Mediometraje de carácter semi-amateur que, con vestigios de una corriente del cine de horror tan de primeros de siglo como es el “torture porn”, solventa la papeleta a base de iluminación artesanal y gracejo, y consigue —no se hasta que punto voluntaria o involuntariamente— aspecto, look, formas y maneras de película gore casera de finales de los 80 primeros 90. “The Torturer” parece una más de aquella tanda que, en la época, se pusieron de moda por estos lares y fueron distribuidas vía "Gorgon Vídeo"; me refiero a todas esas películas “redneck” de Leif Jonker, Bookwalter o Jim Van Bebber, solo que, si aquellas fueron rodadas en 8 o 16 mm, esta lo está en impersonal vídeo de alta definición propio de los tiempos que corren. Pero, en esencia, lo que está dentro del cuadro es lo mismo.
Así, “The Torturer” cuenta la historia de un individuo que es arrojado a una oscura habitación en la que un enorme ¿funcionario de prisiones?, le somete a un interrogatorio. No sabemos nada del individuo ni por qué ha sido arrojado a esa habitación, el caso es que no sabe contestar a las preguntas del interrogatorio y, en consecuencia, es torturado por el grandullón que da título a la película de manera muy explícita. No contento con eso, además, en los momentos de máximo éxtasis, se le aparecen otros torturados por el animal este, todos ellos en estado de descomposición, prácticamente zombies…
Todo en el mediometraje es una excusa para, por un lado, colarnos esa iluminación oscura que hace que parezca que la acción transcurre únicamente sobre un fondo negro y, por otro, mostrar el abundante gore, por momentos excesivo e innecesario, que está ahí solo porque quienes andan detrás del mediometraje son un poco hábiles a la hora de aplicar prótesis y efectos especiales "old school". Como ocurría en las pelis noventeras a las que antes he hecho referencia, de lo que va la cosa es de mostrar dichas habilidades, solo que llevadas a cabo por unas gentes más resabiadas que aquellas, simplemente por los 30 años de diferencia existentes.
Como fuere, el principal signo identitario de “The Torturer” es que me ha recordado terriblemente a aquello.
Por otro lado, y pese a que se puede hacer una sinopsis de la película en una línea, esta dice estar basada en un cuento de la colección “Nailbitters” de Paul Kane, asimismo, literatura barata para públicos concretos.
Por supuesto, detrás de todo esto está una pequeña empresa independiente llamada "Little Sparks Films" cuyas filas cuentan con films que van desde lo grotesco a lo posmoderno, además de tener cierta vinculación con la Troma (producen títulos para la infame compañía de Lloyd Kaufman y exhiben en sus plataformas de streaming).
Dirige el amigo Joe Manco (me ahorro el chiste) que posteriormente realizaría el largo “Vicemares” en similar tesitura que este mediometraje y tirando de croma que da gusto, sin mayor relevancia cinematográfica —ni festivalera— que yo sepa.
Y como protagonista tenemos a Paul T. Taylor, popular por ser uno de los actores que reemplazó a Doug Bradley en una de las últimas secuelas de “Hellraiser”, concretamente, “Hellraiser: Judgment” de 2018, y secundario en montones de productos de todo tipo.
Sin más, “The Torturer” es una cosa bastante mediocre, que me ha llamado la atención por, como les he dicho, recordarme artesanalmente a aquellas fruslerías gore que se comercializaron en España con el boom del momento, siendo como es del 2020.
martes, 1 de abril de 2025
sábado, 29 de marzo de 2025
martes, 25 de marzo de 2025
SU MAJESTAD LA RISA
En la España de 1980 el fenómeno del vídeo club todavía no estaba instaurado de manera masiva -aunque tampoco tardaría demasiado- y, cuando alguien quería explotar las habilidades de algún humorista en formato largo fuera del ámbito televisivo, una de las opciones consistía en levantar una producción y construir una película a su servicio.
Es por esto que, a imagen y semejanza de lo que unos años después sería habitual en vídeo de la mano de productoras/distribuidoras como Olimpy o Boulevar, se concibe, para total lucimiento del humorista Arévalo y sus chistes, esta “Su majestad la risa” que, por su propia naturaleza y su estructura de programa televisivo de sketchs, pobre como un "homeless", resulta ser una de las películas más extrañas del cine español. Y es rara porque aquí, como si una cinta de casete de gasolinera se tratara, más que la presencia del propio Arévalo, los reyes de la función son los propios chistes. Entonces, la película está estructurada de manera que, mayormente, vamos a escuchar en formato 35 mm los “greatest hits” de Arévalo. Pero sucede una cosa muy curiosa, y es que se recrean diferentes escenarios, no para escenificar chistes, sino para que Arévalo los cuente en distintas atmósferas. Así, tenemos a un anciano (Arévalo disfrazado) que acude a una emisora de radio a contarle chistes al locutor, y esto servirá como nexo de unión para que veamos al cómico en distintos escenarios ataviado con distintos disfraces, contando una y otra batería de chistes. Entonces, si por ejemplo la acción se traslada a una barbería, tenemos a Arévalo en plan barbero, cortándole el pelo a un cliente al que, a su vez, le cuenta unos cuantos chistes. Lo mismo sucede cuando la acción transcurre en una panadería; no se da pie a un chiste ficcionado en torno al lugar, sino que Arévalo cuenta se los cuenta a otro panadero mientras amasan pan. No chistes de panaderos, sino de gangosos, por ejemplo. Y, totalmente surrealista, en una secuencia con su diseño de producción y su vestuario, se sienta a una mesa a varios miembros de un circo (un domador, el jefe de pista, payasos...) para que, desde un atril, un Arévalo disfrazado de mujer les cuente chistes… Un segmento perturbador y sin sentido alguno.
Por supuesto, y como homenaje a los espectáculos de variedades, consciente la producción de que una hora y media de Arévalo se puede hacer un poco paliza, incluye actuaciones musicales de gente que lo petaba en el momento como puedan ser María Jesús y su acordeón, Regaliz o Parchís, que nos ofrecen sus canciones en contextos metidos con calzador en la película. También se nos ofrece un par de numeritos de variedades interpretados en un escenario por la estupenda Mary Santpere. Y poco más…
Sin embargo, el resultado de todo este artefacto es tosco, cutre y desasosegante. El paso de los años puede haber incrementado tal sensación, pero ya en la época esto debía ser un producto menos y sin relevancia alguna, por lo que, en un 1981 en el que la gente iba al cine a tropel, “Su majestad la risa” apenas consiguió reunir 177.000 espectadores (hoy a una comedia española que consiga hacer esos número se la pone un monumento en medio de la plaza del pueblo).
La verdad es que el visionado se hace verdaderamente duro gracias a una dirección que consiste en poco más que dejar una cámara ahí rodando. Y es que el director de este “entretenimiento”, un clásico del cine policíaco de los años 50, Ricardo Gascón, llevaba ya dos décadas sin ponerse detrás de la cámara y está claro que se encontraba algo oxidado, además de intuir que esto era un encargo meramente alimenticio.
Gascón, cuya carrera deambuló entre la dirección y la "ayudantía", no obstante, deja su marca con algunas referencias cinéfilas: el título con el que se bautiza esta colección de chistes es un homenaje directo al film de los años 40 “Su majestad la farsa”, para lucimiento de Eddie Cantor, del mismo modo que, para rellenar metraje, opta por meter una escena en la que algunos personajes van al cine y ven en pantalla el clásico de capa y espada español “Don Juan de Serrallonga”, dirigida en los años 40 por el propio Gascón. Ese momento en concreto es bastante alucinógeno porque, con la excusa de meter a Arévalo en el cine, Gascón recicla aproximadamente 6 o 7 minutos de su vieja película, y la vemos ahí como si nada.
El director fallecería siete años después, con 78 años, siendo este el colofón de su carrera.
Más allá de todo lo comentado, la gracia de “Su majestad la risa” radica en que sus ediciones en vídeo de la época eran la hostia de difíciles de conseguir. Hasta ahora, que alguien ha ripeado la cinta y puesto en circulación en las redes.
Es por esto que, a imagen y semejanza de lo que unos años después sería habitual en vídeo de la mano de productoras/distribuidoras como Olimpy o Boulevar, se concibe, para total lucimiento del humorista Arévalo y sus chistes, esta “Su majestad la risa” que, por su propia naturaleza y su estructura de programa televisivo de sketchs, pobre como un "homeless", resulta ser una de las películas más extrañas del cine español. Y es rara porque aquí, como si una cinta de casete de gasolinera se tratara, más que la presencia del propio Arévalo, los reyes de la función son los propios chistes. Entonces, la película está estructurada de manera que, mayormente, vamos a escuchar en formato 35 mm los “greatest hits” de Arévalo. Pero sucede una cosa muy curiosa, y es que se recrean diferentes escenarios, no para escenificar chistes, sino para que Arévalo los cuente en distintas atmósferas. Así, tenemos a un anciano (Arévalo disfrazado) que acude a una emisora de radio a contarle chistes al locutor, y esto servirá como nexo de unión para que veamos al cómico en distintos escenarios ataviado con distintos disfraces, contando una y otra batería de chistes. Entonces, si por ejemplo la acción se traslada a una barbería, tenemos a Arévalo en plan barbero, cortándole el pelo a un cliente al que, a su vez, le cuenta unos cuantos chistes. Lo mismo sucede cuando la acción transcurre en una panadería; no se da pie a un chiste ficcionado en torno al lugar, sino que Arévalo cuenta se los cuenta a otro panadero mientras amasan pan. No chistes de panaderos, sino de gangosos, por ejemplo. Y, totalmente surrealista, en una secuencia con su diseño de producción y su vestuario, se sienta a una mesa a varios miembros de un circo (un domador, el jefe de pista, payasos...) para que, desde un atril, un Arévalo disfrazado de mujer les cuente chistes… Un segmento perturbador y sin sentido alguno.
Por supuesto, y como homenaje a los espectáculos de variedades, consciente la producción de que una hora y media de Arévalo se puede hacer un poco paliza, incluye actuaciones musicales de gente que lo petaba en el momento como puedan ser María Jesús y su acordeón, Regaliz o Parchís, que nos ofrecen sus canciones en contextos metidos con calzador en la película. También se nos ofrece un par de numeritos de variedades interpretados en un escenario por la estupenda Mary Santpere. Y poco más…
Sin embargo, el resultado de todo este artefacto es tosco, cutre y desasosegante. El paso de los años puede haber incrementado tal sensación, pero ya en la época esto debía ser un producto menos y sin relevancia alguna, por lo que, en un 1981 en el que la gente iba al cine a tropel, “Su majestad la risa” apenas consiguió reunir 177.000 espectadores (hoy a una comedia española que consiga hacer esos número se la pone un monumento en medio de la plaza del pueblo).
La verdad es que el visionado se hace verdaderamente duro gracias a una dirección que consiste en poco más que dejar una cámara ahí rodando. Y es que el director de este “entretenimiento”, un clásico del cine policíaco de los años 50, Ricardo Gascón, llevaba ya dos décadas sin ponerse detrás de la cámara y está claro que se encontraba algo oxidado, además de intuir que esto era un encargo meramente alimenticio.
Gascón, cuya carrera deambuló entre la dirección y la "ayudantía", no obstante, deja su marca con algunas referencias cinéfilas: el título con el que se bautiza esta colección de chistes es un homenaje directo al film de los años 40 “Su majestad la farsa”, para lucimiento de Eddie Cantor, del mismo modo que, para rellenar metraje, opta por meter una escena en la que algunos personajes van al cine y ven en pantalla el clásico de capa y espada español “Don Juan de Serrallonga”, dirigida en los años 40 por el propio Gascón. Ese momento en concreto es bastante alucinógeno porque, con la excusa de meter a Arévalo en el cine, Gascón recicla aproximadamente 6 o 7 minutos de su vieja película, y la vemos ahí como si nada.
El director fallecería siete años después, con 78 años, siendo este el colofón de su carrera.
Más allá de todo lo comentado, la gracia de “Su majestad la risa” radica en que sus ediciones en vídeo de la época eran la hostia de difíciles de conseguir. Hasta ahora, que alguien ha ripeado la cinta y puesto en circulación en las redes.
sábado, 22 de marzo de 2025
STONEY, EL FRÍO
No solemos ser tan oportunos, pero el cruel destino ha obrado en nuestro favor. Tenía el siguiente tocho programado para dentro de dos semanas.... y justo me entero del fallecimiento de Wings Hauser, legendario astro del cine barato y prota absoluto del film en cuestión. Es por ello que he decidido adelantar su publicación a modo de tributo. Descanse pues en paz, caballero.
Dice asín...
En la reseña de "Police Force" acusaba al productor, mister todoterreno Sandy Howard, de haberme engañado con otra de sus películas previas, "Stoney, el frío", vendiendo -por título- una falsa epopeya justiciera "a lá Harry Callahan". Luego, en -precisamente- frío, lo consideré un poco injusto por mi parte, ya que la "estafa" fue cosa de los distribuidores españoles (el único país donde se tiró de tal estratagema) quienes optaron por ese bautismo troleante, cuando en realidad la película fue estrenada en USA como "Deadly Force", un rato molón (claro que traducido suena más genérico, "Fuerza Mortal"). Sin embargo, me informo -es decir, visito Imdb- y descubro que el film SÍ nació con la intención de arrancar una nueva franquicia de vigilante repartiendo tiros, citándose muy claramente "Harry, el sucio" y "Death Wish" como inspiración (así lo de "Deadly Force" cobra más sentido. Un título al que le pega mucho una posible numeración continua, "Deadly Force 2", "Deadly Force 3"... ¿a que sí?). Desconcertante, muy desconcertante, porque una vez consumida por segunda vez -cortesía de mi querido "consiguietor" Enorm- tras la inevitable y mentada decepción juvenil, no veo paralelismos por ningún lado. La cuestión es que Sandy Howard quedó impresionadísimo con el carisma y talento desplegado por Wings Hauser en su colaboración anterior, "La jauría del vicio", donde hacía de villano ultra-cabrón, y decidió fabricarle un vehículo de lucimiento, con el protagonista -esta vez un héroe- totalmente diseñado para él. No obstante, Hauser desenmascaró su limitado registro interpretándolo casi como si fuese otro villano -o eso dicen los que saben-, de ahí la imposibilidad de conectar con su condición supuestamente heróica y, de rebote, con el público. El inevitable fracaso resultante puso fin a la intención "franquiciadora" y a las colaboraciones entre productor y actor. A saber el mal rollo que generaría todo ello.
No obstante, según mi teoría -la de los que saben poco-, el descalabro no solo es cosa del amigo Wings. La película, toda ella, carece de elementos medianamente llamativos. Tal vez el enfrentamiento final entre el héroe y su némesis resulte algo más interesante, ni que sea por la inhabitual cantidad de estopa que recibe el primero. Pero, en general, abunda el muermo. Falta acción, falta violencia, falta sordidez, falta de todo. Podría pasar como semi entretenimiento de tarde de domingo, consumido mientras miras el móvil o piensas en tus mierdas, pero nada más. No deja ninguna clase de poso y Hauser da vida a un tipo demasiado normal como para resplandecer en el rol de justiciero. Es sociable, simpático, enseña el culo, está enamorado de su mujer a la que ama (fuerza un polvete reconciliador) y, en fin, no hay mucho de duro, frío y despiadado en él. Tampoco nadie se venga aquí, lo que rebaja totalmente la posible adrenalina que ello provocaría en nosotros, ilusos consumidores, y eso incluye la poco gustosa muerte del malo... uno que se supone sorpresa, pero ves venir desde lejos y sobradamente. Al parecer, el director, Paul Aaron (a quien debemos films como el "Fuerza 7" con Chuck Norris, la comedia "Maxie" con Glenn Close o -en funciones únicamente de productor- "El alucinante viaje de Bill y Ted"), aseguraba a los medios del momento que había evitado rodar "la típica peli de polis matando a diestro siniestro". Considerando ello, casi podríamos señalarle a él como total y absoluto culpable. Eso es justo lo que tendría que haber sido "Stoney, el frío".
Hay un maníaco suelto en la ciudad que elige sus víctimas a boleo. Ha asesinado a una jovenzuela cuyo abuelo pide ayuda a su amigo Stoney Cooper para que averigüe algo. Este, detective de profesión -fue expulsado de la policía, no dicen por qué razón, pero suponemos que será cosa de métodos expeditivos... ¿no es siempre así?-, se dedicará a resolver el entuerto, recuperar a su ex y, de paso, enfrentarse a viejos enemigos.
Inevitablemente, y siendo una película del año 1983, localizamos unos cuantos nombres curiosos. En cuestiones de reparto, destacan Paul "El precio del poder" Shenar, Al "El padrino parte III" Ruscio, Lincoln "Fortaleza Infernal" Kilpatrick -ambos de extensísima y sorprendente carrera-, la Estelle Getty de "Las chicas de oro" (haciendo gala ya de ese desparpajo que, en su vejez, la catapultaría hacia lo más alto), Aaron Norris -hermano de Chuck, es decir, enchufado- como policía y el bueno de Ned Eisenberg en plan ratero callejero, lo reconocerás como chico malo / víctima en "La Quema", pandillero en "El Exterminador", soldado israelí en "Ultimatum" y aficionado a la ultra-violencia en "Locademia de conductores". ¡¡Carrerón!!.
El caso de la "partenaire" de Hauser es un poco atípico. Joyce Ingalls venía de interpretar a una prostituta en "La cocina del infierno" de / con Stallone. Por lo visto, en la época el famoso actor y ella fueron pareja, o follamigos (me pregunto si cuando Estelle Getty y Sly coincidieron años después en "¡Alto! o mi madre dispara", cuchichearían al respecto). Justo después de "Stoney, el frío", Ingalls se lió con movidas beatas. A causa de ello, dejó la interpretación, que no retomó hasta 1998 con "Arma Letal 4". Eso sí, en un rol de enfermera, casi como extra. Debió satisfacerla más bien poco porque ya no reincidió. En 2015 abandonó esta dimensión.
En los efectos de maquillaje un clásico, Mark Shostrom, de más que lustrosa trayectoria. Aquí no es que le dejen lucirse mucho, pero cumple.
Y, ya concluyendo, en tareas de guion tenemos a un "mostro" del "exploitation" como era Robert Vincent O´Neil, padre de la saga "Angel". A Barry Schneider, responsable del libreto de "Ruby", del de la comedia "Apáñatelas como puedas" y de dos para Mark Lester, "Roller Boogie" y nada menos que "Curso 1984". Vale la pena señalar que en esta no figura acreditado, siendo el reputado Tom Holland quien se lleva la medalla. He buscado información (es decir, he vuelto a mirar a fondo Imdb), pero sin suerte. Aunque para misterios, el tercer guionista de "Stoney, el frío" (¡¡tres personas pa escribir esto!! tiene delito) Ken Barnett. Posee un único segundo crédito como guionista, otro producto Sandy Howard titulado "Las aventuras de Hambone". Lo llamativo es que, justo Ken Barnett, fue el nombre elegido por Freddie Francis y Ken Wiederhorn para ocultar sus respectivas (ir)responsabilidades con respecto a la fallidísima "Torre de cristal", recuerden, aquella de terror rodada en Barcelona el año 1987 usando como escenario exterior la Torre Trade. Aquí pueden leer al respecto. Ya, ya, seguramente haya unos cuantos Ken Barnett pululando por los USA, pero la coincidencia tiene su coña y la duda no se disipa del todo al descubrir que "Torre de cristal" venía producida por el amigo Sandy Howard..... ¡¿hein?!.
Dice asín...
En la reseña de "Police Force" acusaba al productor, mister todoterreno Sandy Howard, de haberme engañado con otra de sus películas previas, "Stoney, el frío", vendiendo -por título- una falsa epopeya justiciera "a lá Harry Callahan". Luego, en -precisamente- frío, lo consideré un poco injusto por mi parte, ya que la "estafa" fue cosa de los distribuidores españoles (el único país donde se tiró de tal estratagema) quienes optaron por ese bautismo troleante, cuando en realidad la película fue estrenada en USA como "Deadly Force", un rato molón (claro que traducido suena más genérico, "Fuerza Mortal"). Sin embargo, me informo -es decir, visito Imdb- y descubro que el film SÍ nació con la intención de arrancar una nueva franquicia de vigilante repartiendo tiros, citándose muy claramente "Harry, el sucio" y "Death Wish" como inspiración (así lo de "Deadly Force" cobra más sentido. Un título al que le pega mucho una posible numeración continua, "Deadly Force 2", "Deadly Force 3"... ¿a que sí?). Desconcertante, muy desconcertante, porque una vez consumida por segunda vez -cortesía de mi querido "consiguietor" Enorm- tras la inevitable y mentada decepción juvenil, no veo paralelismos por ningún lado. La cuestión es que Sandy Howard quedó impresionadísimo con el carisma y talento desplegado por Wings Hauser en su colaboración anterior, "La jauría del vicio", donde hacía de villano ultra-cabrón, y decidió fabricarle un vehículo de lucimiento, con el protagonista -esta vez un héroe- totalmente diseñado para él. No obstante, Hauser desenmascaró su limitado registro interpretándolo casi como si fuese otro villano -o eso dicen los que saben-, de ahí la imposibilidad de conectar con su condición supuestamente heróica y, de rebote, con el público. El inevitable fracaso resultante puso fin a la intención "franquiciadora" y a las colaboraciones entre productor y actor. A saber el mal rollo que generaría todo ello.
No obstante, según mi teoría -la de los que saben poco-, el descalabro no solo es cosa del amigo Wings. La película, toda ella, carece de elementos medianamente llamativos. Tal vez el enfrentamiento final entre el héroe y su némesis resulte algo más interesante, ni que sea por la inhabitual cantidad de estopa que recibe el primero. Pero, en general, abunda el muermo. Falta acción, falta violencia, falta sordidez, falta de todo. Podría pasar como semi entretenimiento de tarde de domingo, consumido mientras miras el móvil o piensas en tus mierdas, pero nada más. No deja ninguna clase de poso y Hauser da vida a un tipo demasiado normal como para resplandecer en el rol de justiciero. Es sociable, simpático, enseña el culo, está enamorado de su mujer a la que ama (fuerza un polvete reconciliador) y, en fin, no hay mucho de duro, frío y despiadado en él. Tampoco nadie se venga aquí, lo que rebaja totalmente la posible adrenalina que ello provocaría en nosotros, ilusos consumidores, y eso incluye la poco gustosa muerte del malo... uno que se supone sorpresa, pero ves venir desde lejos y sobradamente. Al parecer, el director, Paul Aaron (a quien debemos films como el "Fuerza 7" con Chuck Norris, la comedia "Maxie" con Glenn Close o -en funciones únicamente de productor- "El alucinante viaje de Bill y Ted"), aseguraba a los medios del momento que había evitado rodar "la típica peli de polis matando a diestro siniestro". Considerando ello, casi podríamos señalarle a él como total y absoluto culpable. Eso es justo lo que tendría que haber sido "Stoney, el frío".
Hay un maníaco suelto en la ciudad que elige sus víctimas a boleo. Ha asesinado a una jovenzuela cuyo abuelo pide ayuda a su amigo Stoney Cooper para que averigüe algo. Este, detective de profesión -fue expulsado de la policía, no dicen por qué razón, pero suponemos que será cosa de métodos expeditivos... ¿no es siempre así?-, se dedicará a resolver el entuerto, recuperar a su ex y, de paso, enfrentarse a viejos enemigos.
Inevitablemente, y siendo una película del año 1983, localizamos unos cuantos nombres curiosos. En cuestiones de reparto, destacan Paul "El precio del poder" Shenar, Al "El padrino parte III" Ruscio, Lincoln "Fortaleza Infernal" Kilpatrick -ambos de extensísima y sorprendente carrera-, la Estelle Getty de "Las chicas de oro" (haciendo gala ya de ese desparpajo que, en su vejez, la catapultaría hacia lo más alto), Aaron Norris -hermano de Chuck, es decir, enchufado- como policía y el bueno de Ned Eisenberg en plan ratero callejero, lo reconocerás como chico malo / víctima en "La Quema", pandillero en "El Exterminador", soldado israelí en "Ultimatum" y aficionado a la ultra-violencia en "Locademia de conductores". ¡¡Carrerón!!.
El caso de la "partenaire" de Hauser es un poco atípico. Joyce Ingalls venía de interpretar a una prostituta en "La cocina del infierno" de / con Stallone. Por lo visto, en la época el famoso actor y ella fueron pareja, o follamigos (me pregunto si cuando Estelle Getty y Sly coincidieron años después en "¡Alto! o mi madre dispara", cuchichearían al respecto). Justo después de "Stoney, el frío", Ingalls se lió con movidas beatas. A causa de ello, dejó la interpretación, que no retomó hasta 1998 con "Arma Letal 4". Eso sí, en un rol de enfermera, casi como extra. Debió satisfacerla más bien poco porque ya no reincidió. En 2015 abandonó esta dimensión.
En los efectos de maquillaje un clásico, Mark Shostrom, de más que lustrosa trayectoria. Aquí no es que le dejen lucirse mucho, pero cumple.
Y, ya concluyendo, en tareas de guion tenemos a un "mostro" del "exploitation" como era Robert Vincent O´Neil, padre de la saga "Angel". A Barry Schneider, responsable del libreto de "Ruby", del de la comedia "Apáñatelas como puedas" y de dos para Mark Lester, "Roller Boogie" y nada menos que "Curso 1984". Vale la pena señalar que en esta no figura acreditado, siendo el reputado Tom Holland quien se lleva la medalla. He buscado información (es decir, he vuelto a mirar a fondo Imdb), pero sin suerte. Aunque para misterios, el tercer guionista de "Stoney, el frío" (¡¡tres personas pa escribir esto!! tiene delito) Ken Barnett. Posee un único segundo crédito como guionista, otro producto Sandy Howard titulado "Las aventuras de Hambone". Lo llamativo es que, justo Ken Barnett, fue el nombre elegido por Freddie Francis y Ken Wiederhorn para ocultar sus respectivas (ir)responsabilidades con respecto a la fallidísima "Torre de cristal", recuerden, aquella de terror rodada en Barcelona el año 1987 usando como escenario exterior la Torre Trade. Aquí pueden leer al respecto. Ya, ya, seguramente haya unos cuantos Ken Barnett pululando por los USA, pero la coincidencia tiene su coña y la duda no se disipa del todo al descubrir que "Torre de cristal" venía producida por el amigo Sandy Howard..... ¡¿hein?!.
jueves, 20 de marzo de 2025
HABITÁCULO 1991
Localicé recientemente una grabación videográfica de naturaleza casera fechada el año 1991. Normalmente era yo el que rondaba el hogar con la cámara, pero aquella tarde fue mi madre la que decidió encargarse de inmortalizar el entorno mediante ojo electrónico. Diría que la casualidad quiso que me pillara totalmente volcado en mis pasiones cinéfagas.... pero mentiría. Y digo que mentiría porque yo era -y soy- así las 24 horas del día, de lunes a domingo. Para mí, toda esta morralla es un auténtico modo de vida, una filosofía.
En un momento dado, tras pillarme en el sillón disfrutando de las lecturas adecuadas (ver última imagen), visitamos el que era mi dormitorio en 1991. Y ahí me dio el subidón, y unos pocos escalofríos, al rememorar la bella decoración que inundaba mis paredes, o se apoltronaba sobre los estantes. Decidí pues sacar capturas de todo ello y compartirlas con ustedes en este, mi blog de pajillismo "fanatoso". El lugar más adecuado posible.
Dice así...
A- El póster de "Robocop". Una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos. Este, además, lo obtuve de forma gratuita el día que acudí al estreno, allá en el cine "Comedia" de Barcelona. Al salir, un tipo disfrazado del madero robótico los regalaba. En el lado positivo, y a causa del gran gozo experimentado durante el visionado del clásico, regresé una semana después con amigos. Esta vez la voz había corrido y la cola era inmensa. En el lado negativo, ese mismo póster terminó hecho añicos por las implacables garras del gato doméstico. Siendo un ser humano le habría asesinado... pero al él se lo perdoné. Y se lo sigo perdonando a día de hoy.
B- Una de mis obsesiones entonces, "Fonda Sangrienta". Supe de ella gracias a mis revistas franchutes, como bien expliqué en su momento. Y anduve como loco buscándola por vídeo-clubs hasta que di con ella en uno inhóspito, situado cerca de donde estudiaba primero de BUP (lo recuerdo repleto de clientes... que tiempos aquellos). Como era costumbre en esos casos, me hice socio, la alquilé y, una vez devuelta, nunca jamás regresé.
Desconozco cómo conseguí el cartel -que era el de los vídeo-clubs-, pero ahí lo tuve un tiempo, colgado en mis paredes.
C / D / E- En los estantes, y de izquierda a derecha, los muñecos de "Iron Man" (colección "Secret Wars"). Otro de "El Castigador" (uno de mis héroes de tebeo favoritos). Y la banda sonora de "Agárralo como puedas (1 y 2)" en cinta de casete.
Detrás, algunos libros ilustres. Los dos primeros "Libros Sangrientos" de Clive Barker. Varios de la colección "Super Terror", destacando los de Richard Laymon. Y dos biográficos en inglés, el de Roger Corman ("How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime") y el de George A. Romero ("The zombies that ate Pittsburg").
F- Estos eran los carteles de dos cortometajes que hice en aquella época, "El Principal" (mi versión de "El Rector" + "Curso 1984") y "El demonio del viento" (mi versión de "Posesión Infernal" + "Scalps", y del que ya hablé una vez por acá)

A- He comentado muchas veces en este ciber-antro que, siendo joven, sentía un fanatismo exacerbado por Fred Olen Ray. Puede sonar a chiste. Y tal vez nunca se lo hayan creído del todo. Pero ahí va la prueba irrefutable de ello. En mi dormitorio contaba con una imagen suya rescatada de las páginas de "Psychotronic" a modo de pedestal de adoración, exactamente igual a esta que les dejo a continuación...
D- Comenzamos con los pósters grandes. No es que "King Kong contra Godzilla" me entusiasmara mucho, pero ese cartel molaba, con el bicho peludo sujetando un tren por los aires. Se lo dejo a continuación para que lo degusten íntegro.
El segundo no tiene truco, primera secuela de la franquicia iniciada con "Viernes 13". Por entonces la consideraba una de las mejores. Hoy ya no lo tengo tan claro.

Estos no necesitan presentación, ni introducción, ni nada.
"Commando" (otra de mis diez favoritas) y "Re-Animator".

A- Aunque no lo he comentado al principio, este recorrido es de derecha a izquierda, siguiendo el barrido que hizo la cámara. Así, pasamos a la siguiente pared donde, de primeras, destaca otro póster de otro clásico, "El día de los muertos", solo que en su versión francesa. Iba de regalo, bien plegadito, en las páginas centrales de una de mis queridas lecturas habituales, "L´Ecran Fantastique".
Se lo dejo a continuación versión JPG para que entiendan la razón de que formara parte de mi excelsa decoración...

B- Seguimos con más "Godzilla". Alguien podría sospechar que era un auténtico devoto de la criatura, cuando no se conocía a estas películas como "Kaiju Eiga" y solo eran "pelis cutres de monstruos nipones". Y lo cierto es que no, simpatía toda la que quieran... pero fanatismo, poco. Lo que me molaba, y supongo que de ahí su presencia constante, eran los carteles, sus diseños, algo muy propio de las "monster movies" clásicas. En este caso se trata de uno yanki (fotocopia a color ampliada, para más señas), el de "Godzilla versus The Thing" que lucía así de bien....
B- De "Las aventuras de Flesh Gordon" nunca he escrito reseña, aunque sí tuve acceso al libro de memorias de su protagonista, Jason Williams, donde se contaban todas las respectivas trifulcas del rodaje. Inevitablemente, por su peculiar condición, es una película que me cae harto simpática, aunque probablemente más en 1991. Tenía la "affiche" española, con un gracioso dibujo de Jano (y un "Flesh Gordon" poco fiel al del film), y de ahí que optara por incluirla como parte de la decoración. Les dejo a continuación una imagen de la misma.... pero no, no es mía, tuve que buscar en las redes para dar con ella. Yo, desgraciadamente, la perdí. Igual que con la de "Al filo del hacha". En fin, ya saben, cosas de la juventud, de cuando todavía no has aprendido a valorar estas mierdas entrañables.
C- Ahí tienen una ristra de autógrafos. De izquierda a derecha, Bruce Campbell, Ted Raimi (ambos obtenidos durante el XXIV Festival de Sitges del mismo 91, donde acudieron a presentar "Lunáticos") y el tercero.... pues no logro discernir de quien se trata. Por época y momento, posiblemente sea John McNaughton, director de "Henry, retrato de un asesino". Si es así, su presencia en aquella edición venía motivada por la mediocre "Mutación Asesina" (tal vez sea momento de revisarla). Lo cierto es que no sentía ningún interés por el director y su obra, pero ya que lo teníamos ahí, mientras esperábamos que Campbell y Raimi salieran del hotel, pues le pedimos la estampita. Fans completistas es lo que éramos, témome.
Y cerramos con una imagen que, aunque ajena al tema central de esta entrada, pertenece al mismo vídeo, espacio y tiempo, aquel en el que mi devoción se encontraba en plena eclosión. Para el caso, lo que sujeto en mis manos era una de mis lecturas favoritas por aquellos días, con permiso de la prensa franchute habitual, el fanzine "Draculina", según las artes editoriales de Hugh Gallagher, mediocre dibujante / videoasta. Concretamente, ese número es el que me descubrió la existencia de Nick Zedd. Les dejo la portada a calidad para que se hagan una idea de lo irresistible de la publicación, por su contenido (cine de horror, sobre todo aquel de explotación y tipo casero / amateur) y su forma + estética (impresión mierdosa, fotos oscuras, papel barato y un punto de sordidez gracias a la ristra de imágenes chusqueras de tipas desnudas, salpicadas de sangre y mostrando sus poco llamativas tetas caídas). Lastimosamente, y como suele pasar, las ambiciones de Gallagher acabarían destruyendo a su creación, sobre todo cuando decidió profesionalizarse, tirar de papel satinado a color y centrar el contenido en el tema pajero... vale, es comprensible, seguro que así se vendía mejor, pero ello supuso anular por completo su naturaleza, esa que hacía de "Draculina" algo especial.
En un momento dado, tras pillarme en el sillón disfrutando de las lecturas adecuadas (ver última imagen), visitamos el que era mi dormitorio en 1991. Y ahí me dio el subidón, y unos pocos escalofríos, al rememorar la bella decoración que inundaba mis paredes, o se apoltronaba sobre los estantes. Decidí pues sacar capturas de todo ello y compartirlas con ustedes en este, mi blog de pajillismo "fanatoso". El lugar más adecuado posible.
Dice así...
A- El póster de "Robocop". Una de mis diez películas favoritas de todos los tiempos. Este, además, lo obtuve de forma gratuita el día que acudí al estreno, allá en el cine "Comedia" de Barcelona. Al salir, un tipo disfrazado del madero robótico los regalaba. En el lado positivo, y a causa del gran gozo experimentado durante el visionado del clásico, regresé una semana después con amigos. Esta vez la voz había corrido y la cola era inmensa. En el lado negativo, ese mismo póster terminó hecho añicos por las implacables garras del gato doméstico. Siendo un ser humano le habría asesinado... pero al él se lo perdoné. Y se lo sigo perdonando a día de hoy.
B- Una de mis obsesiones entonces, "Fonda Sangrienta". Supe de ella gracias a mis revistas franchutes, como bien expliqué en su momento. Y anduve como loco buscándola por vídeo-clubs hasta que di con ella en uno inhóspito, situado cerca de donde estudiaba primero de BUP (lo recuerdo repleto de clientes... que tiempos aquellos). Como era costumbre en esos casos, me hice socio, la alquilé y, una vez devuelta, nunca jamás regresé.
Desconozco cómo conseguí el cartel -que era el de los vídeo-clubs-, pero ahí lo tuve un tiempo, colgado en mis paredes.
C / D / E- En los estantes, y de izquierda a derecha, los muñecos de "Iron Man" (colección "Secret Wars"). Otro de "El Castigador" (uno de mis héroes de tebeo favoritos). Y la banda sonora de "Agárralo como puedas (1 y 2)" en cinta de casete.
Detrás, algunos libros ilustres. Los dos primeros "Libros Sangrientos" de Clive Barker. Varios de la colección "Super Terror", destacando los de Richard Laymon. Y dos biográficos en inglés, el de Roger Corman ("How I Made a Hundred Movies in Hollywood and Never Lost a Dime") y el de George A. Romero ("The zombies that ate Pittsburg").
F- Estos eran los carteles de dos cortometajes que hice en aquella época, "El Principal" (mi versión de "El Rector" + "Curso 1984") y "El demonio del viento" (mi versión de "Posesión Infernal" + "Scalps", y del que ya hablé una vez por acá)

A- He comentado muchas veces en este ciber-antro que, siendo joven, sentía un fanatismo exacerbado por Fred Olen Ray. Puede sonar a chiste. Y tal vez nunca se lo hayan creído del todo. Pero ahí va la prueba irrefutable de ello. En mi dormitorio contaba con una imagen suya rescatada de las páginas de "Psychotronic" a modo de pedestal de adoración, exactamente igual a esta que les dejo a continuación...
B- Algunas de mis cintas de vídeo. Por entonces contaba con pocas de venta original, así que me fabricaba las caratulas o, en su defecto, les pegaba una fea tira de papel blanco con los respectivos títulos escritos en Olivetti (aquí un ejemplo más que gráfico). El estante superior (letra C) anda plagado de estas.
D- Comenzamos con los pósters grandes. No es que "King Kong contra Godzilla" me entusiasmara mucho, pero ese cartel molaba, con el bicho peludo sujetando un tren por los aires. Se lo dejo a continuación para que lo degusten íntegro.
El segundo no tiene truco, primera secuela de la franquicia iniciada con "Viernes 13". Por entonces la consideraba una de las mejores. Hoy ya no lo tengo tan claro.

Estos no necesitan presentación, ni introducción, ni nada.
"Commando" (otra de mis diez favoritas) y "Re-Animator".

Se lo dejo a continuación versión JPG para que entiendan la razón de que formara parte de mi excelsa decoración...

B- Seguimos con más "Godzilla". Alguien podría sospechar que era un auténtico devoto de la criatura, cuando no se conocía a estas películas como "Kaiju Eiga" y solo eran "pelis cutres de monstruos nipones". Y lo cierto es que no, simpatía toda la que quieran... pero fanatismo, poco. Lo que me molaba, y supongo que de ahí su presencia constante, eran los carteles, sus diseños, algo muy propio de las "monster movies" clásicas. En este caso se trata de uno yanki (fotocopia a color ampliada, para más señas), el de "Godzilla versus The Thing" que lucía así de bien....
C- Y, por supuesto, en este periplo "habitacionil" no podía faltar una referencia directa a la number one, a la diosa, a "Evil Dead". Pal caso hablamos de otro desplegable situado en las páginas centrales de otra publicación franchute (donde se la conoce como "La nuit des démons"), aunque ninguna de las habituales. No logro recordar cual. Con el tiempo y una caña acabé perdiendo dicho material, y no saben lo mal que me supo/sabe.
D- "Nº 1 del Servicio Secreto" y su super agente secreto, "Charles Bind", llegó a ser una seria obsesión en mis juventudes. Andaba loco con sus dos aventuras cinematográficas, la mentada y "Licencia para amar y matar" (la tercera jamás llegué a verla). Tanto como para que, nada más inaugurar este blog en el 2007, les dedicara una sentida entrada.
Visto ahora es algo que no acabo de comprender porque, salvo algunos "gags" puntuales, eran subproductos tremendamente mediocres. En cualquier caso, logré hacerme con su "affiche", así pues era de menester lucirla (además de que me encantaba en sí misma). La perdí, sí también, aunque muchos años después pude resarcirme agenciándome el póster y algunos fotocromos que, experiencia y canas obligan, andan perfectamente guardados junto a otra buena ristra de papelotes peliculeros. ¿Pa qué? Pues ni idea... pero, en fin, hay enfermedades incurables que gozas sufriendo.
Nota: Es curioso lo mucho que tiro de la palabreja "affiche", especialmente considerando su origen eminentemente francés. Supongo que podemos considerarlo influencia directa de mis lecturas cinéfilas habituales esos años. Visto así, encantado que forme parte de mi léxico.
D- "Nº 1 del Servicio Secreto" y su super agente secreto, "Charles Bind", llegó a ser una seria obsesión en mis juventudes. Andaba loco con sus dos aventuras cinematográficas, la mentada y "Licencia para amar y matar" (la tercera jamás llegué a verla). Tanto como para que, nada más inaugurar este blog en el 2007, les dedicara una sentida entrada.
Visto ahora es algo que no acabo de comprender porque, salvo algunos "gags" puntuales, eran subproductos tremendamente mediocres. En cualquier caso, logré hacerme con su "affiche", así pues era de menester lucirla (además de que me encantaba en sí misma). La perdí, sí también, aunque muchos años después pude resarcirme agenciándome el póster y algunos fotocromos que, experiencia y canas obligan, andan perfectamente guardados junto a otra buena ristra de papelotes peliculeros. ¿Pa qué? Pues ni idea... pero, en fin, hay enfermedades incurables que gozas sufriendo.
Nota: Es curioso lo mucho que tiro de la palabreja "affiche", especialmente considerando su origen eminentemente francés. Supongo que podemos considerarlo influencia directa de mis lecturas cinéfilas habituales esos años. Visto así, encantado que forme parte de mi léxico.
A- Más "affiches" que solía conseguir en tiendas de coleccionismo cinematográfico. Esta es la de "Al filo del hacha", el aburridísimo slasher español de la mano de José Ramón Larraz que vi en el cine "Waldorf" de Barcelona. No, no me gustó nada... pero, tal y como siempre he dicho, me flipa el cartel. Es cojonudísimo. De ahí que lo pegara a mis paredes.
Mi relación -por así llamarla- con el film se intensificó hace unos años, a raíz de disponer de sus fotocromos y póster y el interés de una compañía británica por incluirlos en la edición especial de la interfecta, tal y como narré poco después, coincidiendo con su salida al mercado. Es un pequeño logro del que estoy muy orgulloso.... no obstante, creo que mi reseña tirando a negativa de la película puso punto y final a posibles colaboraciones futuras con el sello. Ya saben,quien canta las verdades....
Mi relación -por así llamarla- con el film se intensificó hace unos años, a raíz de disponer de sus fotocromos y póster y el interés de una compañía británica por incluirlos en la edición especial de la interfecta, tal y como narré poco después, coincidiendo con su salida al mercado. Es un pequeño logro del que estoy muy orgulloso.... no obstante, creo que mi reseña tirando a negativa de la película puso punto y final a posibles colaboraciones futuras con el sello. Ya saben,quien canta las verdades....
B- De "Las aventuras de Flesh Gordon" nunca he escrito reseña, aunque sí tuve acceso al libro de memorias de su protagonista, Jason Williams, donde se contaban todas las respectivas trifulcas del rodaje. Inevitablemente, por su peculiar condición, es una película que me cae harto simpática, aunque probablemente más en 1991. Tenía la "affiche" española, con un gracioso dibujo de Jano (y un "Flesh Gordon" poco fiel al del film), y de ahí que optara por incluirla como parte de la decoración. Les dejo a continuación una imagen de la misma.... pero no, no es mía, tuve que buscar en las redes para dar con ella. Yo, desgraciadamente, la perdí. Igual que con la de "Al filo del hacha". En fin, ya saben, cosas de la juventud, de cuando todavía no has aprendido a valorar estas mierdas entrañables.
C- Ahí tienen una ristra de autógrafos. De izquierda a derecha, Bruce Campbell, Ted Raimi (ambos obtenidos durante el XXIV Festival de Sitges del mismo 91, donde acudieron a presentar "Lunáticos") y el tercero.... pues no logro discernir de quien se trata. Por época y momento, posiblemente sea John McNaughton, director de "Henry, retrato de un asesino". Si es así, su presencia en aquella edición venía motivada por la mediocre "Mutación Asesina" (tal vez sea momento de revisarla). Lo cierto es que no sentía ningún interés por el director y su obra, pero ya que lo teníamos ahí, mientras esperábamos que Campbell y Raimi salieran del hotel, pues le pedimos la estampita. Fans completistas es lo que éramos, témome.
Y cerramos con una imagen que, aunque ajena al tema central de esta entrada, pertenece al mismo vídeo, espacio y tiempo, aquel en el que mi devoción se encontraba en plena eclosión. Para el caso, lo que sujeto en mis manos era una de mis lecturas favoritas por aquellos días, con permiso de la prensa franchute habitual, el fanzine "Draculina", según las artes editoriales de Hugh Gallagher, mediocre dibujante / videoasta. Concretamente, ese número es el que me descubrió la existencia de Nick Zedd. Les dejo la portada a calidad para que se hagan una idea de lo irresistible de la publicación, por su contenido (cine de horror, sobre todo aquel de explotación y tipo casero / amateur) y su forma + estética (impresión mierdosa, fotos oscuras, papel barato y un punto de sordidez gracias a la ristra de imágenes chusqueras de tipas desnudas, salpicadas de sangre y mostrando sus poco llamativas tetas caídas). Lastimosamente, y como suele pasar, las ambiciones de Gallagher acabarían destruyendo a su creación, sobre todo cuando decidió profesionalizarse, tirar de papel satinado a color y centrar el contenido en el tema pajero... vale, es comprensible, seguro que así se vendía mejor, pero ello supuso anular por completo su naturaleza, esa que hacía de "Draculina" algo especial.
martes, 18 de marzo de 2025
LAS CORRERÍAS DEL VIZCONDE ARNAU
Una suerte de proto-destape a mayor gloria del eterno José Sazatornil “Saza” y de un actor que, tras una larga trayectoria en el teatro y como secundario en cine, Valentín Tornos, alcanza la popularidad ya como septuagenario gracias al programa-concurso “Un, dos, tres”, donde conmovió a una generación de españoles interpretando, en la “parte negativa” del show, al inefable Don Cicuta —que muy pocos recordamos por cuestiones generacionales, pero del que todos hemos escuchado hablar a nuestros padres—. Además, y al contrario de lo que solía ocurrir con las comedias de la época, esta resultó un fracaso de taquilla con apenas 200.000 espectadores en las salas. Se trata de una tirando más bien a burda, en la que un noble, El Vizconde Arnau, queriendo dejar el legado de poder que un día su apellido tuvo, desea tener hijos. Pero tras dar a luz el primero de todos ellos, su esposa queda impedida, por lo que, para que no se pierda su estirpe, comienza a gestar hijos bastardos con distintas mujeres.
El argumento se centra en las conversaciones que tiene El Vizconde con su abogado (“Saza”), dando pie así a una serie de flashbacks que nos narran las correrías (eróticas) de título, con el único afán de mostrar al espectador un poquito de carne femenina. No mucha, que Franco todavía andaba por ahí dando guerra. Sin duda, un título menor de la comedia española de los 70, perpetrada, también, por uno de nuestros directores más infaustos, Joaquín Coll Espona, responsable del binomio de films protagonizados por José Luis López Vázquez, “El Fascista”.
“Las correrías del Vizconde Arnau” es floja, no destaca en absoluto por el nivel humorístico y mucho menos por el cinematográfico, sin embargo, sí lo hace por tratarse del legado fílmico de Valentín Tornos, que fallecería tan solo uno año y medio después del rodaje, víctima de las secuelas de una trombosis cerebral que lo dejó maltrecho durante sus últimos meses de vida.
Precisamente, y es por esto por lo que el título reseñado tiene cierta popularidad entre cinéfilos de morro fino, cuenta la leyenda que la trombosis cerebral que se llevó a Tornos le vino justamente rodando esta película y, justo, tras dar el director la voz de acción en una secuencia. Hasta ahí todo bien, pero el dato siniestro viene cuando, cuentan, una vez detectado el accidente cerebro-vascular del que el actor había sido víctima, el equipo decidió acabar la jornada rodando los contraplanos de Tornos con este sentado de espaldas a la cámara en dicho estado de trombosis. Una vez finalizado el rodaje de ese día, se avisó al médico de lo sucedido. Después, lógicamente, Tornos no pudo continuar, por lo que fue se terminó con la presencia de un doble que hizo todas sus intervenciones de espaldas, algo que es muy evidente en el film.
También se cuenta que el contraplano en el que Valentín Tornos está sufriendo la trombosis quedó registrado para la posteridad, sin embargo, viéndola por primera vez ya conociendo estos datos, he sido incapaz de localizarlo. Sí que he detectado a los dobles de espaldas, pero nunca el contra plano con el actor ya diezmado, estando yo especialmente atento a este detalle.
Como fuere, el metraje con el doble de espaldas no alcanza un 20% de las intervenciones de Tornos, y este parece estar en perfecto estado de salud durante la mayoría del film, por lo que, en un principio, al actor le debió dar el tabardillo con la película prácticamente terminada.
Ahora, si no conocemos los detalles de esta “anécdota”, “Las correrías del Vizconde Arnau” no es más que una mala comedia de mediados de los 70, muy inferior a los clásicos del género que vendrían coetánea y posteriormente.
Durante muchos años Valentín Tornos sería recordado, como ya he dicho, por Don Cicuta, personaje del que hubo hasta merchandising en unos años en los que la mercadotecnia estaba en bragas en nuestro país, y poco se habló de su trayectoria cinematográfica, mucho menos de esta película que se olvida con la misma facilidad con la que, inicialmente, le damos al play a nuestro reproductor.
El argumento se centra en las conversaciones que tiene El Vizconde con su abogado (“Saza”), dando pie así a una serie de flashbacks que nos narran las correrías (eróticas) de título, con el único afán de mostrar al espectador un poquito de carne femenina. No mucha, que Franco todavía andaba por ahí dando guerra. Sin duda, un título menor de la comedia española de los 70, perpetrada, también, por uno de nuestros directores más infaustos, Joaquín Coll Espona, responsable del binomio de films protagonizados por José Luis López Vázquez, “El Fascista”.
“Las correrías del Vizconde Arnau” es floja, no destaca en absoluto por el nivel humorístico y mucho menos por el cinematográfico, sin embargo, sí lo hace por tratarse del legado fílmico de Valentín Tornos, que fallecería tan solo uno año y medio después del rodaje, víctima de las secuelas de una trombosis cerebral que lo dejó maltrecho durante sus últimos meses de vida.
Precisamente, y es por esto por lo que el título reseñado tiene cierta popularidad entre cinéfilos de morro fino, cuenta la leyenda que la trombosis cerebral que se llevó a Tornos le vino justamente rodando esta película y, justo, tras dar el director la voz de acción en una secuencia. Hasta ahí todo bien, pero el dato siniestro viene cuando, cuentan, una vez detectado el accidente cerebro-vascular del que el actor había sido víctima, el equipo decidió acabar la jornada rodando los contraplanos de Tornos con este sentado de espaldas a la cámara en dicho estado de trombosis. Una vez finalizado el rodaje de ese día, se avisó al médico de lo sucedido. Después, lógicamente, Tornos no pudo continuar, por lo que fue se terminó con la presencia de un doble que hizo todas sus intervenciones de espaldas, algo que es muy evidente en el film.
También se cuenta que el contraplano en el que Valentín Tornos está sufriendo la trombosis quedó registrado para la posteridad, sin embargo, viéndola por primera vez ya conociendo estos datos, he sido incapaz de localizarlo. Sí que he detectado a los dobles de espaldas, pero nunca el contra plano con el actor ya diezmado, estando yo especialmente atento a este detalle.
Como fuere, el metraje con el doble de espaldas no alcanza un 20% de las intervenciones de Tornos, y este parece estar en perfecto estado de salud durante la mayoría del film, por lo que, en un principio, al actor le debió dar el tabardillo con la película prácticamente terminada.
Ahora, si no conocemos los detalles de esta “anécdota”, “Las correrías del Vizconde Arnau” no es más que una mala comedia de mediados de los 70, muy inferior a los clásicos del género que vendrían coetánea y posteriormente.
Durante muchos años Valentín Tornos sería recordado, como ya he dicho, por Don Cicuta, personaje del que hubo hasta merchandising en unos años en los que la mercadotecnia estaba en bragas en nuestro país, y poco se habló de su trayectoria cinematográfica, mucho menos de esta película que se olvida con la misma facilidad con la que, inicialmente, le damos al play a nuestro reproductor.
sábado, 15 de marzo de 2025
PLACER SANGRIENTO
Candidatas a "pionera del slasher" hay unas cuantas, "Bahía de Sangre" (1971), "Noche silenciosa... noche sangrienta" (1972), "Navidades Negras" (1974, probablemente la única que merece tal medalla), "El asesino tras la máscara" (1976, aunque no fue lanzada hasta 1980, lo que le arrebató la posibilidad) y.... ¿¿"Placer Sangriento"?? Considerando lo más elemental de su trama, y el año de producción, 1973, podríamos incluirla en el listado. Pero, claro, ¿hasta qué punto situar en una isla a un grupo de turistas que son, más o menos, sistemáticamente asesinados mediante arma blanca por una figura misteriosa oculta entre sombras es, per se, materia de slasher? en ese caso, ¿no ocurriría lo mismo con unos cuantos "whodunit" previos al estreno de "La noche de Halloween" y consortes? En fin. Yo no creo que "Placer Sangriento" tenga nada de pre-slasher, ¿por qué? porque salvo dicho argumento, todo parecido con la fórmula propia de esa clase de productos es nulo. No pensarían así sus distribuidores, que tras estrenarla como "The Single Girls" (es decir, "Las chicas solteras") fue rebautizada para su posterior lanzamiento en vídeo, muy consecuentemente, "Bloody Friday", osea, "Viernes Sangriento" (llamativo considerando que el largometraje se desarrolla a lo largo de un fin de semana completo) Más claro, el agua.
En realidad, "Placer Sangriento" es un subproducto de explotación típicamente setentero, con todas las señas de identidad del cine barato de entonces, a saber, diálogos rellenametrajes absolutamente gilipollas, absurdos e inútiles, y personajes que les van a la par, es decir, de comportamientos ilógicos. Ahora son mega-majos, ahora son unos cabrones. Ahora se caen bien, ahora se odian. Todo aleatóriamente. Destacan en ese sentido el novio de la chica prota, que pasa de matón a tipo encantador de una escena a otra. O la reacción de ella, "te aborrezco / te quiero según me da la neura". Tampoco es manca la pava que se pirra por perder la virginidad siguiendo un ritual algo peculiar en el que su pretendiente deberá violarla durante un paseo nocturno.
Y sí, luego hay unos pocos crímenes escasamente gráficos. El primero nada más arrancar el film, y luego ya no tenemos otro hasta 48 minutos después, de una escasa pero eterna duración total de 83. Lo demás, pues ya les digo, pura paja. Y no me refiero a aquella en la que sus viciosas mentes están pensando. De esas poco, cuatro tetas ultra-gratuitas y para de contar.
Los culpables de semejante desaguisado son un par de leyendas de la explotación setentera y ochentera, marido y mujer en la vida real, Ferd (que no Fred) y Beverly Sebastian. Algunos les recordarán por su "Rocktober Blood / Concierto de sangre" y, muy especialmente, el que es su verdadero "hit", "Gator Bait", protagonizada por la misma y mal lograda Claudia Jennings que luce palmito en el film reseñado. Otros rostros y cuerpos medianamente reconocibles son los de Albert Popwell, el colega "de color" de "Harry Callahan" y la sexy Robyn Hilton, cuyas apetecibles ubres han sido explotadas también en "Cry Uncle!", "Sillas de montar calientes" (era la secretaria del disparatado gobernador encarnado por Mel Brooks), "Mujeres violentas" de Robert Vincent O'Neil (padre fundador de la saga "Angel"), "Video Vixens!", sex comedy con sello Troma dirigido por el normalmente pornógrafo Henri Pachard y "Malibu Express", convirtiéndose así en chica Andy Sidaris.
Naturalmente, no podía publicar esta reseña sin echar mano de la mitiquísima caratula que lucía el VHS en los estantes de nuestros añorados vídeo-clubs (cortesía de "Video Screen S.A.", la misma peña que en su día movió "La muerte ataca en New York". ¡¡Catalogazo!!). Immmmmpresionante... y falsa como un billete de veinte euros con la efigie de Juan Carlos Gallardo (desconozco completamente su origen real. Podría hacer cábalas, pero mentiría. Si alguien reconoce la llamativa imagen, que escriba). Era pura carne de fascinación para ojos adolescentes. De haber incorporado "Placer Sangriento" un momento como ese en sus costrosos fotogramas, otro gallo canturrearía, pero no, la cosa queda lejos de ser tan intensa. Lo que tenemos es, pues eso, cine barato de los setenta aburrido y totalmente prescindible.
Por si se lo preguntan, Ferd y Beverly Sebastian firmarían su última película en 1993. Él palmaría en 2022 y ella pasaría a ser la presidenta de una asociación destinada a la protección del galgo. Curioso y bonito a la par.
En realidad, "Placer Sangriento" es un subproducto de explotación típicamente setentero, con todas las señas de identidad del cine barato de entonces, a saber, diálogos rellenametrajes absolutamente gilipollas, absurdos e inútiles, y personajes que les van a la par, es decir, de comportamientos ilógicos. Ahora son mega-majos, ahora son unos cabrones. Ahora se caen bien, ahora se odian. Todo aleatóriamente. Destacan en ese sentido el novio de la chica prota, que pasa de matón a tipo encantador de una escena a otra. O la reacción de ella, "te aborrezco / te quiero según me da la neura". Tampoco es manca la pava que se pirra por perder la virginidad siguiendo un ritual algo peculiar en el que su pretendiente deberá violarla durante un paseo nocturno.
Y sí, luego hay unos pocos crímenes escasamente gráficos. El primero nada más arrancar el film, y luego ya no tenemos otro hasta 48 minutos después, de una escasa pero eterna duración total de 83. Lo demás, pues ya les digo, pura paja. Y no me refiero a aquella en la que sus viciosas mentes están pensando. De esas poco, cuatro tetas ultra-gratuitas y para de contar.
Los culpables de semejante desaguisado son un par de leyendas de la explotación setentera y ochentera, marido y mujer en la vida real, Ferd (que no Fred) y Beverly Sebastian. Algunos les recordarán por su "Rocktober Blood / Concierto de sangre" y, muy especialmente, el que es su verdadero "hit", "Gator Bait", protagonizada por la misma y mal lograda Claudia Jennings que luce palmito en el film reseñado. Otros rostros y cuerpos medianamente reconocibles son los de Albert Popwell, el colega "de color" de "Harry Callahan" y la sexy Robyn Hilton, cuyas apetecibles ubres han sido explotadas también en "Cry Uncle!", "Sillas de montar calientes" (era la secretaria del disparatado gobernador encarnado por Mel Brooks), "Mujeres violentas" de Robert Vincent O'Neil (padre fundador de la saga "Angel"), "Video Vixens!", sex comedy con sello Troma dirigido por el normalmente pornógrafo Henri Pachard y "Malibu Express", convirtiéndose así en chica Andy Sidaris.
Naturalmente, no podía publicar esta reseña sin echar mano de la mitiquísima caratula que lucía el VHS en los estantes de nuestros añorados vídeo-clubs (cortesía de "Video Screen S.A.", la misma peña que en su día movió "La muerte ataca en New York". ¡¡Catalogazo!!). Immmmmpresionante... y falsa como un billete de veinte euros con la efigie de Juan Carlos Gallardo (desconozco completamente su origen real. Podría hacer cábalas, pero mentiría. Si alguien reconoce la llamativa imagen, que escriba). Era pura carne de fascinación para ojos adolescentes. De haber incorporado "Placer Sangriento" un momento como ese en sus costrosos fotogramas, otro gallo canturrearía, pero no, la cosa queda lejos de ser tan intensa. Lo que tenemos es, pues eso, cine barato de los setenta aburrido y totalmente prescindible.
Por si se lo preguntan, Ferd y Beverly Sebastian firmarían su última película en 1993. Él palmaría en 2022 y ella pasaría a ser la presidenta de una asociación destinada a la protección del galgo. Curioso y bonito a la par.
martes, 11 de marzo de 2025
THE NOSTRIL PICKER
Por supuesto, cuando uno se enfrenta a una película cuyo título se traduce, más o menos, como “El que se hurga la nariz”, tiende a pensar en el típico producto postmoderno e irritable deudor de la Troma más loca y gamberra, o en su defecto, uno de esos ñordos noventeros, entre tercermundistas y cachondos, directos a vídeo, en la línea de la infame “F.A.R.T”. Sin embargo, nada que ver con eso.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada, ni tan siquiera recreándose en el acto.
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada, ni tan siquiera recreándose en el acto.
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.
sábado, 8 de marzo de 2025
LOS OJOS DEL GATO
Y ahí va otra muestra más de que 1985 fue un año chévere para el cine de género. Por entonces Stephen King ya había perdido un poco su aureola de prestigio (lejos quedaban "Carrie", "El misterio de Salem´s Lot" o "El resplandor") pasando a ser más como carne de cañón, materia fácilmente adaptable con la que asegurarse unos dólares en taquilla. Tampoco se contrataba ya a directores de prestigio que se encargaran de la tarea, valía cualquier artesano competente. Digamos que con King ocurrió lo que siempre ocurre con los yankis, lo sobre-explotaron y para la llegada de "Los ojos del gato", pues ya no atraía a las masas. Menos aún desde la conversión de Dino De Laurentiis en el productor oficial del "Kinguismo", etapa esta que arrancó muy bien con "La zona muerta" y concluyó algo deslucidamente con "Miedo Azul" o la propia e infame primera y única película del escritor ejerciendo de filmmaker, "La rebelión de las máquinas". Por suerte "Los ojos del gato" cae en zona intermedia. Para el caso, Stephen King no es mero material adaptable, él mismo se encarga del guion, pariendo un largometraje compuesto de historias (sí, repitiendo la fórmula del clásico), siendo las dos primeras exclusivamente confeccionadas para la ocasión y la tercera, y última, la auto adaptación de un relato publicado en las páginas de "Penthouse", ejemplar este que se marca un cameo en la película, entre muchas otras coñas y referencias al universo del padre de "It". Según he visto y leído, en todas partes salen gráficamente numeradas y espoileadas... por eso he decidido evitarlo, para que cuando se sienten ante la tele dispuestos al visionado, puedan jugar al juego de localizarlas. Créanme, la mayoría son tan evidentes como graciosas.
El artesano competente contratado en esta ocasión fue el bueno de Lewis Teague, quien ya tenía experiencia previa trasladando material de Stephen King a la pantalla con la aburrida "Cujo", pero, además, a lo largo de los años -previos y posteriores- fue dejando su estampa en títulos tan entrañables como "La bestia bajo el asfalto", "La joya del Nilo", "Kamikaze Detroit" o "Peligrosamente Unidos". El, asumo, fracaso de esta última le condenó a currar para la caja tonta hasta 2010, luego se retiró (remarcar que en 2007 rodó un corto de curiosísimo título, "Cante Jondo")
Otros individuos a valorar tras las cámaras son Milton Subotsky, co-fundador de los legendarios estudios "Amicus" y especialista en antologías de historias cortas, quien ligó su nombre al del escritor de Maine a lo largo de varios años. Alan Silvestri, compositor destinado a ser recordado por la partitura que ideó para "Regreso al futuro" ese mismo 1985. De hecho, hay quien dice que esta y la de "Los ojos del gato" guardan cierto parecido. Y es verdad. La diferencia es que, mientras en la reseñada utilizó sintetizadores, para la previa, mil veces mejor presupuestada, tiró de orquesta. Carlo Rambaldi, papá de "E.T. El Extraterrestre", quien se encarga de diseñar a cierta resultona criatura, acompañado por nuestro Emilio Ruiz del Río para "la maquetas de fondo". Y chapamos el repaso con el prestigioso y oscarizado Jack Cardiff, ocupándose de la dirección fotográfica.
Todo este bonito plantel -y más del que hablaré luego- dan forma y fondo a "Los ojos del gato", una película, ya lo adelanto, condenadamente entretenida, simpatiquísima, buenrollera y muy muy recomendable. A mí se me pasó en un suspiro hace un par de noches. Todo gira en torno a un felino callejero, la mar de precioso, con un objetivo, llegar hasta el dormitorio de una niña que le pide auxilio así como telepáticamente. En el camino, se topará con un tipo que quiere dejar de fumar y acude a una agencia muy eficaz pero brutalmente radical en sus métodos. Y un gangster adicto a apostar quien propone un juego mortal al amante de su esposa: dar la vuelta completa a un rascacielos desplazándose a través de la estrecha cornisa exterior. Si gana, se queda a la mujer y un buen pellizco de dinero. Si pierde... bueno, le espera el implacable asfalto tras una caída de varios metros.
Estas dos historietas son especialmente eficaces y, aunque quedan lejos del terror puro -yo usaría la palabra thriller-, vienen cargaditas de ideas brillantes, mucho humor (sobre todo la primera) y mucho suspense (la segunda, especialmente si padeces miedo a las alturas). Finalmente llegamos a la última que, sin ser un descalabro ni mucho menos, es un pelo flojilla, ni que sea por comparación. Aquí el gato logra su meta y, ahora sí, le tocará enfrentarse a dos trolls malignos, el diseñado por Rambaldi que amenaza a la cría y la autoritaria madre de esta. A pesar de dicha calidad descendente, el conjunto termina resultado altamente disfrutable. Concluido el show, uno lamenta la ausencia de esta clase de gozoso entretenimiento en el cine de hoy día.
Si como yo son amantes de los gatos, disfrutarán viendo al protagonista en acción, aunque puede que también sufran un poco en algunas escenas. Concretamente una en la que es sometido a una breve electrocución. Ya saben, según se dice no hubo mal trato y todo eran trucajes... y confío que así sea, pero, bueno, en 1985 estas cosas se miraban bastante menos. No obstante, y justamente por ser de la época que es, merece destacarse el trabajo de coordinación con las criaturas peludas. Está super bien resuelto, cosa más que meritoria considerando la -maravillosa- ausencia de CGI (y la no menos maravillosa individualidad de los felinos)
¡¡Ah!! Si no lo digo, reviento. En un momento dado, asistimos al encuentro entre un padre y su hija limitada intelectualmente. La escuela donde se desarrolla el bis a bis se supone para niños especiales, cosa indicada en un letrero. Lo gracioso del caso es que, mientras en inglés leemos "for the exceptional", el doblaje en castellano suelta un "para niños subnormales" que, salvo por mi risotada resultante, hoy se consideraría algo ofensivo.
Ya que estamos, a la cría monger la interpreta una aún muy jovencita Drew Barrymore, fresca de su paso por "E.T. El Extraterrestre" y a puntito de meterse en el infierno del vicio borrachuzo y drogadizo (no olvidemos que con tan solo trece primaveras fue ingresada en un centro de rehabilitación). Por aquello de dar cierta cohesión a la trama, su presencia / apariencia se expande a una niña anónima anunciando comida de gatos y el protagonismo total del último capítulo. Efectivamente resulta algo repelente, pero eso ya lo esperábamos. La acompañan el hoy mal considerado James Woods, perfectísimo en su rol de fumador compulsivo, Alan King, Kenneth McMillan, Robert Hayes en uno de los pocos papeles que podrían hacer sombra a aquel que le dio la fama, el de "Ted Striker" en "Aterriza como puedas", Candy Clark, James Naughton, James Rebhorn, Charles S. Dutton, Tony Munafo (amiguísimo de Sylvester Stallone y muy habitual en sus películas) y Mike Starr (el "Georgie Weiss" de "Ed Wood" y matón ineficaz en "Dos tontos muy tontos"), quien desaparece de la trama de una escena a otra y sin explicación alguna aparente.
A la sacrosanta hora de elegir la imagen ilustrativa, me he encontrado en una seria diatriba. Quería incluir mi favorita, la de tirón gótico con ese caserón absurdo en un páramo + luna llena -sin conexión alguna con el film-, pero también estaba la que en su día fabricó "Filmayer" para el lanzamiento en vídeo, igual de tosca / bella que la de "Miedo Azul". Al final lo más sencillo ha sido juntar ambas, milagro al que ha contribuido la extensión del tocho. Ventajas de padecer incontinencia "reseñista".
El artesano competente contratado en esta ocasión fue el bueno de Lewis Teague, quien ya tenía experiencia previa trasladando material de Stephen King a la pantalla con la aburrida "Cujo", pero, además, a lo largo de los años -previos y posteriores- fue dejando su estampa en títulos tan entrañables como "La bestia bajo el asfalto", "La joya del Nilo", "Kamikaze Detroit" o "Peligrosamente Unidos". El, asumo, fracaso de esta última le condenó a currar para la caja tonta hasta 2010, luego se retiró (remarcar que en 2007 rodó un corto de curiosísimo título, "Cante Jondo")
Otros individuos a valorar tras las cámaras son Milton Subotsky, co-fundador de los legendarios estudios "Amicus" y especialista en antologías de historias cortas, quien ligó su nombre al del escritor de Maine a lo largo de varios años. Alan Silvestri, compositor destinado a ser recordado por la partitura que ideó para "Regreso al futuro" ese mismo 1985. De hecho, hay quien dice que esta y la de "Los ojos del gato" guardan cierto parecido. Y es verdad. La diferencia es que, mientras en la reseñada utilizó sintetizadores, para la previa, mil veces mejor presupuestada, tiró de orquesta. Carlo Rambaldi, papá de "E.T. El Extraterrestre", quien se encarga de diseñar a cierta resultona criatura, acompañado por nuestro Emilio Ruiz del Río para "la maquetas de fondo". Y chapamos el repaso con el prestigioso y oscarizado Jack Cardiff, ocupándose de la dirección fotográfica.
Todo este bonito plantel -y más del que hablaré luego- dan forma y fondo a "Los ojos del gato", una película, ya lo adelanto, condenadamente entretenida, simpatiquísima, buenrollera y muy muy recomendable. A mí se me pasó en un suspiro hace un par de noches. Todo gira en torno a un felino callejero, la mar de precioso, con un objetivo, llegar hasta el dormitorio de una niña que le pide auxilio así como telepáticamente. En el camino, se topará con un tipo que quiere dejar de fumar y acude a una agencia muy eficaz pero brutalmente radical en sus métodos. Y un gangster adicto a apostar quien propone un juego mortal al amante de su esposa: dar la vuelta completa a un rascacielos desplazándose a través de la estrecha cornisa exterior. Si gana, se queda a la mujer y un buen pellizco de dinero. Si pierde... bueno, le espera el implacable asfalto tras una caída de varios metros.
Estas dos historietas son especialmente eficaces y, aunque quedan lejos del terror puro -yo usaría la palabra thriller-, vienen cargaditas de ideas brillantes, mucho humor (sobre todo la primera) y mucho suspense (la segunda, especialmente si padeces miedo a las alturas). Finalmente llegamos a la última que, sin ser un descalabro ni mucho menos, es un pelo flojilla, ni que sea por comparación. Aquí el gato logra su meta y, ahora sí, le tocará enfrentarse a dos trolls malignos, el diseñado por Rambaldi que amenaza a la cría y la autoritaria madre de esta. A pesar de dicha calidad descendente, el conjunto termina resultado altamente disfrutable. Concluido el show, uno lamenta la ausencia de esta clase de gozoso entretenimiento en el cine de hoy día.
Si como yo son amantes de los gatos, disfrutarán viendo al protagonista en acción, aunque puede que también sufran un poco en algunas escenas. Concretamente una en la que es sometido a una breve electrocución. Ya saben, según se dice no hubo mal trato y todo eran trucajes... y confío que así sea, pero, bueno, en 1985 estas cosas se miraban bastante menos. No obstante, y justamente por ser de la época que es, merece destacarse el trabajo de coordinación con las criaturas peludas. Está super bien resuelto, cosa más que meritoria considerando la -maravillosa- ausencia de CGI (y la no menos maravillosa individualidad de los felinos)
¡¡Ah!! Si no lo digo, reviento. En un momento dado, asistimos al encuentro entre un padre y su hija limitada intelectualmente. La escuela donde se desarrolla el bis a bis se supone para niños especiales, cosa indicada en un letrero. Lo gracioso del caso es que, mientras en inglés leemos "for the exceptional", el doblaje en castellano suelta un "para niños subnormales" que, salvo por mi risotada resultante, hoy se consideraría algo ofensivo.
Ya que estamos, a la cría monger la interpreta una aún muy jovencita Drew Barrymore, fresca de su paso por "E.T. El Extraterrestre" y a puntito de meterse en el infierno del vicio borrachuzo y drogadizo (no olvidemos que con tan solo trece primaveras fue ingresada en un centro de rehabilitación). Por aquello de dar cierta cohesión a la trama, su presencia / apariencia se expande a una niña anónima anunciando comida de gatos y el protagonismo total del último capítulo. Efectivamente resulta algo repelente, pero eso ya lo esperábamos. La acompañan el hoy mal considerado James Woods, perfectísimo en su rol de fumador compulsivo, Alan King, Kenneth McMillan, Robert Hayes en uno de los pocos papeles que podrían hacer sombra a aquel que le dio la fama, el de "Ted Striker" en "Aterriza como puedas", Candy Clark, James Naughton, James Rebhorn, Charles S. Dutton, Tony Munafo (amiguísimo de Sylvester Stallone y muy habitual en sus películas) y Mike Starr (el "Georgie Weiss" de "Ed Wood" y matón ineficaz en "Dos tontos muy tontos"), quien desaparece de la trama de una escena a otra y sin explicación alguna aparente.
A la sacrosanta hora de elegir la imagen ilustrativa, me he encontrado en una seria diatriba. Quería incluir mi favorita, la de tirón gótico con ese caserón absurdo en un páramo + luna llena -sin conexión alguna con el film-, pero también estaba la que en su día fabricó "Filmayer" para el lanzamiento en vídeo, igual de tosca / bella que la de "Miedo Azul". Al final lo más sencillo ha sido juntar ambas, milagro al que ha contribuido la extensión del tocho. Ventajas de padecer incontinencia "reseñista".
martes, 4 de marzo de 2025
SATÁN CAFÉ
Extraña e ignota película independiente valenciana, estrenada con palos y piedras a mediados de los 90. Su existencia es casi anecdótica.
Se trata de un "noir" de bajísimo presupuesto, segunda película de Pedro Uris (su ópera prima, “Cuenta atrás”, es aún más ignota que esta), guionista de profesión y redactor en "Cartelera Turia", que pasó por las pantallas sin pena ni gloria y cuyo resultado, al margen de una fotografía que en según qué momentos resulta estupenda (puede que fruto de la casualidad), resulta anodino, repetitivo y pesado. Tampoco se trata de un guion muy inspirado ya que, al final, tenemos una película compuesta de planos muy aleatorios con gente hablando, muchas veces soltando frases que no tienen ningún sentido, invocando así a la bendita comedia involuntaria.
Parece un cliché el hecho de que, cuando una película sale regular, o directamente mal, recurrir a que el problema no está en las labores creativas o de dirección, echando la culpa sus artífices, siempre, al bajo presupuesto o los recortes a los que se ha sometido al film por uno u ambos lados. Y eso, innegablemente, es un incordio para el resultado final... pero da un poco lo mismo cuando, de base, el material con el que se cuenta es más bien tirando a malo, como el guion de esta “Satán Café”.
Sin embargo, el director, Pedro Uris, parece del todo honesto cuando asegura en su blog que esta película no le gusta especialmente, pero tampoco se arrepiente de haberla hecho, y que los problemas de la terquedad de la misma son —efectivamente— una mala previsión de fondos para realizarla. El tipo puso dinero de su propio bolsillo, así como recibió la ayuda de la Generalitat que cubría un 20% del presupuesto necesario. Con todo, conseguiría acabarla.
Sin embargo, resulta curiosísimo el comprobar que, de verdad, esta es una película a la que le falta pasta por un tubo. De hecho, es evidente, aquí no hay excusa que valga, se nota que no la había. Donde más, en la economía de planos. Tenemos escenas enteras ¡en un único plano medio! que hacen que, desde luego, se resienta el ritmo de la cinta. Y digo yo, con dos horas de duración a base de conversaciones y secuencias que no llegan a ningún lado ¿no se podrían haber arrancado páginas a ese guion? no es que la película hubiese mejorado mucho, pero al menos contribuiría a hacer el sopor un poco más tolerable. Incluso así, siempre es un placer ver una muestra de lo que en petit comité nos gusta llamar “una película amateur rodada en 35 mm”, que hubo muchas en los años 70 y 80, si bien en los 90 (esta es de 1994) ya eran más escasas.
En el lado de los atributos está su condición osada, hasta el punto que no se corta a la hora de incluir sendos numeritos musicales, con una suerte de jazz-soul- rap, parece que compuesto exprofeso, que no está nada mal, interpretado para la ocasión por la actriz María José Peris (si es playback o no, lo desconozco)
La trama gira en torno a un individuo que, cumpliendo con la petición en vida de un amigo suyo recién fallecido, acude al forense para identificar su cadáver. Tras tan extraño acontecimiento, decidirá investigar la muerte del amigo, descubriendo por el camino hechos sin mucho sentido, orden, ni concierto (como toda la película en sí misma).
Por supuesto, al tratarse de una producción pequeñita, el elenco está compuesto por actores desconocidos para el gran público, muchos de procedencia valenciana, entre los que destacan las presencias de Mario Pardo y Germán Montaner, a quienes sí hemos visto las caras en películas como “Makinavaja: El último chorisso” o “El milagro de P. Tinto”, respectivamente.
Ciertamente, una película rara, misteriosa y desperada. Ni tan siquiera se le profesa un culto, como pasa con producciones similares como, por ejemplo, “Fotos” de Elio Quiroga, lo que consigue que, dentro de lo que cabe, “Satán Café” sea aún más interesante.
sábado, 1 de marzo de 2025
FRÍO COMO EL ACERO
Probablemente 1991 era un mal año para lanzar a un nuevo "action hero" empapado en toda la gloria que acompañó al género la década previa. Los últimos en lograrlo, Jean-Claude Van Damme y Steven Seagal, fueron lo suficientemente prudentes (ellos o, mejor pensado, sus respectivos agentes) de arrancar sus carreras a finales de los ochenta. Y, además, aportando un algo de novedoso, o diferente, al decantarse por las artes marciales como técnica. El problema del nuevo aspirante, Brian Bosworth, era su incondicional adscripción al modelo Schwarzenegger. Armario empotrado de músculos absurdos, mandíbula cuadrada y hostia pura como método favorito de defensa. Añadamos la estética que gasta en este, su primer "gran" film (y único), "Frío como el acero". Es como muy de los ochenta pero en su vertiente más hortera y cutre, entonces ya demasiado démodé. Incluida una horrorosa "mullet" a modo de guinda. Un "bonito" cuadro que, en su momento, a un amigo y a mí nos echó para atrás. No fuimos a ver "Frío como el acero" al cine. La alquilamos en vídeo, pero ni la terminamos. A él Bosworth le parecía un nazi. Y a mi me cayó gordo por el rollo "portero de discoteca chusca" que gasta. Tampoco fuimos los únicos en reaccionar tan negativamente. La peli no pegó como se esperaba y la carrera del actor quedó relegada ya de por vida a subproductos de acción directos para vídeo-club y dirigidos por "astros" del nivel del omnipresente Fred Olen Ray ("Pánico en el Concorde") o el insulso Allan A. Goldstein ("Riesgo límite"). Entre la primera tanda de esas mismas basurillas localizamos, justo, una secuela bastarda de "Frío como el acero" únicamente destinada al mercado españolo, "Frío como el acero. Buscando venganza". En realidad el film se titula "One Tough Bastard" / "One man´s justice" y el personaje responde a un nombre parecido, pero no igual. La cosa empeora entrados en el siglo XXI, con Bosworth protagonizando películas cristianas ("El poder de la cruz") o navideñas repletas de actores decadentes y, seguramente, tan adictos a las enseñanzas divinas como lo fueran previamente a drogas, alcohol y otros vicios.
Pero en 1991 el colega Brian estaba en su apogeo físico. Es tan "perfecto" que casi parece una caricatura, cosa extensible a toda la película, por su tono exagerado, el abuso de macarrismo sideral, sus buenas dosis de violencia e incluso un puñado de tetas (pegadas a cuerpos de infarto). Y es que, claro, partiendo de la base que todo gira en torno a una banda de moteros mega-malísimos que, asociados a la mafia, esparcen la "villanería" y preparan un atentado de grandes dimensiones, pues la cosa da para un montón de chuloputismo, barbas, chollas, hermillas, motazas, tacos a tutiplén, tipos extremadamente sudorosos, duros y cabreados (la testosterona chorrea por los bordes sin miramiento alguno), una banda sonora trufada hasta el agotamiento de hard-rock, AOR y algo de heavy metal (incluida aparición de un grupo tocando rodeado de strippers) y muchas, muchas, muchísimas hostias, especialmente las que proporciona un Brian Bosworth que, empujado por el FBI, se infiltra en el clan motard para pararles los pies.
Y sí, durante un buen rato el ritmo es acelerado y la locura considerable. El director, Craig R. Baxley, tira de unas maneras dinámicas y ágiles, sin dar respiro al espectador, trufando el lienzo de explosiones, disparos y algunos "stunts" dolorosos (por supuesto, sin gota de CGI). Pero Baxley, que venía de la coordinación de dobles de acción, tampoco era un gran director. Su debut para la gran pantalla, "Acción Jackson", es una de las "action movies" más flojitas de su dorada década, a pesar de disponer de todos los elementos necesarios para lograr un pleno (entre ellos Carl Weathers y la idea de revitalizar el "blaxploitation"). Tampoco fue nada memorable la siguiente, "Dark Angel. Ángel de la muerte", en la que Dolph Lundgren se enfrentaba a un alien lanzador de cortantes cd´s. Fui a verla al cine con resultados discretitos. Tal vez debería darle un nuevo muerdo. Así pues, llegado cierto punto, "Frío como el acero" comienza a desinflarse. Los peligros de arrancar con tanto brío. Jodido mantenerse. Y durante la segunda mitad, vas perdiendo interés progresivamente... hasta que, vale, el clímax se recupera. Aunque, bueno, la sensación final es de que, siendo un producto bastante visible y ameno, se queda a medio gas. Hacer notar las similitudes con algunas otras películas del género por entonces aún recientes. Por ejemplo, Bosworth parte el brazo de un villano usando una dolorosa técnica popularizada por Steven Seagal. Y el final, final, es directamente una copia del de "La jungla de cristal". Todavía más llamativo resulta que los dos malos principales, Lance Henriksen y William Forshyte, pocos años después harían roles bastante parecidos en, justo, una de Van Damme ("Blanco Humano") y una de Seagal ("Buscando Justicia").
Otros rostros majos que asoman son los de Sam McMurray como el supuesto compañero de Bosworth, opuesto a él, dando a entender que estamos ante el patrón de una pura "buddy movie", aunque luego no se desarrolle a fondo. Richard Gant, el forense poseído por Jason en el noveno "Viernes 13". A Paulo Tocha -gran apellido- lo hubiese ignorado de no haber mirado su alucinante filmografía. Ha estado nada menos que en "Ninja Terminator", "Contacto Sangriento" (+ otras de Van Damme) o "Depredador 2". Y es que, en realidad, con tanto motero y tanto "stunt", hay un porrón de secundarios / dobles de acción con currículums vistosos y coloristas, como es el caso de Robert Winley, al que puedes ver en "Jake Speed: La aventura de África", la serie "Sledge Hammer!", "Libertad para morir" (otra vez Van Damme) y nada menos que "Terminator 2: El juicio final". Así pues, daré un salto para detenerme en Kevin Page, el yuppie reventado a balazos por "Ed-209" en "Robocop" o la inevitable "partenaire" femenina, Arabella Holzbog, quien tampoco lograría nada en su carrera, participando a posteriori en subproductos de calibre de "Cornasaurios 2" o "El hombre holograma".
El caso del guionista, Walter Doniger, es un poco atípico. Comenzó su carrera en los cincuenta, tanto escribiendo como dirigiendo muchísima serie de televisión. Se detiene en 1983 para regresar en 1991 con "Frío como el acero" que resultaría ser su último crédito antes de jubilarse y palmar en 2011.
Les dejo la caratula completa del VHS, cortesía de nuestro "consigueitor" particular Enorm.
Pero en 1991 el colega Brian estaba en su apogeo físico. Es tan "perfecto" que casi parece una caricatura, cosa extensible a toda la película, por su tono exagerado, el abuso de macarrismo sideral, sus buenas dosis de violencia e incluso un puñado de tetas (pegadas a cuerpos de infarto). Y es que, claro, partiendo de la base que todo gira en torno a una banda de moteros mega-malísimos que, asociados a la mafia, esparcen la "villanería" y preparan un atentado de grandes dimensiones, pues la cosa da para un montón de chuloputismo, barbas, chollas, hermillas, motazas, tacos a tutiplén, tipos extremadamente sudorosos, duros y cabreados (la testosterona chorrea por los bordes sin miramiento alguno), una banda sonora trufada hasta el agotamiento de hard-rock, AOR y algo de heavy metal (incluida aparición de un grupo tocando rodeado de strippers) y muchas, muchas, muchísimas hostias, especialmente las que proporciona un Brian Bosworth que, empujado por el FBI, se infiltra en el clan motard para pararles los pies.
Y sí, durante un buen rato el ritmo es acelerado y la locura considerable. El director, Craig R. Baxley, tira de unas maneras dinámicas y ágiles, sin dar respiro al espectador, trufando el lienzo de explosiones, disparos y algunos "stunts" dolorosos (por supuesto, sin gota de CGI). Pero Baxley, que venía de la coordinación de dobles de acción, tampoco era un gran director. Su debut para la gran pantalla, "Acción Jackson", es una de las "action movies" más flojitas de su dorada década, a pesar de disponer de todos los elementos necesarios para lograr un pleno (entre ellos Carl Weathers y la idea de revitalizar el "blaxploitation"). Tampoco fue nada memorable la siguiente, "Dark Angel. Ángel de la muerte", en la que Dolph Lundgren se enfrentaba a un alien lanzador de cortantes cd´s. Fui a verla al cine con resultados discretitos. Tal vez debería darle un nuevo muerdo. Así pues, llegado cierto punto, "Frío como el acero" comienza a desinflarse. Los peligros de arrancar con tanto brío. Jodido mantenerse. Y durante la segunda mitad, vas perdiendo interés progresivamente... hasta que, vale, el clímax se recupera. Aunque, bueno, la sensación final es de que, siendo un producto bastante visible y ameno, se queda a medio gas. Hacer notar las similitudes con algunas otras películas del género por entonces aún recientes. Por ejemplo, Bosworth parte el brazo de un villano usando una dolorosa técnica popularizada por Steven Seagal. Y el final, final, es directamente una copia del de "La jungla de cristal". Todavía más llamativo resulta que los dos malos principales, Lance Henriksen y William Forshyte, pocos años después harían roles bastante parecidos en, justo, una de Van Damme ("Blanco Humano") y una de Seagal ("Buscando Justicia").
Otros rostros majos que asoman son los de Sam McMurray como el supuesto compañero de Bosworth, opuesto a él, dando a entender que estamos ante el patrón de una pura "buddy movie", aunque luego no se desarrolle a fondo. Richard Gant, el forense poseído por Jason en el noveno "Viernes 13". A Paulo Tocha -gran apellido- lo hubiese ignorado de no haber mirado su alucinante filmografía. Ha estado nada menos que en "Ninja Terminator", "Contacto Sangriento" (+ otras de Van Damme) o "Depredador 2". Y es que, en realidad, con tanto motero y tanto "stunt", hay un porrón de secundarios / dobles de acción con currículums vistosos y coloristas, como es el caso de Robert Winley, al que puedes ver en "Jake Speed: La aventura de África", la serie "Sledge Hammer!", "Libertad para morir" (otra vez Van Damme) y nada menos que "Terminator 2: El juicio final". Así pues, daré un salto para detenerme en Kevin Page, el yuppie reventado a balazos por "Ed-209" en "Robocop" o la inevitable "partenaire" femenina, Arabella Holzbog, quien tampoco lograría nada en su carrera, participando a posteriori en subproductos de calibre de "Cornasaurios 2" o "El hombre holograma".
El caso del guionista, Walter Doniger, es un poco atípico. Comenzó su carrera en los cincuenta, tanto escribiendo como dirigiendo muchísima serie de televisión. Se detiene en 1983 para regresar en 1991 con "Frío como el acero" que resultaría ser su último crédito antes de jubilarse y palmar en 2011.
Les dejo la caratula completa del VHS, cortesía de nuestro "consigueitor" particular Enorm.
jueves, 27 de febrero de 2025
MINUTOS MUSICALES 31: EL MEJOR DE "TOY DOLLS"
Está científicamente demostrado que, en general, cualquier debut es siempre lo mejor de la carrera del respectivo artista/creador. Vale, tal vez no sea "lo mejor", pero sí contiene una energía especial, única, que, seguramente, ya no se repetirá jamás de los jamases. Hay quien atribuye ello a la desesperación, al innato deseo de epatar, a la frescura de aquel movido por la pasión, sin haber caído presa aún de rutinas, obligaciones laborales o el contentar a sus devotos. Tal vez, donde más se note sea en lo musical. Y, muy concretamente, en el "género" (se supone que no lo es, pero ya nos entendemos) del punk rock y sus muchas variantes. Raro, rarísimo es el grupo cuyo segundo, tercer, quinto o sexto larga duración iguala y, mucho menos, supera al primero. Tal vez se deba a que semejante "estilo" basa su esencia en lo puramente enérgico, ya sea a la hora de componer como a la hora de crear las letras. Y la energía, inevitablemente, se desgasta con el paso del tiempo. Claro que luego vienen los gustos personales. Quiero decir, puedes considerar mejor el LP de debut de tu banda favorita, pero mantener una relación especial, peculiar, con cualquiera de los que siguieron. Eso mismo me pasa a mi con "Toy Dolls".
He contado muchas veces ya cómo descubrí a este legendario trío británico, capitaneado desde su arranque a finales de los setenta por el peculiar Michael Algar, más conocido como Olga (capaz de generar una voz inconfundible a la hora de canturrear -"de castrado", según él-). Estaba yo currando en un vídeo promocional para una panda de pintores amateurs cuando uno me cedió una cinta de casete de los interfectos con el fin de ilustrar sonoramente su segmento. Quedé prendado al escuchar. Aquel era el material vigoroso, chispeante y divertido que andaba buscando como loco desde hacía algunos años. Ocurrió en 1993 y fue lo que comúnmente llamamos amor a primera vista. Resultó ser punk... aunque en aquel momento eso daba igual. Como lo da el hecho de si podemos considerar al grupo adecuado para la etiqueta. Sinceramente, veo muy poco de punk genuino en "Toy Dolls". Los consideraría más una caricatura del mismo, pero una muy bien dibujada, tal y como atestigua la imagen que les mostraba en la parte trasera de uno de sus discos. Llevaba varias semanas consumiéndolos pero todavía no los había visto en carne y hueso. Eran tiempos sin internet y costaba lo suyo informarse a fondo sobre ciertos temas minoritarios, así pues representaban todo un enigma. Cuando finalmente vi dicha imagen, aluciné. Eran EXACTAMENTE como los había imaginado, casi salidos de la serie "The Young Ones", lo que aumentó mi devoción.
He contado muchas veces ya cómo descubrí a este legendario trío británico, capitaneado desde su arranque a finales de los setenta por el peculiar Michael Algar, más conocido como Olga (capaz de generar una voz inconfundible a la hora de canturrear -"de castrado", según él-). Estaba yo currando en un vídeo promocional para una panda de pintores amateurs cuando uno me cedió una cinta de casete de los interfectos con el fin de ilustrar sonoramente su segmento. Quedé prendado al escuchar. Aquel era el material vigoroso, chispeante y divertido que andaba buscando como loco desde hacía algunos años. Ocurrió en 1993 y fue lo que comúnmente llamamos amor a primera vista. Resultó ser punk... aunque en aquel momento eso daba igual. Como lo da el hecho de si podemos considerar al grupo adecuado para la etiqueta. Sinceramente, veo muy poco de punk genuino en "Toy Dolls". Los consideraría más una caricatura del mismo, pero una muy bien dibujada, tal y como atestigua la imagen que les mostraba en la parte trasera de uno de sus discos. Llevaba varias semanas consumiéndolos pero todavía no los había visto en carne y hueso. Eran tiempos sin internet y costaba lo suyo informarse a fondo sobre ciertos temas minoritarios, así pues representaban todo un enigma. Cuando finalmente vi dicha imagen, aluciné. Eran EXACTAMENTE como los había imaginado, casi salidos de la serie "The Young Ones", lo que aumentó mi devoción.
Debatiblemente "auténticos" desde una perspectiva "punkista" aparte, lo que nadie puede discutir es que eran -y son- un combo absolutamente incomparable. Su sonido, su voz, su rollo alocado, su estética. No hay, no ha habido y no habrá nadie como "Toy Dolls".... o casi. Mantienen cierto vínculo, discreto pero existente, con los norteamericanos "The Dickies". De hecho, Olga llegaría a unirse a ellos en un directo y ambos lo petaron de modo parecido -y una excusa "punkista" de lo más trillada y facilona-, ejecutando una versión aceleradísima del tema musical de una exitosa serie infantil. Los yankis con "Banana Splits" y los ingleses con "Nellie the elephant", su único "hit", especialmente en el país de donde son originarios que, según ha declarado siempre su líder, posteriormente pareció rechazarlos sistemáticamente hicieran lo que hicieran. Tuvieron que salir al exterior para triunfar, con especial fijación en Japón, donde son verdaderos héroes (también es normal que, gastando una personalidad tan única, provoquen sentimientos extremos de odio o amor).
En lo que a mi respecta, me volví super-fan de los "Toy Dolls". Compré absolutamente todo cuanto pude. El resto de su discografía, vídeos de conciertos, camisetas... lo que fuese. Nada saciaba mi sed. Los adoraba. Tuve la "suerte" de coincidir en el tiempo con el lanzamiento del que muchos consideran uno de sus mejores discos -incluido su frontman-, "Absurd-Ditties", LP que les devolvió un poco a primera plana. Dos años después, a la par con el siguiente, "Orcastrated" (y el anodino + temporal cambio de nombre a "Toy Dollz"), los vi en directo. Diría que disfruté muchísimo, pero mentiría porque nunca me han gustado los conciertos.
En lo que a mi respecta, me volví super-fan de los "Toy Dolls". Compré absolutamente todo cuanto pude. El resto de su discografía, vídeos de conciertos, camisetas... lo que fuese. Nada saciaba mi sed. Los adoraba. Tuve la "suerte" de coincidir en el tiempo con el lanzamiento del que muchos consideran uno de sus mejores discos -incluido su frontman-, "Absurd-Ditties", LP que les devolvió un poco a primera plana. Dos años después, a la par con el siguiente, "Orcastrated" (y el anodino + temporal cambio de nombre a "Toy Dollz"), los vi en directo. Diría que disfruté muchísimo, pero mentiría porque nunca me han gustado los conciertos.
Así iban las cosas cuando, inevitablemente, nuestro idilio comenzó a apagarse. Sus nuevos trabajos eran cada vez más mediocres. Repetitivos. De primeras me quedé con el de debut como lo más, "Dig that groove baby". Y sí, es un gran disco, hasta las trancas de temas inolvidables (la misma "Nellie the Elephant", "Stay Mellow", "Fiery Jack"...) pero, con el paso de los años, fui asumiendo que mis genuinamente favoritos no eran aquel, ni "Absurd-Ditties" (que ha perdido algo de "punch"). Tampoco el segundo "A far out disc", por mucho que me guste (y no menos el tercero, "Idle Gossip", con momentos potentes pero lastrado por su patosa producción), el "number one" vendría a ser aquel con el que debutaron en la década de los noventa, "Fat Bob´s Feet".
En realidad pertenece a un trío de LP´s por los que siento una muy especial estima. Lo encabezan "Bare Faced Cheek" y "Wakey Wakey!". Concretamente, este último contiene el tema que acabó sonando en el documental sobre los pintores y, por tanto, la primera vez que oía a "Toy Dolls", así que sería normal la preferencia. No obstante, como digo, este y "Bare Faced Cheek", aunque juntos vienen cargados de composiciones altamente gozosas ("Howza bouta kiss babe?!?", "Fisticuffs in Frederick Street", "The Ashbrooke Launderette...", "One Night In Moscow (& We'll Be Russian Home!) -esta es la que suena en el dichoso documental-", "Blaze Of The Borough") no alcanzan la perfección. Muy al contrario, eso sí ocurre con "Fat´s Bob Feet", al que no le sobra ni un solo tema. Se puede escuchar de principio a fin sin que uno sienta el deseo, a veces incordiante, de querer saltarse un surco o dos.
Y, por si fuera poco, los tres comparten otras virtudes. Las maravillosas portadas a base de dibujos graciosos. Un sonido algo más guitarrero que los previos, pero sin abusar -ni "heavymetalizarse"- como ocurriría poco después. Una energía inagotable. Coros pegadizos. Ritmos adictivos. En fin, que me encantan, y adoro "Fat Bob´s Feet". ¿¿Cómo no iba a ponerme palote un disco titulado "Los pies del gordo Bob"??
Y, por si fuera poco, los tres comparten otras virtudes. Las maravillosas portadas a base de dibujos graciosos. Un sonido algo más guitarrero que los previos, pero sin abusar -ni "heavymetalizarse"- como ocurriría poco después. Una energía inagotable. Coros pegadizos. Ritmos adictivos. En fin, que me encantan, y adoro "Fat Bob´s Feet". ¿¿Cómo no iba a ponerme palote un disco titulado "Los pies del gordo Bob"??
A la hora de elegir una muestra sonora, considerando lo mucho que me mola todo el contenido, pues ha costado, pero la lógica decía que me decantara por, justo, la que da título al pifostio, es decir...
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