediese George Eastman en aquella.
Abundan las salidas absurdas, en consonancia con la misma trama: huyendo del horror experimentado, una chavala decide separarse del grupo para descansar un ratico -y, claro, pasa lo que pasa- o esa otra que se presta a ejercer de cebo y, en lugar de salir por patas en cuanto ve al asesino echársele encima, se queda ahí, paradica, esperando -y, claro, pasa lo que pasa-. No obstante, y aunque suene a lo contrario, he consumido cosas mucho peores que este "Antropophagus II" (sin ir más lejos, "Antropophagus 2000"). Es medianamente soportable y en cuestiones técnicas cumple decentemente. De hecho, me sentí algo defraudado porque esperaba más cutrismo, más desvergüenza y un grado muchísimo mayor de gore y crueldad, siguiendo un poco el modelo germano (salvo el de Schnaas, por supuesto). Y no. Sangre y mutilaciones las hay a cholón, pero nada que el aficionado medio no haya visto antes.
Dario Germani, director, comenzó su carrera con comedias, dramas y documentales. A partir de la reseñada, se especializa en terror y thriller. Lo más curioso es ver cuales son algunos de sus próximos lanzamientos: nuevas aventuras de la Emanuelle con una eme que, esperemos, contrarreste mediante nociones exploitativas las maneras finolis, respetables y feministoides de la reciente readaptación de la "Emmanuelle" original -con dos emes- y, ojo al dato, otra del caníbal glotón: "Antropophagus Legacy".
Hablando de emanuelles y erotismos, por si se lo preguntan, el nivel de este en "Antropophagus II" está peligrosamente próximo al cero absoluto. Especialmente contando con bambinas más que sexys (entre las que destaca, a gusto personal, la maggiorata Chiara De Cristofaro) Los pocos desnudos se producen a medio gas y en situaciones nada sensuales. No se puede tener todo.
A la hora de ilustrar esta entrada, en lugar del soso póster italiano, me he decantado por el mucho más gráfico y malicioso -pero honesto, no engaña ni lo más mínimo- que luce el blu-ray Alemán (¡putos Krauts enfermos!), donde se conoce a la película como "Man-Eater". Curiosamente, así se tituló el film de Massaccesi en esos mismos lugares, lo lógico pues hubiese sido bautizar "Man-Eater 2" al de Dario Germani... vamos, digo yo (¡putos Krauts chalados!)
Y sí, estamos ante la supuesta secuela oficial -y tardía- de "Gomia, terror en el mar Egeo". Obviamente, no cuentan aquí aquella especie de seudo-segunda parte firmada en su momento por Arsitide Massaccesi himself bajo el alias -según donde- de Peter Newton, "Terror sin límite / Absurd", ni tampoco el espantoso remake del espantoso Andreas Schnaas, afortunadamente retirado desde hace años, "Antropophagus 2000". ¿Y cuela esta nueva secuela como genuina continuación? Hombre, pues no mucho. Lo cierto es que "Antropophagus II" es un slasher bastante rutinario que no guarda ninguna clase de vínculo, ni narrativo, ni estético, "ninada" con el film de 1980. Lo único, pues la extracción de un feto por la vía bestia, pero incluso ello se muestra de modo menos bruto e imaginativo que como procediese George Eastman en aquella.
Abundan las salidas absurdas, en consonancia con la misma trama: huyendo del horror experimentado, una chavala decide separarse del grupo para descansar un ratico -y, claro, pasa lo que pasa- o esa otra que se presta a ejercer de cebo y, en lugar de salir por patas en cuanto ve al asesino echársele encima, se queda ahí, paradica, esperando -y, claro, pasa lo que pasa-. No obstante, y aunque suene a lo contrario, he consumido cosas mucho peores que este "Antropophagus II" (sin ir más lejos, "Antropophagus 2000"). Es medianamente soportable y en cuestiones técnicas cumple decentemente. De hecho, me sentí algo defraudado porque esperaba más cutrismo, más desvergüenza y un grado muchísimo mayor de gore y crueldad, siguiendo un poco el modelo germano (salvo el de Schnaas, por supuesto). Y no. Sangre y mutilaciones las hay a cholón, pero nada que el aficionado medio no haya visto antes.
Dario Germani, director, comenzó su carrera con comedias, dramas y documentales. A partir de la reseñada, se especializa en terror y thriller. Lo más curioso es ver cuales son algunos de sus próximos lanzamientos: nuevas aventuras de la Emanuelle con una eme que, esperemos, contrarreste mediante nociones exploitativas las maneras finolis, respetables y feministoides de la reciente readaptación de la "Emmanuelle" original -con dos emes- y, ojo al dato, otra del caníbal glotón: "Antropophagus Legacy".
Hablando de emanuelles y erotismos, por si se lo preguntan, el nivel de este en "Antropophagus II" está peligrosamente próximo al cero absoluto. Especialmente contando con bambinas más que sexys (entre las que destaca, a gusto personal, la maggiorata Chiara De Cristofaro) Los pocos desnudos se producen a medio gas y en situaciones nada sensuales. No se puede tener todo.
A la hora de ilustrar esta entrada, en lugar del soso póster italiano, me he decantado por el mucho más gráfico y malicioso -pero honesto, no engaña ni lo más mínimo- que luce el blu-ray Alemán (¡putos Krauts enfermos!), donde se conoce a la película como "Man-Eater". Curiosamente, así se tituló el film de Massaccesi en esos mismos lugares, lo lógico pues hubiese sido bautizar "Man-Eater 2" al de Dario Germani... vamos, digo yo (¡putos Krauts chalados!)
jueves, 5 de diciembre de 2024
FRUSLERÍAS VIDEOCLUBISTAS
Aunque con el transcurrir de los años (y el notorio descenso de la economía) mi devoción por el formato VHS ha perdido intensidad, en mi fuero interno sigo amándolo -y añorándolo- como siempre, y como tantas veces he demostrado en este ciber-antro. Por ello, cuando caen en mis manos un par de papelotes relacionados con esos tiempos, y esas prácticas, me urge el acto de escanearlos y mostrárselos a aquellos de ustedes que compartan mi enfermedad, es decir, dar valor a dos chorradillas fútiles como estos certificados de origen / garantía según "RCA / Columbia Pictures" y "Lauren Video Hogar" -cedido amablemente por el bueno de Tío Vicente-, que acompañaban a las respectivas cintas, bien metidos en sus estuches, calentitos y resguardados del vil exterior.
Mírenlos atentamente, regodeense en ellos.... ¿verdad que casi pueden tocarlos, incluso olerlos? ¿verdad que sienten como su adrenalina se altera mientras una sensación entre devoción y dolor va arremolinándose en su cerebro? Enhorabuena, son ustedes unos fanáticos de los mágicos tiempos en los que las estanterías repletas de caratulas coloridas, sitadas junto al señor antipático de mostacho y camisa amarillenta que les atendía, formaban parte de su normalidad. Dicho de otro modo, son ustedes nostálgicos incurables de una época dorada que ya no volverá.... pero tuvieron el infinito privilegio de vivir en su apogeo.
Son ustedes... somos todos nosotros... unos suertudos.
Mírenlos atentamente, regodeense en ellos.... ¿verdad que casi pueden tocarlos, incluso olerlos? ¿verdad que sienten como su adrenalina se altera mientras una sensación entre devoción y dolor va arremolinándose en su cerebro? Enhorabuena, son ustedes unos fanáticos de los mágicos tiempos en los que las estanterías repletas de caratulas coloridas, sitadas junto al señor antipático de mostacho y camisa amarillenta que les atendía, formaban parte de su normalidad. Dicho de otro modo, son ustedes nostálgicos incurables de una época dorada que ya no volverá.... pero tuvieron el infinito privilegio de vivir en su apogeo.
Son ustedes... somos todos nosotros... unos suertudos.
martes, 3 de diciembre de 2024
LA PRIMERA MIRADA
Luis E. Parés, aparte de amigo de esta casa, es historiador cinematográfico especializado en cine español, divulgador y director artístico de "Cineteca Madrid". Pero, además, es actor ocasional y director de cine vocacional que, tras su experiencia con varios cortos, debuta en el largo documental con una de esas películas para las que no hace falta rodar ni un solo plano, construidas a base de material de archivo que, según cómo las montes, o según el ritmo, la voz en off, etcétera, quedará mejor o peor porque el material de base ya lo rodaron otros en su momento. Y hay que ser muy hábil para que, en cualquier caso, el resultado de una película de estas características no acabe siendo un absoluto coñazo.
Parés lo es (hábil), hace un uso del "off" casi minimalista, pero más allá de eso, su película parte de un material lo suficientemente interesante e ignoto como para que su trabajo no se vea resentido, ni se pueda poner en duda su labor como director / seleccionador / montador del puzzle al que el espectador se va a enfrentar.
Y es que en “La primera mirada” Parés pone a nuestro servicio su labor de historiador / investigador, montando una película en la que se nos enseña todo un muestrario de extractos de cortometrajes, prácticas y trabajos de fin de carrera de muchos de los más destacados miembros del "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas", creado en una España pobre y asolada por los horrores de la guerra (y el franquismo) en 1947, y por donde pasaron una buena parte de los directores más relevantes de la historia de nuestro cine —Bardem, Berlanga, Martín Patino o Saura—, pero, también, otros con la misma relevancia pero anclados en su carrera posterior en los márgenes del cine convencional, como puedan ser Jess Franco o José María Zabalza. Con lo cual vemos trocitos muy bien combinados de todos estos trabajos prácticamente amateur según esos interesantes cineastas. Parés pone orden y contexto, nos lo cuenta sin necesidad de mostrar nada que no sea material de archivo, con un uso somero de las voces en off que nos explican lo que vamos viendo de una manera harto didáctica y, lo que es más importante, entretenida. Por lo que disfrutamos y aprendemos durante la escasa hora y cuarto que dura la cinta. Una película estrictamente “Paresiana”; lo que podemos esperar de un realizador como Luis E. Parés.
Por supuesto, el valor, el arte, el talento están en cómo combina, narra, explica y da ritmo a esta serie de imágenes añejas. El cineasta lo hace de manera exquisita, elevada si me apuran. Pero seamos serios: Con buena picha bien se jode. Considerando todo el material a disposición, muy necio o torpe tiene que ser uno para no montar una buena película… Sin embargo, está bien que se trate de Parés, aunque únicamente sea por su trayectoria, quien se haya encargado de parir algo como esta “La primera mirada”. Por supuesto, la película ha pasado por festivales como el de Rotterdam o la Seminci, pero, en cierto modo, tampoco deja de ser esto una película a los márgenes de lo convencional.
Contamos, así mismo, con las voces en off de Aitana Sánchez Gijón y Pedro Casablanc narrándonos de forma aséptica lo que Parés tiene que contarnos sobre la que es la primera escuela de cine en España. Está muy bien, qué coño.
Y es que en “La primera mirada” Parés pone a nuestro servicio su labor de historiador / investigador, montando una película en la que se nos enseña todo un muestrario de extractos de cortometrajes, prácticas y trabajos de fin de carrera de muchos de los más destacados miembros del "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas", creado en una España pobre y asolada por los horrores de la guerra (y el franquismo) en 1947, y por donde pasaron una buena parte de los directores más relevantes de la historia de nuestro cine —Bardem, Berlanga, Martín Patino o Saura—, pero, también, otros con la misma relevancia pero anclados en su carrera posterior en los márgenes del cine convencional, como puedan ser Jess Franco o José María Zabalza. Con lo cual vemos trocitos muy bien combinados de todos estos trabajos prácticamente amateur según esos interesantes cineastas. Parés pone orden y contexto, nos lo cuenta sin necesidad de mostrar nada que no sea material de archivo, con un uso somero de las voces en off que nos explican lo que vamos viendo de una manera harto didáctica y, lo que es más importante, entretenida. Por lo que disfrutamos y aprendemos durante la escasa hora y cuarto que dura la cinta. Una película estrictamente “Paresiana”; lo que podemos esperar de un realizador como Luis E. Parés.
Por supuesto, el valor, el arte, el talento están en cómo combina, narra, explica y da ritmo a esta serie de imágenes añejas. El cineasta lo hace de manera exquisita, elevada si me apuran. Pero seamos serios: Con buena picha bien se jode. Considerando todo el material a disposición, muy necio o torpe tiene que ser uno para no montar una buena película… Sin embargo, está bien que se trate de Parés, aunque únicamente sea por su trayectoria, quien se haya encargado de parir algo como esta “La primera mirada”. Por supuesto, la película ha pasado por festivales como el de Rotterdam o la Seminci, pero, en cierto modo, tampoco deja de ser esto una película a los márgenes de lo convencional.
Contamos, así mismo, con las voces en off de Aitana Sánchez Gijón y Pedro Casablanc narrándonos de forma aséptica lo que Parés tiene que contarnos sobre la que es la primera escuela de cine en España. Está muy bien, qué coño.
sábado, 30 de noviembre de 2024
TIMECOP: POLICÍA EN EL TIEMPO
Una de las desventajas de llevar acumulados ya diecisiete años de reseñas es que, inevitablemente, tiendes a repetirte. No digo películas concretas, serían más bien apreciaciones. Comentarios. Ya, en realidad importa poco, dada la nula capacidad que tienen hoy día los humanos, y mucho menos ustedes, de retener absolutamente nada. Así pues, tampoco se acaba el mundo si vuelvo a aclarar, antes de comenzar, que me pirro por las historias de viajes temporales y demás paradojas. Y ello contribuye, muchas veces, al disfrute de las respectivas películas. Por eso, seguramente, "Timecop: Policía en el tiempo" me cae tan bien. Me gusta. Un perfecto divertimento para pasar el rato la mar de agradablemente, más si lo acompañas con una bolsa de patatas "chips", aunque sufras hipertensión. ¿Qué quieren que les diga? en ocasiones merece la pena jugarse la salud. Esta fue una de ellas.
Los viajes en el tiempo son una realidad, aunque tampoco es que tengan verdadera utilidad... salvo si eres un político corrupto dispuesto a financiar tu campaña para la presidencia enviando asesinos al pasado, en busca de tesoros de incalculable valor, o alterando los acontecimientos en tu favor. Es por eso que el gobierno de los USA crea un cuerpo de policías dedicado a evitarlo. El más mejor de ellos, y más "cool", es Walker (nombre de héroe por antonomasia), quien vive atormentado al no haber logrado impedir la muerte de su queridísima mujer en manos de unos villanos con un gusto horrible a la hora de elegir vestuario y peluquero. Lo que desconoce aún es que tal acontecimiento guarda mucha relación con su actual condición de policía del tiempo, y no solo dispondrá de una oportunidad para impedirlo, también la de detener al político malísimo que todo lo enmierda con sus feos actos.
Estamos en 1994, hace un año que Jean-Claude Van Damme lo petó con "Blanco Humano" y las puertas de Hollywood se le han abierto de par en par. Así, los estudios "Universal" deciden ficharle y crearle este vehículo de lucimiento, contando de nuevo con Sam Raimi y Robert Tapert para la producción (es decir, "Renaissance Pictures", quienes también apadrinaron "Blanco Humano") y al entrañable artesano -dicho sin tono peyorativo- Peter Hyams en la dirección. La materia de base es, nada menos, un comic editado por "Dark Horse" y serán algunos de sus propios responsables quienes se encarguen del guion. Así ya tenemos alguien a quien aplaudir los muchos aciertos, pero también señalar por algunas cagadillas. "Timecop" se desarrolla en un futuro ya por entonces no muy lejano, 2004 y, en fin, aunque los adelantos tecnológicos no son demasiados, los que se muestran dejan bastante que desear. Especialmente esos feísimos + aparatosos automóviles con supuesta autonomía. Y hablando de vehículos, no acabo de entender por qué los viajeros del tiempo se suben a uno para partir, pero cuando llegan a su destino, van a pata. ¿Dónde han aparcado? Tiene que haber sido en algún sitio porque, a la hora de regresar al presente, vuelven a echar mano del vehículo. Aunque para paradojas inexplicables, la teoría de los mismos viajes temporales. Según la película, ir al futuro es imposible porque todavía no ha ocurrido. Bien, en realidad es justo lo contrario. O al menos eso dicen los astrofísicos, con el añadido de que, una vez en marcha, jamás podríamos regresar al punto de partida. Ténganlo en cuenta por si algún día se les presenta la ocasión.
Pero nada de todo eso importa, solo son apreciaciones pajilleras. Cuando una historia es interesante, y viene cargada de secuencias resultonas de acción, yoyas por doquier, diálogos chispeantes, un héroe simpático y un malo odioso -como es el caso- se le perdona todo, incluidos esos costrosos efectos CGI, especialmente en lo referente al poco aciago destino del villano, tan espectacular como chirriante.
A Van Damme lo acompañan Ron Silver dando vida al carismático político corrupto, la guapa Mia Sara enseñando brevemente las ubres y el gran Bruce McGill como jefazo de los polis viajeros.
A diferencia de lo que he creído durante todo este tiempo, "Timecop" fue un éxito. De hecho, es la película de Van Damme que más pasta ha recaudado en toda su carrera, una que comenzó a hacer aguas justo después. Hasta el culo de divismo, drogas y bebercio, el belga se convirtió en un apestado, algo a lo que contribuyó su fracasadísima siguiente película, "Street Fighter: La última batalla". No obstante, aún tendría tiempo de protagonizar algunas cosas potables y volver a colaborar con Peter Hyams en la poco inspirada "Muerte Súbita" (retomando dicha asociación un puñado de añacos después con "Cerco al enemigo"). Supongo que esa caída al vacío impidió la existencia de un "Timecop 2"... es decir, uno financiado generosamente y con Van Damme de prota. Lo que hubo en su lugar fue una serie de televisión de la que nadie se acuerda y una secuela tardía -año 2003- directa pal mercado del dvd con el sosainas de Jason Scott Lee en plan héroe y el hoy recuperado Thomas Ian Griffith (de "Karate Kid 3" / "Cobra Kai") en plan villano. También hubo más comics, algún vídeo-juego y se habló de un remake jamás materializado.
Los viajes en el tiempo son una realidad, aunque tampoco es que tengan verdadera utilidad... salvo si eres un político corrupto dispuesto a financiar tu campaña para la presidencia enviando asesinos al pasado, en busca de tesoros de incalculable valor, o alterando los acontecimientos en tu favor. Es por eso que el gobierno de los USA crea un cuerpo de policías dedicado a evitarlo. El más mejor de ellos, y más "cool", es Walker (nombre de héroe por antonomasia), quien vive atormentado al no haber logrado impedir la muerte de su queridísima mujer en manos de unos villanos con un gusto horrible a la hora de elegir vestuario y peluquero. Lo que desconoce aún es que tal acontecimiento guarda mucha relación con su actual condición de policía del tiempo, y no solo dispondrá de una oportunidad para impedirlo, también la de detener al político malísimo que todo lo enmierda con sus feos actos.
Estamos en 1994, hace un año que Jean-Claude Van Damme lo petó con "Blanco Humano" y las puertas de Hollywood se le han abierto de par en par. Así, los estudios "Universal" deciden ficharle y crearle este vehículo de lucimiento, contando de nuevo con Sam Raimi y Robert Tapert para la producción (es decir, "Renaissance Pictures", quienes también apadrinaron "Blanco Humano") y al entrañable artesano -dicho sin tono peyorativo- Peter Hyams en la dirección. La materia de base es, nada menos, un comic editado por "Dark Horse" y serán algunos de sus propios responsables quienes se encarguen del guion. Así ya tenemos alguien a quien aplaudir los muchos aciertos, pero también señalar por algunas cagadillas. "Timecop" se desarrolla en un futuro ya por entonces no muy lejano, 2004 y, en fin, aunque los adelantos tecnológicos no son demasiados, los que se muestran dejan bastante que desear. Especialmente esos feísimos + aparatosos automóviles con supuesta autonomía. Y hablando de vehículos, no acabo de entender por qué los viajeros del tiempo se suben a uno para partir, pero cuando llegan a su destino, van a pata. ¿Dónde han aparcado? Tiene que haber sido en algún sitio porque, a la hora de regresar al presente, vuelven a echar mano del vehículo. Aunque para paradojas inexplicables, la teoría de los mismos viajes temporales. Según la película, ir al futuro es imposible porque todavía no ha ocurrido. Bien, en realidad es justo lo contrario. O al menos eso dicen los astrofísicos, con el añadido de que, una vez en marcha, jamás podríamos regresar al punto de partida. Ténganlo en cuenta por si algún día se les presenta la ocasión.
Pero nada de todo eso importa, solo son apreciaciones pajilleras. Cuando una historia es interesante, y viene cargada de secuencias resultonas de acción, yoyas por doquier, diálogos chispeantes, un héroe simpático y un malo odioso -como es el caso- se le perdona todo, incluidos esos costrosos efectos CGI, especialmente en lo referente al poco aciago destino del villano, tan espectacular como chirriante.
A Van Damme lo acompañan Ron Silver dando vida al carismático político corrupto, la guapa Mia Sara enseñando brevemente las ubres y el gran Bruce McGill como jefazo de los polis viajeros.
A diferencia de lo que he creído durante todo este tiempo, "Timecop" fue un éxito. De hecho, es la película de Van Damme que más pasta ha recaudado en toda su carrera, una que comenzó a hacer aguas justo después. Hasta el culo de divismo, drogas y bebercio, el belga se convirtió en un apestado, algo a lo que contribuyó su fracasadísima siguiente película, "Street Fighter: La última batalla". No obstante, aún tendría tiempo de protagonizar algunas cosas potables y volver a colaborar con Peter Hyams en la poco inspirada "Muerte Súbita" (retomando dicha asociación un puñado de añacos después con "Cerco al enemigo"). Supongo que esa caída al vacío impidió la existencia de un "Timecop 2"... es decir, uno financiado generosamente y con Van Damme de prota. Lo que hubo en su lugar fue una serie de televisión de la que nadie se acuerda y una secuela tardía -año 2003- directa pal mercado del dvd con el sosainas de Jason Scott Lee en plan héroe y el hoy recuperado Thomas Ian Griffith (de "Karate Kid 3" / "Cobra Kai") en plan villano. También hubo más comics, algún vídeo-juego y se habló de un remake jamás materializado.
martes, 26 de noviembre de 2024
CHAINED HEAT 3: HELL MOUNTAIN
“Chained Heat 3: Hell Mountain” es una estratagema del amigo Lloyd A. Simandl por mantener viva la franquicia de “Rejas ardientes” y, muy probablemente, mantener vigentes los derechos de la misma.
Así, para la ocasión, y sin salirnos de Checoslovaquia desde donde opera el cineasta, el muy piratilla encarga una película de contenido semierótico y de ambiente postapocalíptico (sus personajes están como en el medioevo, pero usan armas de fuego propias del siglo XX) titulada “Hell Mountain”. A la hora de distribuirla mantiene ese título… pero como subtítulo de algo cuyo encabezamiento oficial es “Chained Heat 3”. Y al videoclub y a la tele por cable de cabeza. Y no creo que en 1998, año de la producción, quedara mucho incauto que picara con el engaño.
La cosa va de una cárcel de mujeres en las que son tratadas como basura, en un futuro indeterminado. Por supuesto, una de nuestras protagonistas se revelará y trazará un plan para huir de la cárcel de Hell Mountain.
Se pueden imaginar nada más ver la caratula ante la clase de producto que estamos; uno anodino, infame y digno de ser olvidado 10 minutos después de comenzar el visionado sin darle la oportunidad de acabar siquiera. Un rollo de padre y muy señor mío, cuyo único rasgo interesante —a medias— es que cuenta con el protagonismo de Jack Scalia (le recordarán por “La grieta”), que pasaba por allí, el cheque no debía ser muy jugoso, pero no tenía otra cosa a la vista y, de paso, así visitaba Checoslovaquia. Ahora, ganas de estar por allí se percibe que no tenía ningunas.
El director es Mike Rohl, un asalariado; su carrera la componen la dirección de episodios sueltos de series como “Smallville” “Poltergeist: El legado” para acabar siendo un realizador de estos que hacen películas navideñas al peso.
La verdad es que esta tercera parte (oficiosa) de “Rejas ardientes” podría desaparecer entre un aluvión de títulos eróticos de alta alcurnia, pero ¿qué es lo que la hace especial? Una auténtica subnormalidad de marketing. No contento Lloyd A. Simandl con sacarse de la manga una tercera parte apócrifa de “Chained Heat”, ese mismo año ¡¡estrena una segunda “Chained Heat 3”!! en este caso “Chained Heat III: Dark Confesions”. Por supuesto, es lo de siempre: relatitos eróticos super estilizados en torno al lesbianismo en una cárcel de mujeres. La idea y la cosa no dan para más. Sin embargo, esta vez, además de producir, el amigo Simandl también se encarga de dirigir. Esta ya no la he visto, ni voy a ver más películas de la franquicia (tengo bastante con las dos primeras, y la primera de las terceras…) pero, no deja de ser significativo que la siguiente de la serie se titule “Chained Heat 2001: Slave Lovers” y venga sin numerar, sobre todo, porque a su pase por algún canal temático español fue rebautizada bajo el título de “Rejas ardientes 5”, por lo que “Chained Heat III: Dark Confesions” contaría como cuarta de la serie si tenemos en cuenta que, en adelante, la numeración sería respetada a partir del quinto título. Un lío de la hostia en el que no merece la pena indagar más, porque no es fruto de una mente privilegiada de los negocios, sino de la dejadez, el sopor y la desidia, que son precisamente los estados anímicos por los que pasamos cada vez que vemos una de estas horribles secuelas. La original es otro rollo, la segunda puede tener cierta gracia, pero a partir de las dos terceras… me pierdo, me aburro y me lastimo. No obstante, quede aquí constancia de cómo un WIP ochentero, destinado a mostrar los atributos actorales y pectorales de Linda Blair, termina relegado a producto de tercera que lo mismo sirve para pinchar de madrugada en canal Playboy, que para lanzar en vídeo como parte de algo.
Fin.
Así, para la ocasión, y sin salirnos de Checoslovaquia desde donde opera el cineasta, el muy piratilla encarga una película de contenido semierótico y de ambiente postapocalíptico (sus personajes están como en el medioevo, pero usan armas de fuego propias del siglo XX) titulada “Hell Mountain”. A la hora de distribuirla mantiene ese título… pero como subtítulo de algo cuyo encabezamiento oficial es “Chained Heat 3”. Y al videoclub y a la tele por cable de cabeza. Y no creo que en 1998, año de la producción, quedara mucho incauto que picara con el engaño.
La cosa va de una cárcel de mujeres en las que son tratadas como basura, en un futuro indeterminado. Por supuesto, una de nuestras protagonistas se revelará y trazará un plan para huir de la cárcel de Hell Mountain.
Se pueden imaginar nada más ver la caratula ante la clase de producto que estamos; uno anodino, infame y digno de ser olvidado 10 minutos después de comenzar el visionado sin darle la oportunidad de acabar siquiera. Un rollo de padre y muy señor mío, cuyo único rasgo interesante —a medias— es que cuenta con el protagonismo de Jack Scalia (le recordarán por “La grieta”), que pasaba por allí, el cheque no debía ser muy jugoso, pero no tenía otra cosa a la vista y, de paso, así visitaba Checoslovaquia. Ahora, ganas de estar por allí se percibe que no tenía ningunas.
El director es Mike Rohl, un asalariado; su carrera la componen la dirección de episodios sueltos de series como “Smallville” “Poltergeist: El legado” para acabar siendo un realizador de estos que hacen películas navideñas al peso.
La verdad es que esta tercera parte (oficiosa) de “Rejas ardientes” podría desaparecer entre un aluvión de títulos eróticos de alta alcurnia, pero ¿qué es lo que la hace especial? Una auténtica subnormalidad de marketing. No contento Lloyd A. Simandl con sacarse de la manga una tercera parte apócrifa de “Chained Heat”, ese mismo año ¡¡estrena una segunda “Chained Heat 3”!! en este caso “Chained Heat III: Dark Confesions”. Por supuesto, es lo de siempre: relatitos eróticos super estilizados en torno al lesbianismo en una cárcel de mujeres. La idea y la cosa no dan para más. Sin embargo, esta vez, además de producir, el amigo Simandl también se encarga de dirigir. Esta ya no la he visto, ni voy a ver más películas de la franquicia (tengo bastante con las dos primeras, y la primera de las terceras…) pero, no deja de ser significativo que la siguiente de la serie se titule “Chained Heat 2001: Slave Lovers” y venga sin numerar, sobre todo, porque a su pase por algún canal temático español fue rebautizada bajo el título de “Rejas ardientes 5”, por lo que “Chained Heat III: Dark Confesions” contaría como cuarta de la serie si tenemos en cuenta que, en adelante, la numeración sería respetada a partir del quinto título. Un lío de la hostia en el que no merece la pena indagar más, porque no es fruto de una mente privilegiada de los negocios, sino de la dejadez, el sopor y la desidia, que son precisamente los estados anímicos por los que pasamos cada vez que vemos una de estas horribles secuelas. La original es otro rollo, la segunda puede tener cierta gracia, pero a partir de las dos terceras… me pierdo, me aburro y me lastimo. No obstante, quede aquí constancia de cómo un WIP ochentero, destinado a mostrar los atributos actorales y pectorales de Linda Blair, termina relegado a producto de tercera que lo mismo sirve para pinchar de madrugada en canal Playboy, que para lanzar en vídeo como parte de algo.
Fin.
sábado, 23 de noviembre de 2024
ANAMORPH
Miren lo que les digo, me gusta Willem Dafoe. Chorreante talento y carisma a un lado, admiro su versatilidad... así como esa cara tan peculiar que gasta (Willem "Defeo" solía llamarle a finales de los ochenta). Y no me refiero únicamente a la galería de personajes que es capaz de encarnar, incluyo el criterio a la hora de enfrentarse a un nuevo proyecto. El tío no tiene manías. Lo mismo te hace una super producción ultra comercial, que la cosa más rara y minoritaria del planeta, importándole un pimiento si es en funciones protagónicas o casi de extra.
Cuando "Instinto Básico" lo petó, ahí estaba Willem encarnando al imposible amante de Madonna en la vilipendiada "El cuerpo del delito". Con el Tarantinismo en su apogeo, un mindundi llamado Troy Duffy decidió replicarlo pariendo una cosa titulada "Los Elegidos", típica macarrada artificiosa lista para impresionar a pazguatos algo miopes. Aún así, Willem se subió al carro sin pensárselo (la consecuente historia de Duffy, a base de ascenso fulgurante y caída estrepitosa, dio para un documental titulado "Overnight") Finalmente está el ejemplo que hoy vengo a reseñar, "Anamorph", un genuino producto surgido a la alargada sombra del estupendo "Seven" de David Fincher (también conocida entre modeLnos como "Se7en") que, no porque sí, supuso toda una piedra angular a la hora de revitalizar el thriller (con una muy leve ayudita previa de "El silencio de los corderos") Cuando digo lo de sombra alargada debería extenderlo a alargadísssssima, porque para cuando Dafoe firmó el contrato había pasado más de una maldita década desde las sombrías desventuras de "Somerset" y "Mills". Así pues, ahí tenemos al colega como un inspector policial de solitaria existencia y ojo más que dotado para analizar escenarios criminalistas. Lleva cinco años atormentado por la investigación, caza y captura de un asesino en serie especialmente despiadado y cruel llamado "Tío Eddie". Algo turbio lo envuelve, aunque entrar en detalles sería espoilear la peli al completo. Arrancan una nueva serie de asesinatos que Dafoe se ve obligado a resolver. El problema es que guardan muchas similitudes con los de "Tío Eddie", lo que le dificultará bastante el asunto, sobre todo a niveles psicólogos. El serial killer es todo un artista. Se curra escenarios tan creativos como truculentos, construyendo puzzles humanos, usando cuerpos como cuencos para untar el pincel y otras zarandajas que contribuyen al lucimiento de los chicos de efectos especiales.
La deuda con "Se7en" como decía es notable (y, supongo, también con "los corderos". La presencia de Paul Lazar -habitual de Jonathan Demme-, quien en aquella era un entomólogo y en esta el forense, incrementa tal sensación). Esos escenarios lúgubres y sórdidos por los que transitan, linterna en mano, una pareja de polis (el joven entusiasta y el más mayor, descreído). La misma mecánica de los asesinatos, retorcidos y espectaculares. La escueta diferencia es que "Anamorph" se aposenta mucho más sobre aquello del homicidio como forma de arte. Y las citas culturetas (presentes también en el clásico de Fincher) son generosas e igualmente elevadas. Caso del mismo título, anamorfosis, una técnica muy curiosa que, si desconocen, les animo a googlear. Sí, amigos, pueden aprender viendo la película de Henry Miller, director y co-guionista. Poco o nada más haría el resto de su carrera. Raro.
Otro de los elementos diferenciadores se concentra en el desenlace, aquí es tan eficaz como medianamente desconcertante. Pero bien, el pitote completo funciona, te mantiene en vilo, impacta cuando debe y entretiene.
Acompañan a Willem Dafoe (poli mayor y descreído), Scott Speedman (poli joven y entusiasta), James Rebhorn, Peter Stormare, Clea DuVall, una vista y no vista Paz de la Huerta (y la incluyo porque lo dice la "secre", yo ni me di cuenta)... aunque para vista y no vista, Deborah Harry marcándose un, supongo, cameo coleguero. La guinda la pone Don Harvey, especializado en roles de malote o tipo desagradable, como el que encarnó en "Creepshow 2" o, sobre todo, "Corazones de hierro". Dato que, desde el punto de vista del "castingueo", podría considerarse spoiler... ¡ups!.
martes, 19 de noviembre de 2024
CADENAS ARDIENTES 2
10 años después del estreno de “Rejas ardientes” llega, a destiempo y sin ningún sentido, una secuela de origen checoslovaco-canadiense que en nuestro país salio directa a vídeo por parte de la efímera distribuidora noventera BMG vídeo (una filial de la todopoderosa discográfica Ariola). Esta gente supo ver que “Chained Heat 2” era secuela de la original americano-germana, pero, lejos de indagar más para ponerle el título en castellano, tradujeron este de forma literal, por lo que “Chained Heat 2” en España se distribuyó bajo el título de “Cadenas ardientes 2”. Los más listos del lugar podían vislumbrar por donde venían los tiros, pero, los menos, todavía se deben andar preguntando cual película será la “Cadenas ardientes” que precede a esta. En cualquier caso, daría lo mismo considerando la poca relevancia e interés de la película que nos ocupa.
Además, argumentalmente, el único nexo de unión con la cinta original es que, al igual que aquella, esta también es un WIP, solo que tardío y carente de cualquier atractivo para el espectador.
Una yankie va en tren a Checoslovaquia y, durante el trayecto, y sin saber muy bien por qué, un grupo de delincuentes le introduce en su bolso de viaje un alijo de cocaína. Al llegar a su destino, es intervenida por la policía que, al ver la carga que lleva consigo, la detiene y, de facto, la mete en la cárcel. Por supuesto allí dará con carceleras lesbianas que le harán la vida imposible, al mismo tiempo que se desenmaraña una endeble trama que culminará en una escena de acción anacrónica con estética de los años 50, que no se sabe muy bien si es un postmodernismo de los 90 y por tanto rodado así intencionadamente, o es simplemente que estamos demasiado acostumbrados a ver películas americanas (y esta es checoslovaca). Como fuere, en su totalidad, “Cadenas ardientes 2” es una auténtica bosta.
Su principal atractivo radica en la presencia de una Brigitte Nielsen en uno de sus mejores momentos físicos, pero en plena decadencia tras su separación de Sylvester Stallone y protagonizando toda suerte de subproductos de la más baja alcurnia. Puede que este sea de los peores. Por supuesto, en “Cadenas ardientes 2” la Nielsen hace de carcelera lesbiana y protagoniza alguna que otra secuencia erótica al estilo de los 90 —es decir, con esa fotografía aséptica y esa concepción blanca del erotismo propio de la década. No se erotiza ni el Tato—. El resto de actrices apenas llegan al 1,60 de estatura, pero Brigitte Nielsen mide casi dos metros; es tan grandona en general, y tiene tantas espaldas, que verla yacer en la cama con cualquier modelo de tamaño menudo convierte la secuencia en algo antinatural y grotesco, y, por lo tanto, extraño de presenciar. En una escena de cama uno no puede evitar comparar los cuerpos de las actrices simplemente porque la Nielsen es demasiado grande para hacerla protagonizar cualquier película erótica. Algo no cuadra ahí.
Más interesante resulta la carrera de su director, Lloyd A. Silmandl, polaco y asentado en Canadá, que se debió hacer con los derechos de la franquicia “Chained Heat” y los explotó hasta que no pudo más. Porque esta “Cadenas ardientes 2”, que fue distribuida para medio mundo por New Line, resultó ser un pequeño éxito, por lo que el tío se tiró el resto de la década, mas todos los dosmiles, rodando una ingente cantidad de WIPs a base de nimios presupuestos, distribución directa a vídeo y televisión por cable, desde su productora Bound Heat Films y en la misma Checoslovaquia. Así, en años sucesivos podemos contar hasta trece secuelas de “Rejas ardientes”, todas ella apócrifas (y sin embargo oficiales) que pendulean hacia el porno soft siendo ya las últimas producciones de pura basura en vídeo al estilo de “Emmanuelle 2000” y sucedáneos; material que no sirve ni como experiencia cinematográfica, ni para pajas. Algunas de estas películas están dirigidas por él, otras tan solo producidas. Sin embargo, Silmandl no es nuevo en terrenos farragosos y hasta llegar a este agujero negro de WIP y secuelas de “Rejas ardientes”, había firmado (y filmado) infamias del calibre de “El imperio de Ash” y secuela (directamente titulada en nuestro país "Road Warrior" para aprovecharse del éxito de ya saben cual), así como produjo “Justicia sangrienta” (cuyo póster quería emular al de “Halcones de la noche” de Sly)
Por ello no se me caen los anillos cuando afirmo que “Cadenas ardientes 2” es mala a rabiar, es el exploitation del exploitation (que explota algo cuya finalidad ya era explotar, se entiende…) pero, probablemente, comparado con todo lo que hizo después, sea la obra maestra del Lloyd A. Silmandl productor o director. Y que cuesta arriba se hace…
Además, argumentalmente, el único nexo de unión con la cinta original es que, al igual que aquella, esta también es un WIP, solo que tardío y carente de cualquier atractivo para el espectador.
Una yankie va en tren a Checoslovaquia y, durante el trayecto, y sin saber muy bien por qué, un grupo de delincuentes le introduce en su bolso de viaje un alijo de cocaína. Al llegar a su destino, es intervenida por la policía que, al ver la carga que lleva consigo, la detiene y, de facto, la mete en la cárcel. Por supuesto allí dará con carceleras lesbianas que le harán la vida imposible, al mismo tiempo que se desenmaraña una endeble trama que culminará en una escena de acción anacrónica con estética de los años 50, que no se sabe muy bien si es un postmodernismo de los 90 y por tanto rodado así intencionadamente, o es simplemente que estamos demasiado acostumbrados a ver películas americanas (y esta es checoslovaca). Como fuere, en su totalidad, “Cadenas ardientes 2” es una auténtica bosta.
Su principal atractivo radica en la presencia de una Brigitte Nielsen en uno de sus mejores momentos físicos, pero en plena decadencia tras su separación de Sylvester Stallone y protagonizando toda suerte de subproductos de la más baja alcurnia. Puede que este sea de los peores. Por supuesto, en “Cadenas ardientes 2” la Nielsen hace de carcelera lesbiana y protagoniza alguna que otra secuencia erótica al estilo de los 90 —es decir, con esa fotografía aséptica y esa concepción blanca del erotismo propio de la década. No se erotiza ni el Tato—. El resto de actrices apenas llegan al 1,60 de estatura, pero Brigitte Nielsen mide casi dos metros; es tan grandona en general, y tiene tantas espaldas, que verla yacer en la cama con cualquier modelo de tamaño menudo convierte la secuencia en algo antinatural y grotesco, y, por lo tanto, extraño de presenciar. En una escena de cama uno no puede evitar comparar los cuerpos de las actrices simplemente porque la Nielsen es demasiado grande para hacerla protagonizar cualquier película erótica. Algo no cuadra ahí.
Más interesante resulta la carrera de su director, Lloyd A. Silmandl, polaco y asentado en Canadá, que se debió hacer con los derechos de la franquicia “Chained Heat” y los explotó hasta que no pudo más. Porque esta “Cadenas ardientes 2”, que fue distribuida para medio mundo por New Line, resultó ser un pequeño éxito, por lo que el tío se tiró el resto de la década, mas todos los dosmiles, rodando una ingente cantidad de WIPs a base de nimios presupuestos, distribución directa a vídeo y televisión por cable, desde su productora Bound Heat Films y en la misma Checoslovaquia. Así, en años sucesivos podemos contar hasta trece secuelas de “Rejas ardientes”, todas ella apócrifas (y sin embargo oficiales) que pendulean hacia el porno soft siendo ya las últimas producciones de pura basura en vídeo al estilo de “Emmanuelle 2000” y sucedáneos; material que no sirve ni como experiencia cinematográfica, ni para pajas. Algunas de estas películas están dirigidas por él, otras tan solo producidas. Sin embargo, Silmandl no es nuevo en terrenos farragosos y hasta llegar a este agujero negro de WIP y secuelas de “Rejas ardientes”, había firmado (y filmado) infamias del calibre de “El imperio de Ash” y secuela (directamente titulada en nuestro país "Road Warrior" para aprovecharse del éxito de ya saben cual), así como produjo “Justicia sangrienta” (cuyo póster quería emular al de “Halcones de la noche” de Sly)
Por ello no se me caen los anillos cuando afirmo que “Cadenas ardientes 2” es mala a rabiar, es el exploitation del exploitation (que explota algo cuya finalidad ya era explotar, se entiende…) pero, probablemente, comparado con todo lo que hizo después, sea la obra maestra del Lloyd A. Silmandl productor o director. Y que cuesta arriba se hace…
sábado, 16 de noviembre de 2024
HORIZONTE FINAL
"Horizonte Final" es una película un tanto peculiar. Posiblemente por ello se ha ido granjeando cierto culto, cierta reputación, desde su "fracasado" estreno por allá el año 1997. No, no funcionó en las taquillas. Al menos no como se esperaba. Tal vez fue su rol de rara avis justo cuando el slasher regresaba de la tumba para comérselo todo ("Sé lo que hicisteis el último verano" se estrenó esa misma temporada). O la combinación casi calculada de terror y ciencia ficción, dejándola un poco en terreno de nadie. No se sabe pero, como digo, con el tiempo hasta llegó a contar con una edición en dvd de lo más lujosa (ver al final del tocho).
Vi "Horizonte Final" en el cine "Comedia" de Barcelona y, desde entonces, siempre he tenido una opinión favorable. Incluso pasé algo de acojone, y eso ya es raro. No porque me hubiese vuelto insensible ante los escalofríos en una pantalla (el día que eso pase, dejaré de consumir películas de terror.... ¿¿ande estaría la gracia entonces?? sería como no reírse con comedias o no ponerse palote con las eróticas. Deprimente), sino porque el miedo me suele funcionar en un entorno creíble, realista. Y, desde luego, la ciencia ficción no es, en ese sentido, lo más práctico.
Narrativamente le sobran las buenas ideas. "Horizonte Final" es el nombre de una super-nave capaz de generar su propio agujero negro con el fin de trasladarse a placer por el universo. En el viaje inaugural, por ahí 2040 (las supuestas fechas quedan graciosamente cercanas en el tiempo, es decir, las predicciones tecnológicas del guionista, Philip Eisner, no fueron muy certeras... lo mismo que sus siguientes libretos, entre ellos "Ojos de fuego 2" y ese "Crónicas Mutantes" de nefasta memoria), desaparece por completo, sin dejar rastro. Tras siete largos años, vuelve a dar señales de vida. Así que, como suele ser habitual, mandan un equipo al rescate, acompañados por el científico que la diseñó. Y ahí radica la gracia de la epopeya. La nave viajó hasta otro lugar, sí, solo que, en fin, no parece que fuera dentro de nuestra dimensión. Probablemente visitara algo parecido al infierno, un sitio repleto de caos y maldad que, encima, se ha traído de vuelta, lo que dificultará bastante la tarea a los visitantes.
Y el resultado pues mola un rato. Las referencias son evidentes: "Alien, el 8º pasajero", "Hellraiser", "La mansión encantada"... muchas (por ahí incluyen "El resplandor" en la lista y yo mismo osé mentar cual sospechoso precedente "El lado oscuro de la luna"). Pero la ensalada está rica y bien servida. Como decía, hay momentos de genuino miedo (mi favorito: el niño de piernas mutiladas rascando la cortina), otros truculentos de muchísimo impacto (mi favorito -y el de mucha gente-: las horribles imágenes de lo que le ocurrió a la tripulación original.... brutal), una atmósfera inquietante, un pelo malsana, una fotografía adecuadamente lúgubre, efectos especiales más que decentes, buenos y carismáticos actores (destacando al dúo protagonista, Sam Neill y Laurence Fishburne). Mucho entretenimiento bien empaquetado con escasos deslices... pero los tiene. Y eso es lo que, a la larga, impide que "Horizonte Final" ascienda de buena a cojonuda.
El clímax final se pasa tres pueblos. Es de esos recargados, verbeneros, pirotécnicos y excesivos que tanto me molestan, más en este caso, donde hasta su llegada prevalecía cierta contención, muy efectiva a la hora de provocar tan maravillosa inquietud. Pero, en fin, ya se sabe, Hollywood, los noventa y el británico Paul Anderson a la dirección, un señor que suele descontrolarse mucho si le dejan. El suyo es un caso muy peculiar. Despuntó con un thriller de cierto prestigio -"Shopping: de tiendas"- que le abrió las puertas de la meca del cine, pero en su vertiente más comercialucha. Sin embargo, él pareció encontrarse muy a gustito, dejándose llevar por el lado más popular, facilón y complaciente del business. Así lo demostró con su primer encargo, "Mortal Kombat", y lo que vino después de la reseñada, como "Death Race: La carrera de la muerte" o, muy especialmente, la ristra de títulos que complementan la franquicia "Resident Evil" (donde conoció a Milla Jovovich, con quien se lió y terminó formando una familia). Él mismo ha declarado alguna vez que se siente muy satisfecho con "Horizonte Final". Y no le faltan motivos.
Cierra el sarao un tema tan adecuado y noventero como el "Funky Shit" de los "Prodigy".
Vi "Horizonte Final" en el cine "Comedia" de Barcelona y, desde entonces, siempre he tenido una opinión favorable. Incluso pasé algo de acojone, y eso ya es raro. No porque me hubiese vuelto insensible ante los escalofríos en una pantalla (el día que eso pase, dejaré de consumir películas de terror.... ¿¿ande estaría la gracia entonces?? sería como no reírse con comedias o no ponerse palote con las eróticas. Deprimente), sino porque el miedo me suele funcionar en un entorno creíble, realista. Y, desde luego, la ciencia ficción no es, en ese sentido, lo más práctico.
Narrativamente le sobran las buenas ideas. "Horizonte Final" es el nombre de una super-nave capaz de generar su propio agujero negro con el fin de trasladarse a placer por el universo. En el viaje inaugural, por ahí 2040 (las supuestas fechas quedan graciosamente cercanas en el tiempo, es decir, las predicciones tecnológicas del guionista, Philip Eisner, no fueron muy certeras... lo mismo que sus siguientes libretos, entre ellos "Ojos de fuego 2" y ese "Crónicas Mutantes" de nefasta memoria), desaparece por completo, sin dejar rastro. Tras siete largos años, vuelve a dar señales de vida. Así que, como suele ser habitual, mandan un equipo al rescate, acompañados por el científico que la diseñó. Y ahí radica la gracia de la epopeya. La nave viajó hasta otro lugar, sí, solo que, en fin, no parece que fuera dentro de nuestra dimensión. Probablemente visitara algo parecido al infierno, un sitio repleto de caos y maldad que, encima, se ha traído de vuelta, lo que dificultará bastante la tarea a los visitantes.
Y el resultado pues mola un rato. Las referencias son evidentes: "Alien, el 8º pasajero", "Hellraiser", "La mansión encantada"... muchas (por ahí incluyen "El resplandor" en la lista y yo mismo osé mentar cual sospechoso precedente "El lado oscuro de la luna"). Pero la ensalada está rica y bien servida. Como decía, hay momentos de genuino miedo (mi favorito: el niño de piernas mutiladas rascando la cortina), otros truculentos de muchísimo impacto (mi favorito -y el de mucha gente-: las horribles imágenes de lo que le ocurrió a la tripulación original.... brutal), una atmósfera inquietante, un pelo malsana, una fotografía adecuadamente lúgubre, efectos especiales más que decentes, buenos y carismáticos actores (destacando al dúo protagonista, Sam Neill y Laurence Fishburne). Mucho entretenimiento bien empaquetado con escasos deslices... pero los tiene. Y eso es lo que, a la larga, impide que "Horizonte Final" ascienda de buena a cojonuda.
El clímax final se pasa tres pueblos. Es de esos recargados, verbeneros, pirotécnicos y excesivos que tanto me molestan, más en este caso, donde hasta su llegada prevalecía cierta contención, muy efectiva a la hora de provocar tan maravillosa inquietud. Pero, en fin, ya se sabe, Hollywood, los noventa y el británico Paul Anderson a la dirección, un señor que suele descontrolarse mucho si le dejan. El suyo es un caso muy peculiar. Despuntó con un thriller de cierto prestigio -"Shopping: de tiendas"- que le abrió las puertas de la meca del cine, pero en su vertiente más comercialucha. Sin embargo, él pareció encontrarse muy a gustito, dejándose llevar por el lado más popular, facilón y complaciente del business. Así lo demostró con su primer encargo, "Mortal Kombat", y lo que vino después de la reseñada, como "Death Race: La carrera de la muerte" o, muy especialmente, la ristra de títulos que complementan la franquicia "Resident Evil" (donde conoció a Milla Jovovich, con quien se lió y terminó formando una familia). Él mismo ha declarado alguna vez que se siente muy satisfecho con "Horizonte Final". Y no le faltan motivos.
Cierra el sarao un tema tan adecuado y noventero como el "Funky Shit" de los "Prodigy".
martes, 12 de noviembre de 2024
REJAS ARDIENTES
Clásico del WIP y, en nuestro país, de las sesiones continuas, que con un sabor inequívocamente americano en realidad se trata de un invento de una compañía alemana que, asociándose con unos cuantos productores yankees, e intentando concebir una secuela directa de “La jungla de cemento” (también conocida como “Acorralada entre mujeres”) y con la mayor mala baba posible, dan forma a esta “Rejas ardientes” que es una película sobre cárceles de mujeres, un “blaxploitation” y un melodrama al mismo tiempo. El guion fue dando tantas vueltas durante el rodaje que, sobre la marcha, se decidió no iba a ser una secuela de la anteriormente mencionada sino una película independiente. De hecho, lo es hasta tal punto, que su estrella, una ya decadente Linda Blair, asegura que cuando firmó el contrato el guion era de una manera, y cuando se terminó de rodar, no tenía nada que ver con la película por la que ella había firmado.
La Blair nunca quedó contenta con esta película concebida para su total y absoluto lucimiento, ni con ninguno de sus WIPS posteriores, ya que, dice, arruinaron su carrera. El caso es que la actriz, tras estar encasillada en el papel de Regan, después de “El Hereje: Exorcista II” decidió dar un vuelco a su trayectoria y, para demostrar que era una actriz madura que podía desempeñar toda suerte de papeles, no se lo ocurrió otra cosa que posar en pelota picada para toda suerte de revistas de contenido erótico, mostrando felpudazo y ubre. Una estrategia poco inteligente porque, lejos de llegar a los papeles adultos de las películas de estudio que ella anhelaba, gracias a su chocho moreno tuvo que hacerse fuerte en la "serie B" de la que ya nunca saldría más que esporádicamente, y donde si no enseñaba teta no interesaba su presencia. Para colmo de males, cuando rodó “Rejas ardientes”, aunque la actriz había aparecido descocada en revistas, todavía no se había despelotado en el cine y su idea era seguir sin hacerlo. Pero los productores la amenazaron con que si no se aireaba encantos en esa secuencia de la ducha que muchos recordarán, no volvería a trabajar en su vida. Y en lugar de denunciar la situación o marcharse de la producción con dignidad, la Blair decidió desnudarse en esta película… y en todas las que vinieron después.
Por supuesto “Rejas ardientes” es la parodia grotesca de cualquier WIP anterior, no existe película más amoral y malintencionada que esta, y aunque al final triunfa el bien y la moralina típica de los americanos, la galería de personajes malvados es aquí inconmensurable. No se salva ni uno
Una joven asesina a un hombre por accidente y, en consecuencia, es condenada a 18 meses de cárcel. Cuando llega a prisión pronto se dará cuenta de que ha de ser muy fuerte para sobrevivir, porque en ese horrible lugar no solo tendrá que lidiar con la condena, sino con los envites de presidiarias lesbianas que quieren convertirla en su nuevo juguetito, problemas raciales en el patio, carceleros (y carceleras) violadores que se la quieren pasar por la piedra y el alcaide que gusta de subir presas a su despacho con el fin de hacerles el amor en su yacuzzi y grabarlo en vídeo. Todo ello aliñado con fuertes dosis de sangre, violencia, desnudos totales femeninos y peleas con pinchos cada cinco minutos.
“Rejas ardientes” es una película verdaderamente exploit, su único afán consiste en mostrar morbo hasta los límites de la legalidad, por lo que en su momento se manifestaron en contra de la película toda suerte de asociaciones feministas y homosexuales que, en las puertas de los cines, la acusaban de ser poco más que pasto para vouyeurs, mostrando a las lesbianas como depredadoras en potencia de las que había que cuidarse. De poco sirvieron las protestas porque, a las dos semanas de ser estrenada, “Rejas ardientes” ya había duplicado su presupuesto inicial de 950.000 dólares, llegando a multiplicarlo por seis a lo largo de su carrera teatral.
Y es que, precisamente por todo eso por lo que protestaban las asociaciones homosexuales, es por lo que la película es a día de hoy un divertimento sin precedentes, una oda a la exageración, y de resultado tan tremendamente naif que, en pleno 2024, se queda un tanto anticuada por ingenua. Por lo demás, no da tregua, no paran de ocurrir cosas, todas ellas terribles, aunque en realidad el argumento brille por su ausencia y esto al final sea un catálogo de pinchazos, violaciones, peleas y carceleros descendientes del mismo Hitler. Una película adorable, un absoluto clásico de la carroña malintencionada.
En el elenco, además de a Linda Blair que sería la buena de la función, como némesis lesbiana sobona y violenta que le hace la vida imposible a nuestra protagonista, tenemos a Sybil Danning quizás en su mejor momento (con dos pechos similares a dos enormes cántaros de miel) además de las presencias de clásicos como Henry Silva y John Vernon (los dos malos, malísimos que hacen con las presas lo que se les antoja).
Dirige la función un tipo que, según cuentan, no tenía ni puta idea de dirigir (motivo por el cual, asegura la Danning, tuvo que ponerse ella tras la cámara en más de una ocasión durante el rodaje) y que respondía al nombre de Paul Nicholas, seudónimo tras el que se ocultaba el cineasta alemán Lutz Schaawaechter. Dirigió otro WIP titulado “La jaula desnuda” y un par de títulos más a lo largo de su carrera, de poca o nula importancia.
En España, la película fue un éxito moderado que en cines de barrio conglomeró algo más de 250.000 espectadores, pero en videoclubs fue uno de los títulos más alquilados de la época.
Ya en los 90, se hicieron dos secuelas; “Cadenas ardientes 2” y “Chained Heat 3”, que tendrán por aquí próximamente. También existe una serie de subproductos de quinta regional que formarían parte de la franquicia, si bien en ningún momento, ninguna de ellas tenga nada que ver con la original más allá del contenido erótico, lésbico y carcelario. Este expolio vendría por parte del director de “Cadenas Ardientes 2”, Lloyd A. Simadl, que hasta el día de hoy ha perpetrado, desde su pequeña productora en Republica Checa, más de 14 secuelas un tanto bastardas de la de Paul Nicholas.
La Blair nunca quedó contenta con esta película concebida para su total y absoluto lucimiento, ni con ninguno de sus WIPS posteriores, ya que, dice, arruinaron su carrera. El caso es que la actriz, tras estar encasillada en el papel de Regan, después de “El Hereje: Exorcista II” decidió dar un vuelco a su trayectoria y, para demostrar que era una actriz madura que podía desempeñar toda suerte de papeles, no se lo ocurrió otra cosa que posar en pelota picada para toda suerte de revistas de contenido erótico, mostrando felpudazo y ubre. Una estrategia poco inteligente porque, lejos de llegar a los papeles adultos de las películas de estudio que ella anhelaba, gracias a su chocho moreno tuvo que hacerse fuerte en la "serie B" de la que ya nunca saldría más que esporádicamente, y donde si no enseñaba teta no interesaba su presencia. Para colmo de males, cuando rodó “Rejas ardientes”, aunque la actriz había aparecido descocada en revistas, todavía no se había despelotado en el cine y su idea era seguir sin hacerlo. Pero los productores la amenazaron con que si no se aireaba encantos en esa secuencia de la ducha que muchos recordarán, no volvería a trabajar en su vida. Y en lugar de denunciar la situación o marcharse de la producción con dignidad, la Blair decidió desnudarse en esta película… y en todas las que vinieron después.
Por supuesto “Rejas ardientes” es la parodia grotesca de cualquier WIP anterior, no existe película más amoral y malintencionada que esta, y aunque al final triunfa el bien y la moralina típica de los americanos, la galería de personajes malvados es aquí inconmensurable. No se salva ni uno
Una joven asesina a un hombre por accidente y, en consecuencia, es condenada a 18 meses de cárcel. Cuando llega a prisión pronto se dará cuenta de que ha de ser muy fuerte para sobrevivir, porque en ese horrible lugar no solo tendrá que lidiar con la condena, sino con los envites de presidiarias lesbianas que quieren convertirla en su nuevo juguetito, problemas raciales en el patio, carceleros (y carceleras) violadores que se la quieren pasar por la piedra y el alcaide que gusta de subir presas a su despacho con el fin de hacerles el amor en su yacuzzi y grabarlo en vídeo. Todo ello aliñado con fuertes dosis de sangre, violencia, desnudos totales femeninos y peleas con pinchos cada cinco minutos.
“Rejas ardientes” es una película verdaderamente exploit, su único afán consiste en mostrar morbo hasta los límites de la legalidad, por lo que en su momento se manifestaron en contra de la película toda suerte de asociaciones feministas y homosexuales que, en las puertas de los cines, la acusaban de ser poco más que pasto para vouyeurs, mostrando a las lesbianas como depredadoras en potencia de las que había que cuidarse. De poco sirvieron las protestas porque, a las dos semanas de ser estrenada, “Rejas ardientes” ya había duplicado su presupuesto inicial de 950.000 dólares, llegando a multiplicarlo por seis a lo largo de su carrera teatral.
Y es que, precisamente por todo eso por lo que protestaban las asociaciones homosexuales, es por lo que la película es a día de hoy un divertimento sin precedentes, una oda a la exageración, y de resultado tan tremendamente naif que, en pleno 2024, se queda un tanto anticuada por ingenua. Por lo demás, no da tregua, no paran de ocurrir cosas, todas ellas terribles, aunque en realidad el argumento brille por su ausencia y esto al final sea un catálogo de pinchazos, violaciones, peleas y carceleros descendientes del mismo Hitler. Una película adorable, un absoluto clásico de la carroña malintencionada.
En el elenco, además de a Linda Blair que sería la buena de la función, como némesis lesbiana sobona y violenta que le hace la vida imposible a nuestra protagonista, tenemos a Sybil Danning quizás en su mejor momento (con dos pechos similares a dos enormes cántaros de miel) además de las presencias de clásicos como Henry Silva y John Vernon (los dos malos, malísimos que hacen con las presas lo que se les antoja).
Dirige la función un tipo que, según cuentan, no tenía ni puta idea de dirigir (motivo por el cual, asegura la Danning, tuvo que ponerse ella tras la cámara en más de una ocasión durante el rodaje) y que respondía al nombre de Paul Nicholas, seudónimo tras el que se ocultaba el cineasta alemán Lutz Schaawaechter. Dirigió otro WIP titulado “La jaula desnuda” y un par de títulos más a lo largo de su carrera, de poca o nula importancia.
En España, la película fue un éxito moderado que en cines de barrio conglomeró algo más de 250.000 espectadores, pero en videoclubs fue uno de los títulos más alquilados de la época.
Ya en los 90, se hicieron dos secuelas; “Cadenas ardientes 2” y “Chained Heat 3”, que tendrán por aquí próximamente. También existe una serie de subproductos de quinta regional que formarían parte de la franquicia, si bien en ningún momento, ninguna de ellas tenga nada que ver con la original más allá del contenido erótico, lésbico y carcelario. Este expolio vendría por parte del director de “Cadenas Ardientes 2”, Lloyd A. Simadl, que hasta el día de hoy ha perpetrado, desde su pequeña productora en Republica Checa, más de 14 secuelas un tanto bastardas de la de Paul Nicholas.
sábado, 9 de noviembre de 2024
MI MARCIANO FAVORITO
Felices tiempos aquellos en los que hablar de Jeff Daniels y Christopher Lloyd, dos actores por los que siento mucha simpatía, no suponía automáticamente mentar "Dos tontos muy tontos" ni "Regreso al futuro". Años de calma, cuando el "geekismo" todavía no se había convertido en una secta, o una plaga. Y por eso -por lo de la simpatía- me llevé toda una sorpresa el otro día, tras lustros del primer y único visionado, al (re)encontrármelos compartiendo plano en "Mi marciano favorito". Recordaba la presencia de Lloyd, pero no la de Daniels. Tampoco sorprende la reacción de mis escasas neuronas, porque estamos ante un producto destinado a ser olvidado en tiempo récord. Puro "fast food", consciente y orgulloso, de mano de -nada menos- una Disney todavía no devorada por la fiebre Woke, ni por esa asquerosa codicia que todo lo impregna y destruye. Incluso se permiten algunos gags picantes y un pelo escatos... siempre para los estándares de la compañía del ratón, claro, pero comparado a como está hoy el patio, resulta refrescante.
Supongo que podemos culpar al "Misión: Imposible" cinematográfico, y su tremendo éxito, de la fiebre que le entró a Hollywood con eso de llevar series de televisión más o menos clásicas a la gran pantalla, modernizando tono y maneras. Un proceder que por esos lares siempre ha funcionado, pero en la segunda mitad de los noventa, primera de los dosmiles, se volvió bastante recurrente.
Supongo que podemos culpar al "Misión: Imposible" cinematográfico, y su tremendo éxito, de la fiebre que le entró a Hollywood con eso de llevar series de televisión más o menos clásicas a la gran pantalla, modernizando tono y maneras. Un proceder que por esos lares siempre ha funcionado, pero en la segunda mitad de los noventa, primera de los dosmiles, se volvió bastante recurrente.
"Mi marciano favorito" es la puesta al día de un "tv show" sesentero del que tenía constancia, pero jamás había/he visto. Así pues, no puedo recurrir al juego de las comparaciones. En cualquier caso, la cosa va de un extraterrestre llegado de Marte que se hace amigo de un periodista en horas bajas y el consiguiente revuelo que causa en su vida. El alienígena original, Ray Walston, se marca prácticamente el mismo papel en la nueva versión, algo también muy habitual en estos productos, presentarse casi como secuelas del material primigenio, contando con los actores de aquel retomando -más o menos- a sus personajes, si es que aún estaban vivos, claro. Desafortunadamente, no es el caso del compa humano de Walston, nada menos que Bill Bixby, "Bruce Banner" (o "David Bruce Banner") en la famosa y setentera serie de "La Masa". Para la llegada de 1999, año de producción de la puesta al día, el pobre llevaba ya seis bajo tierra.
He leído, en plan reproche, que la película prefiere apostar por los efectos especiales y el humor más "slpastick" en lugar de la típica materia dialoguista y enredante propia de la "sitcom" que era. Hombre, también es normal, digo yo. Se tira mucho de un CGI algo verde aunque pasable, destacando la estrella del sarao, el traje con vida propia del marciano. Vendría a ser la comparsa cómica y, ciertamente, acaba resultando irritante y agotadora. Por mucho que he investigado, no lo he detectado en la serie, así que podría ser una invención del film. Ni idea. Y tampoco importa, porque, como decía, este "Mi marciano favorito" noventero cumple con su función más elemental, entretener. Se mueve a toda leche, no da respiro, provoca alguna risilla comedida, aporta puntuales secuencias razonablemente espectaculares (la carrera del coche miniaturizado por las alcantarillas) y, al terminar, deja la sensación de haber consumido una chorrada máxima, pero sin llegar al insulto. Bien. Decente.
He leído, en plan reproche, que la película prefiere apostar por los efectos especiales y el humor más "slpastick" en lugar de la típica materia dialoguista y enredante propia de la "sitcom" que era. Hombre, también es normal, digo yo. Se tira mucho de un CGI algo verde aunque pasable, destacando la estrella del sarao, el traje con vida propia del marciano. Vendría a ser la comparsa cómica y, ciertamente, acaba resultando irritante y agotadora. Por mucho que he investigado, no lo he detectado en la serie, así que podría ser una invención del film. Ni idea. Y tampoco importa, porque, como decía, este "Mi marciano favorito" noventero cumple con su función más elemental, entretener. Se mueve a toda leche, no da respiro, provoca alguna risilla comedida, aporta puntuales secuencias razonablemente espectaculares (la carrera del coche miniaturizado por las alcantarillas) y, al terminar, deja la sensación de haber consumido una chorrada máxima, pero sin llegar al insulto. Bien. Decente.
A Daniels, Walston y un bastante sobreactuado Lloyd, gozando como una perra a base de explotar esa inconfundible mueca suya de loco que tanto le ha reportado (desde "Alguien voló sobre el nido del cuco" hasta.... ya saben cual), los acompañan algunos nombres sin desperdicio. Una ridículamente atractiva Elizabeth Hurley como tía buena / niña mimada bastante despreciable (¿permitiría hoy el Wokeismo un personaje femenino tan sexual y negativo?), Daryl Hannah como lo opuesto, la angelical / un poco lela rubia que bebe los vientos por Jeff Daniels (¿permitiría hoy el Wokeismo una.....? ¡¡bah, olvídalo!!), el gran Michael Lerner, Wallace Shawn igualmente desatado (en realidad, todos lo están, supongo que el film invita a ello), papelillo para T.K. Carter -el "Nauls" de "La Cosa"-, y Dawn Maxey como apetitosa "bimbo" acosada por el traje parlanchín en un probador (¿permitiría hoy el Wokeismo ver cómo este le azota el culo? ¿en un producto Disney?).
Dirige un inocuo y cumplidor Donald Pretie. Comenzó en la tele, dio su primera oportunidad real a Julia Roberts con "Mystic Pizza" y, aluego, pariría cosas como "Niño Rico", la de Macaulay Culkin, "Miss Agente Especial", "Cómo perder un chico en diez días" o "Bienvenido a Mooseport"... para terminar regresando a la caja tonta. Una carrera fascinante. Me pregunto qué impulsa a un director como este a meterse en el cine. Qué le mueve. Qué le motiva. ¿Ganar dinero? ¿mejor esto que ser dependiente del "McDonalds"?... ¿O solo se trata de severa miopía a la hora de elegir los proyectos? Un genuino misterio para mí.
Dirige un inocuo y cumplidor Donald Pretie. Comenzó en la tele, dio su primera oportunidad real a Julia Roberts con "Mystic Pizza" y, aluego, pariría cosas como "Niño Rico", la de Macaulay Culkin, "Miss Agente Especial", "Cómo perder un chico en diez días" o "Bienvenido a Mooseport"... para terminar regresando a la caja tonta. Una carrera fascinante. Me pregunto qué impulsa a un director como este a meterse en el cine. Qué le mueve. Qué le motiva. ¿Ganar dinero? ¿mejor esto que ser dependiente del "McDonalds"?... ¿O solo se trata de severa miopía a la hora de elegir los proyectos? Un genuino misterio para mí.
martes, 5 de noviembre de 2024
MI MEJOR AMIGO, MI HIJO
Hoy en día, cuando pensamos en la figura de Bill Cosby, más que en el cómico y actor que fue, el papá de América como le llamaban, o en su entrañable show “La hora de Bill Cosby”, tendemos a pensar en su vertiente más oscura y siniestra, la del individuo que se ha tirado media vida drogando y violando a tantas mujeres como le apeteció, y cuya carrera ha quedado empañada por ello. Esto no es más que una muestra del poder que ejercen ciertos individuos, escasos de moral, y se creen en potestad de hacer lo que les da la real gana —de hecho, a Cosby se le pilló en 2014, pero lleva practicando sexo bajo sumisión química desde los años 60—, solo porque pueden.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
Ahora, lo más chocante es que esa actitud depravada venga de parte de un tipo que se hizo famoso por promover valores como la amistad, la familia y la bondad en la gran mayoría de sus trabajos. Cosby era, en lo que a su humor se refiere, blanco como la patena, casi un cumbayá… por lo que choca especialmente esta doble vida fuera de los focos.
Para muestra de su blancura, un botón.
“Mi mejor amigo, mi hijo” es un telefilm del año 1972 orquestado por el propio Bill Cosby que tuvo la idea, la produjo, interpretó el papel principal e incluso compuso la banda sonora, firmándola como William H. Cosby Jr. (su nombre real).
Un individuo llamado Blu trabaja como mozo de carga en el aeropuerto, además de trapero y taxista los fines de semana para ganar un poco de dinero. Su esposa lo mismo, trabaja como auxiliar en el hospital y limpiando casas. Tienen un hijo pequeño y viven en un estado de extrema pobreza. Es por eso que la obsesión de Blu es ahorrar hasta el último centavo que gana, ya que le tiene echado el ojo a una casa fuera del gueto y su sueño es mudarse allí con su familia para tener una vida digna. Pero claro, este estado perpetuo de trabajo ha mermado la relación con su hijo, el cual comienza a comportarse de manera un tanto molesta porque su padre no le hace ni puñetero caso. Blu intentará convertirse en un padre para él, pero le puede más el hecho de ganar dinero, el futuro.
Un buen día, al chaval le salen unos sarpullidos en el codo, motivo por el que su madre acaba llevándole al hospital. Resulta que tiene anemia por células falciformes, una extraña enfermedad de los negros que, inevitablemente, llevará al pequeño protagonista a la muerte. Precisamente eso es lo que determina que Blu cambie de modus operandi, decidiendo pensar menos en el mañana y disfrutar más del presente, pasando todo el tiempo que pueda con su hijo.
Menudo folletín ¿eh? Muy de Bill Cosby por otra parte. Sin embargo la cosa no está mal, apenas dura una hora y diez y se deja ver perfectamente pese a que esta película se compone en un 90% de diálogos. Y es que para la elaboración del guion, Cosby contó con la pluma de Allan Sloane, guionista que las pasó putas durante la caza de brujas siendo uno de los trabajadores de Hollywood en la lista negra, quien se especializó en escribir para televisión tramas sobre gente con algún tipo de problemas o discapacitados. Se le daba bien el asunto. Entonces, este dramón sobre las prioridades de un padre y la anemia de células falciformes, no exento de cierta moralina e incitaciones a la autoayuda, fue premiado con el más preciado galardón que puede obtener un trabajo televisivo, el EMI al mejor guion.
Para la dirección Bill Cosby contó con el artesano Gilbert Cates que, visto lo visto, también se especializó en trabajos televisivos de esta misma índole, aunque a lo largo de su carrera hizo un par de curiosas escapadas al mundo de la pantalla grande. Suyas son el thriller “Ambición mortal” con Karen Allen y Keith Carradine, que no estaba mal, o “Amor de verano” con unos jovencísimos Beau Bridges y Susan Sarandon.
Por otra parte, para hacer de la esposa de Blu, tenemos a Gloria Foster, actriz asimismo de prominente carrera televisiva que ya en su vejez apareció en “Matrix”, pero que coincidió con Bill Cosby, además de en este telefilm, en la serie que le brindó la fama, “Yo, espía” o en la película que pasó a los anales del cine malo, por eso, por mala, “Un espía súperguay”.
Por supuesto, Bill Cosby, en los 70 no era en exceso popular en nuestro país, pero a partir de 1986, que se estrenó acá su sitcom de mayor éxito, “La hora de Bill Cosby”, su fama se disparó de manera notable, motivo por el que compañías de vídeo mas grandes o más modestas, aprovecharon para lanzar en vídeo algunas de las viejas películas del actor. "Feeling", roñosa distribuidora española (subsidiaria de "Thor Films" dedicada al melodrama), tuvo a bien poner en alquiler el telefilm bajo el título que ilustra la reseña, cuando el original es “For all my friends on The Shore”. Por otro lado, cuando más adelante la película fue emitida por los distintos canales televisivos de nuestro país, pasó a titularse “A todos mis amigos de la tierra”, algo más fiel al original, pero igual de horroroso. Y es que Bill Cosby no daba puntadas sin hilo y, en un alarde de mesianismo, el título que escoge para su película no hace alusión a los hechos que acontecen en la misma, pero sí nos advierte que el papá de América quiere lanzar un mensaje a todos sus amigos de la tierra. Porque puede.
No era difícil adivinar entonces, entre tanta megalomanía, lo que se dedicaría a hacer el cómico a señoras y señoritas de diversa índole y edad, anestesia para trabajos odontológicos mediante.
Pero el telefílm, de lagrimita fácil, se deja ver, está entretenido.
sábado, 2 de noviembre de 2024
STREAM
Lo más llamativo de "Stream" no está ni en su trama, ni su acabado, ni nada que afecte a lo que nos cuenta y cómo. Está detrás de las cámaras. Bueno, y delante si hablamos del reparto. Resulta que muchas de las cabezas pensantes responsables de la actualmente más que popular saga "Terrifier" andan metidos en "Stream". El primer cartel que vi de la interfecta no lo anunciaba, y me extrañó. En otros tiempos, pensé, semejante dato se habría explotado hasta la indecencia. Incluso algún distribuidor desalmado habría estrenado "Stream" como un improbable "Terrifier 4: La nueva generación" o algo así. No obstante, luego tuve acceso a otro cartel donde, esta vez sí, se destacaba alto y claro. Damien Leone y Phil Falcone, máximos culpables de las aventuras del payaso asesino, co-producen "Stream". Además, el primero se encarga de los efectos especiales y el segundo se marca un cameo. Por si fuera poco, el hombre que da vida al clown diabólico "Art", David Howard Thornton, interviene como actor, básicamente haciendo el mismo personaje, solo que cambiando el maquillaje por una máscara (y no es el único intérprete reciclado). ¿Algo más? ¡seh! las escenas gore de "Stream" -menor en cantidad, igual de brutales- se parecen mucho, demasiado -incluidos efectos sonoros-, a las de la saga "terrifieante", en concreto una donde a un infeliz le machacan la faz de mala manera. Y, finalmente, la coincidencia de factores que mola menos: igual que "Terrifier 2 y 3", "Stream" es más larga de lo que exige su naturaleza, dos horacas del demonio.
El segundo aspecto llamativo, como decía, lo localizamos en su reparto (Thornton, y otros rostros segundones de la "terrifier family", aparte) Una auténtica galería de "viejos" astros habituales del género (o el cine "cult" en general) y, actualmente, carne de "Con". No falta casi nadie y algunos van apareciendo a modo de cameo para solaz del paciente aficionado medio. La lista es sabrosa: Jeffrey Combs como sobreactuado y algo histriónico villano. Una Danielle Harris a la que cuesta tragarse como pareja de un hombre bastante más mayor y mamá de una adolescente (por cierto, si no lo digo reviento: esta resulta especialmente detestable e irritante. La típica chavala encabronada que, además de inútil vistos los resultados de su intervención, gasta una caracaballo que no encaja en su supuesto rol de chica mona) Tim Reid (quien anduvo por el "It" televisivo), Dee Wallace, Tony Todd (aunque figura en los créditos iniciales, no sale hasta el final... y poco), Mark Holton (has visto su rechoncha carita en "La gran aventura de Pee-Wee", "Teen Wolf" o el primer "Leprechaun", casi siempre dando vida al gordito gruñón o graciosete, depende), Daniel Roebuck (otro "fatso" entrañable de los ochenta. Estuvo en "Proyecto X" o "Los tachuelas". Justo, puedes presenciar su brutal fenecimiento en el tercer "Terrifier"), Felissa Rose interpretando a su esposa, Terry Alexander (uno de los pocos supervivientes en "El día de los muertos") y Bob Adrian, quien ha intervenido en varios títulos bien reconocidos, pero lo destaco porque también sale en "Rap Sucks", video-roña del inefable Bill Zebub. Se incluye una especie de secuencia poscréditos situada en el vestíbulo de un cine (lo que permite la coña extra de colar un póster de "Terrifier 3"), en la que intervienen Bill Moseley, Terry Kiser (cadáver en "Este muerto está muy vivo", médico perverso en el séptimo "Viernes 13") y un ilustre -oculto tras careta-, nada menos que Tim Curry quien, además, se vende como un aspirante a nuevo villano icónico, "Lockwood" (la cuenta de "Stream" en Instagram ya garantiza su condición de franquicia), y suelta un/a chiste/guinda muy gracioso/a aclarando que "¡No soy un payaso!".
Bien, dejen que coja aire. Dicho ello, ¿y el resto, la película en sí misma? Bueno, pues, durando como dura esas dos excesivas horas, la primera se hace un pelo coñazo pero la segunda arregla el desaguisado, siendo bastante más amena e intensa. Además, incluye una muerte muy simpática, hasta original (la del "tres en raya". No diré más). Y sí, la sensación que deja es la de un producto regulero, pero no del todo fallido y medianamente consumible si le pones ganas.
La historia vendría a ser una mezcla de "La purga" con "Hostel", "31", "Habitación sin salida" y alguna más del estilo. Una familia se instala en un hotel que resultará ser el escenario destinado a retransmitir online una especie de cacería humana perpetrada por -supuestos- asesinos "cool". Toca sobrevivir y bla, bla.
Dirige Michael Leavy (quien se marca un papelito como encargado de mantenimiento) y su hermano, Jason Leavy, se medio responsabiliza del guion y da vida a uno de los villanos (estaba también en las dos secuelas de "Terrifier", por supuesto)
El segundo aspecto llamativo, como decía, lo localizamos en su reparto (Thornton, y otros rostros segundones de la "terrifier family", aparte) Una auténtica galería de "viejos" astros habituales del género (o el cine "cult" en general) y, actualmente, carne de "Con". No falta casi nadie y algunos van apareciendo a modo de cameo para solaz del paciente aficionado medio. La lista es sabrosa: Jeffrey Combs como sobreactuado y algo histriónico villano. Una Danielle Harris a la que cuesta tragarse como pareja de un hombre bastante más mayor y mamá de una adolescente (por cierto, si no lo digo reviento: esta resulta especialmente detestable e irritante. La típica chavala encabronada que, además de inútil vistos los resultados de su intervención, gasta una caracaballo que no encaja en su supuesto rol de chica mona) Tim Reid (quien anduvo por el "It" televisivo), Dee Wallace, Tony Todd (aunque figura en los créditos iniciales, no sale hasta el final... y poco), Mark Holton (has visto su rechoncha carita en "La gran aventura de Pee-Wee", "Teen Wolf" o el primer "Leprechaun", casi siempre dando vida al gordito gruñón o graciosete, depende), Daniel Roebuck (otro "fatso" entrañable de los ochenta. Estuvo en "Proyecto X" o "Los tachuelas". Justo, puedes presenciar su brutal fenecimiento en el tercer "Terrifier"), Felissa Rose interpretando a su esposa, Terry Alexander (uno de los pocos supervivientes en "El día de los muertos") y Bob Adrian, quien ha intervenido en varios títulos bien reconocidos, pero lo destaco porque también sale en "Rap Sucks", video-roña del inefable Bill Zebub. Se incluye una especie de secuencia poscréditos situada en el vestíbulo de un cine (lo que permite la coña extra de colar un póster de "Terrifier 3"), en la que intervienen Bill Moseley, Terry Kiser (cadáver en "Este muerto está muy vivo", médico perverso en el séptimo "Viernes 13") y un ilustre -oculto tras careta-, nada menos que Tim Curry quien, además, se vende como un aspirante a nuevo villano icónico, "Lockwood" (la cuenta de "Stream" en Instagram ya garantiza su condición de franquicia), y suelta un/a chiste/guinda muy gracioso/a aclarando que "¡No soy un payaso!".
Bien, dejen que coja aire. Dicho ello, ¿y el resto, la película en sí misma? Bueno, pues, durando como dura esas dos excesivas horas, la primera se hace un pelo coñazo pero la segunda arregla el desaguisado, siendo bastante más amena e intensa. Además, incluye una muerte muy simpática, hasta original (la del "tres en raya". No diré más). Y sí, la sensación que deja es la de un producto regulero, pero no del todo fallido y medianamente consumible si le pones ganas.
La historia vendría a ser una mezcla de "La purga" con "Hostel", "31", "Habitación sin salida" y alguna más del estilo. Una familia se instala en un hotel que resultará ser el escenario destinado a retransmitir online una especie de cacería humana perpetrada por -supuestos- asesinos "cool". Toca sobrevivir y bla, bla.
Dirige Michael Leavy (quien se marca un papelito como encargado de mantenimiento) y su hermano, Jason Leavy, se medio responsabiliza del guion y da vida a uno de los villanos (estaba también en las dos secuelas de "Terrifier", por supuesto)
martes, 29 de octubre de 2024
GEMIDOS EN LA OSCURIDAD / EL INVISIBLE
Sometida a infinidad de recortes, con una pifia de montaje importante y un guion férreo que no dejó de ser escrito y reescrito durante el rodaje por el director de la película, lejos de resultar un caos incomprensible, “Gemidos en la oscuridad” (rebautizada como “El Invisible” en su edición de vídeo de "Media Home Entertainment") es un pequeño clásico de terror ochentero adscrito a ese subgénero con niño-monstruo encerrado en el sótano. Portadora de una insana mala baba, contra viento y marea, resulta ser una película bastante eficaz.
Tres mujeres con aspecto de "Los Ángeles de Charlie", reporteras de profesión, viajan hasta un remoto pueblo para documentar un festival bávaro que se celebra allí. Naturalmente todos los hoteles están hasta la bandera, dando con sus huesos en un pequeño museo donde el propietario, un señor de mediana edad obeso y un tanto purulento, les ofrece su casa como alojamiento. Vive con su esposa, y el matrimonio guarda un pequeño secreto; tienen a una extraña criatura en el sótano a la que alimentan a base de pollo hervido encerrada. Dará cuenta de las pizpiretas reporteras, como es de rigor.
A estas alturas, para poder comentar la película, no queda más remedio que espoilearla, porque la gracia de la misma reside en su resolución, en la que descubrimos que el niño-monstruo del sótano no es más que un joven con síndrome de down, fruto de la relación sexual incestuosa entre el casero y su hermana (a la que ha presentado a las tres mujeres como su esposa).
La película, más cercana al drama que al terror propiamente dicho, con una ambientación diurna y luminosa, y una ausencia de sangre impropia para un film de 1980 de estas características, por momentos es incapaz de generar una atmósfera inquietante por mucho que lo procura, sin embargo, son tantos los eventos que se suceden (narrados en off, nunca filmados) en la vida del perverso casero y su traumatizada hermana, que la historia se sigue con interés, máxime cuando averiguamos que el monstruo del sótano es hijo suyo. El espectador está loco por verle.
Me resulta hilarante el hecho de que finalmente no se tratase de un monstruo, sino, de un inofensivo síndrome de down encerrado por su progenitores enajenados, sobreviviendo en condiciones inhumanas. Pero más hilarante es todavía cómo se nos le presenta en el póster español para cines —el que adjunto—, con los ojos en blanco, babeando como una bestia y con síntomas de deformidad que, luego, en la película no son tan notables. Una que, más allá de eso, se disfruta sin demasiados aspavientos, quedando como correcta muestra del género y la época.
Mientras la veía, en el momento en el que descubrimos al síndrome de down del sótano, estuve convencido de que el papel había sido ejecutado por un down auténtico. Además la secuencia final se recrea especialmente en esta discapacidad, ofreciéndonos el muchacho un recital de gruñidos, gestos, muecas y dejes propios de las personas con cromosomas de más. De hecho, la recreación en esos aspectos llega a cotas ofensivas convirtiéndose, inevitablemente, en una comedia involuntaria. Justo al acabar, llega una sorpresa porque, inmediatamente después del plano final, aparece un crédito a toda pantalla que dice: “The Unseen as interpreted by Stephen Furst”, ya saben, "Lenguado" de “Desmadre a la americana”, que ofrece una interpretación absolutamente demencial amparado en el no del todo mal aplicado maquillaje de Marla Manalis, responsable también del aspecto de los “Humanoides del abismo”. Yo completamente convencido de que se había utilizado a un actor subnormal. Se pueden imaginar mi actitud en mi sofá ante esta idea…
Además del buen hacer actoral de Furst, tenemos otro actorazo de corte clásico como es Sydney Lassick, el entrañable "Cheswick" de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, que da vida al atormentado casero que fue instado a acostarse con su hermana en la juventud quedando traumatizado por ello. A la hermana la interpreta otra excelente actriz, Leila Goldini, vista en “La invasión de los ultracuerpos” y chica Cassavetes. Finalmente tenemos a Barbara Bach, por entonces muy popular como chica Bond tras aparecer en “La espía que me amó”.
Como ya he dicho, el film es un desbarajuste técnico que partía de una idea de Stan Winston, traspasada a un guion escrito a seis manos que el director, Danny Steinmann, modificó a antojo. Por lo que terminó sin tener mucho que ver con la idea de partida. Es de suponer que Steinmann añadió, asimismo, toquecitos autobiográficos al introducir a un personaje, el novio de la reportera, que, al igual que el propio director, en el pasado fue un jugador de football americano, posteriormente retirado por culpa de un accidente.
Danny Steinmann no llegó a entenderse del todo con la producción, por lo que fue despedido de facto una vez completado el rodaje, sin acceso a la fase de montaje. No quedó muy satisfecho con el resultado final, así que firmó bajo el seudónimo de Peter Foleg.
“Gemidos en la oscuridad” sería la primera película comercial de Steinmann que, tras haber debutado dirigiendo el porno “High Rise”, comenzó una carrera que fructificó nada menos que con “Calles salvajes” y “Viernes 13 5ª parte: un nuevo comienzo”, además de haber sido propuesto para el guion y dirección de la secuela de “La última casa a la izquierda”, que nunca llegó a producirse. Poco después tuvo un aparatoso accidente en bicicleta que le dejó impedido, terminando así con su carrera cinematográfica. Fallecería en 2012.
Tres mujeres con aspecto de "Los Ángeles de Charlie", reporteras de profesión, viajan hasta un remoto pueblo para documentar un festival bávaro que se celebra allí. Naturalmente todos los hoteles están hasta la bandera, dando con sus huesos en un pequeño museo donde el propietario, un señor de mediana edad obeso y un tanto purulento, les ofrece su casa como alojamiento. Vive con su esposa, y el matrimonio guarda un pequeño secreto; tienen a una extraña criatura en el sótano a la que alimentan a base de pollo hervido encerrada. Dará cuenta de las pizpiretas reporteras, como es de rigor.
A estas alturas, para poder comentar la película, no queda más remedio que espoilearla, porque la gracia de la misma reside en su resolución, en la que descubrimos que el niño-monstruo del sótano no es más que un joven con síndrome de down, fruto de la relación sexual incestuosa entre el casero y su hermana (a la que ha presentado a las tres mujeres como su esposa).
La película, más cercana al drama que al terror propiamente dicho, con una ambientación diurna y luminosa, y una ausencia de sangre impropia para un film de 1980 de estas características, por momentos es incapaz de generar una atmósfera inquietante por mucho que lo procura, sin embargo, son tantos los eventos que se suceden (narrados en off, nunca filmados) en la vida del perverso casero y su traumatizada hermana, que la historia se sigue con interés, máxime cuando averiguamos que el monstruo del sótano es hijo suyo. El espectador está loco por verle.
Me resulta hilarante el hecho de que finalmente no se tratase de un monstruo, sino, de un inofensivo síndrome de down encerrado por su progenitores enajenados, sobreviviendo en condiciones inhumanas. Pero más hilarante es todavía cómo se nos le presenta en el póster español para cines —el que adjunto—, con los ojos en blanco, babeando como una bestia y con síntomas de deformidad que, luego, en la película no son tan notables. Una que, más allá de eso, se disfruta sin demasiados aspavientos, quedando como correcta muestra del género y la época.
Mientras la veía, en el momento en el que descubrimos al síndrome de down del sótano, estuve convencido de que el papel había sido ejecutado por un down auténtico. Además la secuencia final se recrea especialmente en esta discapacidad, ofreciéndonos el muchacho un recital de gruñidos, gestos, muecas y dejes propios de las personas con cromosomas de más. De hecho, la recreación en esos aspectos llega a cotas ofensivas convirtiéndose, inevitablemente, en una comedia involuntaria. Justo al acabar, llega una sorpresa porque, inmediatamente después del plano final, aparece un crédito a toda pantalla que dice: “The Unseen as interpreted by Stephen Furst”, ya saben, "Lenguado" de “Desmadre a la americana”, que ofrece una interpretación absolutamente demencial amparado en el no del todo mal aplicado maquillaje de Marla Manalis, responsable también del aspecto de los “Humanoides del abismo”. Yo completamente convencido de que se había utilizado a un actor subnormal. Se pueden imaginar mi actitud en mi sofá ante esta idea…
Además del buen hacer actoral de Furst, tenemos otro actorazo de corte clásico como es Sydney Lassick, el entrañable "Cheswick" de “Alguien voló sobre el nido del cuco”, que da vida al atormentado casero que fue instado a acostarse con su hermana en la juventud quedando traumatizado por ello. A la hermana la interpreta otra excelente actriz, Leila Goldini, vista en “La invasión de los ultracuerpos” y chica Cassavetes. Finalmente tenemos a Barbara Bach, por entonces muy popular como chica Bond tras aparecer en “La espía que me amó”.
Como ya he dicho, el film es un desbarajuste técnico que partía de una idea de Stan Winston, traspasada a un guion escrito a seis manos que el director, Danny Steinmann, modificó a antojo. Por lo que terminó sin tener mucho que ver con la idea de partida. Es de suponer que Steinmann añadió, asimismo, toquecitos autobiográficos al introducir a un personaje, el novio de la reportera, que, al igual que el propio director, en el pasado fue un jugador de football americano, posteriormente retirado por culpa de un accidente.
Danny Steinmann no llegó a entenderse del todo con la producción, por lo que fue despedido de facto una vez completado el rodaje, sin acceso a la fase de montaje. No quedó muy satisfecho con el resultado final, así que firmó bajo el seudónimo de Peter Foleg.
“Gemidos en la oscuridad” sería la primera película comercial de Steinmann que, tras haber debutado dirigiendo el porno “High Rise”, comenzó una carrera que fructificó nada menos que con “Calles salvajes” y “Viernes 13 5ª parte: un nuevo comienzo”, además de haber sido propuesto para el guion y dirección de la secuela de “La última casa a la izquierda”, que nunca llegó a producirse. Poco después tuvo un aparatoso accidente en bicicleta que le dejó impedido, terminando así con su carrera cinematográfica. Fallecería en 2012.
sábado, 26 de octubre de 2024
LA TOUR
Hubo un tiempo en el que me reunía con amistades y mantenía alegres charlas cinéfilas. Justo, en una de las últimas, el ser humano al otro lado de la mesa habló de esta película. La había visto en un festival con resultados óptimos para él, pero no recordaba su título. Tampoco le culpen, ha vivido una existencia muy intensa a base de bebercios y demás sustancias insalubres, así que, probablemente, le fallen un poco las neuronas. No obstante, lo que me contó, dejó huella: Los habitantes de un edificio descubren con pavor que el exterior ha desaparecido, no hay nada, solo una oscuridad absoluta que, si osas traspasar, te cercena igual que mantequilla sufriendo los envites de una cortante hoja pre-calentada ¿¿A que suena chévere?? Nada más llegar a mi zulo, hurgué por las redes y di con los datos esenciales: "La Tour", producción franchute del 2022 firmada por un tal Guillaume Nicloux, que además de dirigir, escribe el guion. Raudo, revoloteé en mis fuentes habituales de cinefilia gratuita, y no di con ella. Tal vez más adelante. La espera se prolongó cerca de seis meses.
El argumento es justo el que les he contado. Y el que me explicó mi amigo. Siendo este como es no excesivamente aficionado al lado más palomitero / comercial del firmamento cinematográfico, con cierta inclinación a dar sermones político radicales de tendenciosa tendencia anarquista, hubiese sido lógico sospechar que "La Tour" estaría en las antípodas del género puro, respondiendo mejor al llamado arte y ensayo. Y así es. Una vez presentada la situación, lo demás consiste en cómo afecta al bloque de vecinos. Y ya se lo pueden imaginar, dado su origen francés. Entre las cuatro paredes habitan toda suerte de razas y credos. Malo, panfleto anti-racista. Es lo que me olí a los pocos minutos. Efectivamente, la cosa va un poco por ahí. Lo del velo negro que cubre el exterior pasa a ser bastante secundario, casi una excusa para regodearse en el drama. Y aquí entra en juego el asunto que comenzó a incomodarme hasta plantearme darle al "stop": La comida escasea... ¿Qué hacer? papearse a los animales disponibles, perros y gatos. Claro, es lo lógico, sí, pero... ¿a quién le apetece ver eso? Por fortuna ver, lo que se dice ver, no presenciamos el sacrificio de ninguna bestia, pero tampoco mola nada encontrárselos metidos en jaulas, cazuelas o colgando del techo, desangrándose.
¿Y por qué no la quité entonces? No sabría decir. Quizás fue curiosidad, descubrir hacia donde pensaba conducir aquello el Sr. Director. Estaba claro que no sería a un lugar más bonito. Pronto estallan las tensiones, humanas y raciales. Unos y otros marcan su territorio. Negocian. Intercambian. Siempre con malas maneras y reproches. Hay conflictos. Hay muertes. Y, poco a poco, las actitudes asalvajadas se incrementan, hasta el punto de preñar a las señoras.... para seguir disponiendo de alimento.
"La Tour" no es una película fácil. En cierto modo me ha recordado a otras dos: "A ciegas (Blindness)" (por lo incómoda, tanto como para ser sangrantemente despellejada en la interné) y aquella rareza titulada "Aniara", a la que le dedicamos un podcast en su día, donde se mostraban las terroríficas consecuencias del despiadado aislamiento de un grupo de personas, incluidos asesinatos, suicidios, locura, caos, devoción religiosa como respuesta a la desesperación y la cada vez más notoria ausencia de higiene y demás. Comparten también una serie de notables saltos en el tiempo (aunque de menor extensión) para mostrarnos el declive y la degeneración (¿¿más??) de todo ello.
El caso es que terminé de ver "La Tour". Rubricada, encima, por un final nada complaciente. Y, raudo, pillé el ordena y me puse a escribir esto. Así pues, podemos decir que estamos ante una película de esas que no dejan indiferente y exigen cierta predisposición. ¿La tienen ustedes?
El argumento es justo el que les he contado. Y el que me explicó mi amigo. Siendo este como es no excesivamente aficionado al lado más palomitero / comercial del firmamento cinematográfico, con cierta inclinación a dar sermones político radicales de tendenciosa tendencia anarquista, hubiese sido lógico sospechar que "La Tour" estaría en las antípodas del género puro, respondiendo mejor al llamado arte y ensayo. Y así es. Una vez presentada la situación, lo demás consiste en cómo afecta al bloque de vecinos. Y ya se lo pueden imaginar, dado su origen francés. Entre las cuatro paredes habitan toda suerte de razas y credos. Malo, panfleto anti-racista. Es lo que me olí a los pocos minutos. Efectivamente, la cosa va un poco por ahí. Lo del velo negro que cubre el exterior pasa a ser bastante secundario, casi una excusa para regodearse en el drama. Y aquí entra en juego el asunto que comenzó a incomodarme hasta plantearme darle al "stop": La comida escasea... ¿Qué hacer? papearse a los animales disponibles, perros y gatos. Claro, es lo lógico, sí, pero... ¿a quién le apetece ver eso? Por fortuna ver, lo que se dice ver, no presenciamos el sacrificio de ninguna bestia, pero tampoco mola nada encontrárselos metidos en jaulas, cazuelas o colgando del techo, desangrándose.
¿Y por qué no la quité entonces? No sabría decir. Quizás fue curiosidad, descubrir hacia donde pensaba conducir aquello el Sr. Director. Estaba claro que no sería a un lugar más bonito. Pronto estallan las tensiones, humanas y raciales. Unos y otros marcan su territorio. Negocian. Intercambian. Siempre con malas maneras y reproches. Hay conflictos. Hay muertes. Y, poco a poco, las actitudes asalvajadas se incrementan, hasta el punto de preñar a las señoras.... para seguir disponiendo de alimento.
"La Tour" no es una película fácil. En cierto modo me ha recordado a otras dos: "A ciegas (Blindness)" (por lo incómoda, tanto como para ser sangrantemente despellejada en la interné) y aquella rareza titulada "Aniara", a la que le dedicamos un podcast en su día, donde se mostraban las terroríficas consecuencias del despiadado aislamiento de un grupo de personas, incluidos asesinatos, suicidios, locura, caos, devoción religiosa como respuesta a la desesperación y la cada vez más notoria ausencia de higiene y demás. Comparten también una serie de notables saltos en el tiempo (aunque de menor extensión) para mostrarnos el declive y la degeneración (¿¿más??) de todo ello.
El caso es que terminé de ver "La Tour". Rubricada, encima, por un final nada complaciente. Y, raudo, pillé el ordena y me puse a escribir esto. Así pues, podemos decir que estamos ante una película de esas que no dejan indiferente y exigen cierta predisposición. ¿La tienen ustedes?
martes, 22 de octubre de 2024
BIGFOOT SANGRIENTO
Durante los años 70, y siempre dentro de los parámetros del cine de "serie B", hubo una temporadilla en la que estuvieron en auge las películas adscritas al género de terror cuyo protagonista era esa leyenda urbana llamada Bigfoot. La titulada “Bigfoot” y dirigida por Robert F. Slatzer fue la primera. Más en la onda de la que nos ocupa tenemos ese monstruo de Frankenstein titulado “Curse of The Bigfoot”, o el documental “Bigfoot: Man or Beast?” y no podemos dejar de mencionar ese clásico de Michael Findlay que es “Shriek of the mutilated” entre toda suerte de subproductos. El tema tiraba lo suyo, pero sobre todo en la primera mitad de los 70.
En los últimos coletazos de esa fiebre, alrededor de 1978, al productor Jim L. Ball se le ocurrió poner sus dineros en una nueva película sobre el Bigfoot que dirigiría James C. Wasson —que tenía mucha wassa…— posteriormente conocido como Jim West, con tanto talento detrás de la cámara como el del amigo Ball (ninguno). Conciben así, en poco tiempo, y a base de primeras tomas, un despropósito titulado “The Revenge of Bigfoot”. Y la película se rueda, y luego cuesta lo suyo distribuirla.
Llegado 1983, no había encontrado todavía una distribución formal, así que, de nuevo, a Jim L. Ball se le ocurre “sanear” la obra que produjo cinco años atrás y que no importó a nadie, rodando, sin que el director asignado a priori, James C. Wasson, supiera nada sobre el asunto, una colección de insertos donde predomina la hemoglobina, los destripamientos y el gore más sórdido, en pro de los gustos de las plateas más barriobajeras de la época. Asimismo, Ball se da cuenta de que Bigfoot ya no está de moda ese 1983 (de hecho, cinco años atrás, cuando se rodó la película, tampoco), por lo que decide anular toda referencia al mismo y la película pasa a titularse “The Night Of The Demon”. Consiguió distribuirla en formato videográfico en no pocos países del mundo. Entre los insertos, y un montaje que ya de por sí es un desbarajuste de padre y muy señor mío, nos enfrentamos una película que es puro caos sin razón de ser, una cinta en la que hay que ser vidente para poder “adivinar” el argumento y en la que los diálogos ocupan más de un 70% del metraje. El otro 30% restante lo ocupan secuencias gore muy burras y retorcidas, pero el resultado final es atroz. Nos encontramos ante una genuina película mala.
La cosa (en teoría) va sobre unos jóvenes antropólogos que se van al bosque profundo con el fin de investigar lo que parecen ser asesinatos cometidos por un ser antropomorfo. Sin embargo, una vez metidos en harina, por allí pasan mogollón de cosas extrañas que pueden tener que ver con Bigfoot o no (muchas directamente tienen que ver más bien con ritos satánicos), hasta llegar a la conclusión de que se trata en realidad de un muchacho deforme y mongólico que ha tenido muy mala vida. El caso es que, en un tour de force de sangre y violencia, al final hay algo parecido a un Bigfoot dando cuenta de todo el personal de las maneras más desagradables, pero hasta entonces, lo cierto es que el espectador no se ha enterado de nada ¿Y se lo ha pasado bien? Quizás en uno o dos instantes; cuando a un individuo le arrancan la pilila y la acción se detiene en ese hecho durante algún que otro minuto con el tipo caminando y retorciéndose de dolor (vemos la minga amputada echando chorritos de sangre muy rojita) u otro en que el Bigfoot (o el niño subnormal) le arranca las entrañas a una víctima y ahí hay tal cantidad de vísceras que se podían hacer tranquilamente tres o cuatro barbacoas argentinas. El resto es pura bazofia, el más cruel de los aburrimientos hecho cine.
Por supuesto, tanta sangre y violencia no pasaría desapercibida en Reino Unido y la película obtuvo cierto renombre a posteriori, cuando se convirtió en uno de los 89 Video Nasties censurados por parte del gobierno británico. Y puede que sea de las más brutales de la lista, pero le eclipsa lo mala que es.
Lo cierto es que recientemente apareció un master que hasta hace poco estuvo perdido y, de esa forma, "Severin Films" pudo restaurar la copia existente con el fin de lanzar una edición de lujo en Blu Ray con dos discos a partir de un nuevo master en 2K. De esa forma, ha surgido una serie de coleccionistas que ha sentido interés por esta película, pero lo cierto es que durante lustros, tanto su master como su existencia, estaba completamente dejada de la mano de dios, con alguna edición previa en DVD sin importancia.
De esos mismos materiales pertenecientes a "Severin", la discutible "79 Edicions" ha licenciado la película para lanzarla en DVD dentro de su colección V79, que reúne toda suerte de películas trash, de terror o serie Z a unos precios francamente accesibles y con una calidad de imagen que quita el hipo.
Pero antes de toda esta fiebre, que tan solo afecta a cuarentones y cincuentones, en nuestro país “The Night of The Demon” llegó directamente a vídeo bajo el título de “Bigfoot sangriento” siendo una película que, de cualquier forma, no dejó mayor calado.
Una más de tantas.
En los últimos coletazos de esa fiebre, alrededor de 1978, al productor Jim L. Ball se le ocurrió poner sus dineros en una nueva película sobre el Bigfoot que dirigiría James C. Wasson —que tenía mucha wassa…— posteriormente conocido como Jim West, con tanto talento detrás de la cámara como el del amigo Ball (ninguno). Conciben así, en poco tiempo, y a base de primeras tomas, un despropósito titulado “The Revenge of Bigfoot”. Y la película se rueda, y luego cuesta lo suyo distribuirla.
Llegado 1983, no había encontrado todavía una distribución formal, así que, de nuevo, a Jim L. Ball se le ocurre “sanear” la obra que produjo cinco años atrás y que no importó a nadie, rodando, sin que el director asignado a priori, James C. Wasson, supiera nada sobre el asunto, una colección de insertos donde predomina la hemoglobina, los destripamientos y el gore más sórdido, en pro de los gustos de las plateas más barriobajeras de la época. Asimismo, Ball se da cuenta de que Bigfoot ya no está de moda ese 1983 (de hecho, cinco años atrás, cuando se rodó la película, tampoco), por lo que decide anular toda referencia al mismo y la película pasa a titularse “The Night Of The Demon”. Consiguió distribuirla en formato videográfico en no pocos países del mundo. Entre los insertos, y un montaje que ya de por sí es un desbarajuste de padre y muy señor mío, nos enfrentamos una película que es puro caos sin razón de ser, una cinta en la que hay que ser vidente para poder “adivinar” el argumento y en la que los diálogos ocupan más de un 70% del metraje. El otro 30% restante lo ocupan secuencias gore muy burras y retorcidas, pero el resultado final es atroz. Nos encontramos ante una genuina película mala.
La cosa (en teoría) va sobre unos jóvenes antropólogos que se van al bosque profundo con el fin de investigar lo que parecen ser asesinatos cometidos por un ser antropomorfo. Sin embargo, una vez metidos en harina, por allí pasan mogollón de cosas extrañas que pueden tener que ver con Bigfoot o no (muchas directamente tienen que ver más bien con ritos satánicos), hasta llegar a la conclusión de que se trata en realidad de un muchacho deforme y mongólico que ha tenido muy mala vida. El caso es que, en un tour de force de sangre y violencia, al final hay algo parecido a un Bigfoot dando cuenta de todo el personal de las maneras más desagradables, pero hasta entonces, lo cierto es que el espectador no se ha enterado de nada ¿Y se lo ha pasado bien? Quizás en uno o dos instantes; cuando a un individuo le arrancan la pilila y la acción se detiene en ese hecho durante algún que otro minuto con el tipo caminando y retorciéndose de dolor (vemos la minga amputada echando chorritos de sangre muy rojita) u otro en que el Bigfoot (o el niño subnormal) le arranca las entrañas a una víctima y ahí hay tal cantidad de vísceras que se podían hacer tranquilamente tres o cuatro barbacoas argentinas. El resto es pura bazofia, el más cruel de los aburrimientos hecho cine.
Por supuesto, tanta sangre y violencia no pasaría desapercibida en Reino Unido y la película obtuvo cierto renombre a posteriori, cuando se convirtió en uno de los 89 Video Nasties censurados por parte del gobierno británico. Y puede que sea de las más brutales de la lista, pero le eclipsa lo mala que es.
Lo cierto es que recientemente apareció un master que hasta hace poco estuvo perdido y, de esa forma, "Severin Films" pudo restaurar la copia existente con el fin de lanzar una edición de lujo en Blu Ray con dos discos a partir de un nuevo master en 2K. De esa forma, ha surgido una serie de coleccionistas que ha sentido interés por esta película, pero lo cierto es que durante lustros, tanto su master como su existencia, estaba completamente dejada de la mano de dios, con alguna edición previa en DVD sin importancia.
De esos mismos materiales pertenecientes a "Severin", la discutible "79 Edicions" ha licenciado la película para lanzarla en DVD dentro de su colección V79, que reúne toda suerte de películas trash, de terror o serie Z a unos precios francamente accesibles y con una calidad de imagen que quita el hipo.
Pero antes de toda esta fiebre, que tan solo afecta a cuarentones y cincuentones, en nuestro país “The Night of The Demon” llegó directamente a vídeo bajo el título de “Bigfoot sangriento” siendo una película que, de cualquier forma, no dejó mayor calado.
Una más de tantas.
sábado, 19 de octubre de 2024
CHAIN REACTIONS
No nos movemos del -ya concluido- Festival de Sitges 2024 para hablar de otro de los pases ineludibles: el documental "Chain Reactions" Pero, sobre todo, la consiguiente proyección de "La matanza de Texas" en 35mm. Vayamos por partes (que diría Leatherface... si hablara).
"Chain Reactions" es, como su ingenioso título indica, una reacción al clásico de Tobe Hooper. Y no por parte de su realizador, Alexandre O. Philippe, sino de aquellos a los que entrevista. Sí, es un documental de cabezas parlantes. Algunas muy ilustres. La lista es la siguiente: Patton Oswalt (actor, comediante y suertudo, considerando el aspecto rechoncho y achaparradito que gasta: Su señora es la tremenda Meredith Salenger), Alexandra Heller-Nicholas (ni idea), Takashi Miike, Stephen King y Karyn Kusama (filmmaker). Bien, debo decir, aún a riesgo de que me tilden de machista y demás monsergas, que en este partido las chicas salen perdiendo. Sus verborreas son las más desenfocadas, aburridas y sobreintelectualizadas, especialmente en el caso de Karyn Kusama, quien recurre a la matraca feministoide de turno o compara pasajes de "La matanza de Texas" con cuadros del Bosco, y planos de Bergman y Tarkovsky. Anda ¡no me jodas, Amparo! (se lo perdono por haber dirigido una película tan estupenda como "La invitación")
Afortunadamente, la porción masculina se centra en el aspecto fanatista. Cinefagia pura. Aunque solo el papá de "Carrie" resplandece -¡guiño, guiño!-, y con honores. Al fin y al cabo, de todos los implicados es aquel que tuvo una genuina relación profesional con Tobe Hooper. E incluso compartió escena con él en "Sonámbulos" (cosa a la que alude graciosamente) Lo de King no es únicamente centrarse en las trifulcas relacionadas con el clásico. Se saca de la manga un análisis muy interesante en torno al cine de terror y el cine de horror (marcando gráficamente las diferencias) y menta otros títulos de peso como "Posesión Infernal" o "El proyecto de la bruja de Blair". Delicioso. Solo por él vale la pena ver "Chain Reactions". Lo demás.... pssss.... un poco chapas, en realidad. Ya saben, esa clase de morralla encabezonada en dignificar algo de naturaleza eminentemente popular y que no lo necesita. Su reciente premio en todo un Festival de Venecia tendría que haberme preparado para el susto.
Justo, ese aspecto del documento quedó totalmente en bragas, diluido cual azucarillo, tras consumir la genuina estrella de la sesión. "La matanza de Texas" en una versión de maravillosos 35mm. Para un aficionado de mi porte, que toda la vida la había visionado vía VHSeses, DVDeses o Blu-Rayeses, era una oportunidad que no podía pasar por alto.
Debo decir que, previamente, hizo su introducción Kim Henkel, co-guionista. Dirigió en su día "La matanza de Texas: La nueva generación" alegando aquello de "me gustaría hacer otro tipo de películas, pero solo me dan dinero para esto" Tal vez por eso el hombre tampoco se mostró ni muy hablador, ni muy ocurrente, ni muy simpático. Más bien cumplió con la papeleta y hasta luego Lucas. Ya, ya, es un anciano... pero, no sé, si pudo pillar un avión + coche hasta Sitges... bien podría haber puesto un poco más de interés, oiga. Simplemente estará hasta la polla de tener que hablar de su aventura Texana. Eso es todo.
Antes de que arrancara esta en versión "celuloidíaca", me preparé para la típica remasterización en 45Kas y bla, bla. Cual fue mi agradable sorpresa al encontrarme con una copia localizada en el húmedo sótano de algún cine abandonado y, por tanto, en formato cuadrado, imagen desgastada, rayotes a punta pala, cortes y un sonido tosco de cojones. Dicho de otra forma: Una puta maravilla. Me encantó verla de aquel modo y, sí, creo que, por primera vez, conecté de verdad con ella. Fue como si no existieran las secuelas, los remakes, los cereales, las mantas, los muñecos y las corbatas propias del mierdchandising. Solo "La matanza de Texas" (versión original con subs en.... ¿¿mexicano??) pura, cruda y simple. Un pasote. Su suciedad y sordidez. Su audio medianamente petado. Todo contribuyó a que la experimentara como, supongo, lo hicieran en su día aquellos que la vieron cual novedad, dejándome aturdir por su demencia, caos y locura. Me entretuvo, me hizo vibrar y casi me saltan las lágrimas con ese desenlace seco y abrupto, brutal. Jamás estallé en unos aplausos más sinceros y apasionados.
En una ocasión escribí un artículo para un fanzine comentado lo importante que puede llegar a resultar el contexto a la hora de consumir una película. Y me centraba especialmente en aquellas que, por cuestiones de diversa índole, entonces únicamente eran accesibles a través de copias roñosas y en mal estado, incrementando así sus aspectos semi-oscuros, semi-prohibidos y semi-ignotos, haciéndolas doblemente efectivas. Es algo que se muestra en "Chain Reactions". Todos los perolos verborreantes comentan cómo se desvirgaron con "La matanza de Texas" y, justo, fuese cine, fuese vídeo, siempre se trataba de cintas roídas y cascadas que, como digo, multiplicaban la sensación de sentarse frente a, casi casi, cine "snuff". Por ello, no entiendo a esos espectadores que han puesto el grito en el cielo porque en el pase del festival la versión proyectada estaba tan hecha polvo y no era "la adecuada", reclamando una jodida remasterización en 567Kasnaranja. Para mí fue una decisión en perfecta consonancia con el documental. Disfrutar el clásico de Hooper tal y como sus testigos lo hicieron y, probablemente, tal y como debería disfrutarse al menos una vez en la vida.
"Chain Reactions" es, como su ingenioso título indica, una reacción al clásico de Tobe Hooper. Y no por parte de su realizador, Alexandre O. Philippe, sino de aquellos a los que entrevista. Sí, es un documental de cabezas parlantes. Algunas muy ilustres. La lista es la siguiente: Patton Oswalt (actor, comediante y suertudo, considerando el aspecto rechoncho y achaparradito que gasta: Su señora es la tremenda Meredith Salenger), Alexandra Heller-Nicholas (ni idea), Takashi Miike, Stephen King y Karyn Kusama (filmmaker). Bien, debo decir, aún a riesgo de que me tilden de machista y demás monsergas, que en este partido las chicas salen perdiendo. Sus verborreas son las más desenfocadas, aburridas y sobreintelectualizadas, especialmente en el caso de Karyn Kusama, quien recurre a la matraca feministoide de turno o compara pasajes de "La matanza de Texas" con cuadros del Bosco, y planos de Bergman y Tarkovsky. Anda ¡no me jodas, Amparo! (se lo perdono por haber dirigido una película tan estupenda como "La invitación")
Afortunadamente, la porción masculina se centra en el aspecto fanatista. Cinefagia pura. Aunque solo el papá de "Carrie" resplandece -¡guiño, guiño!-, y con honores. Al fin y al cabo, de todos los implicados es aquel que tuvo una genuina relación profesional con Tobe Hooper. E incluso compartió escena con él en "Sonámbulos" (cosa a la que alude graciosamente) Lo de King no es únicamente centrarse en las trifulcas relacionadas con el clásico. Se saca de la manga un análisis muy interesante en torno al cine de terror y el cine de horror (marcando gráficamente las diferencias) y menta otros títulos de peso como "Posesión Infernal" o "El proyecto de la bruja de Blair". Delicioso. Solo por él vale la pena ver "Chain Reactions". Lo demás.... pssss.... un poco chapas, en realidad. Ya saben, esa clase de morralla encabezonada en dignificar algo de naturaleza eminentemente popular y que no lo necesita. Su reciente premio en todo un Festival de Venecia tendría que haberme preparado para el susto.
Justo, ese aspecto del documento quedó totalmente en bragas, diluido cual azucarillo, tras consumir la genuina estrella de la sesión. "La matanza de Texas" en una versión de maravillosos 35mm. Para un aficionado de mi porte, que toda la vida la había visionado vía VHSeses, DVDeses o Blu-Rayeses, era una oportunidad que no podía pasar por alto.
Debo decir que, previamente, hizo su introducción Kim Henkel, co-guionista. Dirigió en su día "La matanza de Texas: La nueva generación" alegando aquello de "me gustaría hacer otro tipo de películas, pero solo me dan dinero para esto" Tal vez por eso el hombre tampoco se mostró ni muy hablador, ni muy ocurrente, ni muy simpático. Más bien cumplió con la papeleta y hasta luego Lucas. Ya, ya, es un anciano... pero, no sé, si pudo pillar un avión + coche hasta Sitges... bien podría haber puesto un poco más de interés, oiga. Simplemente estará hasta la polla de tener que hablar de su aventura Texana. Eso es todo.
Antes de que arrancara esta en versión "celuloidíaca", me preparé para la típica remasterización en 45Kas y bla, bla. Cual fue mi agradable sorpresa al encontrarme con una copia localizada en el húmedo sótano de algún cine abandonado y, por tanto, en formato cuadrado, imagen desgastada, rayotes a punta pala, cortes y un sonido tosco de cojones. Dicho de otra forma: Una puta maravilla. Me encantó verla de aquel modo y, sí, creo que, por primera vez, conecté de verdad con ella. Fue como si no existieran las secuelas, los remakes, los cereales, las mantas, los muñecos y las corbatas propias del mierdchandising. Solo "La matanza de Texas" (versión original con subs en.... ¿¿mexicano??) pura, cruda y simple. Un pasote. Su suciedad y sordidez. Su audio medianamente petado. Todo contribuyó a que la experimentara como, supongo, lo hicieran en su día aquellos que la vieron cual novedad, dejándome aturdir por su demencia, caos y locura. Me entretuvo, me hizo vibrar y casi me saltan las lágrimas con ese desenlace seco y abrupto, brutal. Jamás estallé en unos aplausos más sinceros y apasionados.
En una ocasión escribí un artículo para un fanzine comentado lo importante que puede llegar a resultar el contexto a la hora de consumir una película. Y me centraba especialmente en aquellas que, por cuestiones de diversa índole, entonces únicamente eran accesibles a través de copias roñosas y en mal estado, incrementando así sus aspectos semi-oscuros, semi-prohibidos y semi-ignotos, haciéndolas doblemente efectivas. Es algo que se muestra en "Chain Reactions". Todos los perolos verborreantes comentan cómo se desvirgaron con "La matanza de Texas" y, justo, fuese cine, fuese vídeo, siempre se trataba de cintas roídas y cascadas que, como digo, multiplicaban la sensación de sentarse frente a, casi casi, cine "snuff". Por ello, no entiendo a esos espectadores que han puesto el grito en el cielo porque en el pase del festival la versión proyectada estaba tan hecha polvo y no era "la adecuada", reclamando una jodida remasterización en 567Kasnaranja. Para mí fue una decisión en perfecta consonancia con el documental. Disfrutar el clásico de Hooper tal y como sus testigos lo hicieron y, probablemente, tal y como debería disfrutarse al menos una vez en la vida.
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